2:1 Por lo tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.
2:2 Pues si la palabra dicha por los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución,
2:3 ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación, que al principio fue declarada por el Señor, nos fue confirmada por medio de los que oyeron,
2:4 dando Dios testimonio juntamente con ellos con señales, maravillas, diversos hechos poderosos y dones repartidos por el Espíritu Santo según su voluntad.
2:5 Porque no fue a los ángeles a quienes Dios sometió el mundo venidero del cual hablamos.
2:6 Pues alguien dio testimonio en un lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que tengas cuidado de él?
2:7 Le has hecho por poco tiempo menor que los ángeles; le coronaste de gloria y de honra;
2:8 todas las cosas sometiste debajo de sus pies. Al someter a él todas las cosas, no dejó nada que no esté sometido a él. Pero ahora no vemos todavía todas las cosas sometidas a él.
2:9 Sin embargo, vemos a Jesús, quien por poco tiempo fue hecho menor que los ángeles, coronado de gloria y honra por el padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.
2:10 Porque le convenía a Dios--por causa de quien y por medio de quien todas las cosas existen-- perfeccionar al Autor de la salvación de ellos, por medio de los padecimientos, para conducir a muchos hijos a la gloria.
2:11 Pues tanto el que santifica como los que son santificados, todos provienen de uno. Por esta razón, él no se avergüenza de llamarlos hermanos,
2:12 diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre; en medio de la congregación te alabaré.
2:13 Y otra vez: Yo pondré mi confianza en él. Y otra vez: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.
2:14 Por tanto, puesto que los hijos han participado de carne y sangre, de igual manera él participó también de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el dominio sobre la muerte (éste es el diablo),
2:15 y para librar a los que por el temor de la muerte estaban toda la vida condenados a esclavitud.
2:16 Porque ciertamente él no tomó para sí a los ángeles, sino a la descendencia de Abraham.
2:17 Por tanto, era preciso que en todo fuese hecho semejante a sus hermanos, a fin de ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en el servicio delante de Dios, para expiar los pecados del pueblo.
2:18 Porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
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