�I�
INFORMACION
QUE EL ARZOBISPO DE M�XICO
D O N
FRAY ALONSO DE MONTUFAR
mand� practicar con motivo de un sermon
que en la fiesta de la Natividad de Nuestra Se�ora
(8 de Setiembre de 1556)
predic� en la capilla de San Jos� de
Naturales del Convento de San Francisco de M�jico, el Provincial
FRAY
FRANCISCO DE BUSTAMANTE
acerca de la devocion y culto
DE
NUESTRA SE�ORA DE GUADALUPE
________________
SEGUNDA EDICION
Nexos electr�nicos: http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080015000/ ,
http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080015000/1080015000.PDF , http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080015000/1080015000.html
Referencia condensada:
Real Academia de la Historia. Informaci�n que
el Arzobispo de M�xico Don Fray Alonso de Mont�far mand� practicar con motivo
de un serm�n que en la fiesta de la Natividad de Nuestra Se�ora (8 de Setiembre
de 1556) predic� en la capilla de San Jos� de Naturales del Convento de San
Francisco de M�jico, el Provincial FRAY FRANCISCO DE BUSTAMANTE acerca de la
devocion y culto DE NUESTRA SE�ORA DE GUADALUPE. Segunda Edici�n. Mexico:Paz, 1891:188 p.
________________
M E X I C O
IMPRENTA, LITOGRAFIA Y ENCUADERNACI�N DE IRENEO
PAZ
Callej�n de Santa Clara n�mero 6
____
1891
�II� (Hoja
en blanco)
�[Aprovecho para introducir unas notas; este libro
ha sido escaneado por la honorable:
UNIVERSIDAD DE NUEVO LEON
Biblioteca Valverde y Ter�n
Capilla Alfonsina
Biblioteca Universitaria,
42469, BT660.G8. I52. 1891, 42469, FETV, 905353 (Tachado en rojo), 5 6 5 1 5 3;
0 0 5 3 5 3; Nota: la mayor�a de las �z�, aunque no todas corresponden a este
s�mbolo en el original: � y � que es la cedilla o ce caudata; aqu� casi todas
las cedillas han sido reemplazadas por �z�; fuere de este cambio pr�ctico, todo
lo dem�s, se ha hecho el esfuerzo de dejarlo como se encontraba en el original
(excepto por todas esas correcciones autom�ticas del m�s com�n editor de texto);
todos los errores de ortograf�a, a�n para aquellos tiempos, se han dejado
exactamente como fueron capturados. En el original escaneado faltan las dos
hojas (aprox. p�gs. 30 y 31) que siguen a la declaraci�n: �juntar los naturales que � la dicha ermita abian venido, y mediante un ynterprete,
Francisco de� hasta �dalupe,
quest� en una ermita media leg�a desa dicha cibdad, dixo:� El material faltante
se ha completado con otra versi�n en html del internet (es posible que el
material faltante haya contenido algunas notas en el texto y al pie; en donde
se ponen las flechas: ⇨ ⇦ el original de este libro contiene las manos, apuntando con el �ndice
con la palma cubierta por los tres dedos restantes doblados. La paginaci�n (v.gr.: �1�) se ha hecho hasta el punto, punto y coma, dos puntos, coma, etc. que
est�n m�s cerca para evitar ideas truncas. Cerca del final, una hoja est� rota
a la mitad, por lo que dos p�ginas carecen de la mitad (pp. 183 y 184), conteniendo
informaci�n referente a t�cnicas pict�ricas prehisp�nicas, al gremio de los
pintores y artistas del M�xico Colonial. La longitud de texto en las p�ginas es
variable, muchas veces porque las notas al pie se han juntado, cuando en el
original se expand�an por debajo del texto principal abarcando hasta tres hojas;
las notas de las hojas (v.gr.: (1),
est�n numeradas por cada p�gina y no por el documento completo); el resto de
cosas o errores no mencionados o no detectados son responsabilidad m�a, gracias)]
�III�
Advertencia
de la Edici�n Mexicana.
Desde que
lleg� a nuestras manos el presente documento, publicado por primera vez en
Espa�a, comprendimos su importancia y trascendencia en lo que mira � nuestra
historia, y nos propusimos hacer de �l una nueva edici�n, pues los ejemplares
de la primera vinieron en bien corto n�mero, siendo por lo mismo raros y de
adquisici�n muy dif�cil. Una lectura atenta nos convenci�, sin embargo, de que
en la impresi�n espa�ola se habian deslizado errores y equivocaciones de no poca
monta, que exig�an un serio trabajo de rectificaci�n. Ese trabajo se ha hecho
con toda escrupulosidad, como de ello puede persuadirse quien acometa la tarea
de comparar ambas ediciones. Adem�s, la conveniencia de fijar � esclarecer
algunos puntos, hizo indispensable el agregar las notas que se hallan al fin
del libro; as� pues, podemos decir sin jactancia, que aun cuando nuestra
edici�n aparece como segunda, las modificaciones introducidas le dan valor de
original, poni�ndola muy por encima de la que nos sirvi� de modelo. Esperamos que
el lector aficionado al estudio de nuestras antiguallas, conceder� � la obra la
atenci�n que merece, ya que vivimos en una �poca en la cual se busca la verdad
por medio de un an�lisis severo y desapasionado.
�IV� (Hoja
en blanco)
�V�
�ADVERTENCIA DE LA EDICION ESPA�OLA
______________
Debemos
manifestar � nuestros lectores las diligencias que hemos hecho para saber la
autenticidad del documento que hoy damos � luz, (del que tuvimos primera
noticia en una apolog�a publicada en M�jico, 1880, con este t�tulo: "Santa
Mar�a de Guadalupe Patrona de los Mexicanos,") y despu�s lo que motiv� la informacion
�que en �l consta. Nos dirigimos � un
c�lebre bibli�filo de M�jico, quien nos honra con su amistad, y se dign�
contestar lo siguiente, y darnos noticias de algunos de los testigos, como se
lo pedimos, por lo cual le estamos bien reconocidos.
�"M�xico, Marzo 2 de 1888.
"Sres.
de mi aprecio y consideraci�n: obsequiando el deseo que me manifiestan VV. de
saber c�mo apareci� en nuestros tiempos la informacion �de testigos que en Setiembre de 1556 hizo en
esta ciudad el Sr. Arzobispo D. Fr. Alonso de Mont�far contra el P. Provincial
de los religiosos franciscanos Fr. Francisco de Bustamante, por desacato y
falta de respeto de este padre � aquel prelado; digo � VV. que pocos meses
antes del fallecimiento del Sr. Arzobispo Dr. D. Manuel Posada y Gardu�o, que
acaeci� en 30 de Abril de 1846, visit�ndole el Sr. Lic. D. Jos� Fernando
Ram�rez, se movi� entre ambos conversaci�n acerca del origen de la imagen de
nuestra Sra. de Guadalupe, y poniendo su mano el Sr. Arzobispo sobre un
expediente de pocas fojas que tenia encima de la mesa dijo al Sr. Ram�rez:
"lo que hay de cierto "acerca de este asunto, se contiene en este
peque�o expediente; pero no has de verlo t�, ni otra persona alguna."
�VI�
Mand� despu�s
el Sr. Arzobispo guardar el expediento en el archivo reservado de su
secretar�a. Supe todo esto por hab�rmelo referido m�s de una vez el Sr. Lic. D.
Jos� Guadalupe Arriola, que lo oy� de la boca del Sr. Ram�rez, su paisano y
amigo.
"Me ha
dicho persona fidedigna, que esto que pas� al Sr. Ram�rez, pas� igualmente al
Sr. D. Rafael Adorno en ocasi�n que hablaba del mismo asunto con el Sr. Posada.
"En el
a�o de 1869, el Sr. Dr. D. Jos� Braulio Sagaceta, Arcediano de la Catedral, me
refiri� que siendo �l Secretario del Gobierno Eclesi�stico en la Sede vacante
del expresado Sr. Posada, vio que los empleados de la Secretar�a entraban
frecuentemente al archivo reservado para imponerse del contenido de los
expedientes que sobre asuntos muy graves se guardaban all�, y que no
pareci�ndole conveniente esto, les quit� la llave; que como hubiese entrado con
ese motivo al archivo, en el primer registro que hizo, encontr� el expediente
mandado guardar por el Sr. Posada; que no pudo leerlo todo � causa de la
antig�edad de la letra, pero que de lo poco que ley� infiri� ser contra la
llamada Historia Guadalupana, y que habi�ndolo llevado � su casa, le tuvo muy
oculto en ella m�s de veinte a�os.
"Al
referirme esto, me dijo que temiendo que despu�s de su muerte cayese el
expediente en manos de alguna persona que hiciese mal uso de �l, trataba de
entregarlo cuanto antes � los Se�ores que por estar en Europa el Sr. Arzobispo
Labastida, gobernaban la Mitra, y eran el Dean Dr. D. Manuel Moreno y Jove, y
el Can�nigo Dr. D. Eulogio Mar�a C�rdenas, y que � fin de instruirlos
verbalmente de su contenido, quer�a que yo se lo leyese despu�s de verlo
detenidamente.
�VII�
"Habi�ndole
yo Contestado que har�a gustoso lo que �l me ordenase, puso en mi poder el
expediente, que est� en 14 fojas �tiles en folio y 3 blancas; la informacion �� interrogatorio de una misma letra, no as�
las dos fojas correspondientes � las denuncias, en las que hay diversas letras.
"Lo
llev� � mi casa, en donde lo le� luego, y encontr� ser la informacion �de testigos hecha por el Sr. Arzobispo
Mont�far contra el P. Fr. Francisco de Bustamante. Al cabo de un mes me la pidi�,
se la le�, y luego la entreg� � los dichos Sres. Gobernadores.
Pasado otro mes � algo m�s volvi� � ponerla en mis manos, pidi�ndome al mismo
tiempo hiciera un extracto de ella, por cuanto los dichos Sres. Gobernadores no
se conformaban con la relaci�n que verbalmente les habia dado. Hice pues el
extracto y, trascurrido otro mes, se lo di con la informacion
, y ambas cosas entreg� luego � los expresados Se�ores.
"Despu�s
de esto, encontr� por el frente de nuestra Catedral al R. P. Andr�s Artola, de
la Compa��a de Jes�s, quien me dijo que los Sres. Gobernadores de la Mitra le habian
hecho leer la informacion , permiti�ndole que para ello la llevase � su casa; y
pregunt�ndole yo que opinaba acerca de ella, me dijo: "era en su concepto la prueba m�s terminante contra la
llamada Historia Guadalupana, y tanto que le imped�a llevar � cabo el proyecto
de escribir un Compendio de Historia Eclesi�stica Mexicana que sirviese de
texto en los Colegios del Clero de nuestra Rep�blica."
�VIII�
"No habia
pasado mucho tiempo de esto, cuando el citado Se�or Arcediano Sagaceta me pidi�
suplicase yo de su parte al P. Artola que usando de la influencia que ejerc�a
sobre el mencionado Sr. Dean Moreno y Jove le disuadiese del prop�sito de
imprimir la informacion , pues tal cosa intentaba movido de la falsa idea que
se habia formado de ella, porque atendiendo solamente al culto solemne de la
imagen de nuestra Se�ora de Guadalupe, que, como se ve al punto que se lee la informacion
, hac�a muy poco tiempo que habia comenzado � d�rsele, se desentend�a del
origen natural de la misma imagen que
tambi�n consta en la informacion . Cumpliendo yo el encargo del Sr. Sagaceta,
fui en busca del P. Artola � su casa, que era entonces la n�m. 1 de la calle de
Cocheras, y le encontr� copiando la informacion . Le
expuse el objeto de mi visita, y �l, admirado de la pretensi�n del Dean, me ofreci�
que le ver�a luego y procurar�a disuadirle. En efecto, le vio y le disuadi�.
"Habiendo
vuelto de Europa en Mayo de 1871 el Sr. Arzobispo Labastida, los dichos Sres. Gobernadores
de la Mitra le entregaron la informacion .
"El
expresado P. Artola dio noticia de la existencia de �sta al Sr. D. Joaquin
Garc�a Icazbalceta, el cual la comunic� luego � su amigo el Sr. D. Jos� M.
Andrade. Deseosos de verla, la pidi� prestada �ste al Sr. Arzobispo, quien al
punto la puso en sus manos. Habi�ndola tenido ambos algunos d�as, la devolvi�
el Sr. Andrade.
"Con
todo lo que he referido, creo haber satisfecho el deseo de VV.
�IX�
"Por
no hacer demasiado larga esta carta, me abstengo de expresar en ella los
nombres de otras personas notables por su ilustraci�n y piedad, adem�s de las
citadas, que vieron detenidamente la informacion , y
de decir cual fue el juicio que de la misma se formaron.
"Adjunto
hallar�n VV. las noticias que he podido averiguar de los testigos de la informacion ; sobre el P. Bustamante copiosas las pueden ver
en Mendieta, Torquemada y Vetancurt.
"No
tienen VV. de que pedirme disculpa, pues ninguna molestia me ha causado el
obsequiar su deseo. Manden siempre lo que gusten � su ato. servidor
que les estima y b. ss. mm.
Jos� M. de Agreda y Schez."
Lo que
motiv� la informacion �fue que,
celebr�ndose el 8 de Septiembre de 1556 una fiesta � la Natividad de Mar�a en
una capilla de S. Francisco de M�xico concurriendo � ella las autoridades
civiles, el P. Bustamante tuvo � su cargo el sermon, en virtud de la celebridad
que ten�a como orador notable. Desempe�� su cometido, segun reza dicha informacion
, maravilloso y divino en cuanto �
ensalzar el natalicio de la Madre de Dios, pero repentinamente se inflam� en
celo, como era natural, para declamar en contra de la devocion que de ayer se acababa de introducir por la
ermita de Guadalupe, juzg�ndola de idolatr�a puesto que los franciscos habian
ense�ado que el culto que se tributa � las im�genes debia dirigirse al original
que est� en el cielo, y decirles despu�s, que esa imagen pintada por el indio
M�rcos hac�a milagros echar�a por tierra sus trabajos, pues volver�an all� por la
antigua Tonantzin; que si continuaba la devocion no volver�a � predicar; que se
debian aplicar unos azotes al que public� que hac�a milagros la imagen, y al
que continuase dici�ndolo;
�X�
que en
aquella ermita se comet�an grandes ofensas � Dios; que lo que se reun�a de
limosnas no se sab�a su inversi�n y propon�a que se distribuyesen � � pobres
vergonzantes � al hospital de las bubas. Declam� igualmente contra el arzobispo
porque era de los divulgadores de esos supuestos milagros, dici�ndole al Virrey,
que estaba presente, que en virtud de ser vice-patrono real, tomase cartas en
el asunto.
El
arzobispo Mont�far cuando supo que habia sido acusado, inmediatamente procedi�
� hacer la informacion �para justificarse
ante la autoridad de los cargos que el predicador le hac�a; y tambi�n hizo
declarar sobre el sermon que �l habia predicado poco antes, para que se viera
"no habia predicado supuestos milagros y lo �nico que s� habia dicho, era
la gran devocion que se habia tomado � la imagen." Los lectores ver�n la
exactitud de nuestro extracto, pues tienen en su poder la informacion
. Despu�s de le�da se convencer�n que no se trata de esa famosa aparicion
que se dice aconteci� en 1531 quedando impresa en la capa del indio Juan Diego
la efigie de la Santa Virgen; invencion que, como decimos en una nota data de
1648. A ser cierta la aparicion por lo menos alguno de los nueve testigos lo
habr�a indicado, en vez de decir que se habia levantado tan sin fundamento la devocion; y el Br. Salazar no dice que la
fundaci�n de la ermita desde su principio fuese por aparicion alguna, sino por
haberla dedicado � la Madre de Dios, lo que provocaba que fueran � tributarle
culto, encomend�ndose � ella.
�XI�
El Br. Luis
Bezerra Tanco en su op�sculo�
"Felicidad de M�xico en el principio y milagroso origen que tuvo el
santuario de la Virgen Mar�a N. S. de Guadalupe" reimpreso en Sevilla a�o
de 1685 dice: "ya se habia difundido por todo el lugar la fama del milagro
y acud�an los vecinos de la ciudad al palacio episcopal � venerar "la imagen."
Si as� fuera, los testigos de la informacion �se habr�an indignado contra el P. Bustamante
porque decia que era obra humana y se le habr�a encausado por negar la aparicion.
Todo lo contrario, vemos por el franciscano Mendieta (Lib. IV cap. 42 en su
Historia Eclesi�stica, M�xico 1870) y por el igualmente franciscano Torquemada
(Lib. 19 cap. 37 de su Monarqu�a Indiana, publicada en esta en 1723) que
despu�s de este acontecimiento, lejos de menoscab�rsele su cr�dito mereci� ser
reelecto Provincial y m�s que esto, Comisario general, y no volver � la madre
patria sino hasta 1561 y esto en uni�n de otros dos provinciales con una misi�n
muy grave. Un escandaloso predicador, un negador de semejante aparicion, no
merecer�a tales distinciones. �Cu�n distintas �pocas fueron la de 1556 y la de
1794! En la primera, que aun no se habia
inventado � introducido � la noticia, (v�ase adelante, nota) si hubo
esc�ndalo no fue porque se se�alase origen humano � la imagen, sino por la
falsa creencia de que se trataba de impedir el culto � la Madre de Dios, lo
cual no se deduce del sermon del P. Bustamante, quien s�lo quiso darle debida
direcci�n; y si dijo en su sermon, que �l no era devoto de la Madre de Dios,
los testigos un�nimemente dijeron que ellos habian cre�do al expresarse as� que
lo hac�a por humildad; adem�s, terminantemente asegur� que no trataba de quitar
la verdadera devocion ni � la "m�s pobre vieja".
�XII�
No as� en
la segunda �poca, que ya � muchos habia hecho creer en la aparicion el Br.
Miguel Sanchez y los que tras �l fueron escribiendo y predicando. Decimos que �
muchos, pues Becerra Tanco ya trata de incr�dulos (1), lo mismo que Florencia
(2) y Carrillo (3). En ese a�o de 1794 hubo otro fraile, D. Servando Teresa de
Mier, dominico, que por un sermon predicado ante el Arzobispo en el cual iba �
probar que la imagen de Guadalupe se estamp� en la capa de Santo Tom�s y no en
la tilma de Juan Diego (y sea dicho de paso, debi� de ser gigante este n�ofito
para que le llegara hasta las corvas segun su usanza, una que midiera 2 varas y
un doceavo de largo, que �sta es la medida que � la imagen dan los autores
Guadalupanos) fue el reverendo encausado, expulsado y bien castigado. No
sabemos el efecto que en nuestra antigua hija, hoy hermana M�jico, causar�a
otro sermon an�logo; pero tememos que � pesar de haber muchas personas
ilustradas, de recto criterio, no dejar�a de producir todav�a mal efecto, por
aquello de que es infinito el n�mero de los necios.
_______
(1) �V�ase el
principio del cap�tulo � p�rrafo que comienza as�: �Disc�rrese el modo en que
pudo figurarse la Imagen Santa." Edici�n de su obra en Sevilla 1685.
(2) �En su
Estrella del Norte, impresa en Barcelona en 1741 cap. XII.
(3) �"lo
m�ximo en lo m�nimo, la portentosa imagen de Nuestra Se�ora de los Remedios
conquistadora y patrona de la imperial ciudad de M�xico, en donde escrib�a esta
historia Don Ignacio Carrillo y P�rez� M�xico� 1808 p�g. 52 dice: "reflexionen este hecho los que por singularizarse
de finos cr�ticos quieren disputar la tradici�n (!) de
la maravillosa aparicion de esta celestial imagen, y la retardan � una �poca
mucho m�s posterior�"
_______
�XIII�
Pod�amos
extendernos mucho m�s sobre esta materia, que hemos estudiado detenida y
detalladamente, pero ya es demasiado para una advertencia que sirva de preludio
� este precioso documento. Al fin daremos noticias de la Guadalupana del Coro
de los Jer�nimos de Extremadura, una interesante carta y un cat�logo de autores
que no favorecen la llamada tradici�n, puesto que debiendo y pudiendo
mencionarla en sus escritos, dejaron en el tintero un acontecimiento tan
extraordinario para ocuparse de otros, que en su comparaci�n son muy insignificantes.
Por �ltimo
advertimos que hemos conservado la ortograf�a antigua tal como est� en la copia
que poseemos.
Los
Editores.
Madrid,
Diciembre 12 de 1888.
�1�
Sobre la casa
de (DENUNCIAS)
nuestra
Se�ora
de Guadalupe.�
I. En
M�xico, martes ocho d�as del mes de Septiembre de mill � quinientos � cincuenta
� seis a�os, estando en misa mayor en la iglesia del sor. S. Francisco y
capilla de Sant Joseph presidente � oidores de la Real audiencia, � mucha
gente, ansi hombres como mugeres, despues de se aber cantado el Credo, el maestro
Bustamante religioso de la dicha orden, se subi� en un pulpito que para el
dicho efeto estaba puesto junto � la rexa del altar � con un pa�o de seda de
blanco � colorado, predic� de nuestra Sra. � su Natividad, y estando en el
dicho sermon � habiendo dicho la mayor parte d�l, par� � dijo, mostrando el
rostro atemorizado y par�ndose mortal, que �l no era devoto de nuestra Sra. lo
qual entiendo que dijo por no alabarse e que si por alguna cosa que dijese se
quitase � la menor vejecuela la devocion, que tal no era su intincion, y no lo
haria como cristiano, pero que le parecia que la devocion que esta ciudad ha
tomado en una ermita � casa de nuestra Sra., que han intitulado de Guadalupe (es) en gran perjuicio de los naturales,
porque les daban � entender que hacia milagros, aquella imagen que pint� un
indio, � asi que era Dios, y contra lo que ellos habian predicado � d�doles a
entender dende que vinieron � esta tierra, que no habian de adorar aquellas
im�genes, sino lo que representaban, que est� en el cielo;
�2�
dem�s que
all� se hacian algunas ofensas � Dios nuestro Se�or, segun era informado, � la
limosna que se daba, fuera mejor darla � pobres vergonzantes que hay en la cibdad,
y a�n que 110 se sabia en qu� se gastaba; y que mirasen los que all� iban lo que
hacian, porque era en gran perjuicio de los naturales, y que fuera bien al
primero que dijo que hacia milagros, le dieran cient azotes, � al que lo dijere
de aqui adelante, sobre su anima le diesen doscientos, caballero en un caballo,
y que encargaba mucho el examen deste negocio al visorrey � audiencia, y que
aunque el arzobispo dijese otra cosa, que por eso el rey tiene jurisdicci�n
temporal y espiritual, y esto encarg� mucho � la audiencia; y tambi�n dijo que no
era bien predicarlo en p�lpitos, primero que estuviesen certificados en ello �
de los milagros que se decia habia hecho; habia muchas personas de calidad
presentes.
II. Lo
primero dixo que una de las cosas mas perniciosa para la buena cristiandad de
los naturales, que se pod�an sustentar, hera la devocion de nuestra Sra. de
Guadalupe, porque desde su conversion se les habia predicado que no creyesen en
im�genes, sino solamente en Dios y en nuestra Sra., y que solamente serv�an
para provocarlos � devocion, y que agora decirles que una imagen pintada por un
indio hacia milagros, que seria gran confusion y deshacer lo bueno que estaba
plantado, porque otras devociones que habia, como nuestra Sra. de Lorito y
otras, tenian grandes principios, y que esta se levantase tan sin fundamento,
estaba admirado. En esto carg� la mano, y otros de mejor memoria lo dir�n.
�3�
Tambi�n
dijo que publicarse milagros, como se habian publicado, era gran confusion,
porque iba un indio cojo con esperanza que habia de volver sano, y despues volver
mas cojo que habia ido, era darles ocasion � que no creyesen en Dios ni en Sta.
Maria, y que la cristiandad de ellos fuese cada d�a � menos. Y que si esta
devocion iba adelante, prometia de jamas predicar � indios, porque seria tornar
� deshacer lo hecho. Dijo que suplica al Sor. visorrey
� oidores mandasen remediar tan gran mal, y que sobre ello hiciesen informacion
, y castigasen � los inventores, d�ndoles cada doscientos azotes � su cuenta; y
que no obstante que V. S. es prelado de la Iglesia, el rey es patr�n della, y
puede en lo uno y en lo otro hacer lo que le pareciere, y que al sor. visorrey y oidores compet�a el remediar esto, en lo qual
carg� bien la mano. Tambien dijo que mejor se serviria nuestra Se�ora, con que
el tom�n y candela que alli le ofrecen, se diese � pobres necesitados, y no
ofrecerle donde sabe Dios en qu� se gasta. Dijo que el arzobispo mi se�or
estaba muy enga�ado en pensar que estos indios no eran devotos de nuestra Sra.,
porque los que los trataban entend�an ser tanta su devocion, que la adoraban
por Dios y que antes era necesario en esto irles � la mano y d�rselo �
entender.
III. El
visitador, que le oy� decir en comenzando � hablar de nuestra Sra. de
Guadalupe, que lo que su Sria. habia predicado de
nuestra Sra. de Guadalupe no lo quer�a contradecir, y ansimismo que su
intincion no era, aunque fuese una viejezuela, que perdiese la devocion de
nuestra Sra., mas que le parec�a que era una cosa perniciosa para los naturales
desta tierra, porque les habian dado � entender en sus sermones, que las
im�gene, heran de palo y de piedra, y que no se habian de adorar, mas de que
estaban por semejanza de las del cielo,
�4�
y que los
indios eran tan devotos de nuestra Sra. que la adoraban y que pasaban mucho
trabajo para quitarles aquella opinion, y que visto agora que aquella imagen
hacia milagros, aunque no estaba ninguno averiguados que se pasaria mucho
trabajo de aqui adelante en quitarles la opinion que tenian de adorar la im�gen
de nuestra Sra. y que no solo habia este mal en ello, pero que habia otros
males de ir all� con comidas y limosnas que daban, que seria mejor darlas al
ospital de las bubas � � otras personas: que suplicaba al Sor. visorrey y oidores que lo mirasen bien, y averiguasen y
aunque su Sria . Rma, era juez eclesi�stico ellos lo podian todo, y que s� al
primero que sali� con este milagro, lo acotaran y castigaran, no viniera al
estado en que est� y que si la devocion iba adelante, de la im�gen de nuestra
Sra. de Guadalupe sin primero examinarlo, que �l no predicar�a m�s � los
indios.
�(INTERROGATORIO)
1 Primeramente
si conocen al pe. Fr. Francisco de Bustamante,
provincial de la �rden de S.Francisco, y si (se) hall� presente al sermon que predic� el dicho Bustamante el dia
del nacimiento de nuestra Sra. de Septiembre, que se contaron ocho dias deste
presente mes de Septiembre.
2 Y
preguntado que fu� lo quel dicho padre Fustamante (sic) dijo tocante � la devocion de la ermita de nuestra Se�ora de
Guadalupe, quest� media legua desta cibdad de M�xico.
�5�
3
Preguntado si cuando el dicho provincial comenz� � hablar en (sic) la dicha ermita, se par�
atemorizado y la calor mortal, y si dijo qu�l no era devoto de nuestra Sra, lo
qual parece haber dicho con humildad y por no se alabar, y que no era su
intincion que por cosa que dijese, quitar la devocion � la menor vejezuela, y
que no lo har�a como cristiano, si otra cosa dijese.
4
Preguntado si el dicho provincial dijo que le parec�a que la devocion que la
gente de esta cibdad � tomado en una ermita � casa de nuestra Sra. que han
intitulado de Guadalupe, era en gran perjuicio de los naturales, porque les
daban � entender que hacia milagros aquella imagen que pint� un indio, y contra
lo quellos habian predicado � d�doles � entender desde que � esta tierra vinieron,
que no habian de adorar aquellas im�genes, sino lo que representaban, que est�
en el cielo.*
5
preguntado si dijo que una de las cosas m�s perniciosas pa. la
buena cristiandad de los naturales era sustentar la devocion de la dicha ermita
de nuestra Sra. de Guadalupe, porque desde su conversion se les habia predicado,
que no creyesen en imagines, sino solamente en Dios, y que solamente servian
las imagines para provocarlos � devocion, y que agora decirles que una imagen
pintada por un indio hacia milagros, que seria gran confusi�n, y deshacer lo
bueno que estaba plantado en ellos**
* El documento original traia al margen en
este lugar con letra coetana el vocablo: PROBADA.
** Aqui pone el original, tambi�n en �l margen:
�DEM; que quiere decir PROBADA,
�6�
6
Preguntado si el dicho provincial dijo, que la dicha devocion de nuestra Sra.
de Guadalupe se habia comenzado sin fundamento alguno, porque dado que en otras
partes � imagines particulares se tenga devocion, como � nuestra Sra. de Lorito
(sic) y � otras, estas habian llevado
gran fundamento.
7
Preguntado si el dicho provincial dijo, que en la dicha ermita era informado
que se hacian ofensas � Dios nuestro Sr., y que mirasen los que alli iban lo
que hacian, porque era en gran perjuicio de los naturales.
8
Preguntado si dijo el dicho provincial, que la limosna que � la dicha ermita se
daba, fuera mejor darla � pobres vergonzantes que haya en la cibdad, � al espital
(sic) de las bubas, porque el tomin y
candela que se llevaba � nuestra Sra. de Guadalupe, dijo que no sabia en que se
gastaba.
9
Preguntado si sabe quel dicho provincial dijo, que yendo un indio cojo � la dicha
ermita con esperanza de sanar, por se haber publicado milagros de la dicha imagen,
y volviendo m�s cojo, hera darles ocasion � que no creyesen en Dios ni en Sta.
Maria, y que cada dia fuese menos; y que si dijo que si esta devocion iba
adelante, promet�a de jamas predicar � indios, porque seria tornar � deshacer
lo hecho.
10. Preguntado
si dijo que fuera bien al primero que dijo que la dicha imagen hacia milagros,
le dieran cient azotes, y al que lo dijere de aqui adelante, sobre su anima que
le diesen doscientos, caballero en un caballo.*
* Vease la nota anterior. El original pone en
apostilla la palabra PROBADA. Considerar
probada esta pregunta en sus dos partes, es notoria falsedad, porque solo puede
declararse probada la primera parte, y no en los t�rminos que la pregunta
refiere.
�7�
11
Preguntado si el dicho provincial dijo que encargaba mucho el examen deste
negocio al bisorey (sic) � audiencia
real, y que aunque el arzobispo dijese otra cosa, por eso el rey tiene
jurisdicci�n temporal y espiritual, y esto encarg� mucho � la audiencia.
12
Preguntado si� dijo que� no�
era� bien� predicar�
la devocion de la dicha imagen hasta que estuvieren certificados �en�
ello, y de los milagros que decian haber hecho
13� Item, si sabe que en muchos de los que� estuvieron en el sermon del dicho provincial,
ubo (sic) grande esc�ndalo en ellos y
en toda la cibdad, porque decian que su Perlado les animaba � la devocion de
nuestra Sra. y el dicho provincial se la quitaba, de que no hubo poco scandalo
en la dicha cibdad, y decian que seria razon enviar al dicho provincial � Spa�a
para que all� fuese castigado y que no le oir�an m�s sermon en la nueva Spa�a.
Item, si
saben que todo lo suso (dicho) es
p�blica voz y fama.
El bachiller�
Puebla (1).
_______
(1) Fu� cura del
Sagrario Metropolitano desde Marzo de 1552 hasta Julio de 1554.
_______
En la gran
cibdad de M�xico desta nueva Spa�a, � nueve dias del mes de Septiembre de mill
� quinientos y cincuenta y seis a�os, el muy illustre y Reverend�simo Se�or Don
fray Alonso de Mont�far etc. Arzobispo de M�xico, en presencia de mi, Francisco
Gos (Gomez) de Zarate, notario
apost�lico dijo: que por cuanto � su noticia habia venido que en ei monesterio
de Sor sanct Francisco desta dicha cibdad,
�8�
ayer, dia
de nuestra Sra. de Septiembre, que se contaron ocho dias deste presente mes,
habia predicado el padre fray Francisco de bustamante, provincial de la dicha
orden de Sor. sant Francisco, y en el sermon que habia hecho dixo ciertas cosas
sobre la devocion y romeria de nuestra se�ora de Guadalupe que est� media legua
desta dicha cibdad, y que algunas personas se habian escandalizado dello, y que
para saber y averiguar la verd� (sic),
y si el dicho padre provincial abia dicho alguna cosa de que debiese ser
reprehendido, quer�a hacer informacion �de personas que en el dicho sermon se
hallaron; y para hacerla, mand� parecer ante s� � Juan de Mesa, cl�rigo presbitero,
del cual por mi el dicho notario fue tomado y recebido juramento en forma por
Dios � por Sta Mar�a � por la se�al de la cruz, sobre que puso su mano derecha,
so cargo del qual prometi� dezir verdad de lo que supiese y le fuese
preguntado, al qual por su Se�oria Rma. le fueron
hechas las preguntas siguientes:
TESTIGO JUAN
DE MESA, CLERIGO. (1)
Fue
preguntado como se llama, y de que edad es.
_______
(1) En las cartas de Indias, est� una del Sr.
Moya Arzobispo de M�xico, con fecha 24 de
Marzo de 1575 (p�g. 210) y hablando del P. Mesa dice "de 45
a�os, criado en esta tierra desde ni�o que vino de Espa�a, es muy buen gram�tico,
el que mejor sabe la lengua huasteca, que es en la provincia de Panuco, donde
�l siempre ha residido despues que se orden� de misa, convirtiendo, predicando
y administrando � los indios sin estipendio alguno ni otra pretensi�n y como se
ha criado entre ellos, tienenle en mucho, y asi hace gran provecho; es hombre
muy exemplar y de gran virtud, reside en el pueblo de Tampoal y sino fuese por
la notoria falta que haria en aquella provincia, donde es padre de los
naturales, es digno de que se le haga merced en esta iglesia� Vease tambi�n la
biograf�a del mismo P. Mesa en la "Historia eclesi�stica indiana" de
Fr. Jer�nimo de Mendieta (p�g.
373).
_______
�9�
Dixo que se llama Juan� de Mesa y ques de edad de beinte y sez y beinte
y� (sic) a�os, poco mas � menos.
Fue
preguntado por las generales
Dixo que ninguna de ellas le empece
Preguntado
si conoce al padre fray Francisco de bustamante, provincial de la orden de Sanct
Francisco, y si se hall� presente al sermon que predic� en el monesterio de
sanct Francisco, en la capilla de Sant Joseph, ayer, dia de nuestra Sra. de
Septiembre deste presente a�o de mill � quinientos y cinquenta y seis,
Dixo: que lo conoce y que le oy� el dicho sermon
en la dicha capilla de sanct Joseph, y dixo que le oy� al dicho padre fray
francisco de bustamante, que su intento no era de quitar la devocion � persona
ninguna, de nuestra Sra., aunque fuese � una vieja muy peque�a: pero que si su se�oria
rrma. conociera la condicion de los naturales, como ellos,
que ternia otro modo � �rden al principio en esta devocion desta ermita: y que
tambi�n le oy� decir, que aunque su se�oria rrma. era
en lo espiritual el principal, que tambi�n su se�oria, hablando con el Sor. bisorrey, le dixo que era, porque le yncumbia, parte para
entender en ello � remediallo: y tambien dixo el dicho fray Francisco de Fustamante
[sic],
�10�
que si al principio questa devocion se public�, se tuviera cuidado en saber
el autor dello, y si eran verdad los milagros que se dician, y hall�ndose no
ser verdaderos los milagros, que sobre su alma � conciencia le podian dar cien
azotes: y dixo m�s, que por la cibdad � oydo decir, y al padre Contreras,
capellan del colegio de los ni�os, que abia dicho el dicho provincial, quel no
era devoto de nra. Sra. y � otros (ha) oido que habia dicho el dicho
provincial, que no era tan devoto quanto �l quer�a; pero que �l, como estaba
lejos no oy� estas palabras postreras, que era devoto � no devoto de nuestra
Sra.
Dixo m�s, que oy� decir al dicho provincial, que los
religiosos abian trabajado con estos indios y dotrin�dolos y ense��doles que �
un solo Dios abian de adorar, y que aquellas eran pinturas y im�gines de palo;
y que no se acuerda en este articulo mas, por estar lejos, aunque sabe que
otras palabras pasaron m�s entre estas.
Dixo mas
este testigo, que le oy� decir al dicho
provincial, que las limosnas que se daban en la dicha ermita, se pod�an dar en
la cibdad � muchos pobres envergonzantes; y que si alguno fuese y viniese sano,
y otro enfermo fuese y viniese peor por el cansancio del camino, que perder�a
la devocion, � diria: �esta es la se�ora que hace milagros? � �estos son los milagros?
y esto dixo por los indios, que despa�oles no trat�.
Dixo este
testigo, que a oydo dezir que despues de
concluso el sermon, que obo esc�ndalo y corrillos de gentes, y que a oido
murmurar de lo que predic� el dicho provincial, y que � Bustamante, cl�rigo, le
oy� decir que parec�a � que era contrario � lo que su se�oria rrma abia
predicado: y que esta es la verdad pa el juramento que hizo.
�11�
Fu�le
leido, y retific�se en ello, y firm�lo de su nombre.
Fr. A. archieps
mexicanus
Joan de mesa
cl�rigo
E luego
incontinente, su se�oria Reverendisima mand� al dicho Juan de Mesa, cl�rigo, so
cargo del juramento que tiene hecho, y so pena descomunion mayor unica pro trina monitione proemissa,
cuya absolucion en s� reservaba lo contrario haciendo, que guarde y tenga
secreto de todo lo susodicho, y no d� parte dello � nadie: el qual dixo que
ansi lo cumpliria y guardaria.
TESTIGO� JUAN DE� SALAZAR.
E despues
de lo suso dicho, en la dicha cibdad de M�xico, el dicho dia, mes � a�o,
susodichos, pa. informacion �de lo suso dicho, su se�oria reverendisima d�l
arzobispo, mi se�or, mand� parecer ante s�, � Juan de Salazar, procurador desta
real audiencia, del qual por mi el dicho notario, en presencia de su Se�oria reverendisima,
fue tomado y recebido juramento en forma, por Dios � por Sta. Maria � por la
se�al de la cruz, en que puso su mano derecha, so cargo del qual prometi� decir
verdad de lo que supiese y le fuese preguntado, y por su Se�oria reverendisima
le fueron hechas las preguntas siguientes.
Primeramente
fu� preguntado c�mo se llama y que edad tiene.
Dixo que se llama Juan de Salazar, ques
procurador desta real audiencia, y ques de hedad de treinta y ocho a�os, poco
mas � menos, y que conoce al padre fray Francisco de Bustamante, frayle profeso
y provincial de la orden de los franciscos, y que no le toca ni empece ninguna
de las generales.
�12�
Preguntado
si este testigo ayer m�rtes, dia de la Natividad de nuestra Sra., que se
contaron ocho dias deste presente mes de Septiembre, estuvo en misa en el
monesterio de Sant Francisco desta cibdad de M�xico, y en ella oy� misa mayor,
y el sermon que el dicho fray Francisco de Bustamante predic�.
Dixo queste testigo estuvo en misa el dia que
les preguntado, y que oy� el dicho sermon, y en �l oy� al dicho fray Franciseo
de Bustamante decir en lo tocante � la devocion que se abia tomado � nuestra
Sra. de Guadalupe, quest� junto � esta cibdad, que no sabia � que efecto se
tenia la dicha devocion, porque era dar � entender � los indios naturales desta
tierra al contrario de lo que �l y otros religiosos con mucho sudor les hablan
predicado, porque les daban � entender que aquella im�gen de nuestra Sra. de
Guadalupe hacia milagros, y como algunos indios coxos, ciegos � mancos yban �
ella con aquel prop�sito y no tornaban sanos, antes peores con el cansancio del
camino, lo tenian por burla y que seria mejor que se procurase de quitar
aquella devocion, por el esc�ndalo de los naturales; y que tenia entendido que
en la romeria que � la dicha iglesia se hacia, se cometian ofensas � Dios
Nuestro Sr., y que se maravillaba mucho de quel Sor. arzobispo
ubiese predicado en los p�lpitos y afirmado los milagros que se decia que la
dicha imagen habia hecho, siendo prohibido, como el dicho Sor. arzobispo lo habia predicado tres dias antes, y que las
limosnas que alli se daban seria mejor convertirlas en pro de los hospitales
desta cibdad, mayormente en el de las bubas, por haberle quitado la mayor parte
de la renta que �l tenia; y que las dichas limosnas que se daban en la dicha
ermita de Guadalupe,
�13�
no sabia en qu� se gastaban ni consum�an, y que para remedio desto, y pa
que no fuese adelante; el remedio dello tocaba al Sor bisorey y toda la
audiencia, que estala presente; siempre protestando que � los devotos de
nuestra Sra no fuese �l parte para quitalles su devocion.
A la quarta
pregunta,
Dixo que la sabe como en ella se contiene, por
aberse hallado presente como dicho tiene presente (sic)
al dicho sermon.
A la
quinta� pregunta,
Dixo, que las mismas palabras contenidas en la
dicha pregunta, este testigo las oy� decir al dicho padre bustamante, como en
ella se contiene, el qual, al tiempo que las decia, mostr� un rrostro muy
ayr�do, mostrando tener gran c�lera contra lo que en este caso el dicho Sor. abia predicado y sustentado la devocion de la dicha ermita,
y esto es lo que sabe tocante � la dicha pregunta.
A la sesta
pregunta,
Dixo, que las mismas palabras, y como la
pregunta lo dice, las dixo el dicho fray Francisco de Bustamante, porque este
testigo se las oy�, c�mo dicho tiene, estando presente, y con la misma c�lera
que en la pregunta antes desta tiene dicho.
A la setima
pregunta,
Dixo, que se remite � lo que tiene dicho en la
segunda pregunta; y lo mismo responde � la otava pregunta, y lo mismo � la
novena pregunta.
A la decima
pregunta,
Dixo, que lo que della sabe es que este testigo
oy� decir al dicho fray Francisco de Bustamante,
�14�
que fuera justo que al primer ynventor que public� que la dicha yrnagen de
nuestra Sra. de Guadalupe abia hecho milagros, sobre su �nima le obieran dado
cien azotes, caballero en un asno; y questo sabe y no se acuerda de mas.
A la
oncena� pregunta.
Que se remite � lo que tiene dicho en la
segunda pregunta; y lo mismo dice y responde � las doce preguntas.
A las trece
preguntas,
Dice que lo que della sabe es, que � lo que �
este testigo le pareci�, que algunos vecinos desta cibdad questaban junto �
este testigo oyendo el dicho sermon se excandalizaban y tuvieron pena de lo
quel dicho provincial decia, porque pretend�an ser devotos de nuestra Sra, y
asi le pareci� � este testigo; y que despues de salidos del dicho sermon, oy�
decir este testigo � muchas personas que no les abya parecido bien lo que en
este caso el dicho fray Francisco de Bustamante abia dicho, por aber tocado en
la devocion de nuestra Sra. de Guadalupe; y en toda la mayor parte desta cibdad
a visto este testigo que a tenido y tiene devocion, y an ocurrido � ella con
sus limosnas y oraciones: y esto es lo que sabe pa el juramento que tiene
hecho, y firm�lo de su nombre.
Preguntado
si oy� el sermon que tres dias antes su se�oria rreverendisima predic� en esta
cibdad, y c�mo en �l procur� de persuadir � todo el pueblo � devocion de
nuestra Sra., diciendo c�mo su hijo precioso en muchas partes ponia devocion �
la ym�gen de su Madre preciosa en los pueblos y en los despoblados, y para esto
se�al� � nuestra Sra de la Antigua, y de los rremedios, y nuestra Sra de los
reyes dentro de la iglesia mayor de Sevilla, y nuestra Sra de Monzarrate y de la
pe�a de Francia, y nuestra Sra del orito.
�15�
Dixo: queste testigo se hall� presente al sermon
que les preguntado, que hizo el Sor arzobispo y las mismas palabras y por el
mismo orden que les preguntado se las oy� decir, con las quales puso mucha
devocion � todo el pueblo, y asi toda la mayor parte de la dicha cibdad, como
dicho tiene, a visto este testigo que sigue y prosigue la dicha devocion de
nuestra Sra: y este testigo dem�s desto a oydo decir que aunque los religiosos
de las �rdenes que residen en mexico, que son predicadores y an procurado de
estorbar la dicha devocion, no les aprovechar� nada, antes ser�n espuelas pa
que con mas ardor visiten y sirvan � la dicha ermita.
Preguntado
si su se�oria Reverendisima en el dicho sermon dixo que en el concilio lateranensi,
en una sesion, se mandaron dos cosas, so pena descomunion al sumo pontifice
reservada: la una que nadie infamase � los perlados, y la otra que ninguno
predicase milagros falsos ni inciertos, y que su se�oria no predicaba milagro
ninguno de los que algunos decian aber hecho la dicha ymagen de nuestra Sra, ny
hacia caso dellos, porque no tenia informacion hecha dellos: que andaba
haciendo la ynformacion, y segun lo que se hallase por cierto y berdadero,
aquello se predicaria � disimularia: que los milagros que su se�oria predicaba
de nuestra Sra de Guadalupe era la gran devocion que toda esta cibdad a tomado
a esta bendita ymagen, y los indios tambi�n, y c�mo van descalzas se�oras
principales y muy regaladas, y � pie con sus bordones en las manos, � visitar y
encomendar � nuestra Sra, y desto los naturales an recebido grande exemplo y
siguen lo mesmo.
�16�
Dixo, que como este testigo tiene dicho, se hall�
presente al sermon que el dicho se�or arzobispo predic� les preguntado, y que
en quanto � decir, como e l dicho fray franasco de bustamante dixo, que el
dicho Sor arzobispo probaba los milagros que se decia aber hecho la dicha
ymagen de nuestra se�ora de Guadalupe, fue testimonio que sele levant�, porque
no dixo sino que aunque le abian dicho algunos milagros, que por el presente no
quer�a tratar dellos, hasta aber acabado la averiguaci�n que dellos andaba
haciendo; porque este testigo oy� decir al dicho Sor arzobispo, que en el
concilio que en la pregunta se declara se abia prohibido y puesto pena de descomunion
d quien predicase milagro falso � incierto, y que lo que este testigo oy� decir
al dicho Sor arzobispo de los milagros que habia hecho es que muchas se�oras
deste pueblo y doncellas, as� de calidad como de edad yban descalzas y con sus
bordones en las manos � la dicha ermita de nuestra Sra, y que asi este testigo
lo a visto, porque a ydo muchas veces � la dicha ermita, de que este testigo no
poco se a maravillado, por aber visto muchas biejas y doncellas yr � pie con sus
bordones en las manos, en mucha cantidad � visitar la dicha ymagen; y esto es
lo que sabe.
Preguntado
si sabe que su Se�oria rreverendisima a mandado predicar, y en su presencia se
a predicado a los yndios, c�mo an de entender la devocion de la ymagen de nuestra
Sra. c�mo no se le hace la reverencia � la tabla ni � la pintura, sino � la
imagen de nuestra Sra, por raz�n de lo que representa, ques � la Virgen maria,
nuestra Sra; y c�mo la reverencia que � la ymagen se hace no p�ra alli, sino va
� lo representado por ella, y que asi deben de entendello, dixo:
�17�
Queste testigo, como dicho tiene, a ydo
algunas� veces � la dicha ermita de
nuestra Sra, y entre ellas ayer, que se contaron ocho dias deste presente mes,
y estando en ella, desde � poco rrato lleg� el dicho Sr arzobispo, al qual este
testigo sali� � recebir con algunos amigos, y llegados � la iglesia, el dicho
Sor. arzobispo hizo oracion, y hecha, se volvi� �
hablar � muchos yndios que alli estaban, y como no sabia la lengua, para
podelles hablar mand� � un sacerdote, que se llama� de manjarres (1), que les declarase lo que el dicho Sor arzobispo les queria decir, el
qual como lengua ques, les dixo todas las palabras en la pregunta contenidas; y
este testigo lo sabe porque, como dicho tiene, se hall� presente, porque
medianamente entiende la lengua de los yndios.
_______
(1) �En las
Cartas de Indias y en la que escribi� al rey el Sr. Arzobispo Moya el 24 de Marzo de 1575 (p�g. 203) dice:
"Francisco de Manjarres, natural de Simancas
de edad de 55 a�os, � mas de 40 que est� en esta tierra; es lengua mexicana
y ha estado entre yndios; a sido provisor de los naturales algunos a�os y dado
buena cuenta; no estudi� m�s que gram�tica, pero entiende bien cualquiera cosa;
siempre a sido honesto y buen hombre."
En otro documento del a�o de 1570 se lee, que fue � la Nueva Espa�a en 1536, � espensas del rey, con su padre, uno de los primeros pobladores de
Jalisco. El Ilmo. Sr. Zum�rraga le orden� de corona y grados el 11 de Marzo de 1541, y de Ep�stola el 12 de Abril
de 1544; el Ilmo Sr Quiroga de
Evangelio el s�bado de T�mporas 28 Febrero
1545, y el s�bado de Pasi�n 21 Marzo siguiente de Sacerdote; y que en ese
a�o, de 1570, tenia mas de 48 a�os de edad: segun esta noticia naci� en
1522 y segun la carta del Sr. Moya en
1520.
_______
�18�
Preguntado
si este testigo a visto que despu�s que se a manifestado y divulgado la
devocion de la dicha ermita de nuestra Sra. de Guadalupe, a visto que an cesado
en esta cibdad de M�xico muchos juegos y muchos placeres il�citos, como era que
muchas personas se yban � las g�ertas desde la ma�ana hasta la noche, y muchos
dellos sin oyr misa, y otras personas estaban tres y quatro dias en sus
regocijos y pasatiempos sin tornar � esta cibdad, donde se hacian ofensas �
Dios Nuestro Sor, pa lo qual, y biendo la disolucion que en este caso abya, el
arzobispo de buena memoria pasado, prohibi� y mand� que ningun sacerdote dixese
misa en ninguna g�erta, y lo mismo a hecho el dicho Sor arzobispo presente, por
evitar los dichos males, y que los fieles oyesen misa y sermon:
Dixo,
queste testigo como vecino ques desta cibdad,
por el trato y conversacion que en ella tiene, vi� de mucho tiempo � esta parte,
asi en el tiempo del Sor arzobispo pasado como del presente, yr mucha gente � las
g�ertas, as� hombres como mugeres, y � ellas llevar muy buen repuesto de comida
y cena, donde en algunas partes que este testigo se hall�, vi� jugar y hacer
otros excesos, y QUE DESPUES AC� que se divulg� la devocion de nuestra Sra de
Guadalupe a cesado mucha parte de lo que tiene dicho, y que ya no se platica
otra cosa en la tierra, si no es �donde quereis que vamos? v�monos � nuestra
se�ora de Guadalupe: que le parece � este testigo quest� en Madrid, que dicen:
vamos � nuestra Sra de atoche y en valladolid � nuestra se�ora del Praclo, y
que � lo que tiene entendido este testigo, que a sido muy gran bien y mucho
provecho para las animas ABERSE PRINCIPIADO la devocion de nuestra Sra. de
Guadalupe; donde los que van hallan continuamente misas que los fieles y devotos
mandan decir, y algunos dias de fiestas sermones:
�19�
y esto es lo que sabe y firmolo de su nombre: f�ele encargado el secreto, so pena descomunion
� su se�oria reservada; el qual dixo que asi lo guardaria.
Johan de salazar
TESTIGO
MARCIAL DE CONTRERAS� (1.)
E despues
de lo susodicho, en la dicha cibdad de m�xico, el dicho d�a mes � a�o
susodichos, para informacion de lo susodicho, su se�oria rreverendisima del
arzobispo mi Sor, mand� parecer ante si � marcial de contreras, cl�rigo presbitero,
del qual por mi el dicho notario, en presencia de su se�oria reverendisima fue
tomado y recebido juramento en forma por dios e por Sta maria � por la se�al de
la cruz, en que puso su mano derecha, so cargo del qual prometi� decir verdad
de lo que supiese y le fuese preguntado, y por su se�oria reverendisima le
fueron hechas las preguntas siguientes:
Primeramente
fue preguntado como se llama, y que edad tiene.
Dixo que se llamaba marcial de contreras, cl�rigo
presbitero, y que ser� de edad de beinte y ocho � beinte y nueve a�os, poco mas � menos;�
_______
(1) El testigo Juan de Mesa cit� en su declaraci�n
� un "padre Contreras, capell�n del colegio de los ni�os." Si se
trata del mismo sugeto que aqui declara, es verosimil que fuese llamado por el Ilmo
Sr. Montufar en virtud de haberlo mencionado el primer testigo.
_______
y preguntado si conoce � fray francisco de
fustamante (sic), provincial de la �rden de S. Francisco, dixo, que si, que dos veces lo
avya visto predicar,
�20�
y que ha oydo decir que se llama asi; y que no le tocan ni enpecen las generales.
Preguntado
si ayer que se contaron ocho del presente mes de Setiembre, oy� en sanct
francisco, en la capilla de sant Joseph al dicho fray francisco de fustamante
pre-dicar de nuestra Sra especialmente en lo tocante � la devocion questa
cibdad tiene en la ymagen de nuestra se�ora questa en la ermita que dizen de
nuestra Sra de Guadalupe, media legua desta dicha cibdad:
dixo que lo que le oy� decir es lo siguiente: yo
no soy devoto de nuestra Sa; QUISIERALO SER: si pensase � la mas pobre vieja quitalle
su devocion, NO ME TERNIA POR BUEN CRISTIANO: el prelado lo hace, pero quitar �
los indios aquello que tantos a�os a que le predicamos, aunque yo no (he) hecho � yndios sino muy pocos sermones, y
es que no adoren � nuestra Sa. por dios, que son muy
devotos, y questas ym�gines son de piedra y de palo, y quest�n para que nos
acordemos por ellas de las que est�n arriba; y que vengan agora � decir que una
ymagen questa ally pintada de un yndio, que hace milagros.
Dixo m�s, que le oy� decir al dicho provincial, que
una de las cosas contrarias pa la buena cristiandad de los naturales, era
sustentar la devocion de la dicha ermita de nuestra tra Sa de Guadalupe, porque
desde su conversion se les abia predicado questas ym�gines y las dem�s servyan
solamente pa que por ellas nos acord�semos de las del cielo.
Otrosi dixo,
que en la cibdad hay gran sc�ndalo, � lo
que este testigo a oydo, de lo quel dicho provincial predic�, y que seria bueno
embiarlo � Espa�a: y questa es la berdad, y fu�le leydo y retific�se en
ello, y dixo que otras cosas dicen por ay
que dixo, las quales no oy� este testigo,
porque como oy� lo que dicho tiene dixo entre si:
�21�
esto parece que va con pasi�n, no lo quiero oyr; y sali�se de la ygle-sia: y firmolo de su
nombre.
Marcial de Contreras.
E despues
de lo susodicho, en la dicha cibdad de M�xico, el dia, mes, � a�o susodichos,
pa yriformacion de lo susodicho, su se�oria reverendisima mand� parecer ante si
al bachiller Puebla, cl�rigo, presbitero, al qual por mi el dicho notario, y en
presencia de su se�oria rreverendisima fue tomado juramento en forma, por dios
� por Sta maria, � por la se�al de la cruz en que puso su mano derecha, so
cargo del qual prometi� decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado, y
por su se�oria reverendisima le fueron hechas las preguntas siguientes.
Preguntado
como se llama y que edad tiene,
dixo que se llama el bachiller Puebla, y ques de edad
de quarenta a�os (1) y que no le
tocan las generales.
Fu�le leydo
un interrogatorio hecho por ciertos memoriales que truxeron diversas personas
que oyeron predicar � fray francisco de bustamante, provincial de la orden de
San francisco, antier dia de nuestra Sra de la Natividad, que se contaron ocho
del presente mes de Setiembre, por el cual fu� declarando lo siguiente.
El qual
suplic� � su se�oria que no le mandase decir en esta causa, pues el sermon fue
p�blico y ay muchos testigos, porque �l es capellan del illustrisimo birrey (2)
_______
(1) Fu� cura del
Sagrario Metropolitano desde Marzo de 1552 hasta Julio de 1554. (�sta es la misma persona de m�s arriba).
(2) D Luis
de Velasco, segundo.
_______
y de la
audiencia real,
�22�
y recibir�
se�alada merced que no le mande decir en esta causa, y su se�oria reverendisima
le dixo, que porquesta causa es de materia sutil y de letrados, conviene tomar
el dicho suyo como de persona docta y leyda que notaria bien lo que oy�; y asi
le mand� so pena descomunion mayor late
sentencie unica por trina monicione premissa, en la cual ipso facto incurra lo contrario
haciendo, cuya absolucion en si reserv�, que diga la berdad de todo lo que
supiere y le fuere preguntado, y dixo que
como hijo de obediencia, que si
Preguntado
por la primera pregunta del dicho interrogatorio, dice:
que la sabe como en ella se contiene, y asi�
pas�.
A la
segunda dixo: qu�l se hall� el dicho d�a
en el serm�n, como dicho tiene, y el dicho provincial dixo: que por las
preguntas del dicho interrogatorio quiere ir diciendo para mejor acordarse.
Preguntado
si quando� (1)
_______
�(1) Trunco en el original
_______
A la
tercera� pregunta,
dixo, que averse parado atemorizado y de color
mortal el dicho provincial, dixo que
no advirti� en ello, y que dixo qu�l no era devoto de nuestra Sa. � poco devoto, y queste testigo lo juzg� averio dicho
POR HUMILDAD y por que no pareciese
alabarse; y lo dem�s dice que asi pas� como la pregunta lo dice.
A la
quarta� pregunta,
dixo, que
� la letra, como en ella se contiene, lo
dixo el dicho provincial, y asi se lo oy� este testigo,
A la quinta
pregunta,
dixo, que no se acuerda de lo en ella contenido.
�23�
A la sexta.
dixo, que
asi pas� como en ella se contiene, y el
dicho provincial lo dixo.
A la setima
pregunta,
dixo, ques la berdad, que el dicho provincial dixo
lo en ella contenido.
En la otava� pregunta,
dixo, ques la verdad quel provincial dixo que la
limosna que en la dicha ermita se daban (sic), fuera mejor darla �
pobres vergonzantes y al hospital de las bubas: lo dem�s que no se acuerda.
A la nona pregunta
dixo, quel dicho provincial dixo en el dicho sermon
lo en la dicha pregunta contenido, excepto en lo postrero que dice la pregunta
que abia dicho "que si esta devocion yba adelante, prometi� de jam�s
predicar � indios, porque seria tornar � deshacer lo hecho, dice que no se acuerda bien si dixo que si esta devocion yva adelante,
pero de prometer de no predicar � yndios, acuerdase bien que lo dixo;
A la
decima, dixo
ques berd� quel dicho provincial dixo que fuera bien que al primero que LO INVENT� (1) le dieran ciento � doscientos azotes.
_______
(1) Aqui se trata del inventor de los milagros,
pues de la aparicion fu� el P. Sanchez, como se deduce de lo siguiente. En
1665 el Dr. D. Antonio de Lara Mogrovejo
al aprobar las "Novenas de la Virgen Mar�a Madre de Dios para sus dos
devot�simos Santuarios de los Remedios y Guadalupe� escritas � devocion del Bachiller
Miguel Sanchez Presb�tero," reimpresas en esta de Madrid en 1785, atribuye dicha invencion al autor por estas
'notables palabras "�habiendo sacado � luz la RARA y MISTERIOSA APARICION�
empe�o era de su obligaci�n, fervorizar de nuevo con este trabajo (la novena) la
devocion de los fieles, quando ⇨ la INTRODUJO A LA NOTICIA� ⇦ Mucho afan le cost� la historia de la Aparicion de Guadalupe,
tradiciones y fragmentos DEBILES al olvido de los tiempos y � la poca
curiosidad de los antiguos: siempre pusieron en contingencia � la verdad, bien
que su erudicion la hizo tan patente QUE LOGR� con felicidad el intento�"
El Dr Siles en la siguiente aprobaci�n dice, hablando
de Sanchez "que di� noticias de la Aparicion� OLVIDADAS en el transcurso
de mas de un siglo, y recogidas, � su pesar, del descuido en breve tiempo:
libro tan provechoso, que no s� si antes que se diese � las prensas SE CONOCIA
bien aun en nuestra Am�rica este milagro" En los Diarios de Guijo y de
Robles (T. II. p�g. 158 y 159 M�xico 1853) hablando de la muerte de Sanchez, acaecida
el 22 de Marzo de 1674, se dice que extendi� la devocion de la
Se�ora de Guadalupe "estando olvidada AUN de los vecinos de M�xico hasta
que este venerable sacerdote la di� � conocer" Es raro que un hecho tan
sorprendente, como es la aparicion fuese tan olvidado y desconocido de los
mismos mexicanos. Por mas diligencias que se han
hecho, no hay ning�n documento que hable de ella tal como lo dice Sanchez,
antes de 1648.
Ojal� que tantos apologistas como ha habido
desde fines del siglo pasado hasta nuestros dias, hubiesen mas bien gastado su
tiempo y papel en publicar documentos fehacientes que en incurrir en estos
sofismas: dando por fundamento de la Aparicion el antiguo culto, y por probado
lo que deben probar.
_______
�24�
A la
und�cima pregunta dixo:
que el dicho provincial lo dixo todo como en ella se contiene.
A las doce
dixo:
que no se acuerda della.
A las trece
dixo:
ques verdad que all� en la yglesia, y despues en la cibdad, a abido grande scand�alo
sobre las cosas quel dicho provincial predic�, y asi muchas personas
escandalizadas de lo que abian oydo, ven�an � preguntar � este testigo qu� le
parec�a, y qu�l les decia, que no bien, y que habia sido scandaloso.
A la ultima dixo:
que asi es p�blico y notorio, como el sermon fue p�blico.
�25�
Y dixo este
questa es la verdad para el juramento que
tiene hecho y ley�sele y retific�se en ello, y firm�la de su nombre; el qual
interrogatorio est� firmado del dicho bachiller Puebla (1).
El bllr. Puebla.
_______
(1) Fu� cura del
Sagrario Metropolitano desde Marzo de 1552 hasta Julio de 1554. (�sta es la misma persona de dos notas m�s
arriba).
_______
E despues
de lo susodicho, en la dicha cibdad de M�xico, el dicho dia, mes � a�o
susodichos, su se�oria rreverendisima para ynformacion de lo susodicho, mand�
parecer ante si al bachiller Francisco de Salazar, del qual por su se�oria reverendisima
fue tomado y recebido juramento en forma, por Dios � por Sta Mar�a y por la
se�al de la cruz, sobre que puso su mano derecha, so cargo del qual prometi�
decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado, y por su se�or�a rreverendisima
le fueron hechas las preguntas siguientes: el qual dixo � la solucion del dicho
juramento: si juro, y amen.
�26�
Preguntado
c�mo se llama, y qu� edad tiene y que oficio, dixo que: se llama el bachiller Francisco de Salazar, y ques abogado desta real
audiencia, y que no le tocan las generales.
A la
primera pregunta del ynterrogatorio, dixo que:
conoce al padre fray Francisco de Fustamante, (sic) provincial de la �rden
de sor San Francisco puede aber cinco a�os, poco mas � menos, y queste testigo
se hall� presente al sermon quel susodicho predic� martes, que se contaron ocho
deste mes de Setiembre, dia del nacimiento de Ntra. Sra, en la capilla que
llaman de Sant Joseph, quest� en el monesterio de sor. san
Francisco en esta dicha cibdad: y esto respondi� � esta pregunta,
A la
segunda pregunta dixo, que:
lo que sabe del caso es que estando el dia contenido en la pregunta antes
desta, este testigo, con otras muchas personas que se hallaron presentes al sermon
quel dicho Fr. Francisco de Bustamante predic�, vi� quel dicho fray Francisco,
despues de la mayor parte del sermon, mostrando el rrostro atemorizado, segun
sus palabras y la color que mud� dixo, quel no era devoto de Ntra. Sra, lo qual
entendi� este testigo que dixo ⇨ POR NO ALABARSE, ⇦ � que si por alguna palabra � cosa que dixese se quitase � la menor vexezuela
la devocion, que tal no era su intenci�n, y no lo haria como cristiano; pero
que le parec�a que la devocion questa cibdad a tomado en una ermita � casa de
Ntra. Sra, que an yntitulado de Guadalupe, en gran perjuicio de los naturales,
porque les daban � entender que hacia milagros aquella ym�gen que PINT� UN INDIO
y � que era Dios y contra lo que ellos abian predicado, y d�doles � entender
dende que vinieron � esta tierra, que no abian de adorar aquellas ymagines,
sino lo que representaban quest� en el cielo,
�27�
dem�s que ally se hacian algunas ofensas � Dios
nuestro Se�or, segun era informado, � la limosna que se daba fuera mejor darla
� pobres vergonzantes que hay en esta cibdad, y aun que no se sabia en qu� se
gastaba, y que mirasen los que all� yban lo que hacian, porque era en gran
perjuicio de los naturales, y que fuera bien al primero que dixo que hacia
milagros, le dieran cien azotes y al que lo dixere de aqui delante sobre su
�nima le diesen duzientos caballero en un caballo; ⇨ y que encargaba mucho el ex�men deste negocio al sor. visorey
y presidente � oidores de la real audiencia, questaban presentes,� y que aunque su se�oria rreverendisima dixese
otra cosa, que por eso el REY tenia jurisdicion espiritual y temporal, y esto
encarg� mucho � los dichos� se�ores
presidente� � oidores; y a�idiendo �
estas palabras dixo que no era bien predicarlo en p�lpitos, primero que
estuviesen certificados en ello, y de los MILAGROS QUE SE DECIA habia hecho: ⇦ y esto respondi� � esta pregunta.
A la
tercera pregunta dixo, que:
se remite � lo que tiene dicho en la segunda pregunta.
A la pregunta
cuarta dixo, que:
se remite y refiere � lo que tiene dicho en la segunda pregunta.
A la
pregunta quinta dixo, qlie:
se remite � lo que tiene dicho en la segunda pregunta.
A la sexta
pregunta dixo, qu�:
lo que sabe es que EL FUNDAMENTO QUE ESTA ERMITA
TIENE DENDE SU PRINCIPIO FUE EL TITULO DE LA MADRE DE DIOS, el qual a provocado
� toda la cibdad � que tengan devocion en ir � rezar y encomendarse � ella (1)
y de fuera desta cibdad,
_______
(1) �De manera que el �nico t�tulo de Madre de
Dios, � sea la Tonantzin de que habla el P. Sahagun, fue el que origin� el culto.
(Lib. XI cap XII.)
_______
�28�
estando este testigo en la dicha ermita asy espa�oles como naturales a visto
entrar en ella con gran devocion, y � muchos de rodillas dende la puerta hasta
el altar donde est� la dicha imagen de Ntra. Sra. de Guadalupe, y ESTE LE
PARECE FUNDAMENTO BASTANTE PARA SUSTENTAR LA DICHA ERMITA, y querer quitar la
tal devocion seria contra toda cristiandad, y esto sabe, este testigo, porque
despues que esta devocion est� en la dicha ermita se an quitado los paseos que
ordinariamente se sol�an tener dende esta eibdad � las g�ertas della, donde
muchos spa�oles por yrse � holgar, y algunas veces � hacer ofensas � Dios
nuestro Se�or, como es p�blico y notorio, dexaban de oyr misa domingos y
fiestas de guardar; y de presente, este testigo, ya (sic) bisto que toda la pl�tica y conversaci�n que
en esta cibdad se trata entre los devotos de la Madre de Dios solamente es que
vayan � rrezar y encomendarse � ella; y lo tiene (sic) por devocion muchos yr � caballos (sic) y otros � pi�, y en ello hay muy gran continuaci�n en la distancia de
camino que hay dende esta cibdad �la dicha ermita, porque ally oyen sermones y
misa, y no solamente las personas que sin detrimento de su salud y sin vexacion
de su cuerpo pueden, van � pi�; pero mujeres y hombres de edades mayores y
enfermos, con esta devocion van � la dicha ermita, y ansimesmo, este
testigo, a visto que los ni�os peque�os
que tienen entendimiento, como ven � sus padres y � otras personas tratar desta
devocion, ymportunan mucho que los llevan all�; por donde notoriamente se
colige sustentar la dicha ermita y devocion ser� en gran pro y utilidad desta
rep�blica,� y lo contrario seria quitar
el mantenimiento del �nima, y as� parte de la vida: y esto responde a esta
pregunta.
�29�
A la setima
pregunta dixo:
Se refiere � lo que tiene dicho en la segunda pregunta.
A la otava
dixo:
lo mismo.
A la nona
pregunta, dixo que:
se rrefiere � lo que tiene dicho en la segunda pregunta
A la decima
pregunta, dixo que:
se refiere � lo que tiene dicho en la segunda.
A la undezima
dize que:�������������������������������
se refiere � lo que tiene dicho en la segunda pregunta.
A las doce,�����������������������������������������
lo mesmo.
A las trece
dixo que:����������������������
lo que sabe della es, queste testigo, vi� en muchas personas, que
recibieron sc�ndalo con las palabras que el dicho provincial dixo, y de tal manera,
que todo lo que habya dicho tocante a la Natividad de Ntra. Sra abia sido como
si no hubiera dicho nada, por aber contradicho una devocion tan grande questa cibdad
tiene, y que � ella se mueve todo el pueblo, y abiendo su se�oria reverendisima
animado � la dicha devocion, como hordinariamente anima � la dicha cibdad,
viendo el buen principio que llevan los spa�oles, y que desta manera cre, este testigo, que rredundar� en pro y utilidad de los naturales, por lo que a visto
en esta devocion, y asi vern�n � convertirse, mayormente que este testigo a visto, hall�ndose presente � ello, en la
dicha ermita, que su se�oria rreverendisima a mandado juntar los naturales que
� la dicha ermita abian venido,
�30�
y mediante un ynterprete, Francisco de Manjarr�s, clerigo presbitero,
persona de buena vida, les diese a entender c�mo abian de adorar, en aquella
devocion, la ym�gen de Ntra. Sra que ay estaba en el altar, porque representaba
la del cielo, Madre de Dios verdadero, y que no acian reverencia al lienzo ni
pintura ni palos de las ym�genes, sino a las ym�genes por lo que representaban;
y asi lo hizo el dicho Francisco de Manjarr�s. Y en lo dem�s que esta pregunta
dice de no oir serm�n al dicho fray Francisco de Bustamante, dijo que por
respeto del sc�ndalo que hubo con la contradicci�n que hizo; y de presente no
se trata otra cosa, sino decir: Aunque pesa a Bustamante, hemos de ir a servir
a Ntra. Sra donde quiera que su ym�gen est�; y, contradiga �l la devocion
cuanto quisiere, que antes es dar a entender que le pesa de que vayan spa�oles
ay, y, de aqui adelante, si ibamos una vez, iremos cuatro; y por estas causas
han perdido muchas personas la devocion que tenian con los sermones del dicho
fray Francisco de Bustamante. Y esto es lo que sabe para el juramento que hizo
y no otra cosa. Y
si�ndole leido por mi el dicho notario y en presencia de su se�oria rreverendisima,
se rectifico en ello y dijo que era la verdad y firm�lo de su nombre.
El
Bachiller Salazar (r�brica)
�31�
�[Testigo: Gonzalo de Alarc�n][1]
E despu�s
de lo susodicho, en la dicha ciudad de M�xico, el dia, mes e a�os susodichos
para informacion de lo susodicho su se�oria rreverendisima, del arzobispo mi
Sor, mand� parecer ante si a Gonzalo de Alarc�n, del qual por su se�oria rreverendisima
fue tomado y recibido juramento en forma por Dios e por
Sta Maria � por la se�al de la cruz sobre que puso la mano derecha; so cargo de
�l prometi� decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado. E por su se�oria
rreverendisima, fueron hechas las preguntas siguientes:
Preguntado
c�mo se llama y de qu� edad es, dijo que se llama Gonzalo de Alarc�n y que es
de edad de cuarenta a�os, poco m�s � menos, y que no le tocan las generales,
mas que este que declara vino arrimado, a su se�oria de Spa�a y que siempre ha
tenido a su se�oria por se�or, aunque vive por si en su casa. Y preguntado si
conoce a Fray Alonso de Santiago, fraile de la orden de San Francisco, dijo que
conoce a Fray Alonso, fraile de la orden de Sant Francisco, porque le ha visto
y hablado con �l, en el monasterio del dicho San Francisco, y que ha oido decir
que se llama por sobrenombre de Santiago, que es hombre bien dispuesto, moreno,
y que estuvo en el serm�n que hizo el Illmo. Se�or Don Alonso de Mont�far,
arzobispo de esta Santa Iglesia de M�xico, el domingo que pas�, que se contaron
seis dias del mes de setiembre del a�o susodicho, porque este testigo estuvo
con �l en el dicho sermon.
Preguntado
que es lo que ha oido decir al dicho fray Alonso de Santiago, de la imagen de
Nuestra Se�ora de Guadalupe, quest� en una ermita media leg�a desa dicha
cibdad, dixo:
�32�
quel mismo domingo en la tarde fueron este testigo y el vachiller (sic) Carriazo � sant Francisco estuvieron hablando con fray Antonio de Guete
(1), y despu�s se junt� con los
susodichos el dicho fray Alonso y otros frayles y otras personas legos,
specialmente Alonso Sanchez de Cisneros� de Madrid, valanzario de la casa de la
Moneda; y el vachiller Carriazo comenz� � tratar del serm�n del Illmo. Sor. arzobispo que en el dicho dia abia predicado, aunque antes
se abia tratado ans�mesmo dello, y � las palabras que dixo el dicho bachiller,
respondi� el dixo fray Alonso, asi como comenz� � decir el ilustr�simo Sor.
Arzobispo, Beati oculi qui vident quae vos videtis, que fue el tema del dicho serm�n, dixo el dicho fray Alonso, luego vi
que iba � parar en nuestra Sa. de Guadalupe, y que
tratando dello discutieron sobre si era bien quel dicho Sor.arzobispo
prosiguiese la devocion de la dicha ym�gen, y quel dicho fray Alonso dixo
ciertas razones por do le parec�a que no se debia hazer, porque era alterar �
los naturales de la tierra, y aun � espa�oles, porque viendo los dichos indios
que se hazia TANTO CAUDAL de la ym�gen de nuestra Se�ora de Guadalupe,
_______
(1) El Venerable Fr. Antonio Huete � Nuete
profes� en la Provincia de los Angeles. En 1542 fue � M�xico en la mision que llev� Fr. Jacobo de Testera. Fu� varon
ext�tico, tuvo� don de l�grimas. Muri� en
M�xico, el 30 de Setiembre de
1565. (V�anse mayores noticias en la
�Historia de la Santa Provincia de los Angeles,� de la regular observancia de
S. Francisco, que dej� escrita Fr. Andr�s de Guadalupe; Madrid, 1662, fol, p�gs. 344 y siguientes. Cons�ltese tambi�n a Vetancurt, Menologio 30 de Setiembre.)
_______
�33�
que seria SCANDALIZARLOS,
porque creer�an que era aquella la verdadera nuestra Sa. y que la adorar�an, porque
antiguamente ellos sol�an adorar �dolos, (1) y que
era gente flaca, y asi mismo el dicho fray Alonso le dixo al dicho bachiller: aguarde
V. m. un poco,� y traer� un libro,� y ver� un cap�tulo que habla en el mismo caso,
y fue y lo truxo y lo mostr� al dicho bachiller, �y �l tom� el dicho libro, y ley� la mitad� del dicho capitulo y era el terdecimo de Uteronomio
(sic por Deuteronomio), �y tratando sobre otras cosas asimismo se dixo
all�, que ya quel ilustr�simo Sr. arzobispo quisiese que por devocion se fuese
(�) aquella ermita, abia de mandar que NO
SE NOMBRASE NUESTRA SRA. DE GUADALUPE, �sino de TEPEACA � TEPEAQUILLA, por que si en
Espa�a nuestra Sra. de Guadalupe tenia�
aquel nombre era porque el mismo pueblo se dezia asi, de Guadalupe.������������������������������ �������������������������������������������������������������������������������
_______
(1) El P. Motolinia que escribi� en 1541 (y que no menciona para nada la Aparicion)
en el Tratado I. cap. IV. de su Historia
de los Indios dice: "Ya que los predicadores se comenzaron � soltar algo en
la lengua y predicaban sin libros, y como ya los indios no llamaban ni servian
� los �dolos si no era lejos y escondidamente, venian muchos de ellos los
domingos y fiestas � oir la palabra de Dios; y lo primero que fue menester
decirles fu� darles � entender quien es Dios� y luego junto con esto fu�
menester darles tambien � entcnder quien era Santa Maria, porque hasta entonces
solamente nombraban Maria � Santa Maria, y diciendo este nombre pensaban que
nombraban � Dios; y � todas las imagenes que veian llamaban Santa Maria."
Por esto se ve cual era el espiritu de los franciscanos por instruir � los
indios y la crasa ignorancia de estos.
_______
�34�
Preguntado
� que fin truxo el dicho libro el dicho fray Alonso de Santiago, dixo que:
a respeto de lo que all� se trat�, y fu� que el dicho bachiller dixo: mir�
que dice aqui, solamente avemos de adorar y servir � nuestro Sor.
Preguntado
si es verdad que trat�ndose all� sy se avia de hazer procesi�n � la dicha
ermita, el dicho fray Alonso de Santiago, dixo: el dia que se hiciese se avia
de hir el virrey con los conquistadores � hazer alarde � Chapultepeque, dixo:
ques verdad que pasaron estas palabras y otras semejantes, porque las dixo
el dicho fray Alonso
(*)
_______
(*) �Habian de reprobar los franciscanos una
procesion � Guadalupe si hubieran llevado ellos en procesi�n � la Santa Imagen
desde M�xico cuando por primera vez se coloc� en la ermita como los aparicionistas
cuentan? Vease Florencia, Estrella del Norte" (Cap. XIII, �LX, n�m. 168.)
_______
Preguntado
si sabe que en esta cibdad a avydo grande esc�ndalo por un sermon que predic�
fray Francisco de Bustamante, provincial de san Francisco, contra LA DEVOCION
de la dicha ermita dixo:
queste que declara no estuvo en el dicho sermon, pero que �
muchas personas de las principales desta cibdad y � oidores a oydo tratar y
tratado con ellos del dicho sermon, y todos los que d�l an tratado y tratab n
les pareci� muy mal, y que no eran palabras las que dixo que se avian de dezir,
especialmente en pulpito, porque se alteraron las personas mas principales que
estuvieron en el dicho sermon: y questa es la verdad para el juramento que tiene
hecho,
�35�
y fu�le leydo
y retific�se en ello, y firm�lo de su nombre�������������
Fr . A
archiepiscopus������ �������������������������������������������������������������������������
Go. de�
alarcon,
mexicanus���������
(CONTINUAN LAS DECLARACIONES SOBRE EL SERMON DEL
P.� BUSTAMANTE.)
E despues
de lo susodicho en la dicha cibdad de M�xico, el dicho dia, mes � a�o
susodichos, pa ynformacion de lo susodicho, su se�oria reverendisima mand�
parecer ante s� � Alonso Sanchez de Cisneros, vecino de esta cibdad, (*) del
qual por su Se�oria reverendisima fue tomado y recebido juramento en forma por
Dios y por Santa Maria, y por la se�al de la cruz en que puso su mano derecha,
so cargo del qual prometi� dezir verdad de lo que supiese y le fuese
preguntado, y por su se�or�a rreverendisima le fueron hechas las preguntas
siguientes:
_______
(*) El testigo Gonzalo de Alarcon di� noticias
de su profesi�n y del lugar de su nacimiento, diciendo que era "de Madrid,
valanzario de la casa de la Moneda." Se le llam�, sin duda por haberlo
nombrado el testigo anterior.
_______
Preguntado como se llama y qu� edad tiene, dixo que se llama Alonso Sanchez
de Cisneros, y ques de hedad de mas de treinta y cinco
a�os.
Preguntado
por el dicho interrogatorio, � la primera pregunta, dixo que
le conoce y que se hall� en el sermon del dicho provincial en el dicho dia
de nuestra Sa. de Setiempbre (sic)
�36�
A la
segunda dixo que:
le oy� decir al dicho provincial, qu�l y todos los dem�s religiosos hab�an
procurado con muy grande instancia de evitar que los naturales desta tierra no
tuviesen su devocion y oracion en pinturas y piedras, por quitarles la ocasion
de sus ritos y cirimonias antiguas de adorar en sus �dolos, y que con esta
devocion NUEBA (1) de nuestra Sa. de
Guadalupe parecia que era ocasion de tornar � caer en lo que antes avyan
tenido, porque era una pintura que avya hecho MARCOS yndio pintor (2); y que para aquella devocion aproballa y
tenella por buena era menester haber verificado los milagros y conprob�dolos con
copia de testigos; pero qu�l tenia � su se�oria del Sor. ar�obispo
por tal persona en ciencia y en conciencia, que lo abria todo mirado bien, como
persona � cuyo cargo est� el estado eclesi�stico;
�37�
pero que junto con esto el ilustrisimo visorrey y los se�ores oydores como
supremos, asi en lo eclesiastico como en lo seglar, lo examinasen, pues era �
su cargo, como personas que en el todo est�n por su magt, y que tenia por cosa
m�s pia y meritoria socorrer los hospitales y necesitados de la cibdad, que
sabia que padecian necesidad estrema, que no yr a semejantes romer�as.
_______
(1) Malamente podia llamarse en 1556 nueva, si fuera cierto que tuvo principio en
1531.
(2) Bernal Diaz en su historia de la Conquista
de Nueva Espa�a, impresa en esta en 1632 cap. 91 fol. 69 frente dice: 'tres indios ay en la ciudad de
M�xico, tan primos en su oficio de entalladores y pintores, que se dizen MARCOS
de Aquino, y Juan de la Cruz, y e! Crespillo"�
El P. Vetancurt, en su Teatro Mexicano 2 P. T. 2. n 22 (M�xico 1698), nos da idea del adelanto de los indios en la pintura "Havia
Pintores que al temple con gomas de los arboles y colores finos al vivo
pintaban� los rostros de las personas no acertaron � Pintar CON PRIMOR hasta que
usaron de la encarnacion que los Espa�oles usan, pintaban en cueros curtidos de
animales, porque aunque tenian tantas mantas NO USABAN AP�REJARLAS y que
aprendieron � pintar en liensos aparejados, y con olio� se han dado al arte de
la pintura con ventaja.
_______
A la
tercera, que no senti� del aver perdido
el color, porquestaba este testigo lexos
del pulpito, y que le oy� dezir que no era devoto de nuestra Sa., pero entendi�
que era con humildad, y dixo que le
oy� dezir todo lo dem�s contenido en la pregunta.
A la cuarta
pregunta, dixo que:
dize lo que dicho tiene, y � ello se refiere, y lo dem�s no se acuerda.
A la quinta
pregunta, dixo:
ques la verdad que le oy� estar muy firme en contradecir la devocion DE LA
DICHA ERMITA, y que en lo dem�s dize lo que dicho tiene.
A la sexta
pregunta, dixo: que no se� acuerda.
A la setima
pregunta, dixo: que
no est� muy� entero en ello, pero
que le parece que se lo oy�.
A la otava
pregunta, dixo; que
ya tiene dicho en la segunda pregunta, y que � ella se refiere. En lo postrero de la dicha
pregunta que dice que no sabia en qu� se gastaban las
limosnas, dize; que no se acuerda
averselo oydo.
�38�
A la nona pregunta, dixo: que
le parece, �� este testigo, que asi se lo oy� decir al dicho provincial.
A la decima
pregunta, dixo: que
le parece que as� se lo oy� dezir en el sermon.
A la
und�cima pregunta, dixo: que
dize lo que dicho tiene en la segunda pregunta.
A las doze
preguntas, dixo: que
dice lo que dicho tiene en la segunda.
A las treze
preguntas, dixo: que
vido estar confusos la mayor parte de los que oyeron el serm�n de aver oydo
lo que trat� tocante � la devocion de la dicha ermita, y que muchos de los que
estaban cerca deste testigo les oy� dezir, mejor estuviera esto por dezir, y
dize ques p�blica boz y fama lo contenido en el dicho sermon del dia de nuestra��� Sa. de Setiembre.
Preguntado
si el domingo pasado, antes de la dicha fiesta, que se contaron seis de
Setiembre, si estuvo en San Francisco con ciertos religiosos, de los quales �
alguno dellos mostr� contrariedad � la dicha ym�gen y ermita, dixo:
ques la verdad questuvo all� con ellos, y que sinti� dellos ser de la misma
opinion quel provincial.
Preguntado
ques lo que all� se trat� contra la dicha ym�gen, dixo: que
oy� dezir � fray Antonio de Guete, frayle de la dicha �rden, que se debiera
de dar el nombre de Tepeaquilla (1), quera el lugar donde estaba
la yglesia (�) ym�gen, y que primero que se aprobara la dicha devocion,
abian destar comprobados los milagros;
_______
(1) Fr. Gabriel de Talavera, Jer�nimo, que
public� en 1597 en esta de Madrid la
�Historia de N. S. de Guadalupe� que se venera en Estremadura, fol. 454 vuelto) dice que los conquistadores castellanos en testimonio de su devocion �
esta im�gen, �dieron por nombre � una de las primeras islas que ganaron
Guadalupe. La devocion de los conquistados arraig�se y comenzaron � levantar
iglesias y santuarios con t�tulo de N. S. de Guadalupe ⇨ especial en la ciudad de M�xico de
Nueva Espa�a."
⇦ El P. Guete olvidaba esto y quer�a
que se le llamara de Tepeaquilla, ciudad de N. Espa�a, si hemos de creer � las
Actas del Cabildo de la ciudad de M�xico que asi la llaman en la del 16 de Octubre de 1528, y lo cual
prueba que no era un p�ramo � lugar solitario aquel sitio como dice alg�n
apologista.
Por no alargar mas esta nota no se pone la
descripci�n de la im�gen del coro de Guadalupe de Estremadura tan semejante �
la de M�xico, pero al fin se pondr� con otras curiosas noticias.
�_______
�39�
y questo
es lo que oy� dezir, y ans� mismo � fray Alonso de Santiago (1), frayle de la
dicha �rden, no estar en lo hecho de la dicha devocion y que para ello sac�
all� un libro para probar su yntencion, en que � solo Dios se debe la
adoracion: y questo parece que le oy� decir � este dicho frayre.
_______
(1) Por reales c�dulas del 10 de Setiembre de 1561 y 2 de
Mayo de 1563 se sabe que escribi�
sobre el derecho que nuestra Espa�a tenia � la Nueva, y la real magestad por
ellas ordenaba que se le enviaran al autor y su obra. �Tan alto concepto le
mereci� uno y otra!
_______
Preguntado
el libro que all� truxo el dicho fray Al�nso de Santiago, si era de la Sagrada
Escritura, y para que fin lo truxo, y ques lo que en �l ley�, dixo:
�40�
que que no sabe que libro era, mas de que ley� en �l c�mo se debia � solo
Dios la adoracion, como dicho tiene, y que tambi�n oy� dezir al dicho frayre
como abia tratado el mismo negocio con el doctor Rafael Cerb�ntes (1), tesorero desta Sta yglesia, y questa la verdad pa el juramento que
tiene hecho: fu�le leydo ante su Se�oria reverendisima y retific�se en
ello, y firm�lo de su nombre.
_______
(1) Recibi� en la Universidad de Alcal� el grado
de Maestro en Artes y en la de Sig�enza el de Doctor en Teolog�a; fundada la de
M�xico solicit� incorporarse en ella y asi tuvo lugar el 30 de Agosto de 1553. El Virrey de Nueva Espa�a le nombr� 3er. Rector de dicha Universidad
y acept� el 22 de Noviembre de
1555. Dos a�os despues fu� electo por segunda
vez Rector hasta 1558. Fu� � la N.
Espa�a en 1536 con la dignidad de
Tesorero de la Catedral de M�xico, fu� tambi�n Provisor y muri� all� � fin�s
del primer tercio del a�o de 1561.
_______
Alo. Sanchez
de Cisneros.
E despues
de lo susodicho, en la dicha eibdad de M�xico, el dia, mes � a�o susodichos,
para informacion �de lo susodicho, suso [sic] se�oria reverendisima mand� parecer
ante si � Alvar Gomez de Leon, del qual su se�oria reverendisima tom� y recibi�
juramento en forma por Dios e por Santa Maria � por la se�al de la cruz en que
puso su mano derecha so cargo del qual prometi� decir verdad de lo que supiese
y le fuese preguntado, y por su se�oria reverendisima le fueron hechas las preguntas
siguientes;
�41�
A la
primera pregunta, dixo que:
conoce al dicho fray Francisco de Bustamante, contenido en la dicha pregunta,
y que se all� en el sermon contenido en la dicha pregunta. Dixo que se llamaba
Alvar Gomez de Leon, y ques de hedad de cincuenta y cinco a�os, poco m�s �
menos y que no le tocan las generales.
A la
segunda pregunta dixo, que:
lo que oy� en el sermon del dicho Bustamante, fu� que los religiosos avian
trabajado con est�s naturales en dalles � entender que nuestra Sa. no era Dios, porque aunque el arzobispo abia predicado que
los indios no eran devotos de nuestra Sa, que eran tan devotos ⇨ quellos tenian � nuestra Sa. por Dios, ⇦ y que dixo que sustentar esta im�gen de nuestra
Sa. de Guadalupe; que � lo que entendi�, este testigo, que le pareci� al dicho frayre
que era yerro, y que aquella no era sino ym�gen semejanza de la del cielo; que
tambi�n avia ac� ymagen de nuestra Sa. en la iglesia
mayor y en los monesterios como aquella, (1) y que las limosnas que ally se
daban fuera mejor darlas � pobres vergonzantes y al hospital de las bubas, y
que otras obras abia buenas en que se podia mejor emplear, y que aunque algunos
yban con devocion, otros yban � hacer maleficios y comidas; y que dado que su se�oria
reverendisima era el primero en la jurisdicion eclesi�stica, quel sor. visorrey y los oydores tenian mano en lo uno y en lo otro, y
que as� se lo encargaba.
_______
(1) Si pues, fuera aparecida, no la equiparara,
ni con las de la iglesia mayor ni con las de los monasterios.
_______
A la
tercera pregunta dixo, que:
asi se lo oy� como en ella se contiene, y de pararse atemorizado y la color
mortal, que no lo oy�; pero lo ha oydo, y ques la verdad que dixo que no era
devoto de nuestra Sa. pero que LO DESEABA SER, y que
este testigo entendi� que lo dixo POR HUMILDAD.
�42�
A la quarta
pregunta dixo, que:
se rremite � lo que tiene dicho en la segunda pregunta, y que le parece
quel dicho provincial dixo que los religiosos abian dado � entender � los
yndios que no adorasen las ym�gines, sino lo que representaban, quest� en el
cielo.
A la quinta
pregunta dixo, que:
dize lo que dicho tiene, y que le parece que lo contenido en la dicha
pregunta fue dezir que abian dado los religiosos � entender � los yndios que no
abian de adorar aquellas ym�gines questaban pintadas, sino lo que representaban,
quest� en el cielo, y que cre que la yntincion del dicho padre Vustamante fue dar
� entender que la rreverencia se debe � lo representado por las ym�gines, y no
� la pintura ni el palo.
A la sexta
pregunta dixo, que:
asi lo dixo el dicho provincial, como en ella se contiene.
A la setima
pregunta dixo, que:
asi se lo oy� como en en ella se contiene,�
y segun dicho� tiene.
A la otava
pregunta dize, que:
dize lo que dicho tiene, y lo demas que se le oy� como en ella se contiene.
A la nona
pregunta dixo:
ques verdad que dixo que yendo un yndio coxo � la hermita, y por venir
cansado podria ser venir m�s coxo, y seria darle ocasi�n para quitarle la
devocion: que no se acuerda bien c�mo dixo esto, y que si esto no se remediaba,
no predicaria m�s � yndios en toda su vida.
�43�
A la dezima
pregunta,� dixo:
que lo que oy� al dicho provincial fue que hazi�ndose ynformacion sobre los
milagros, y no hall�ndose cierta, que sobre su �nima le diesen cien agotes, que
serian bien empleados.
A la
und�cima pregunta, dize que:
dize lo que dicho tiene, y que as� pas� y lo encarg� al sor. bisorrey y oydores.
A las doze
preguntas dixo, que:
no se acuerda mas.
A las treze
preguntas dixo, que:
� muchos oy� dezir que predic� bien en las cosas de nuestra Sa. y que en
lo dem�s que predic� cerca de quitar la devocion de la dicha ym�gen, dizen que
fu� muy desacatado contra su se�oria reverendisima, y lo dem�s que no lo sabe.
Preguntado
si ha ydo alguna vez � visitar la dicha ym�gen de nuestra Sa. questa en la dicha hermita, y si sabe y a visto el gran
concurso de gente y devocion con que todos bisitan la dicha ym�gen y dan sus
limosnas, dixo:
ques verdad que a ydo all� una vez, y que top� muchas se�oras de calidad que
yban � pi�, y otras personas, ombres y mugeres de toda suerte, � la yda y � la
venida, y que all� vio dar limosnas artas, y que � su parecer que hera con gran
devocion, y que no vio cosa que le pareciese mal, sino pa provocar � devocion
de nuestra Sa. y que � este testigo, viendo � los otros con tanta devocion, le
provocaron � mas; y que le parece ques cosa que se debe faborecer y llebar
adelante, especial que en esta tierra no hay otra devocion se�alada, donde la
gente aya tomado tanta devocion, y que con esta sta. devocion se estorban muchos de yr � las g�ertas,
�44�
como era costunbre en esta tierra y agora se ban ally donde no hay aparejos
de g�ertas ny otros regalos ningunos, mas destar delante de nuestra Sa. en contenplacion y en devocion, de la manera que van en
Madrid � nuestra Sa. de Atoche (1) y como en muchas partes, este testigo, � visto yr los cristianos �
otras casas (de) devocion quest�n una
y dos y mas leguas, y asi dize, este testigo, que en lo quel dicho pe. (padre) toc� en los loores y alabanzas de nra. Sa. le content� y lo predic� por muy alta manera, y que en
contradezir la devocion de la dicha ym�gen de nuestra Sa. de
Guadalupe le pareci� que se desacataba algo contra su se�oria reverend�sima y
que esta es la berdad para el juramento que tiene hecho y fu�le leydo, y
retific�se en ello, y firm�lo de su nombre: fu�le encargado el secreto so pena
descomuni�n: dixo que asy lo guardaria.
fr. A.
archiepiscopus.����� ���������������������������������������������� Alvar
gomez de Leon.
mexicanus.
_______
(1) Aqui demuestra el testigo, que asi como se
va en esta real villa de Madrid al Santuario de Ntra. Sra. de Atocha, que bien
sabemos no es aparecida, asi en la ciudad de M�xico se iba � la ermita de Guadalupe: im�gen que si fuera aparecida se guardar�a
bien de compararla con una que no lo es.
_______
En veinte y
quatro dias del mes de Setiembre de mill � quinientos y cinquenta y seis a�os,
pareci� ante su se�oria reverendisima, Juan de Maseguer, vezino y casado en
esta cibdad de M�xico, y dixo que:
�45�
El domingo pr�ximo pasado, estando en el monesterio
de Sanctiago (1) de la horden de Sant Francisco desta cibdad
de dicha cibdad (sic) de M�xico
despues de otras cosas,
_______
(1) En la foja 96 (vuelta) del Cedulario de Puga
"M�xico 1563," se encuentra
una c�dula del 1.� de Mayo de 1543 dirigida al
virrey Mendoza, y por ella consta que hac�a ocho a�os, es decir en 1535, resid�an en Tlatelolco dos Franciscanos,
quienes ped�an la real licencia para hacer una casa junto � la iglesia, pues
hasta entonces hab�an vivido en dos celdas encima de ella.
El rey accedi� poniendo entre otras condiciones
que dicha iglesia de Santiago quedase sujeta, como antes, al Ordinario.
El convento estaba acabado en 1586 pues lo visit� el P. Ponce, (en
su Viage tom. 1 p�g. 232).
El colegio de Sta. Cruz, en el barrio de
Tlatelolco, lo fund� el Sr. Zum�rraga en 1536.
El P. Florencia (en su
Estrella del Norte, cap. XIII �� III y IV) cita dos testigos de la informaci�n �de 1666 que juraron que Juan Diego era natural y vecino de Cuautitlan en el
tiempo de la Aparicion, no de Tolpetlac, y que iba � la doctrina al convento de
Tlatelolco.
En las Cartas de Indias (p�g. 54) se ve una del 17
de Noviembre de 1532 firmada por 10 franciscanos en Cuautitlan, y dirigida al Emperador Carlos V. Esto
prueba que los franciscanos tenian all� aquel a�o su convento y que para
celebrar Cap�tulo en �l, har�a tiempo de fundado. Mendieta (p�g. 259) dice claramente que � poco de llegados � M�xico, los primeros pueblos �
do salieron � ense�ar los religiosos fueron Cuautitlan y Tepozotlan.
Con estos antecedentes, �es veros�mil que Juan
Diego fuera a Tlatelolco � la doctrina y a buscar confesor para su t�o
Bernardino y o�r la misa sabatina, no existiendo todav�a en 1531 convento de franciscanos? si pues lo ten�a en su mismo pueblo, �para
que acudir � cinco � mas leguas?
Entre los franciscanos que firmaron la carta de 1532, figura Fr. Alonso de Guadalupe; que esto sirva de prueba, entre otras
muchas, para que se vea que el nombre de "Guadalupe" no era
desconocido, como se pretende, entre los indios. Dicho Padre despu�s de los
12 primeros franciscanos, fue � la N.
Espa�a y estuvo ejerciendo en Cuautitlan su apost�lico ministerio (Datos biogr�ficos de las Cartas de Indias
p�g.� 770.)
_______
�46�
platicando
con �l un frayle de la dicha orden que se llamaba fray Luis� (1) de la� dicha �orden, pregunt�,
� este testigo, que donde yba, y este testigo le dixo
_______
(1) No consta el apellido en el original. En las
"Noticias hist�ricas de N. Espa�a" (publicadas en esta en 1878 por
nuestro ilustrado paisano D. Justo Zaragoza,) que escribi� en el Siglo XVI D. Juan Suarez Peralta natural y vezino de
la ciudad de M�xico, en la p�g. 213 se
dice que era "huardian del monesterio de Santiago Tlatelolco (1566) fray Luis Cal." Pudo muy bien estar en Tlatelolco 10 a�os antes este padre, del que habla la presente
informacion. En el proceso de D. Martin Cort�s (publicado en M�xico el a�o de 1853), se habla del P. Cal varias veces en las p�g.
57, 66, 100, 153 y 160. En la p�g. 110 se dice adem�s "quel dicho fray luis cal guardian del monesterio de
la dicha ciudad de tescuco demas de ser espa�ol cavallero hijodalgo notorio, en
la horden del glorioso san francisco a sydo y es persona muy principal de quien
se a hecho y haze mucha quenta, y muy gran te�logo y predicador y de muy buen
exenplo, vida y doctrina."
_______
que yba � nuestra Sa. de Guadalupe, porque tenia
una hija mala de tose,
y el dicho frayre dixo � este testigo:
�47�
dexese desa
borrachera, porque esa es una devocion que nosotros todos (1) estamos mal con
ella; y este testigo le dixo: padre
�quereisme vos quitar � m�, mi devocion? y dixo, no pero de verdad os digo
que antes me parece que ofendeis � Dios, que no ganais m�rito, porque dais mal exemplo
(sic) � estos naturales, y si su se�oria
del arzobispo dize lo que dize, es porque se le sigue su ynterese (2), y pasa
de sesenta y desvar�a ya, (3); y questa es la verdad, y jur�lo por Dios
verdadero, y por la se�al de la cruz, en que puso sus manos, que es la verda lo
que dicho tiene, y m�s se acuerda quel dicho fray Luis dixo : call�, que nosotros
har�mos con quel arzobispo vaya otra vez por la mar.
_______
(1) N�tese que era un franciscano quien as�
hablaba, que a ser cierta la aparicion estos religiosos como hermanos del Sr.
Zum�rraga y siendo el Indio Juan Diego tan adicto � ellos, deberian ser los
mayores propagandistas y defensores guadalupanos.
(2) No hace siete a�os que nuestro pisano D.
Marcos Jimenez de la Espada public� en esta un art�culo sobre el Sr. Mont�far,
en el cual, para llamarle avaro ha de
haber� tenido sus fundamentos: algunos se
descubren en la carta del P. Toral del 25 de Mayo de 1558 inserta en
las de Indias p�g. 132 y
133.�
(3) D�vila Padilla (Historia de la Provincia de Santiago de M�xico, Bruselas 1625 p�g. 511 y 512) dice que� el P. Ledesma gobern� por �l Sr. Mont�far
12 a�os. Habiendo muerto el Arzobispo en 1572 (as� consta en 108 Anales Mejicanos de Mr. Aubin p�g. 113 "1572 a�os In omomiquili ar�obispo don fray alonso de montofar axcan viernes
� VII dias del mes de mar�o," omomiquili, quiere dezir: muri�) entr� pues gobernar el P. Ledesma en
1560 y teniendo su Ilma 80 a�os entonces, seg�n D�vila Padilla, no es estra�o el desvario � chochez � los 76.
_______
�48�
Preguntado
de que hedad es y si es deudo y tiene amistad � enemistad con el dicho fray
Luis, dixo:
ques de hedad de treinta y quatro a�os, poco mas � menos, y que no le tocan
las generales, antes el dicho fray Luis a sido su confesor, y que por parecerle
mal las dichas palabras las viene � dezir � su se�oria.
Iten mas,
este testigo, ques natural de barcelona,
le dixo al dicho fray Luis: padre, siete
leguas de mi tierra est� nuestra Sra. de monserrate, donde ba muy mucha gente,
y all� hay l�mparas de su Santidad y de su magestad y del rey de Francia y del
rey de Ingalatierra, y de otros se�ores muchos; y el dicho fray Luis dixo
que no se pod�an quitar las devociones de cada uno; pero que no estaba aquello
aprobado, sino que todo venia del cielo; y este testigo le dixo: pues padre, esta devocion dezidme si es buena
� si es mala, porque mestorbais que no baya all�.
El dicho
religioso le respondi�: digo que m�s ofendeis � Dios, que no le serv�s, por
amor destos naturales. (1)
_______
(1) El P. Sahagun franciscano y escritor del
siglo XVI Lib. XI cap. XII) dice: "De donde haya nacido esta fundacion de
esta Tonantzin, NO SE SABE DE CIERTO; pero Io que sabemos verdaderamente es,
que el vocablo significa de su primera imposicion, � aquella Tonantzin antigua,
y cosa ⇨ QUE
SE DEBIA REMEDIAR, porque el propio nombre de la Madre de Dios se�ora nuestra,
no Tonantzin sino Dios inantzin. PARECE EST� INVENCION SAT�NICA para paliar la
idolatr�a bajo la equivocacion de este nombre Tonantzin, y vienen ahora �
visitar � esta Tonantzin de muy lejos tanto como de antes; la devocion TAMBIEN
ES SOSPECHOSA porque en todas partes hay muchas iglesias de Ntra. Sra. y no
van� � ellas; y vienen de lejas tierras �
esta Tonantzin, como antiguamente." Este autor fu� � la N. Espa�a en
1529 y all� muri� el 5 de Febrero de 1590. Raro y extraordinario es que siendo franciscano y habiendo estudiado
tanto la historia de los indios, no hable de la Aparicion y se muestre tambien
contra la Virgen Guadalupana. Igual silencio usan sus compa�eros de Orden �
igualmente escritores Motol�nia, Mendieta y Torquemada: el mismo silencio guardan
todos los escritores del mismo siglo, como despues se dir�.
Si los conquistadores de N. Espa�a hubieran
sido catalanes, habrian propagado la devocion � la Virgen de Monserrat, pero
habiendo sido la mayor parte, y sobre todo Hern�n Cort�s, estreme�os, no es de
admirar dieran � conocer, seg�n el respetable dicho del P. Talavera, a la de
Guadalupe. Cort�s trajo � Espa�a indios de los conquistados y con ellos fu� al
c�lebre santuario de Guadalupe: �no es verosimil que �stos, por agasajarle, se
hubiesen manifestado devotos de su Patrona y � su regreso uno de ellos hubiese
pintado, como se dice repetidas veces en la presente informacion, � la Guadalupana
de M�xico? Bernal Diaz en el cap. CXCV dice "fu� � jornadas largas �
nuestra Se�ora de Guadalupe para tener novenas." Gomara en, el cap. 62 (edic. Bustamante, M�xico 1826) despues
de enumerar algunos de los indios que trajo Cort�s � Espa�a, a�ade "y muchos
caballeros y se�ores de M�xico, Tlaxcallan y otras ciudades. Trajo ocho
bolteadores del palo, 12 jugadores de
pelota y ciertos indios � indias muy blancos." Entre estos �quien duda que
habr�a ilustrados � su manera en las artes, que ac� perfeccionar�an?
_______
�49�
Preguntado
si � ydo algunas vezes � la dicha ermita de nuestra Sa. dixo:
que mas de beinte vezes, y ayer particularmente fue all� � llebar una ni�a hija
suya, questaba mala de tose, que se aogaba, y la encomend� all� � nuestra Sa. y dio su limosna;
y le hizo
dezir una misa; y bendito Dios, la ni�a est� buena (1).
_______
(1) Este
milagro y otros mil que la Virgen ha obrado, nunca pueden probar que fuese
aparecida, sino lo grato que es � la Divinidad la intercesi�n de su Santa
Madre, pues si por los milagros se dedujese la aparicion, no solo la
Guadalupana sino todos los santos taumaturgos serian aparecidos por el sin
n�mero que han hecho, y no solo en M�xico sino en toda la cristiandad se
registrar�an infinitas im�genes aparecidas, por los milagros que han obrado.
_______
Preguntado
si en esta cibdad generalmente hay gran devocion con la dicha ym�gen quest� en
la dicha ermita, dixo que:
�50�
todo el pueblo � una tiene gran devocion en la dicha im�gen de nuestra Sa, y
la van � visitar con gran frecuencia de gente y devoci�n, que va � visitar �
nuestra Sa. de todo q�nero de gente, nobles cibdadanos
y indios, aunque sabe que algunos indios an atibiado (2) en la dicha devoci�n, porque los frayles se lo an mandado, segun el dicho
fray Luis dixo � este testigo;
_______
�(2) Entibiado.
_______
y dize m�s, quel d�a de nuestra Sa. de la
Natividad pr�ximo pasado predic� en Sant Francisco, en la capilla de San
Ioseph, fuera,
�51�
�(sic) fray
francisco de Fustamante (sic), provincial
de la dicha �rden de San Francisco, algunas cosas contra la devocion de la
dicha ym�gen; y abiendo predicado un serm�n ⇨ maravilloso y �divino ⇦ de nuestra Sa, por mostrarse despues contra la devocion de la dicha
ym�gen de nuestra Sa. ubo grande sc�ndalo en el auditorio; y lo a havido en la
cibdad, y a oido � muchas personas de calidad dezir que mostr� pasi�n, y que se
abian scandalizado: y que este testigo, dize quel dicho
Bustamante a perdido mucho el cr�dito que tenia en esta cibdad, y que por lo
quel dicho Bustamante dixo contra la dicha ymagen, no a cesado la devocion,
antes a crecido m�s, y que cada vez que va all�, este testigo, ve all� mas gente de la que solia (1).
_______
(1) No es
extra�o, la prohibicion causaba apetito.
_______
Preguntado
si se acuerda ques lo quel dicho Bustamante predic� contra la dicha ym�gen,
dixo que lo que se acuerda es:
quel dicho fray Francisco de Bustamante dixo que ellos abian predicado y
dado � entender � los yndios que nuestra Sa. era Madre de dios, y que no era
dios, ni se le debia aquella adoracion que � dios; y que viendo agora el gran
concurso de la gente que va all� � la fama de que aquella ym�gen PINTADA AYER
DE UN INDIO hazia milagros, que era tornar � deshacer lo hecho; y dixo mas, que la limosna que � la dicha ermita se daba, era mejor darla � probes
envergonzantes, � al hospital de las bubas; porque el tomin � candela que se
daba en nuestra Sa. de Guadalupe, que no sabia en que
se gastaba. Dixo mas, que yendo un
yndio coxo � la ermita, y volviendo tan coxo como se fu�, era darles ocasion �
que no creyesen en dios ni en Sta. Maria:
�52�
dixo m�s que si al primero que dixo que la dicha
ym�gen hazia milagros, fuera bien le dieran cien azotes sobre su �nima:
dixo m�s, que encarg� mucho al visorrey y
� la real audiencia, que examinasen mucho este negocio; que aunque esto
pertenecia al arzobispo, como � juez en lo espiritual, � su se�oria y mercedes
les convenia, pues tenian jurisdicion espiritual y temporal, por ser patr�n su
magestad en lo espiritual y temporal, que lo mirasen muy bien: y que esta es la
verdad por el juramento que tiene hecho, y firm�lo de su nombre.
Iten mas
dixo, este testigo, que el guardian de Santiago le dixo, que si quisiera tomar
la posesion antes quel sor arzobispo, yo la podia tomar, y con mas justo
t�tulo; y este testigo le dixo que no se dize eso en el pueblo, sino que por
embidia lo contradezia. Fu�le encomendado el secreto, so pena descomunion: dixo
que lo guardar�a.
Fr . A.
archiepiscopus mexicanus
���������������������������������������������������������������������������������������������������
Juan de masseguer
Franco. Gomez de Carate.
notario appco.
�53�
En las
hojas en blanco se lee, sin ning�n orden ni ilaci�n lo siguiente:
"V�spera
de nuestra Sra. de Setiembre fueron � nuestra Sra. de guadalupe muchos
deceplinantes"
_______
"Como
quando fu� (� Guadalupe se supone el Sr.
Montufar) la primera bez prohib� no se publicasen milagros, en presencia de
Ao. perez y de salazar pdor." (procurador de la Audiencia, como se lee en la p�g. 11 de esta Informaci�n. En la
16 y en la 17 consta adem�s que estuvo en Guadalupe cuando all� fu� el arzobispo.)
_______
"Si
ment� las imagines de los �dolos de los indios"
_______
" nra
sra de� [*] en el condado de nebla digna "de veneraci�n como santiago"
_______
"susp�ndese
y la parte es muerto."
____________________
[*] Aqu�
aparece en el original una palabra que no se ha podido descifrar.
�54� (Hoja
en blanco)
�55�
ADITAMENTOS
I
El P. Fr.
Gabriel de Talavera, monje jer�nimo, en la Historia de Ntra. Sra. de Guadalupe
que se venera en Estremadura, impresa en esta de Madrid en 1597, en el Lib. IV
cap. VIII folio 204 (vuelto) dice: "El coro es una sala hermosa, de donde
se descubre muy claramente la imagen santissima de nuestra Se�ora� Entre todas
las sillas se levanta la del prelado, y encima sobre un arco vistoso la efigie
soberana de nuestra Se�ora, hecha con maravillosa tra�a y proporcion. Tiene
derribada la Luna � sus pi�s, est� coronada de doze estrellas, y su vestidura
cubierta del Sol."
El P. Fr.
Francisco de S. Joseph, tambi�n jer�nimo, en su "Historia universal de la
primitiva y milagrosa im�gen de Nuestra Se�ora de Guadalupe" impresa en
esta de Madrid en 1743, en el cap. XXI p�g. 144 dice:
��enfrente
de la antiqu�sima im�gen de nuestra Se�ora de Guadalupe ay en el Coro otra de
talla que se coloc� en un arco, que buela sobre la silla del Prior, si�ndolo de
este Monasterio el Rmo. P. Fr. Pedro de Vidania, a�o mil quatrocientos y
noventa y nueve (1499), treinta y dos antes de aparecerse la de M�jico (1); y
es tan semejante � esta, que parece la tom� la Virgen por idea para sacar en la
Mejicana una perfecta copia. Celebrando esta conformidad, y que es mas antigua
la de nuestro Coro, cant� racional Cisne, un Poeta de estos tiempos dulce el
siguiente Epigramma
________
(1) Este
autor escribi� casi un siglo despu�s que D. Miguel Sanchez invent� la aparici�n.
________
�56�
Illa novae Hesperiae
Urbs, illius quae est Caput Orbis,
Guadalupanae Almam continet effigiem
Archetypon quaeris, vivum ve Ejemplar in illa?
Haec tibi demonstrat sculpta Tabella suum.
"Por
esta raz�n algunos, que vienen de la Nueva Espa�a, si entran en nuestro Coro,
luego sin detenerse dicen: Virgen de Guadalupe de M�jico: as� la llaman
festivos, y admirados, porque como � tal la reconocen devotos sus afectos�
"El
color de nuestra Im�gen es trigue�o
obscuro, el rostro lleno, y hermoso, frente espaciosa, ojos grandes, inclinados
� la tierra, la nariz seguida en proporcion, los labios delgados, y juntos, el
cabello es una madeja de oro muy poblada, y partida en dos mitades desde el
medio de la frente, la estatura es de seis palmos, y un geme, que no desdice un
�pice de esta medida: mantiene Real Corona en su cabeza, y mas altas que la
Corona la sirven de Diadema doce Estrellas grandes. El vestido es honest�simo;
consta de manto, y t�nica talares, y el manto alarga mas, recogido ayrosamente
debaxo de de ambos brazos, (1) entre estos y la cintura, que tiene al parecer
ce�ida; y por todo el vestido se derraman diversas flores de oro, � imit�ci�n
del damasco. Descubre la punta del pi� derecho, calzado pulidamente.
_______
(I) Ya antes el mismo autor decia: �la nuestra
tiene ni�o� la de M�jico no tiene Ni�o que es la diferencia, que se advierte
entre estas dos Im�genes, porque� como es Im�gen de concepci�n� entre id�latras
y recientes en la F�, pod�a ocasionar su pintura algun enga�o, entendiendo
ellos, segun se les mostraba en la im�gen, que Mar�a Sant�sima en su primer
instante tuvo el Hijo��
_______
�57�
Tiene el
Sol � las espaldas, como debido dosel � tan alta Magestad, cerc�ndola toda con
sus dorados rayos, y elev�ndose como Corona sobre su cabeza: hace asiento sobre
la Luna, que la recibe en su mitad gustosa, y festeja con sus puntas �cia
arriba. Toda est� como en el ayre: pues no tiene repisa, ni pedestal que la
mantenga; y dale mucha gracia un arco en que est� elevada, hermoseado con
listas, como el iris, de diferentes colores; y cuarenta y dos estrellas de oro,
que llenan en proporci�n igual el medio c�rculo� Cot�jese esta pintura con la
Imagen do M�jico, y se ver� por la semejanza quan adequado le viene � esta
Se�ora el t�tulo de Guadalupe.
"�Por
qu� quiso la Virgen, aviendo de poner � su Imagen Mejicana el nombre de
Guadalupe, se copiase � imitaci�n de esta de nuestro Coro, y no de la c�lebre,
antiqu�sima, y principal de este t�tulo? toca � los juicios de Dios, que no
debemos investigar curiosos, sino es venerarlos rendidos."
II
El Br. Sanchez
en su "Imagen de la Virgen Maria
Madre ele Dios de Guadalupe milagrosamente aparecida en la ciudad de M�xico"
publicada all� el a�o de 1648, (obra muy rara que por 150 fr. la casa de
Maisonneuve de Par�s nos proporcion�,) tuvo la ocurrencia de publicar al fin de
su obra tres cartas encomi�sticas, la segunda es la que insertamos en seguida
para probar que �l fu� el inventor de la Aparicion, puesto que el Br. Lazo, que
la firma, en tantos a�os como habia servido de capellan en la ermita, ya �l
como TODOS sus antecesores ignoraban el origen milagroso, hasta que el buen D.
Miguel le abri� los ojos � este �ltimo, despert�, y le caus� tal ilusi�n, que
al a�o siguiente ya di� � la imprenta la noticia de este suceso en la lengua
azteca.
�58�
Dice as�:
� EL LICENCIADO
LUIS LAZO DE LA VEGA, Vicario de la S. Hermita de Guadalupe, al Autor.
"Cada
dia agradesco mas � nuestro Illustrissimo Pr�ncipe, y amantissimo Arzobispo D.
Iuan de Ma�ozca, el favor, honra, y elecci�n con que me nombr� vicario de
aqueste Santuario de Guadalupe, entregando � mi cuydado la soberana Reliquia de
la Imagen milagrosa de la Virgen MARIA; � quien solamente los Angeles merec�an
tener por compa�era para servirla. Y aunque siempre la he venerado, admirado, y
alabado como han podido alcanzar mis pensamientos: Despues que le� la Historia
de su milagro, que con tan vivos affectos � escrito, y es, tampado Vmd;
confiesso han crecido en mi corazon los desseos de ser muy suyo, y la gloria de
tenerla por mia con t�tulo de su Ministro Sacerdote; y pienso que me � sucedido
lo que � nuestro Padre Adan. Favoreciolo Dios poni�ndolo en el Parayso, � lo
fresco de su floresta, y vega de su rio, donde los troncos, y las ramas eran
lazos que lo abrasaban. Durmi�se en dulce suspensi�n, sac�le Dios vna costilla;
de que form� � Eva prodigiosa criatura: pusola � los ojos de Adan; el qual
despert�; y reparando; primero la reclama por suya en possession; y despues se
le declara su amante fino en los requiebros.
�59�
Hoc nunc os ex ossibus meis, et caro de carne
mea: haec vocabitur virago quamobrem relinquet homo patrem et matrem, et adhaerebit
uxori suae. Agora
es Eva carne de mi carne, y huesso de mis huessos; llamese varonil, y por ella
olvidense Padre, y Madre, prefiriendo su amor a todo amor.
Estuvo Adan
aqui notablemente mysterioso: porque Eva siempre avia sido suya teniendola en
si mismo como �l lo publica; y parece; que quando la considera de lexos
formada, y distinta en partes, y perfecciones de hermosura, a cuydados de Dios;
entonces dize, que es suya; Hoc nunc.
Y no pudiendo sufrir el coraz�n, que solamente la aclamase, lo anima a que la
requiebre dulcemente; protestando en su amor assistencias perpetuas. Fue cosa
grande, que si Adan contemplando conocia, agora despierto se declare, y en la
propria prenda suya muestre singulares aplausos de que sea suya, dedic�ndole
toda su voluntad.
⇨ Yo, y todos (1) mis antecessores
hemos sido Adanes dormidos posseyendo a esta Eva segunda en el Parayso de su
Guadalupe Mexicano, entre las milagrosas flores q. la pintaron, y en sus
fragrancias siempre la contemplavamos admirados.
_______
(1) Diez y ocho a�os despues, cosa rara, ya
habia muchos testigos que no habiendo sido capellanes, no habian sido Adanes
dormidos.
_______
Mas agora
me � cavido ser el Adan que � despertado para que la vea en estampa, y relacion
de su Historia; formada, compuesta, y compartida, en lo prodigioso del milagro;
en el sucesso de su aparicion; en los mysterios que su pintura significa; y en
breve mapa de su Santuario, que habla ya decifrado lo que antes call� tantos a�os:
�60�
puedo
decir lo que Ad�n Hoc nunc os ex ossibus
meis, que aunque ya era mia por el t�tulo de su Vicario, agora
gloriosamente posseedor publico m i ventura, y me reconozco obligado � mayores
affectos, cuydados, y veneraciones en su amor, y su culto, convidando, avisando
y animando a todos con las proprias palabras de Adan Quamobrem relinquet homo patrem et matrem, et adhaerebit uxori suae.
Que deven todos dexar Padre, y Madre, por venir a contemplar, y assistir a vna
Imagen tan milagrosa de MARIA. Vea Vmd. como pude escusar escrivir este papel
en nombre mio, por interesado, de que en mi tiempo (1) salga a luz Historia tan
desseada. Y en nombre de aqueste Santuario a quien � servido de escriviente,
que recibi� dictados sus mysterios. Los parabienes que puedo dar a vmd. de tan devoto, y bien empleado estudio, los cifro con dezir:
Es el mas venturoso Criollo de toda nuestra nacion, pues quiso la Virgen
guardarle dicha tan soberana como esta, y que fuesse Autor de tal escrito,
dexando con �l en la Imagen vn vinculado mayorazgo de piadosas memorias; porque
forzosamente todos los que llegaren, y advirtieren algo de tanto particular
como en la pintura explica vmd. han de dedicarle de
nuevo a la Virgen, y en particular los Ministros que la assistieren como yo;
�61�
pues su
disignio, desvelo y ocupacion se encamin� solamente a el servicio de aquesta sacratissima
Madre, implorando su misericordia. Ella d� a vmd. los consuelos espirituales, y
temporales que puede, para poner en estampa el asumpto tan vtil, dulce, y
amoroso como es el de las Nouenas de
Guadalupe, que su devocion tiene pensadas, y dispuestas; en que tengan los
que asistieren en este Santuario, vn manual exercicio para el esp�ritu. No se
me puede negar, que con este breve papel acompa�e la Historia; y en ella a mi
Eva querida MARIA Virgen, con nuevos reconocimientos de mi felicidad, en que
sea mia; y nuevos rendimientos de mi obediencia en que soy suyo. Guadalupe, y
Iulio 2 de 1648. A�os.
De vmd.
Amigo, y Capellan Q. S. M. B. Licdo. Luis Lazo de la Vega."
_______
[1] Siglo de nimia credulidad y en el cual sin
criterio se aceptaba todo portento. Uno de los aprobantes de la obra del P. Sanchez,
Fr. Pedro de Rozas, decia: "que le alcanz� � Sanchez su RARA devocion el
entender el milagro y aprovech�ndole, nos lo declara aprovech�ndonos."
_______
III
CAT�LOGO DE AUTORES
QUE NO FAVORECEN LA LLAMADA TRADICI�N
1.� D. Fr. Ju�n de Zum�rraga, franciscano y
primer obispo de M�xico. No menciona la aparicion, en que se le hace desempe�ar
un papel tan importante, en las siguientes obras suyas � de otros publicadas
por su mandato.
"Breve
y mas compendiosa doctrina christiana en lengua mexicana y castellana. 1539 en
Tenuchtitlan, M�xico."
"Manual
de adultos.� M�xico,� 1540."
�62�
"Doctrina
breve muy prouechosa de las cosas que pertenecen � la f� catholica. M�xico,
1543."
"Tripartito
de Juan Gerson. M�xico, 1544."
"Compendio
breve de las procesiones. M�xico, 1544."
Tampoco en
la segunda edici�n: �sta es notable porque el prelado declama contra las danzas
en los templos.
"Doctrina
cristiana para instrucci�n � informacion �de los indios. M�xico, 1544."
"Doctrina
cristiana en que en suma se contiene todo lo principal y necesario que el
cristiano debe saber y obrar. M�xico, 1545 � 46."
"Doctrina
mas cierta y verdadera para gente sin erudici�n ni letras. M�xico, 1546."
"Regla
cristiana breve. M�xico, 1547." Aunque obra asc�tica, habla de milagros, y
podia haber referido el que todos [?] sabian le habia acaecido con la aparici�n.
"Doctrina
cristiana en lengua mexicana. M�xico, 1547."
"Doctrina
cristiana en lengua espa�ola y mexicana." M�xico, en Enero de 1548.
Cartas,�
de 1531 en adelante.
Se cuenta que escribi� una � sus hermanos
del convento de Victoria refiriendo la Aparicion; carta que vi� un Padre
Mezquia, quien prometi� sacar al menos una copia; pero al volver � Nueva
Espa�a, para disculparse ante los que le exigian el cumplimiento de su oferta,
sali� con un oportuno � imaginario incendio del dicho convento, cuando iba �
buscar esa so�ada carta.
"Pastoral
� exhortaci�n � los religiosos mendicantes para que pasasen � trabajar en la
copiosa mies que les ofrecia la Nueva Espa�a, la conversion de los
indios."
�63�
Brillante
oportunidad era esta para animarles, refiriendo el Non fecit taliter omni nationi, pero ni la mas leve indicaci�n. (1)
_______
(1) Estas palabras de un salmo y que CUENTAN,
entre otros el moderno autor de "La Virgen del Tepeyac, patrona principal
de la Naci�n Mexicana," Guadalajara 1884 [p�g. 195 y 304] que las profiri� Benedicto XIV al ver la
imagen de Guadalupe, no solo se han aplicado � esta: las hallamos en la
"Historia del divino mysterio del Sanctissimo Sacramento de los corporales
de Daroca," en Zaragoza en 1590, Cap.
octavo, p�g. 45 (vuelta). En el oficio propio de la Virgen de la
Merced concedido por Sixto V en 1587, en
la ant�fona 5�. de V�speras y en los responsorios de la Tercia
y Sexta. Tambi�n � N. S. del Pilar, y, once a�os antes que ocupara el solio
pontificio Benedicto XIV, � la misma Virgen de Guadalupe en una estampa que
tiene la obrita "La Octava Maravilla, y sin segundo milagro de M�xico,
perpetuado en las Rosas de Guadalupe, por el P. Juan Carnero S. J. impreso en
M�xico ⇨ 1729," al pi� se ven el Non fecit &. y � los lados Signum magnum apparuit in coelo: mulier amicta sole et
luna sub pedibus ejus. El P. Florencia,
Cap. X, � III, que escribia � fines del siglo XVII, dice: "Solo M�xico se
alza por privilegio especial desta Sagrada Imagen, con el blazon singular
Non fecit &." Hechas estas
aclaraciones, no es veros�mil que pronunciara las dichas palabras por vez
primera ese Papa, � quiz� las dirigi� en tono ir�nico � la de Guadalupe.
_______
Carta � la
Emperatriz, Noviembre 25 de 1536.
� "��
al Consejo de Indias, Febrero 8 de 1537.
� "��
al Emperador, Febrero 13 de 1537.
� "��
al Consejo, Noviembre 24 de 1537.
�64�
Carta �
Juan de S�mano, Diciembre 20 de 1537.
� "��
al Emperador, Abril 17 de 1540.
� "��
al mismo, escrita en uni�n de los PP. Hojacastro y Soto, Octubre 4 de 1543.
� "��
al Consejo, Marzo 28 de 1544.
� "��
al Pr�ncipe D. Felipe, Junio 2 de 1544.
� "��
al mismo, escrita en union del P. Betanzos, Febrero 21 de 1545.
� "��
al Emperador, de fines de Marzo de 1547.
� "��
al Pr�ncipe D. Felipe, Diciembre 4 de 1547.
��"�� al Lic. D. Francisco Sandoval, Noviembre 12
de 1547.
� "��
al Pr�ncipe D. Felipe, Febrero 18 de 1548.
� "��
al Emperador, Mayo 15 de 1548.
� "��
al mismo, Mayo 30 de 1548.
� "��
al Ilmo. Sr. las Casas, Junio 2 de 1548 (v�spera del fallecimiento del
Sr. Zum�rraga).
En ninguna
de estas cartas se encuentra tampoco la menor indicaci�n de las supuestas
apariciones.
"Tres
cartas familiares, publicadas en el bolet�n de la Real Academia de la Historia,"
en esta 1885: en la carta que escribi� en 1541 se leen estas palabras altamente
significativas del Sr. Zum�rraga: "y en
Ocuituco hago un oratorio para acabar ALLI mis d�as." Si fuere cierta
la aparicion dir�a: para acabar en la ermita de Guadalupe mis dias, como se
cuenta del gigante Juan Diego, agraciado con igual favor, que termin� los suyos
all� y donde habia sido sepultada tambi�n su mujer desde 1529, segun Conde y
Oquendo. (1)
_______
(1) Numero 103, p�g 135, Tom. 1, edici�n de
M�xico 1852, dice as�: �aunque la muger de aquel, Maria Lucia, habia fallecido el de 1529, (contradiciendo
� Becerra Tanco que dice vivia cuando la aparicion) y su tio Juan Bernardino en
el de 1544� los TRES fueron sepultados en la ermita." Como no se dice si
fueron exhumados las restos de Maria Lucia, conf�rmase
que la ermita exist�a ya en 1529 y por tanto es falso que su origen fuese
debido � la aparicion; esta no fue tampoco en 1531 por 1�. vez
segun el mismo autor, pues sigue diciendo: �Ti�nese por cosa cierta entre los
naturales, haberse aparecido � AMBOS consortes la Sma. Virgen � la hora de su
muerte."
_______
�65�
Existen
adem�s publicados otros documentos sobre varios asuntos, pero en ninguno la mas ligera indicaci�n de la
Virgen de Guadalupe. Tan significativo fu� su silencio en sus escritos como en
sus hechos. En su testamento y memoria testamentaria [publicadas] que
originales existen en la Academia de S. Carlos de M�jico, no deja un solo
maraved�, ni ornamentos, ni un recuerdo para la ermita � para el afortunado
gigante. Los apologistas dan tal importancia � esos legados que los quieren
hacer pasar como pruebas fehacientes de la aparici�n. (Los testamentos de
Lomel�n, Juana Martin, � Gregoria Maria &.) �Qu� dir�n de esta conducta del
Sr. Zum�rraga? Aun m�s, sus restos no se enterraron tampoco en la ermita como
los del mencionado gigante; �cu�n ingrato fu�! pero mas se conoce su ingratitud
(en el supuesto de ser cierta la aparicion), cuando guard� la maravillosa pintura
en una miserable ermita, as� puede
calificarse, pues fu� construida en 15 dias. Cuentan en efecto, que el segundo d�a de pascua de Diciembre [el
26] del mismo a�o de 1531 se traslad� all� el milagroso ayate.
�66�
Merecia
bien el suspender la construcci�n de la Iglesia mayor que tenia entre manos S. Se�or�a
y colocarlo en el TEMPLO como se lo habia manifestado, por medio de Juan Diego,
la Aparecida, y no tan presto y en tan ruin lugar como era la ermita. (1)
_______
(1) Un autor nada sospechoso de
antiaparicionista, D. Cayetano Cabrera y Quintero, en su "Escudo de
armas" M�xico 1746 Lib. III,
cap. XVII, p�g. 351, n�mero 700: negando que el Sr. Zum�rraga trasladase en 1531
la imagen � la ermita: (por el contrario Conde y Oquendo, cap. II �
9, confiesa que ya existia la ermita) dice:
"No poco apoya el pensamiento aver aun tradicion transferida de Padres �
hijos, de que algun tiempo estuco en la Cathedral la Sta. Im�gen colgada SOBRE
UNA PUERTA, casi desatendida, y expuesta � las telas de ara�a, � injurias del
polvo."
Luego, fu� todav�a m�s ingrato, pues la vi� con
tal desprecio que no la coloc� en un altar sino sobre una puerta, y con tal
descuido, como dice este autor.
Segun Becerra Tanco, Juan Diego oy� EN LA
CUMBRE del cerrillo la m�sica que le record� el paraiso de sus mayores; despues
oy� que lo llamaban (� gritos, para que se percibiera la voz desde la cumbre),
SUBIO y se le mand�: "que me labre UN TEMPLO EN ESTE SITIO."
Despues le repite: "es gusto mio que me
edique UN TEMPLO EN ESTE LUGAR. "
No se cumpli� pues la orden, y fue desobediente
el Sr. Zum�rraga poniendo la imagen en una ermita y �sta no en la cumbre, sino
abajo donde hoy est� la Parroquia. Quiz� tendria otra aparici�n, para hacerlo
as�, pero ning�n apologista la refiere, y por tanto subsiste el cargo que se le
hace al Prelado. Si pues, como dice Conde y Oquendo, ya existia la ermita donde
se coloc� imagen, no se cumpli� la orden por no haberse procedido � edificar el
templo en la� cumbre, sino hasta 1660 una ermita � espensas de Crist�bal Aguirre (despu�s que apareci� el
libro de Sanchez), y la iglesia de b�veda hasta principios del siglo XVIII que
la hizo el Pbro. D. Juan Mont�far.
Del obispo Zum�rraga refiere el P. Andres Cavo,
mejicano y de la Compa��a de Jesus, en �los Tres siglos de M�xico" impreso
alli en 1836 p�g. 143, hablando de la peste que afligi� � la ciudad de M�jico en 1545 y 1546: �no dudo que por sus oraciones
ces� aquel azote.� Otro jesuita, el P.
Florencia, que escribi� � fines del siglo XVII, entre varios cuentos de que
est� plagada su "Estrella del Norte" pone uno (cap. XIX) que aprendi� de su maestro D. Miguel Sanchez, (solo que este cambi� el a�o asegurando fue en 1544 la peste, como puede verse en la foja 83 de su libro) quien dice que para aplacar la ira divina sali� una procesion de ni�os
y ni�as desde el convento de Tlatelolco � la ermita. Lo que no supo su hermano
Cavo, como queda dicho, ni en los anales ind�genas de que despu�s hablaremos se
halla. Otro cuento es, que sabia el P. Florencia
despu�s de mas de un siglo los secretos de la conciencia del gigante Juan Diego,
afirmando habia hecho voto de castidad.
_______
�67�
2.� El primer obispo de Tlaxcala, Fr. Juli�n
Garc�s, dom�nico, contempor�neo del Sr. Zum�rraga, en su carta de 1537 �
Paulo III, que se halla en el libro primero p�g. 132 � 138 de la "Historia
de la fundaci�n� de la Provincia de Santiago de M�xico de la orden de Predicadores
por el Mtro. Fr. Augustin D�vila Padilla, Bruselas 1625," en la cual trata
de probar la capacidad de los indios y su aprovechamiento en la religi�n de
Cristo, ignor� la aparicion con que habia sido favorecido uno de ellos en 1531:
�68�
le habria
venido de molde cont�rsela al Papa � al menos esa solicitud en ir � buscar
confesor donde no lo habia (V. la nota de la p�g. 45) (1) y andar tanto para
oir una misa sabatina, no acudiendo � la que se decia en la iglesia de su
pueblo Cuautitlan, (no Tolpetlac como invent� Becerra Tanco en su 2� edici�n y
siguientes) y mereciendo por esto un favor tan grande como jugar �
escondidillas con la Madre de Dios, y que diese pruebas de su profundo conocimiento
en la religi�n cristiana, pues que al oir el concierto de pajarillos esclam�: �Por ventura he sido trasladado al paraiso
de dele�tes que llaman NUESTROS MAYORES origen de nuestra carne, jardin de
flores � tierra celestial oculta � los ojos de los hombres? (palabras textuales
que trae Becerra Tanco.)
_______
�(1) El
P. Motolin�a, que escrib�a en 1541, corrobora
con su autoridad nuestra nota de la p�g. 45; en el Tratado III cap. VI p�g. 176, hablando de la ciudad de M�jico, dice: "asiste la presencia divina
en el Smo. Sacramento as� en la iglesia catedral como en TRES monasterios que
en ella hay, de agustinos, dom�nicos y franciscos." Luego aun no habia el
de Tlatelolco, y bien se sabe que en todo monasterio, la presencia divina es
indispensable para los que moran en ellos.
En la vida del Sr. Zum�rraga (L. V. Pte. I. cap. XXVIII) dice Mendieta: "Prove�a abundantemente lo
necesario � las enfermer�as de los TRES conventos de M�xico, QUE EN AQUEL
TIEMPO NO HABIA OTROS." Motolin�a, en el Trat. III cap. XII confirma
igualmente que en Tlatelolco solo desde el a�o de 1537 hubo
dos frailes, segun el cedulario de Puga, con estas palabras: "adonde ahora
est�n los colegiales con DOS frailes que los ense�an y con un bachiller indio
que les le� gram�tica." Del mismo Mendieta es lo que se halla en una carta
de 1.� de Enero de 1562 que est� en el tomo II de la "Coleccion
de Documentos para la Historia de M�jico, publicada por Joaquin Garc�a
Icazbalceta, M�xico, 1866" p�g.
542, que a�ade el elogio del Arzobispo
Mont�far de nuestra segunda nota de la p�g. 47 ��el se�or arzobispo de M�xico, que con ser tan sabio como es, y
letrado, y de su natural condicion un manso cordero, recien venido de Espa�a,
por algunos a�os que ha sido nuevo, no ha habido tigre para con nosotros mas
fiero, hasta que poco � poco ha venido � caer en cuenta de los negocios por
curso de tiempo; mas es el negocio que para cuando se viene � caer en estas
cuentas ya tenemos todos quebradas las cabezas."
�_______
�69�
3.� El Ilmo. fr. Bartolom� de las Casas,
dom�nico, segundo Obispo de Chiapas, tambi�n contempor�neo de los anteriores,
aunque consagrado en 1544 en Sevilla habia estado ya en M�jico en 1539. Se han
publicado un sin n�mero de sus escritos; mucho trabaj� en la defensa de los
indios: muy bien le habria servido en su causa referir esa aparici�n hecha �
uno de ellos. Tambi�n la dej� sepultada en el tintero.
4.� El obispo de Sto. Domingo D. Sebastian Ramirez
de Fuenleal, que pas� � M�jico precisamente en 1531 llegando el 23 de
Setiembre con el car�cter de Presidente da la 2� Audiencia; y sus compa�eros
(entre ellos el celeb�rrimo D. Vasco de Quiroga, que despues fu� el 1er. obispo
de Michoac�n y tan amante de los indios) desde Enero de dicho a�o, para
sustituir � la 1� que fu� tan hostil al Sr. Zum�rraga. No solo pudo sino debi�
referir ese portento, supuesto que otros apologistas cuentan que �l traslad� la imagen guadalupana en 1534. Lo call� en
las siguientes cartas publicadas, (Coleccion de documentos de Indias), y
dirigidas al Emperador:
�70�
Abril 30,
Julio 10, Setiembre 18, Noviembre 3 de 1532. Permaneci� en la Nueva Espa�a
hasta 1535, que entreg� el gobierno al 1er. Virey D. Antonio de Mendoza.
5.� El conquistador Hernando Cort�s, ni en
su carta al Emperador, de 20 de Abril de 1532, ni en las dem�s desde 1533 �
1547, hace la m�s leve indicaci�n de un suceso tan extraordinario.
Se nos dir�
que en otras cartas �l y los anteriores lo refiririan. Debemos advertir que
escribimos en vista de lo cierto y conocido, y nuestro juicio se funda en documentos
reales, no ficticios. Publ�quenlos los contrarios y no tendremos inconveniente
en llamar � estos y � los siguientes consumados aparicionistas.
6.� El Arzobispo Montufar, dom�nico. Vemos
en el tomo IV de los "Documentos in�ditos del Archivo de Indias,"
impreso dicho tomo en �sta en 1865, p�g. 491, una relaci�n que este Prelado
envi� al Consejo Real sobre tributos y otros asuntos referentes � las �rdenes religiosas
[Mayo de 1556]. Ni la m�s leve indicaci�n de Guadalupe; al contrario, en ella,
[p�g. 501] lamenta que los indios sigan en la idolatria: "Especialmente, [dice], aun no est�n muy libres de volverse algunos
al v�mito de sus idolatr�as, no digo en las sierras y montes, donde son muy
comunes pero AQUI EN MEXICO Y CERCA DE MEXICO los hallamos." �Se refiere � la Tonantzin? Podia ser, pues aun hasta ese mes, no le habia increpado
su tolerancia el P. Bustamante. En el tomo XIII impreso en 1870, se encuentra
una petici�n hecha � la Audiencia de Nueva Espa�a, que firm� �l y otros cinco
obispos sobre puntos de gobierno eclesi�stico (1565).
�71�
Tampoco
nada que indique la aparicion, pero s� que continuaban las idolatr�as de los
indios nuevamente convertidos.
Nuestro
corresponsal el Sr. Agreda nos escribe que tiene en su poder la Descripci�n que
este prelado hizo del arzobispado, siendo muy notable que refiriendo las
iglesias y ermitas que en �l habia,
omiti� la de Guadalupe.
El Dr.
Uribe (Disertaci�n Hist�rico Cr�tica de N. S. de Guadalupe, impresa en M�jico,
1801 p�g. 63) refiri�ndose � Martin de Aranguren, llama al Sr. Mont�far patr�n
y FUNDADOR de la ermita de Guadalupe.
Esto viene � corroborar que hasta su tiempo se hizo, puesto que, como despu�s
se dir�, di� salud la Virgen � un ganadero y empez� � crecer la devocion de la gente; como lo evidencia la
anterior informaci�n llam�ndola nueva
y de ayer en 1556; y corrobora
tambi�n ser falso que el Sr. Zum�rraga la hiciera con motivo de la aparicion.
En los
Anales de M�jico y sus contornos, que pertenecieron � la biblioteca de D. Jos�
Fernando Ram�rez, vendida en Londres 1880, Ms. original y del que nuestro
corresponsal nos remiti� algunos calcos, se halla lo siguiente: "1556 XII
Tecpatl. Hual motemohui yn cihuapilli
tepeyacac zaye ycuac popoca citlalin." Cuya traducci�n es esta:
"1556 XII Pedernal, cuando baj�
la Virgen � Tepeyacac (punta de los cerros) y cuando tambi�n exhal� vapor la
estrella."
Por
supuesto, como se dir� en otro lugar, en estos anales ni una palabra de la
revelaci�n � los Juanes y Bernardino en el a�o de 1531 � sea XIII Ca�a.
Que tambi�n
sirva esto para corroborar mas y mas el dicho de los
testigos de la informacion �anterior.
�72�
7.� El primer virrey, D, Antonio de Mendoza, enmudeci� como los
anteriores, tanto en su carta al Emperador del 10 de Diciembre de 1537 como en
las siguientes. En las ridiculas informaciones de 1666 que conocemos por haber
en nuestro Real archivo una copia, y que con raz�n nunca se han publicado, se
leen estas solemnes mentiras de Fr. Pedro Oyanguren y de D. Miguel Sanchez,
aseguradas bajo juramento: "que este Virey asisti� � la traslaci�n de la
im�gen � la ermita (1531) y que iba en la procesi�n de pontifical y en uni�n de
ambos cabildos, el Sr. Zum�rraga." El Virrey lleg� en 1535, el Sr. Zum�rraga
se consagr� hasta 1533 y la erecci�n del cabildo eclesi�stico fue hasta 1536.
Por este y otros ejemplos se conocer� el cr�dito que merecen.
8.� El segando virrey, D. Luis de Velasco,
sigui� mudo como sus antecesores en sus cartas que hemos consultado, desde la
del 12 de Julio de 1552 hasta la del 26 de Febrero de 1564.
9.� El tercer virrey D. Mart�n Enriquez.
Este rompi� el silencio, estando en completo acuerdo con la anterior informacion,
de 1556. En su carta al rey del 23 de Setiembre de 1575, contestando una real
c�dula del 15 de Mayo del mismo a�o, decia: "quel a�o de 55 � 56 estaua
alli (en Guadalupe) una ermitilla, (nada del TEMPLO mandado por la Madre de
Dios que se hiciera; ya podia haberse hecho algo en 25 a�os) en la cual estaua
la im�gen que aora est� en la iglesia, y que un ganadero (se llamaria quiz� Juan
Diego) que por all� andaua, public� auer cobrado salud yendo (�) aquella
hermita y EMPEZ� � crecer la deuocion de la gente, y PUSIERON nombre � la ymagen
Nuestra Se�ora de Guadalupe por dezir que se parec�a � la de Guadalupe de
Espa�a." (Cartas de Indias, � LVI, p�g. 310.) Asi lo dicen tambi�n los
testigos de nuestra informacion.
�73�
En la p�g.
4 l�nea 14 de ella, entre otras cosas que ya conoce el lector, se halla esto:
"al primero que sali� con este milagro;" n�tese que no dice con esta aparicion:
Ese milagro viene � apoyar lo que refiere este Virrey.
10.� Los obispos que asistieron � los tres Concilios
Provinciales fueron tambi�n mudos sobre la aparici�n como los de las juntas de
1537 y de 1546. Pucliendo y debiendo hacer alguna indicaci�n para informar al
rey y que solicit�ra de la S. Sede su aprobaci�n y declarase Patrona � la
Virgen pintada sobrenaturalmente, como se hizo hasta 1666, no lo hicieron;
�ignoraron � no creyeron tan singular portento?
11.� Los historiadores regulares anteriores � 1648 no hacen
menci�n de la maravilla del Tepeyac. Veamos � los franciscanos.
El P.
Motolinia, en el tratado I, cap. XIV de su Historia de los indios de Nueva
Espa�a," escrita en 1541 � impresa en M�jico hasta 1858, p�g. 75 y 76,
dice: "Estos (indios) nunca vieron lanzar demonios, ni sanar cojos, ni
vieron quien diese el oido � los sordos, ni la vista � los ciegos, NI RESUCITAR
MUERTOS." �Y el resucitado en las salomas militares cuando la traslaci�n
de la imagen � la ermita? Cuento.
El P.
Sahag�n, en el cap. II del Libro VIII, s� habla, pero no de la verdadera Madre
de Dios, sino de la Cihua Coatl, en
los a�os (de 1528 � 1531) que era gobernador de Tlatelolco D. Mart�n Ecatl, con
estas palabras: "el diablo que en figura de muger andaba, ya parec�a de
d�a y de noche." A esa Cihua Coatl,
segun el mismo autor en el Lib. I, cap. VI, tambi�n la llamaban Tonantzin.
�74�
Estas
apariciones sin duda dar�an materia al indio D. Antonio Valeriano para componer
una comedia con que festejar al Sr. Zum�rraga el 12 de Diciembre, aniversario
de su presentaci�n al episcopado, la cual se conservar�a en alg�n archivo, y
cayendo en poder del P. Sanchez la tom� como relaci�n verdadera de un suceso
que no hubo.
Public�
tambi�n su Salmodia en lengua mexicana, y en toda ella no se encuentra la
palabra "Guadalupe," ni el 8 de Setiembre, que era cuando se
celebraba la fiesta en la ermita, ni el 12 de Diciembre.
Este mismo
autor, en su Arte Adivinatoria, (que conocemos por haberla dado � luz el sabio
mejicano D. Joaqu�n Garc�a Icazbalceta en su Bibliograf�a Mexicana del Siglo
XVI, impresa en M�xico 1886) p�g. 317, col. 1, dice:
��en tan
poco tiempo y con tan poca lengua y predicaci�n y SIN MILAGRO ALGUNO, tanta
muchedumbre de gente se habia convertido." Sigue hablando del enga�o que
padecieron en creerla convertida, no siendo en realidad sino idolatr�a
simulada; concluye el p�rrafo: "asi
esta Iglesia nueva qued� fundada sobre falso, y aun con haberle puesto algunos
estribos, est� TODAV�A (en 1583) bien lastimada y arruinada."
El P.
Mendieta, en el cap. XXX, Lib. III, p�g. 250, dice: "Antes que nos metamos
en la materia de la administraci�n de los sacramentos� ser� bien decir algo del
EJEMPLO con que estos siervos de Dios (los frailes) y primeros evangelizadores
vivian y tractaban entre tanta multitud de infieles, que para su conversi�n fue
una viva predicaci�n ⇨ y supli� LA FALTA DE MILAGROS que
en la primitiva Iglesia hubo, Y EN ESTA NUEVA NO FUERON MENESTER�"
�75�
En el
pr�logo del Lib. V (p�g. 569) insiste en lo mismo: "pues bast� su vida
inculpable, SIN OTROS MILAGROS, para atraer � la fe los �nimos ind�mitos de
aquestos gentiles."
Por fin, en
el cap. XIV del mismo libro, (p�g. 598) vuelve � decir: "Y como estos
indios naturales de esta Nueva Espa�a con tanta facilidad y deseo recibieron la
fe, NO HAN SIDO MENESTER MILAGROS para la conversion de ellos."�Y el
resucitado en las salomas militares cuando se traslad� la aparecida imagen � su
ermita, y el quedarse pintada (al temple seg�n Sanchez � � la acuarela y oleo seg�n
el pintor Cabrera) en un ralo ayate de iztle en el que se puede cernir cualquier g�nero de tierra (como rezan
las informaciones de 1666), � en un lienzo crudo � Bramante de la Europa (como
dice Cabrera "Maravilla americana" � II)?
El P.
Torquemada, tampoco refiere la aparicion, aunque habla de la ermita expresada.
En el lib.
IV, cap. LXVII de su "Monarqu�a Indiana" impresa en esta hasta 1723,
pero que la escribi� � fines del siglo XVI, dice: "Sali� Cort�s de Tezcuco, par� en Tepeaquilla, que es aora Nuestra
Se�ora de Guadalupe. Lugar � una legua de M�xico."
Por este
pasaje se prueba solamente que el camino entre M�xico y Tetzcoco por tierra,
era al Norte de la Ciudad, teniendo necesariamente que pasar por Tepeaquilla: �
no ser que se quiera inventar que iba Cort�s a encomendarse � la futura
aparecida.
�76�
En el lib.
V, cap. XXVII, tratando de la salida del virrey marqu�s de Villa Manrique y
recibimiento del nuevo, D. Luis de Velasco el 2.�,
dice: que este "hizo noche en Nuestra Se�ora de Guadalupe, (Lugar donde
todos los vireyes paran y les hacen algunas fiestas) y de all� entr� en esta
ciudad, y � 25 de Enero (1590) fue recibido en ella."
En el mismo
lib. cap. LXXIV, hablando del arzobispo D. Fr. Garc�a
Guerra, dice: "sali� de la Hermita de Nuestra Se�ora de Guadalupe, donde
habia estado antes, en novenas." De esto se infiere que en 1611 era
santuario conocido y frecuentado de los virreyes y arzobispos.
En el lib.
VI, cap. XXIII, tratando de los dioses Tlaloca Tecuhtli y de otros, y de los
errores de los indios acerca de ellos, dice: "otro lugar ai cerca de esta
Ciudad de M�xico, que ahora se llama Nuestra Se�ora de Guadalupe� A estos
lugares venian muchas gentes � ofrecer sacrificios al dios Tlaloc y � los dem�s
dioses sus compa�eros."
En el lib.
X, cap. VII, tratando de como se convirtieron las fiestas de la ley antigua en
las de esta que gozamos ahora de gracia, dice: "En esta Nueva Espa�a, tenian
estos indios gentiles tres lugares en los quales honraban � tres dioses
diversos y les celebraban fiestas� Y en otro, que est� � una legua de esta
ciudad de M�xico, � la parte del Norte, hacian fiesta � otra Diosa, llamada Tonau,
que quiere decir: Nuestra Madre, cuya devocion de Dioses prevalec�a, quando
nuestros Frailes vinieron� queriendo remediar este gran da�o NUESTROS PRIMEROS
RELIGIOSOS, que fueron los que primero que otros entraron � vendimiar esta Vi�a
inculta, y � podarla� DETERMINARON DE PONER IGLESIA� y en TONANTZIN junto � M�xico,
� la Virgen Sacrat�ssima, que es Nuestra Se�ora y Madre� estas son las Fiestas
y ESTA LA INTENCION de averlas instituido, y con LA QUE DE PRESENTE las
celebran, AUNQUE NO TODOS LO SABEN."
�77�
Por esto se
evidencia que la ermita ya existia antes de 1531 y viene por tierra la creencia
de que su origen es debido � la aparicion.
En otros
tres lugares cita � Guadalupe. Lib. II, cap. III, hablando del viage de los
mexica � Tula, dice: "vinieron � Ecatepec� y de all� � Tepeyacac, donde es
ahora Nuestra Se�ora de Guadalupe." Lib. V, cap. LX, "dur� la obra de
esta calsada de Nuestra Se�ora (de Guadalupe) m�s de cinco meses." En el
cap. LXIII, hablando de la venida del Visitador Landeras de Velasco en 1607,
dice: que hizo parada "en Nuestra Se�ora de Guadalupe, (donde todos los
vireyes la hacen.)" Pudo haber usado siquiera de estas palabras: donde est� una maravillosa pintura, para
que pudiera contarse como autor aparicionista, segun los apologistas quieren;
mas vana es su pretensi�n.
En el Lib.
XX refiere profusamente la vida del Sr Zum�rraga desde el cap. XXX al XXXIV. Ni
la mas ligera noticia de la aparicion, ni de la
procesi�n quim�rica, ni de la ermita.
En las
Cartas de Indias, las hay de los PP. Gante, Valencia, Testera, de la Puerta, de
Santa Maria, Moguer, Toral, Coru�a y Navarro. Todos ocultan la aparici�n.
Fr. Diego
Valad�s, mexicano, en su Ret�rica
cristiana, impresa en Perusa en 1579, trata en la 4� parte de las cosas
memorables del Nuevo Mundo. �Se puso de acuerdo con sus hermanos de h�bito por
miedo al Provincial Bustamante, muerto en 1562, para no referir la m�s
memorable?
�78�
Fr. Alonso
Ponce, en la Relaci�n de su viage � Nueva Espa�a en 1584, adonde fue con el
elevad�simo car�cter de Comisario general de su Orden, la cual Relaci�n se imprimi�
en �sta hasta 1872, en el tomo primero, p�g. 107, habla de la "ermita � iglesia llamada de N. S. de Guadalupe�
Pas� por all� DE LARGO el padre
Comisario." Esto quiere decir, que si hubiera habido la aparici�n
habr�a entrado � conocer esa maravilla. En la p�g. 182 vuelve � tratar de
Guadalupe, para referir que en aquel sitio hacian alto los virreyes antes de
entrar � M�jico. (Lo mismo que dice Torquemada y queda referido). El que all�
se detuvieran sus Excelencias, no puede probar la aparici�n, pues antiguamente
el camino carretero desde el puerto
de la Veracruz � la capital del virreinato, pasaba por aquel lugar, y antes de
hacer su solemne entrada tomaban descanso y recibian las primeras visitas en
ese sitio, que tan poco distaba de la ciudad.
El general
de la Orden, Fr. Francisco Gonzaga, en su obra "De Origine Seraphicae
Religionis Franciscanae." Roma
1587, comienza la Parte IV precisamente con la vida del Sr. Zum�rraga, Toda la
supo, menos que logr� la dicha de tener en su PALACIO y oratorio, antes de
poder gozarlo por no ser obispo consagrado, una imagen de la Madre de Dios
maravillosamente pintada; que le mand� construir, no un templo sino una
bas�lica de adobes; que tenia familiares y mozos este humilde hijo suyo; pero
para no desdecir de su Ser�fico fundador, llevaba las vestiduras pontificales
(que no pod�a a�n usar) en la procesi�n, caminando descalzo en medio de ambos cabildos
y el virey Mendoza y el obispo Fuenleal� como queda dicho.
�79�
El P. Fr.
Juan Bautista, que vivi� en M�jico, entre otras obras, public� en 1606 unos
sermones en mexicano. No menciona la aparici�n en ninguno de ellos, ni a�n la
palabra Guadalupe. Lo mismo se ve en las obras en castellano y mexicano del P.
Fr. Alonso de Molina del siglo XVI.
Fr. Antonio
Daza, en su "Chronica general de S. Francisco y su apost�lica Orden,"
Valladolid 1611, en la Quarta parte,
Lib. II, caps. 44 � 47 inclusive, escribi� la vida del Sr. Zum�rraga, y ni una
palabra de la famosa aparicion.
Este mismo
autor di� � luz en esta Real Villa en 1621, el "Libro de la Pur�sima
Concepci�n de la Madre de Dios." En el cap. VI, fol. 43 vuelto, dice:
"y el santo frai Juan de Zum�rraga, prouincial desta Santa prouincia de la
Concepci�n y primer arzobispo de M�xico, fue gran predicador de este mysterio [la Concepcion] y deuotismo d�l.� En
buena l�gica no cabe que con esto quiera entenderse que era devoto de la
Guadalupana, como erroneamente lo deduce el apologista Conde y Oquendo, N. 496,
pues entonces lo serian los frailes que el Padre Daza cita antes y despu�s.
Fr. Arturo
de Monasterio hizo menci�n del Sr. Zum�rrraga en su "Martyrologium Franciscanum,"
[Par�s, 1638, en fol, dia 14 de Junio], y en la nota b, que es bastante
extensa, escribi� la biograf�a del mismo prelado. Refiere, entre otras cosas,
su amor � los indios, los beneficios que les dispens� y su familiaridad con
ellos; mas nada se encuentra all� de las supuestas apariciones de la Sma.
Virgen, ni de su imagen de Guadalupe.
�80�
En el tomo
6�, p�gs. 152 � 156 del "Leggendario Francescano," escrito por el P.
Fr. Benito Mazzara y a�adido por el P. Fr. Pedro Antonio de Venecia, (12 tomos
en 4�, impresos en Venecia en los a�os de 1721 y 1722) se puso en el dia 14 de
Junio la vida del Sr. Zum�rraga. Tampoco se encuentra en ella la menor noticia
de las dichas apariciones, ni se menciona la santa imagen, sin embargo de ser
esta edici�n del Leggendario la tercera que se hacia.
Hubo otro
franciscano, Fr. Mart�n del Castillo, que imprimi� en G�nova, 42 a�os despu�s
de Sanchez, su "D�bora" y que habia residido en la entonces Nueva
Espa�a mucho tiempo: fue guardian y provincial all�, por tanto no debia ignorar
el cuento de la aparici�n; sin embargo, en la dicha obra, al mencionar � la
Virgen de Guadalupe lo hace no como aparecida, y habla de los indios (con
relaci�n � la Virgen), pero nada dice del gigante Juan Diego.
Ciertamente
que es de mucho peso este silencio entre los franciscanos, que fueron los que
mas trabajaron en la conversi�n de la ciudad de M�xico y sus contornos; pero
igual lo hallamos en los escritores de las dem�s religiones.
Los dom�nicos. Ya queda dicho que hubo tres
obispos de esta orden enteramente mudos en este asunto; veamos ahora los
sacerdotes.
Hemos
citado al P. Fr. Agust�n D�vila Padilla, mejicano, que en su Cr�nica no habla
para nada del portento de Guadalupe.
Fr. Diego
Duran, tambi�n mejicano, en su "Historia de las Indias de Nueva
Espa�a" que escribi� en el siglo XVI, pero que no se imprimi� hasta 1867
el tomo primero y en 1880 el segundo en M�jico, no hace menci�n del milagroso
origen de la Guadalupana.
�81�
En las
copiosas l�minas que acompa�an al texto, se puede ver que las tilmas de los
indios no les llegaban � estos mas que hasta las
corvas, lo que justifica la apreciaci�n que en nuestra Advertencia hicimos y
despu�s hemos repetido al llamar gigante � Juan Diego. �C�mo pudo retratarse
una imagen de seis palmos y un jeme (medida que da el P. Florencia, cap. XXIV)
en una tilma que no tendr�a � lo sumo sino vara y media? El dom�nico Oyanguren
confirma esto en las informaciones de 1666: "� la quarta pregunta dixo que
la tilma en que qued� la milagrosa Imagen� era� seg�n las dichas tradiciones y
noticias EL CAPOTE � ferreruelo de que usaba el dicho Juan Diego indio, y con
que se cubria todo el cuerpo HASTA LA RODILLA, traxe de TODOS los dem�s indios,
que ha �vido, y hay en esta Nueva Espa�a." Aun tenemos otro fundamento,
pero io expondremos al hablar de Tezozomoc.
El P. Fr.
Juan de la Anunciaci�n, escribi� � imprimi� en M�jico el a�o de 1577 su
Sermonario mexicano y catecismo castellano y mexicano. Omite en ambos la aparici�n,
lo mismo que en su "Doctrina christiana" publicada dos a�os antes.
El P. Fr.
Mart�n de Leon public� en 1611 su "Camino del cielo." Solamente habla
de Guadalupe en la p�g. 96 diciendo: "en el CERRO donde est� Nuestra
Se�ora de Guadalupe, adorauan vn Idolo de una diosa q. llamauan Tonantzin, q. es nuestra madre, y este mismo
nombre dan � Nra. Se�ora, y ellos siempre dizen q. van � Tonantzin, � q. hazen
fiesta � Tonantzin, y muchos dellos lo entienden por lo antiguo y no por lo
moderno de agora, q. es como dixe de la de Tlaxcallan Iglesia de Santa Ana por
vna diosa que llamauan Tocitzin,
nuestra ag�ela."
�82�
Lo
referido, dice este autor que es la 3� disimulaci�n que el demonio les ofreci� � estos indios, para poder disimular con algunas
idolatr�as � vista de los Espa�oles y ministros para huyr de ser conoscidos.
Al leer esto, ocurre luego que con razon declamaba tan en�rgicamente el P.
Provincial Bustamante contra la nueva devoci�n de la ermita, y que esto mismo
dijo el P. Sahag�n.
Tambien
hubo un Predicador General entre los dom�nicos que pudo y debi� escribir esa aparici�n.
Fr. Alonso Fernandez, public� en Toledo el a�o de 1611 su "Historia
eclesi�stica de nuestros tiempos que es compendio de los excelentes frutos que
en ellos, el estado eclesi�stico y sagradas religiones han hecho y hacen en la conversi�n
de id�latras y reducci�n de herejes." Largamente se ocupa de Nueva Espa�a
y del Sr. Zum�rraga; pero las maravillas del ayate no llegaron � su noticia,
pues no las refiere.
Fr. Antonio
de Remesal, gallego, en su "Historia general de las Indias occidentales y
particular de la gobernaci�n de Chiapa y Guatemala," impresa en �sta en
1619, se ocupa del Sr. Zum�rraga y de todo, menos de la aparici�n.
Los agustinos. Fr. Juan de Grijalva, nacido en Nueva Espa�a,
en la Cr�nica de su Provincia, impresa en M�jico, 1624, � pesar de que en la
Edad 2� cap. XV, foja 85 frente, columna 2� habla de Virgenes aparecidas, aun de nuestra Guadalupana de Extremadura, ni
la mas leve indicaci�n hace de la suya que la tenia � tan corta distancia: en
ocasi�n tan favorable, call�, como todos los que van referidos, ese ruidoso
asunto. En la Edad 1�, cap. VI, foja 11 frente, col. 1�, se lee: "Llegaron
(los agustinos), como digo, � M�xico � siete de Junio a�o de 33� "
�83�
En la misma
Edad 1�, cap. VII, foja 11 frente, col. 2�, escribi� as�: "�pusieron en pl�tica
de que fundassen (los agustinos) convento en M�xico, y los que mas lo desseavan
eran los se�ores Presidente y Oydores: pero no se resolvian, por las cedulas
que ya referimos, en que su Magestad prohibia que no fundasemos en M�xico,
pareci�ndole � su Magestad que aviendo ya dos conventos en M�xico, que eran los
de nuestro Padre santo Domingo y nuestro Padre S. Francisco (nada del de Tlatelolco), no podrian los
vezinos sustentar otro tercero convento�" En el cap. XXIV de la misma Edad
1�, hablando de los milagros obrados con intervenci�n de los agustinos,
refiere, entre otros, que llev�ndose un rio al P. Fr. Nicol�s de Vite, se le
apareci� en la orilla nuestra Se�ora y d�ndole la mano le sac� del peligro. Podria
alegarse que si no refiere Grijalva las apariciones guadalupanas es porque en
ellas no intervinieron los agustinos, pues que, segun queda dicho, no llegaron
estos � M�xico sino hasta 1533; mas hay que advertir que al fin del mismo
cap�tulo se expresa as�: "lea el curioso los milagros que nuestro Se�or
obr� con nuestros conquistadores: las vezes que tuvieron en su ayuda al Apostol
Sanctiago; y quando tuvieron � la mesma Virgen, que con pu�os de tierra cegava
� los Indios en ocasion que llevavan ganada la victoria contra los Espa�oles.
Pues esto bastante era para autorizar � los nuestros y para convencer � los Indios en la materia de Religi�n. Lea tambien las historias
de nuestro P. S. Francisco y las de nuestro Padre S. Domingo, y las hallar�
llenas de milagros que nuestro Se�or obr� por medio de aquellos varones
Apost�licos en la conversion de los Indios."
�84�
He aqu�
otra oportunidad para referir el presunto prodigio del Tepeyac, supuesto que, segun
los aparicionistas, ese prodigio influy� de la manera mas
eficaz en la conversion de los indios. Pero ignoran aquellos, entre otras
cosas, lo que el Ven. Fr. Pedro de Gante escribia � los religiosos franciscanos
de Flandes en 27 de Junio de 1529, � saber: que �l y el religioso que le
acompa�aba habian bautizado ya (sin aparici�n) en la provincia de M�xico, mas de doscientos mil indios.
Fr. Juan de
Mijangos public� en M�jico, 1624, un Sermonario, Dominical y Santoral en lengua
mexicana. Ni un sermon, ni palabra de la aparecida en el Tepeyac.
En las
mencionadas Cartas de Indias, hay las de Fr. Alonso de la Veracruz (�ste tambi�n
public� en el siglo XVI algunas obras en M�jico y ni siquiera menciona � la
Guadalupana, ni le dedic� alguna de ellas) y de otros religiosos agustinos,
pero en vano se buscar� una referencia � Guadalupe; �se pusieron de acuerdo con
los obispos, los virreyes, los franciscanos, y los dom�nicos para no dar alguna
luz en esta materia?
Un c�lebre
cartujo, Fr. Estevan de Salazar, que antes fue agustino y estuvo, segun
Beristain, m�s de 15 a�os en la N. Espa�a, public� en Granada 1577, "Veynte
discursos sobre el Credo." Trata de la predicecion del evangelio en la
Nueva Espa�a; refiere varios sucesos, pero el principal�simo, como es dejar la
madre de Dios su efigie en la manta de un indio, suceso acaecido hac�a 64 a�os,
no lo supo�
Fr. Juan de
Cepeda, tambi�n de esta orden, predic� el 8 de Setiembre de 1622 en la ermita
de Guadalupe un serm�n que se public� en M�jico, siendo uno de los censores Fr.
Juan de Ledesma. En la dedicatoria dice: "prediqu� en la festividad del
Nacimiento de la sacrat�sima Virgen, VOCACI�N (1) de la ermita de Guadalupe.
_______
(1) V�ase m�s adelante la Acta del Cabildo
eclesi�stico de M�jico, que confirma la vocaci�n de la ermita.
_______
�85�
Que si bien
es verdad he predicado en la dicha casa en esta fiesta diez a�os succesivos,
ning�n escrito de los otros sermones he guardado, ni los prediqu� con tanto
gusto como este, y es q. en �l tiene la mira en V. P." (el Provincial Fr. Agustin de Ardin) "como de quien es tan deuoto
desta santa festividad." Ni una palabra acerca de la Aparecida se encuentra
en todo el serm�n, ni del el�stico ayate, ni de las rosas, ni de la procesi�n,
ni la mas m�nima palabra del origen maravilloso de la
pintura.
Fr. Luis de
Cisneros, mejicano y de la orden de N. S. de la Merced, en su Historia de la
Virgen Mar�a de los Remedios, impresa en M�jico el a�o de 1621, habla
ciertamente de N. S. de Guadalupe, pero no como aparecida: (sino que Dios para
manifestar lo grato que le es el culto de las im�genes, obra por su medio
singulares favores � milagros), diciendo que es una imagen que se venera CASI
desde que se gan� la tierra. Esa casi
no puede referirse � 1531, es decir, doce a�os despues de conquistada: tal vez
se refiere � 1524, que fue el a�o en que llegaron los 12 franciscos � la Nueva
Espa�a y, como queda dicho, pusieron una imagen en sustituci�n al �dolo de la
madre de los dioses.
Tambien hubo
mudos entre los doctos jesuitas. El P. Cavo, mejicano, en sus "Tres siglos
de M�xico," impresos en M�jico 1� edici�n en 1836 y 2� en 1852, � pesar de
haber escrito � fines del siglo pasado, tratando de los acontecimientos del a�o
de 1521 no menciona la aparici�n Guadalupana.
�86�
Otro
hermano suyo, el P. Alegre, en su "Historia de la Compa�ia de Jes�s en
Nueva Espa�a," M�jico 1841, aunque no es autor del siglo XVI habla por lo
com�n con cierta reserva de la Guadalupana del Tepeyac.
El P.
Acosta, que estuvo en la N. Espa�a, escribi� y public� en Salamanca, 1589, su
libro "De promulgatione Evangelii apud barbaros, sive de procuranda indorum
salute." No tuvo la feliz
ocurrencia de decir que desde la aparicion habian cesado las idolatr�as y la
extensi�n del reino de Cristo se habia dilatado.
Es cierto
que el P. Juan de Alloza dio � luz en 1654 [no en 1564 como cuenta Oquendo, y se confirma nuestra
fecha en la Biblioteca Nova de
Nicol�s Antonio] su "Cielo estrellado," y en el Lib. IV, cap. I, n.
18 habla de la aparici�n; pero, como se ve, fue posterior � Miguel Sanchez �
quien aventaj� en mentiras. En efecto:
la 1� es
que la Virgen le habl� al indio en un CAMPO � 625 varas al norte de la ciudad.
�" 2� que el
indio hablase al ARZOBISPO (ni aun obispo consagrado era en 1531).
�" 3� que este
juzg� al indio por EBRIO. Mas bien lo habr�a juzgado por brujo y lo hubiera
perseguido y encarcelado.
la 4� que
"la Virgen se inclin� azia el suelo y cogi� unas flores en tiempo que en
aquel CAMPO no las auia." (como si la latitud de
M�jico estuviera cerca de los polos.)
�" 5� que el
indio ech� las flores (seg�n el citado Oyanguren en las Informaciones de 1666,
eran en mucha cantidad rosas, lirios,
azucenas y otras) sobre una mesa, y que entonces se convirtieron en una
hermos�sima imagen que qued� estampada en la MANTA (otros fabulistas
guadalupanos cuentan que cayeron en el suelo.
�87�
Que sea
hermos�sima la imagen es una hip�rbole, siendo su principal defecto el color
cenizo, sus manos defectuosas, las luces encontradas, el t�rmino de la t�nica,
que debiendo ser redonda acaba en punta, no estar sobre la luna, y ser �sta de
color negro).
la 6� que
la vener� arrodillado con SUS CRIADOS (como si un humilde fraile, sin tener aun
la consagraci�n, y tan pobre los tuviera).
�" 7� que mand�
LUEGO labrar UNA MUY HERMOSA IGLESIA (1.� ermita de adobes, 2.� iglesia
construida en 1566, 3.� cambiada � otro sitio en 1600 y hasta 1709 la actual
muy hermosa).
�" 8� que esa
iglesia se fabric� EN AQUEL LUGAR QUE SE�AL� la Virgen.� Si hemos de�
dar f� � Sanchez y continuadores, en la 1� aparici�n la Virgen se�al�
dos veces que quer�a el templo en el
CERRO, con estas palabras: "�mi voluntad es, que en este sitio se me edifique un templo"� "Ve al Obispo y en
nombre mio le dir�s que es voluntad mia que me edifique un templo en este puesto."
Si tan
expresa es la indicaci�n del lugar para el templo; �c�mo los can�nigos de
M�jico se atrevieron (?) � dejar su ubicaci�n al arbitrio del Dean, del Dr.
Rivera y del arquitecto, no haciendo menci�n del terminante precepto de la
aparecida? En efecto la siguiente acta asi lo reza:
�88�
"Martes
veynte y nueve de agto. de mill y seiscientos a�os,
los ss. doctor don luis de robles de�n, licendo. don melchor gomez de soria chantre, doctor don joan de
salamanca thesor., bllr. alonso lopez de cardenas,
bllr. alo. de ecija, doctor
don germo. de carcamo, doctor dionisio de ribera
flores, franco. de paz, franco. de
covarrubias, doctor alo. de villanueva alarcon,
canonigos; pedro de pe�as, joan de aberruca, bllr. joan
hernandez, bllr. bartolome franco, licendo. franco. de los rios, bllr. pedro osorio, anto. de yllana, anto.
ortiz de zu�iga, bllr. sebastian
perez de ribera, racioneros de entera y media racion, estando juntos y
congregados en su cabildo conforme � la erection desta santa yglesia aviendo
sido llamados de ante diem y aviendo
tratado de mudar la yglesia de ntra. Sa. de guadalupe
del sitio donde ahora est� llegandola � la calzada y camino real se bolvio
� tratar sobre ello y aviendo conferido lo que se debria hazer, quedo acordado
que en la parte y lugar DONDE los ss. de�n y doctor
Rivera y alo. arias maestro de obras DETERMINAREN se empezase � hazer conforme
al modelo y pinturas que para la dicha obra se hicieron, se ponga en exon (ejecuci�n) y que el domingo que se
contaran diez del mes de septiembre se haga la fiesta de la natividad de nra.
Sa. en la dha . hermita POR
SER SU ADVOCACION y que este dia se ponga la primera piedra para dar principio
� la reedificaci�n de la dha. cassa y para que benga �
noticia de todo el pueblo christiano se mande pregonar con solenidad y se
conbide al Sr. Visorey Conde de Monte Rey para q. autorice con su presencia
esta ceremonia. Y porque aviendole dado quenta antes de aora della a asentido
en ello y se entiende comera o almorzara de ma�ana en aquella hermita, como lo
afirmo el Sr. dean,
�89�
se ordeno
y mando al cano. franco. de paz
tome � su cargo el aderezar la sala y aposento donde a de asistir su Sa. d�ndole explendidamente de comer y gastando para este efecto
con su Sa. y criados y demas caballeros que con el se
hallaren todo lo que le pareciere sin tassa ni limitacion y lo mismo haga con
los ss. que deste capitulo quisieren quedarse alla a comer y tambien � la
capilla y ministriles porque no sera justo que aviendo trabajado buelvan tarde
a comer � la ciudad� firm� el Sr. pres. como es
costumbre.� El dean � Ante mi Luis de Toro, secretao." Al margen dice:
"que se Redifique la hermita de nra. S. de
Guadalupe."
En esta
acta no se menciona al arzobispo; en efecto, no lo habia. D. Fr. Garc�a de
Mendoza se consagr� en esta el 15 de Agosto de 1601, y en 6 de Agosto del siguiente
a�o escribia el Dr. Cervantes Gobernador de aquella Arquidiocesis: "nro�
Arzobispo � quien en tan breue estamos esperando." En Octubre de 1606
muri� sucedi�ndole dos a�os despu�s el Sr. Guerra, quien puso la primera piedra
de esa 2� Iglesia que se fabric� en el sitio de que habla la
acta citada. Son notables las l�minas conmemorativas, que refiere Cabrera. (Escudo
de armas. M�xico 1746, n� 708), pues callan que la imagen sea aparecida.
12.� El mutismo sobre la aparici�n se observa tambi�n en los
escritores del clero secular.
El cabildo
eclesi�stico de M�xico, en sus actas, desde 1536 que se instal�, hasta 1600, no
indica, ni aun levemente, la aparici�n. En la antes copiada, donde se debia
haber hecho alguna referencia, no se trata para nada de respetar la voluntad de
la Aparecida, lo cual confirma m�s y m�s que, lejos de ser una historia su
aparicion, es una fabula.
�90�
El P.
Francisco Lopez Gomara, en su "Hispania Victrix," Zaragoza 1552, �
sea "Historia general de las Indias con todo el descubrimiento y COSAS
NOTABLES que han acaescido dende que se ganaron asta 1551;" sin embargo de
ser capell�n, en 1540, de Hern�n Cort�s, no refiere la aparici�n guadalupana,
por que la juzg� cosa com�n � porque no
la hubo; que es � lo que inclina un desapasionado criterio.
El P.
Fern�n Gonzalez de Eslava, poeta de la Nueva Espa�a � fines del siglo XVI, no
dedic� una sola composici�n � la Virgen aparecida en la manta del indio; como
puede verse en sus "Coloquios espirituales y sacramentales y canciones
divinas." M�xico, 1610, y reimpresos all� en 1877.
En 1649
imprimi� en �sta el Maestro Gil Gonzalez D�vila, Cronista mayor de las Indias,
su "Teatro Eclesi�stico." Al hablar de la Iglesia de M�jico refiere
la vida de su primer obispo el Sr. Zum�rraga; ignor� la aparici�n pues no la
menciona; � pesar de tratar tambi�n de las iglesias, conventos y ERMITAS, la de
Tepeaquilla no la cita para nada, y por fin nos pinta al V. Obispo de diferente
manera que lo hacen los fabulistas guadalupanos: pobre, humilde y accesible �
todos.
El Dr. D.
Jacinto de la Serna, natural de M�xico, Rector del colegio de Todos Santos y de
la Universidad, Cura m�s antiguo del Sagrario,
Visitador general de los SS. Arzobispos Manso y Ma�ozca, y que muri� el 17 de
Abril de 1661, en su "Manual de Ministros de indios para el conocimiento
de sus idolatras y extirpaci�n de ellas,"
�91�
Ms.
precioso que conocimos y registramos en la casa de un amigo que lo posee en
Paris; � pesar de haber consultado su obra, seg�n se lee, con el Br. Luis
Becerra Tanco, y que la dedic� al Ilmo. Zagade Bugueiro que gobern� el
arzobispado de M�jico de 1655 � 1663, omiti� hablar de la Aparici�n teniendo
oportunidad de hacerlo cuando dice en el cap. VII: " En el cerro de
Guadalupe, donde oy es el c�lebre Santuario de la Virgen Sma. de Guadalupe, tenian estos (indios) un �dolo de una diosa llamada Ilamateuhtli � Cozcamiauh,
� por otro nombre y el mas ordinario Tonan
� quien celebraban fiesta el mes llamado Tititl 17� de un Kalendario y 16� de
otro; y quando van � la fiesta de Totlazo-nantzin
la intenci�n es dirigida, en los maliciosos, � su diosa y no � la Virgen Sma. � � entreambas intenciones, pensando que una y otra se
pueden hazer."
�Lo mismo que un siglo antes habia dicho el P . Sahag�n, y despu�s el P. Leon.
13.� Si de los escritores regulares y de los cl�rigos pasamos
� buscar alg�n vestigio entre los seculares, no hallamos ninguno de la
pretendida aparici�n � los indios Juan Diego y Bernardino, como tampoco al Sr.
Zum�rraga.
En las
actas del cabildo de la ciudad de M�jico, que all� se imprimieron en 1871,
aunque incompletas las que tenemos pues solo abrazan los a�os de 1524 � 1542,
podia hacerse alguna menci�n, en particular en las de Diciembre de 1531 y
siguientes, supuesto que al decir de los apologistas, asisti� dicho cabildo �
la so�ada procesi�n de la imagen desde la ciudad � la ermita, y se nota en
ellas un silencio absoluto.
�92�
Diego Mu�oz
Camargo, mejicano, escribi� en 1576, "Fragmentos de historia de Nueva Espa�a"
que poseemos en nuestra Biblioteca de la Academia de la Historia. A pesar de
hablar de la Virgen de los Remedios, ni una palabra dice de la de Guadalupe,
teniendo buena oportunidad al tratar del primer obispo de M�jico; y es de notar
que mas bien del de Huaxacac diga "le llamaban
boca de oro por ser devot�ssimo de la Madre de Dios."
Bernal Diaz
del Castillo, espa�ol, que escribi� en 1568 su "Historia verdadera de la
Conquista de la Nueva Espa�a," impresa por primera vez en �sta 1632, en el
cap. 209 p�g. 250 dice: "y la santa
casa de Nuestra Se�ora de Guadalupe, que est� en lo de Tepeaquilla, donde solia
estar asentado el real de Gonzalo de Sandoval quando ganamos � M�xico; y miren
LOS SANTOS MILAGROS que ha hecho y haze de cada dia, y demosle muchas gracias �
Dios, y � su bendita Madre Nuestra Se�ora por ello, que nos di� gracia y ayuda,
que ganassemos estas tierras, donde ay tanta Christiandad." Brillante
oportunidad para decir algo que nos indicase la aparici�n, pues de las palabras
citadas, en rigorosa l�gica, lo �nico que se deduce es que la Virgen de
Guadalupe hacia milagros en su santa casa, y esto mismo lo sabemos por nuestras
informaciones de 1556; en fin, que tenia culto desde el
siglo XVI, lo cual nunca se ha dudado.
Ya hemos
citado en la nota de la p�g. 46 � Suarez de Peralta, que escribi� en 1589. En
el cap. 41, p�g. 270, dice: " Lleg� el Virrey (Enriquez) � Nuestra Se�ora de Huadalupe de M�xico. A cada pueblo
que llegaba le hazian munchos recibimientos, como se suele hacer � todos los
virreyes que � la tierra vienen, y asi lleg� � Nuestra Se�ora de Huadalupe,
�93�
ques una ym�gen
⇨ devotis�ma, quest� de M�xico como dos
lehuechuelas, la qual a hecho� munchos
milagros (apareci�se entre unos riscos, y � esta devoci�n acude toda la
tierra)." Esta aparici�n no es la del ayate, pero suponiendo, gratuitamente, fuese la que se cuenta, �merecer�
este �nico escritor, m�s cr�dito que
el mencionado Enriquez interrogado de oficio por el mismo Rey, y que todos los
dem�s escritores referidos y aun los que faltan?
En la
"Cr�nica Mexicana" escrita en 1598 por D. Hernando de Alvarado
Tezozomoc, mejicano, que se halla en el tomo IX de la colecci�n de
Kingsborough, nada se dice del prodigio guadalupano, y s� en la p�g. 58 se
confirma lo que ya hemos dicho, sobre que Juan Diego, si existi�, fu� un
notable gigante, con estas palabras: " los mazehuales bajos (como el susodicho) habian de traer las
mantas CORTAS, llanas, de algodon basto, � de nequen, etc." As�, debi� ser
la suya y la estatura del indio gigantesca, para que en su tilma � manta corta cupiese
la imagen pintada, que mide� seis palmos y un geme.
En los caps.
29, 60 y 79 habla de N. Sra. de Guadalupe como lo hace el P. Torquemada, sin
referir que fuese maravillosa pintura; y en el 106 escribe lo mismo que decia
Sahag�n de la Cihua-coatl, es decir que se aparec�a: "de improviso la
ver�n aqu�, luego la ver�n en Xochimilco, � en Tacuba, � Chalco� tan nombrada
en el mundo, que cuando ha de suceder algo, lo interpreta ella primero, aun
mucho antes de que suceda." Luego si hubo aparici�n en 1531 no fu� de la
Madre de Dios, sino de esta diosa llamada tambi�n Tonantzin.
�94�
Juan Diez
de la Calle, imprimi� en esta, 1646, " Memorial y noticias sacras y reales
del imperio de las indias occidentales." En el cap. II se ocupa profusamente
de la Nueva Espa�a; al tratar del Sr. Zum�rraga (fol. 45 vuelto) nada dice de
la so�ada aparici�n de la Virgen en un ayate, ni en ning�n otro lugar hace la m�s
leve referencia � la f�bula, que aun se ignoraba, puesto que hasta 1648 la di�
� luz el Br. Miguel Sanchez.
Antonio de
Herrera, cronista real, espa�ol, en sus D�cadas impresas en esta el a�o de
1730, en la IV, Lib. IX, cap. XIV, habla extensamente de lo que sucedi� � hizo
el Presidente de la 2� Audiencia, D. Sebastian Ramirez de Fuenleal, en la Nuera
Espa�a durante su gobierno, y no dedica una palabra, como tampoco en toda su
obra, � la ermita, � la aparicion, ni � Juan Diego, indio afortunad�simo (?) por
haber tenido esos almibarados coloquios con la Madre de Dios, que todos sabian, menos los escritores contempor�neos.
14.� Los escritores indios siguieron en el mutismo como los
espa�oles y criollos, respecto � la so�ada aparici�n de 1531.
Mister
Daniel Brinton ha publicado en Filadelfia (E. U.), 1887, las poesias de los
antiguos mexicanos. All� est�n los Cantares del famoso Francisco Pl�cido, de
que hacen tanta alharaca los apologistas com� una prueba de la aparici�n. Este
editor protestante �se puso de acuerdo con todos los escritores cat�licos de
que hemos hecho referencia en este III Aditamento, para suprimir el celeb�rrimo
(?) himno que dizque se cant� en la traslaci�n de la imagen � la ermita, � el
vate vate azteca la dej� en el tintero?
Monsieur Aubin
public� en Par�s unos Anales mexicanos, de que hicimos menci�n en la p�g. 31.
Llegando al a�o de 1531, ni una palabra, ning�n gerogl�co de la aparici�n.
�95�
En los
c�dices Telleriano Remense, 4� parte (l�ms. 29, 30 y 34) y Vaticano, (lams.
140, 141 y 146) incluidos en los tomos I y II de la colecci�n de Lord Kingsborough,
se ven descritas la ida � Espa�a y muerte del obispo Zum�rraga, el eclipse del
a�o de 1531, la peste del cocoliztle en 1545; pero las f�bulas de la procesi�n
de los p�rvulos de Tlatelulco � la ermita, y la aparici�n, que no hizo ruido
sino hasta despues de siglo y medio, no se refieren tampoco.
Ya hemos
hecho menci�n de los Anales de M�jico y sus contornos, donde se dice que en
1556 "hualmotemohui in cihuapilli
Tepeyacac, cuando baj� la Virgen � Tepeyac. Nada de aparici�n y menos en
1531.
Boturini,
en su Cat�logo del Museo Indiano que est� al fin de la "Idea de una nueva
historia general de la Am�rica Septentrional," impresa en �sta 1746, �
XXXV n. 2 habla de "un ms. en lengua nahuatl. Trata de muchas cosas
pertenecientes al imperio mexicano, y en unos pocos renglones, con estilo
conciso, refiere el haberse aparecido la Santissima Se�ora en el cerro de Tepeyecac
(sic). No puso el autor della, correctos los n�meros ar�bigos del a�o en que
sucedi� la aparici�n," pero la historia es antigua,�� fidedigna."
Este Ms. no
se ha perdido: su autor es el indio Juan Bautista del barrio de Tlatelolco.
Comienza "X (Tecpatl) yquac maxitico obpo. do. frai
juo." es decir: 1528 cuando lleg� � venir el obispo don frai juan--(Zumarraga.)
"XIII acatl ypan azico presidete."
1531 lleg� el presidente (Fuenleal), y termina en 1582.
�96�
Lo hemos
consulado en nuestra Biblioteca de la Real Academia de la Historia, donde est�n
varios de los documentos que pertenecieron al dicho caballero milan�s. En �l se
habla de la aparici�n, pero no de la de la f�bula de Sanchez, sino de la que se
refiere en los Anales antes citados, en concordancia con estas informaciones y
con la carta del Virrey Enriquez, pues esa bajada � manifestaci�n puede muy
bien ser la curacion del ganadero (Juan
Diego) y el milagro de que habla el P. Bustamante reclamando los 100 azotes
para el primero que lo divulg�. Con n�meros ar�bigos bien correctos, dice: "In ipan xihuitl 1550 a�os, iquac
monextitzino in Sancta Maria de Quatalupe, in ompa Tepeyacac." En el a�o
de 1555, cuando se manifest� santa Mar�a de Guadalupe all� en Tepeyacac.
En �l mismo
se refiere que el 15 de Setiembre de 1566 asisti� el Arzobispo Montufar � una
procesi�n en Tepeyacac.
Bartolache,
en su "Manifiesto satisfactorio," M�xico, 1790, p�gs. 11 � 13 de la 2�
foliatura, habla de un a�alejo ms. que en su tiempo existia en la biblioteca de
la Universidad de M�jico y en �l constaba � fojas siete que en 1531 "Juan
Diego manifest� � la amada Se�ora de Guadalupe de M�xico," y � fojas nueve
que en 1548 "muri� Juan Diego � quien se apareci� la amada Se�ora
Guadalupe." A este a�alejo llaman, de los sabios de Tlaxcala, Ixtlamatque Tlaxcala; su compilador es
Marcelo de Salazar; y como refiere sucesos desde 1454 � 1737 (p�g. 37 de la 1� foliatura),
es evidente que dicho autor floreci� en el siglo pasado.
�97�
Esto nos lo
certifica adem�s nuestro corresponsal el Sr. Agreda, que posee ese a�alejo, y
nos dice que por el estilo y aun la letra, no es del siglo XVI sino del pasado
lo que ya referido queda.
Pues si la
letra es posterior � la f�bula de Sanchez y sus continuadores, �no puede
suponerse que de ellos se tomasen las fechas de la aparici�n y de la muerte de
Juan Diego? Que los indios acostumbraban leer los libros que se escrib�an en espa�ol
y de all� extractar ciertos hechos para sus anales y aun copiarlos por
completo, no puede negarse recordando tan solamente que Chimalpain copi� el
Gomara, (1) y otro indio de Tlaxcala tradujo el Torquemada al mejicano en la
parte relativa � esa rep�blica (2). Muchas de la noticias que trae ese a�alejo
de los sabios de Tlaxcala pueden referirse al Teatro Mejicano de Betancur; as�
es que el gran ruido que han hecho los apologistas con el a�alejo es infundado,
no asi si presentaran anales primitivos,
con letra coetanea comprobando su cuento.
_______
(1) V�ase la "Historia de las
conquistas de Hernando Cort�s escrita en espa�ol por Francisco Lopez de Gomara,
traducida al Mexicano, por D. Juan Bautista de San Ant�n Mu��n Chimalpain Quauhtlehuanitzin;"
M�xico 1826, editada por D. Carlos M.
Bustamante, en el pr�logo, p�g, III y IV.
(2) As� lo dice D. Vicente de la Bosa Saldivar,
en el juicio que form� sobre los papeles de Boturini al presentarlos al rey, y
se halla en el tomo 1.� de la colecci�n de Memorias de
Nueva Espa�a que perteneci� � D. Juan B. Mu�oz y ahora � la Biblioteca de la
Real Academia de la Historia.
�_______
�98�
En el tomo
I de la "Coleccion de Memorias de Nueva Espa�a," ya citado en la nota
precedente, entre las 18 piezas que" comprende, est�n los c�lebres
testamentos de que tanto blasonan los apologistas guadalupanos.
El de
D.Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin, otorgado en 1563, dice: "Mando que
si Dios me llevare de esta vida, luego se lleven quatro pesos de limosna �
Nuestra Se�ora de Guadalupe, para que me los diga de misas el sacerdote que
reside en la dicha iglesia." Esta cl�usula no prueba, como es evidente, la
aparici�n, sino que en ese a�o ya existia la imagen y tenia culto; si hubiera
sido milagrosa, hubiera a�adido el otorgante alguna palabra que lo indicara:
m�s bien es �sta nueva prueba de que no hubo tal aparici�n.
El de
Sebasti�n Tomel�n, de 1572, en una cl�usula dice: "Mando � Nuestra Se�ora
de Guadalupe de la ciudad de M�xico (�seria
la de la iglesia de Sto. Domingo?) diez pesos de
oro com�n los quales se paguen de mis bienes." Tampoco prueba la aparici�n.
Existen
otros testamentos, seg�n los apologistas. De una parienta de Juan Diego
(Boturini), de Juana Mart�n (Lorenzana), de Gregoria Maria (Alcocer y D. Patricio
L�pez), de Gregoria Morales (Uribe): todos se reducen � uno solo.
El de
Boturini y Lorenzana es el mismo, puesto que las palabras que se citan de uno y
otro son iguales. D. Patricio L�pez dice que esa parienta era Gregoria Maria;
entonces es el mismo de Alcocer, y el de Gregoria Morales, que cuenta Uribe fue
otorgado en 1559, es igual � los anteriores pues tienen la misma fecha.
�99�
Ese a�o de
1559, dice Lorenzana, est� enmendado y aparece 159 con n�meros �rabes mas grandes que la letra, por eso no lo public�. Mas �qu�
prueba ese supuesto testamento ? Seg�n Boturini, que
se apareci� la Virgen en s�bado, traduciendo as� � sapa, �y solo en 1531 hubo ese s�bado? Que se avis� al sacerdote
de Guadalupe; pero en 1531, seg�n los apologistas, no habia all� ninguno, pues
cuentan que � consecuencia de la pretendida aparici�n se erigi� la ermita, y
hasta despues lo habr�a. Lorenzana dice que Juan Diego, seg�n ese llamado
testamento, estaba casado con Malintzin � Maria, nada de Lucia, luego no es el
de la aparici�n quim�rica de 1531; que Juan Diego se cri� en S. Jos� Mill�n,
tampoco es el de la f�bula, pues cuentan los autores guadalupanos que era de
Cuautitl�n, y seg�n Betancur (p�g. 61,4� parte del Teatro Mexicano, M�xico 1697) no habia barrio en dicho Cuautitl�n
con ese nombre, poniendo �stos: Nepantla, Nacapan, Tlacuilocan y Zacualcan,
Publiquen
los apologistas ese � esos testamentos y entonces veremos si se prueba � no la
f�bula; por las noticias que de �l nos dan vemos lo contrario, y si as� no
fuera, buenos son ellos para no haberlo publicado y saciarnos con mil y mil
reimpresiones; de modo que sus escusas en darlo � luz prueban m�s y m�s que no
les favorece.
15.� En fin, en vano hemos buscado alguna referencia � la aparici�n
en la "Historia general de M�jico." Barcelona 1877 � 1882 por nuestro
malogrado paisano D. Niceto Zamacoiz, que residi� mucho tiempo en aquella
naci�n; y en el "M�xico � trav�s de los siglos," obra editada tambi�n
en Barcelona y que toca � su t�rmino. Lo mismo que en otro historiador, tan
respetable como concienzudo, el mejicano D. Lucas Alam�n.
�100�
Con alta
diplomacia alude � la aparici�n, salvando su juicio ante el p�blico, pero bien
se deja traslucir que no creia en ella, por estas palabras de su 7� Disertaci�n,
p�g. 195 (II Tomo, M�xico, 1844.) "He creido tambi�n deber abstenerme de
hablar de todas aquellas tradiciones piadosas (n�tese que habla en plural) que han sido objeto de disputas
empe�adas entre los escritores, y que deben ser mas bien materia de respeto (no de creencia) que de discusi�n."
Igualmente hemos hojeado el "Di�logo sobre la Historia de la Pintura en
M�xico," impreso all� en 1872, obra de un jurisconsulto tan sabio como
ortodoxo, el Lic. D. Bernardo Couto, Magnifica oportunidad tuvo en su op�sculo
para hacer alguna alusi�n sobre esa maravillosa
pintura, asi calificada por otro Miguel, pero no Sanchez sino Cabrera. Su
silencio en este punto es altamente significativo. Incurren en igual reserva
vates tan sublimes como cristianos, mejicanos como los dos anteriores: el Lic.
D. Alejandro Arango y Escand�n, D. Jos� Joaquin Pesado y D. Sebasti�n Segura,
cuyos elevados cantos nos han recreado, pero quienes siguieron las huellas de
otro celeb�rrimo, D. Bernardo Balbuena en su "Grandeza Mejicana."
El Lic. D.
Ignacio Manuel Altamirano, mejicano, en su obra "Paisajes y Leyendas,
tradiciones y costumbres de M�xico,"impresa all� 1884, hablando del
inmortal autor de la vida del Sr. Zum�rraga, p�g. 317, dice: "Ademas el
Sr. Garc�a Icazbalceta que histori� escrupulosamente
y c�n la mayor erudici�n la vida y hechos del obispo Zumarraga, registrando
cuantos documentos antiguos hac�an al caso, no dice en su autorizado libro una sola palabra acerca de la aparici�n de la
Virgen de Guadalupe de M�xico, y aunque tal silencio constituye solo un argumento
negativo,
�101�
�l es digno de la mayor atenci�n trat�ndose de
un escritor tan escrupuloso como el Sr. Garc�a Icazbalceta, de un libro tan
minucioso y FUNDADO como el suyo, y de una tradici�n interesante como la de la
Virgen de Guadalupe en que aparece mezclado de una manera principal el obispo
Zum�rraga."
Ante esos
escritores modernos de tal magnitud, si hay otros que han malgastado su tinta
en reproducir la misma f�bula, deben ser desechados como mucho muy inferiores.
CONCLUSI�N
El silencio
de tantos autores espa�oles y mejicanos, que en nuestra naci�n y en otras han
publicado sus obras, los mas antes y algunos otros despues que D. Miguel Sanchez
editara su f�bula; es absoluto. �Cabe en buena cr�tica suponer que durante m�s
de un siglo, personas tan respetables, en su generalidad de igual ortodoxia,
aunque separadas por el tiempo y lugar, se pusieran de acuerdo para ocultar un
acontecimiento no solo honroso para la Religi�n sino para nuestra Espa�a antigua
y nueva? �Quieren los apologistas que se exhiban todos los documentos de tan largo periodo para convencer que es
universal el silencio? No, esto es imposible, pues entonces jam�s historia
alguna se escribir�a, aguardando todos esos
documentos que pudiera haber y encontrarse.
�102�
Los citados
prueban bastante lo que contendr�an los que tal vez pudieran aparecer. Cuando
en 1794 ley� nuestro gran valenciano D. Juan B. Mu�oz, ante la Real Academia de
la Historia, su disertaci�n sobre la falsedad de la aparici�n de la Virgen de
Guadalupe de M�jico, (tan d�bilmente rebatida por los mejicanos Gomez Mar�n,
1819; Guridi y Alcocer, 1820, y Tornel 1849) la apoyaba particularmente en este
completo silencio de los autores anteriores � Sanchez. Ha trascurrido un siglo,
han aparecido much�simos documentos que �l ignor�, insertos unos en la
"Coleccion de Documentos in�ditos del Archivo de Indias," en 42
vol�menes; otros en las "Cartas de Indias," y los c�dices de que
hemos hablado, pero sobre todo las informaciones tan cautelosamente guardadas
que hoy publicamos, y en ninguno de �stos se refiere tampoco la so�ada
aparici�n de 1531, antes bien confirman m�s y m�s el grave peso de su argumento
negativo.
El P.
Papebroquio, S. J. que fu� uno de los Bolandistas � continuadores de la obra
''Acta Sanctorum," con cuanta razon escribia: "Silentium in historia probat, et quandoque demonstrat; ut quando
historici OMNES silent." En historia el silencio es una prueba, �
veces demonstracion, como cuando TODOS los historiadores callan.
Seria un
absurdo pretender ahora que los autores citados adivinaran que en 1648 se
urdiria una f�bula, para que advirtieran no se creyera como historia.
________________
�103�
NOTAS
� ESTA SEGUNDA EDICI�N
_________
Desde el a�o de 1648 ha habido siempre en
M�xico antiaparicionistas ortodoxos
� P�G. XII �
El editor
espa�ol no cita las palabras textuales de Becerra Tanco y de Florencia que
acreditan la oposicion que en M�xico se ha hecho por personas de buen criterio
� las aseveraciones de sugetos preocupados y apasionados en favor de un
acontecimiento que han aceptado, aun sin pruebas, por creer que de este modo
enaltecian � su pais. Naci� la oposicion � raiz de los sucesos en que
intervinieron Miguel Sanchez, Luis Becerra Tanco, y el P. Francisco de Florencia.
Becerra
Tanco, tratando de los antiaparicionistas, se expresa de este modo en el lugar
citado: "Las que han parecido imperfecciones
en la imagen santa � los poco afectos
� las cosas de este reyno son � mi ver las que prueban con certidumbre physica
el aver sido supintura milagrosa."
�104�
Sigue
discurriendo de un modo arbitrario y aun rid�culo acerca del modo en que pudo figurarse la imagen santa.
Tan extravagante ha debido parecer el cap�tulo � los aparicionistas, que lo han
suprimido en las �ltimas ediciones mexicanas de 1780 y de 1883. En esas mismas
ediciones han omitido tambi�n el cap�tulo siguiente intitulado: Advertencia acerca del dia en que debe
celebrarse la apparicion de la Virgen Santissima; y con razon lo han pasado
por alto, como que all� se prueba con buenos fundamentos que el suceso no debe
corresponder al 12 sino al 22 de Diciembre de 1531; es decir, al primer dia del
a�o astron�mico de los mexicanos, que era el primer dia del Tlalpilli ce Tecpatl, y, por una coincidencia
singular, correspondia igualmente en la fecha citada con el primer dia del
sigilo tolteca. Con raz�n el P. Sahagun, que tan versado era en la antig�edad, decia:
"Parece esta invencion sat�nica para paliar la idolatr�a;" etc. Vease
su Historia: Lib. XI, cap.���������� XII.
Las
palabras del P. Florencia tambi�n son significativas. Las extracto de la obra
del mismo P. que forma el tomo 2.� de la "Coleccion de obras y op�sculos
pertenecientes � la aparicion de Nuestra Se�ora de Guadalupe de M�xico"
(Madrid, 1785, dos tomos en 4�) All� en el n�mero 90 (p�g. 195), dice
Florencia: "Porque, ya que el grande escritor de este reyno, Fr. Juan de Torquemada,
no nos ha ayudado en esta historie, omitiendo su milagroso origen, tampoco nos
desayude con ciertas palabras de ella, en que, al parecer de algunos, se opone � esta antigua, invariable y
constante tradicion: me ha parecido ser punto de mi obligaci�n explicar lo que
en ellas quiere decir;" etc.
�105�
Vuelve �
tocar el asunto en el n�mero 97 (p�g. 207) diciendo: "Sientan los poco cr�dulos y menos confiados, que
quisieran no tradicion constante, sino certidumbre evidente, lo que quisieren;
callen los Castillos y Torquemadas lo que dejaron de decir, � por cautos � por
omisos, que para m� pesa mas el testimonio de tantos milagros como ha hecho y
cada dia hace Dios por la Santa Imagen de Guadalupe." Se nota en estos
pasajes el empe�o de los aparicionistas en presentar como prueba del milagro lo
que tienen que probar; esto es: que la llamada tradici�n sea antigua, invariable
y constante.
Fr. Juan
Jos� de la Cruz y Moya, cronista dominicano de la Provincia de M�xico, en la
"Historia de la Santa y Apost�lica Provincia de Santiago de
Predicadores," que escribi� � mediados del siglo XVIII y qued� in�dita, h
a d e j a d o tambi�n testimonio de que en su tiempo habia incr�dulos. En el
cap. XXVII del Lib. 1�, habiendo hablado antes de la conservaci�n del lienzo en
que est� pintada la imagen de Ntra. Sra. de Guadalupe, dice bajo el n�m. 392 lo
que sigue: "Esta Raz�n bastaba para que captivando algunos cr�ticos presuntuosos su entendimiento fueran sanos en la
fe, como los desea el Ap�stol; la que es debida � esta milagrosa aparicion. Mas
no es de admirar, aunque s� digno de compasion, la nieguen algunos de los mundanos cerrando los ojos � la luz de
tan evidentes testimonios." Nadie se maraville de que
el P. Moya trate tan �speramente � los antiaparicionistas en aquellos tiempos,
�106�
cuando en
los presentes se les ha regalado con ep�tetos tan duros como los de impios, blasfemos, mentecatos, vacilantes en
la f�, etc., faltando de este modo � la mansedumbre y candad cristianas con
hermanos en fe y en creencias. Achaque com�n � todos los que defienden malas
causas es el de increpar � sus opositores con argumentos ad hominem,
desentendi�ndose de la cuesti�n principal.
_________
�107�
�El milagro de que habla la denuncia
es el de la aparici�n?
� P�G. 4 �
Hacen los
aparicionistas grande alharaca con este vocablo milagro que el tercer delator usa en singular, y con tal motivo
discurren as�: "el vocablo en singular se refiere � la aparicion; cuando
est� en plural alude � los milagros con que la Virgen aparecida iba
favoreciendo � sus devotos." Y por cierto que la algarab�a con que ellos
mismos se aturden al hablar del milagro y
los milagros, llegando hasta los oidos de un sabio Prelado envuelta en el
ropage de la falsa interpretaci�n so�ada por los aparicionistas, le ha llevado
hasta jugar con el vocablo d�ndole la misma interpretacion, aunque por un lapsus calami atribuye la especie al
ver�dico Bernal D�az Cualquiera que no tenga sobre los ojos la venda de la fe nacional, como graciosamente llaman
algunos � lo que no es mas que una vanidad pueril, ver� claramente en el
milagro (singular) aquel mismo que, segun el Virrey Enriquez, hizo la imagen
que en la ermita estaba, al ganadero que perdi� la salud y fu� � ped�rsela,
�108�
andando
por all� (p�g. 72 de la Informacion); el mismo tambi�n que el celoso P.
Bustamante pretend�a castigar con cien azotes aplicados al primevo que lo
invent� (pag. 23). La informaci�n no admite otro comentario, y debo advertir
que en ella no se cita una sola vez el vocablo aparicion ni aun al tratarse del
origen del culto, como lo liare palpable mas extensamente en otra nota.
_________
�109�
Denuncias � interrogatorio para la informaci�n
� P�G. 4 �
La denuncia
ha quedado dispuesta en tres p�rrafos porque parece que procede de tres sugetos
distintos que formulaban la misma acusaci�n, pero fundada en cargos que no
siempre eran iguales. As� vemos que uno solo de los delatores (el primero) dijo
que si predicador mud� semblante al
hablar de Ntra. Sra. de Guadalupe: Que este mismo y el tercero callaron la
especie de que la devocion se habla
levantado tan sin fundamento, cargo formulado solamente por el segundo: Que
el tercer delator no dice que el predicador hubiese afirmado que la imagen habia sido pintada por un indio:
Que solo el �ltimo delator dice que el P . Bustamante
declar� que no quer�a contradecir lo que
el Arzobispo habia predicado de Ntra. Sra. de Guadalupe. Por �ltimo, que ninguno de los tres hace m�rito del
esc�ndalo que caus� el sermon en la ciudad; cargo que viene expreso en el
interrogatorio solamente, y como esta �ltima pieza es obra del Br. Puebla,
�110�
no s� si
de aqu� deba inferirse que huvo un cuarto denunciador y que haya sido �ste el
mismo Br. Las tres denuncias se dirigieron al Ordinario, pero una de ellas
parece que se hizo al Arzobispo Montufar personalmente, puesto que con �l
habla. No constan los nombres de los delatores y solo del tercero se dice que
era Visitador, probablemente de la
arquidi�cesi por nombramiento del Arzobispo. Del segundo ni aun puede asegurarse
que fuera cl�rigo por el hecho de que llame al Sr. Montufar mi Se�or; siendo este un tratamiento de
respeto que hasta los mismos laicos podian usar con el prelado, como vemos en
la informacion �(p�g. 31) que de hecho lo
usaba con el Sr. Montufar el testigo Gonzalo de Alarcon. Aunque no podemos
saber quienes fueron los delatores, porque la informacion �no habia de revelar sus nombres, hago notar
que todos los sugetos citados por los testigos fueron llamados � declarar menos
tres: el cl�rigo Bustamante, de quien
habla Juan de Mesa (p�g. 10), el Br.
Carriazo, citado por Gonzalo de Alarcon (p�g. 32) y el Dr. Rafael ele Cervantes, mencionado por Alonso Sanchez de Cisneros
(p�g. 40). Si dej� de llam�rseles por ser delatores � por ser afectos � los
franciscanos, dif�cil es averiguarlo. De un Br. Blas de Bustamante habla Suarez
de Peralta (op. cit. p�g. 160) con motivo precisamente de otra denuncia.
Tambien se
comprueba que hubo varios delatores con lo que se dice al principio de la
declaraci�n del Br. Puebla (p�g. 21), que � la letra es lo que sigue:
"Fuele leydo un interrogatorio hecho por ciertos memoriales que truxeron diversas personas que oyeron predicar �
fray francisco de bustamante;" etc.
�111�
Y queda
confirmado tambien que el autor del interrogatorio fu� el mencionado Br. con lo
que al fin de su citada declaraci�n puede leerse (p�g. 25), y es esto: "el
qual interrogatorio est� firmado del dicho bachiller Puebla." Vemos, por
lo mismo, que el Br. desempe�aba doble papel en la informaci�n: al formar el interrogatorio
aparece como consultor del Arzobispo Montufar: al declarar acerca del sermon
del P. Bustamante se nos presenta como uno de tantos testigos, con la
circunstancia particular y en cierto modo rara de ir contestando sobre los
mismos puntos que �l habia formulado en el interrogatorio. Hay que convenir en
que su posicion debi� ser embarazosa y no dejaria de influir en las reticencias
y ambig�edades que se notan en las respuestas que di�. Hago esta aclaracion
porque los aparicionistas creen que influy� tan solo en su resistencia la
posicion que, como capellan, ocupaba cerca del Virrey y de la Real Audiencia.
El
interrogatorio se hizo, indudablemente, para concordar las tres denuncias, y
por eso vemos figurar en �l no solo los puntos comunes sino tambi�n los que
cada delator revel� exclusivamente. Noto, sin embargo, que en ese
interrogatorio se omite una circunstancia favorable al predicador y revelada
por el �ltimo delator, cual fu� la de haber expuesto que no quer�a contradecir
el sermon del Arzobispo, �Callose por inadvertencia � ser�a maliciosa la
omision?
Advi�rtase
que las denuncias no solo recayeron sobre el sermon del P. Bustamante sino que
se hicieron extensivas � los juicios desfavorables que, acerca del sermon del
Arzobispo, emitieron los franciscanos Fr. Antonio de Huete y Fr. Alonso de
Santiago, moradores del convento grande de M�xico;
�112�
pero esa
denuncia no figura en la informacion , por lo cual supongo que ser�a verbal. La
informacion �encierra otra denuncia hecha
por Juan de Masseguer (p�gs. 46 � 48) contra el franciscano Fr. Luis, guardian
� conventual de Tlatelolco: el dicho Masseguer desempe�a con tal motivo la
doble funcion de testigo delator, porque despues de denunciar � Fr. Luis se le
pidi� que declarase sobre la devocion de la ciudad con la imagen de Guadalupe y
sobre el sermon que, contra la misma devocion, predic� el P. Bustamante. Los
juristas dir�n si eran conciliables ambas funciones, aun sobre asuntos
diversos, en la misma comparecencia.
_________
�113�
Las Ordenes religiosas
de M�xico
eran contrarias en 1556 � la nueva devocion de Ntra.
Sra. de Guadalupe.
- P�G. 15 -
Terminante
es la declaracion que el testigo Juan de Salazar hace en el lugar citado. Al
preguntarle si hab�a oido el sermon que el 6 de Septiembre de 1556 pronunci� el
Sr. Montufar para recomendar la nueva devocion, poniendo por ejemplo la que en
otras partes se ten�a � diversas im�genes de la Virgen Sant�sima, contest� el
testigo que "las mismas palabras y por el mismo orden que les preguntado
se las oy� decir� y este testigo dem�s desto a oydo decir que aunque los religiosos de las ordenes que
residen en M�xico, que son predicadores y an procurado de estorbar la dicha
devocion, no les aprovechar� nada;" etc.
N�tese que
el testigo se refiere � los religiosos de las Ordenes
sin excluir � ninguna. Resid�an entonces en M�xico las tres Ordenes ben�meritas
de S. Francisco, Sto. Domingo y S. Agustin; as� es que ya no solo un grupo de
franciscanos, como alguien quiere dar � entender;
�114�
ya no solo
la orden Ser�fica entera, como lo dice la informaci�n en otro lugar (p�gs, 46 y
47) se opon�an a la nueva devocion, sino que los dom�nicos y los agustinos
tambi�n la censuraban. Motivos poderos�simos debian existir para que los
religiosos de todas las �rdenes, bue entonces compon�an casi exclusivamente el
venerable clero de la colonia, opusiesen al Arzobispo esa resistencia pasiva.
Muy significativa es la union de todos los religiosos en materia tan delicada,
y no creo que los que sobre Fr. Francisco de Bustamante han lanzado los
injustos cargos de iconoclasta y anti-Mariano sostengan que todos los
frailes de M�xico, que en aquella �poca eran modelos de unci�n evang�lica, de
caridad cristiana y de zelo religioso, estaban corroidos por el mismo c�ncer.
_________
�115�
La Informacion de 1550 cita una sola vez al V.
Zum�rraga, y esto por incidencia,
� P�G. 18 �
Es muy
singular que en toda la informacion �solo
una vez se mencione al Ilmo. Zum�rraga, y esto por incidencia y de tal modo que
se convence uno de que la devoci�n y culto de Ntra. Sra. de Guadalupe no tuvieron
principio durante su episcopado. Dice la pregunta dirigida al testigo Juan de
Salazar, y se confirma con la declaraci�n de este que, gobernando
espiritualmente el Sr. Zum�rraga, se hacian ofensas � Dios en las huertas durante
los dias de guarda, por lo cual us� de algun medio de represion que no debi�
ser eficaz puesto que el desorden sigui� durante el gobierno del Sr. Montufar;
pero que, "despu�s ac� que se
divulg� la devocion de nuestra Sra. de Guadalupe a cesado mucha parte de lo que
tiene dicho;" por lo cual, agrega en otro lugar, "a sido muy gran
bien y mucho provecho para las �nimas aberse
principiado la devocion de nuestra Sra. de Guadalupe; " etc. Los males
de que se lamenta no cesaron durante el episcopado del Sr. Zum�rraga: el
sucesor de este tuvo que lamentarlos y que reprimirlos tambi�n; pero se di� principio � la devocion de Ntra.
Sra. de Guadalupe y con ella desaparecieron del todo.
�116�
No s� que
testimonio mas evidente puede pedirse de que el culto de la Virgen del Tepeyac
no data de la �poca del Sr. Zum�rraga sino de la del Sr. Montufar. Para que de
esto no quede duda alguna pongo � continuaci�n los testimonios coetaneos que
refieren terminantemente el principio de la devocion � la �poca del Sr.
Montufar.
El primero
es el del P. Bustamante, consignado en la denuncia que se hizo de su sermon
(p�g. 2) y confirmado con las declaraciones de algunos de los testigos, especialmente
con la de Juan de Salazar, cuyas palabras acaban de ser citadas; con la de
Alonso Sanchez de Cisneros, quien dijo (p�g. 36) "oy� decir al dicho
provincial (Bustamante) que con esta devocion nueba de nuestra Sa. de Guadalupe parec�a
que era ocasion de tornar � caer en lo que antes habian tenido��; y con la de
Juan de Masseguer, el cual declar� (p�g. 51) haber dicho el P. Bustamante:
"que viendo agora el gran concurso de la gente que va all� � la fama de
que aquella ymagen pintada ayer de un
indio hazia milagros, que era tornar � deshacer lo hecho�"
El segundo
testimonio se encuentra en la carta que el Virrey D. Martin Enriquez dirigi� al
Rey Felipe II en 23 de Septiembre de 1575, citada ya en la p�g. 72. En esa
carta escribia aquel alto funcionario, entre otras palabras, las siguientes que
creemos conveniente repetir aqui: "�y el principio que tuvo la fundacion
de la iglesia que aora est� hecha, lo que comunmente se entiende es quel a�o de
55 � 56 estava all� una hermitilla en la qual estava la imagen que aora est� en
la iglesia, y que un ganadero, que por all� andava,
�117�
public�
aver cobrado salud yendo aquella hermita, y empez�
� crecer la deuocion de la gente, y pusieron
nombre � la ymagen Nuestra Se�ora de Guadalupe, por dezir que se parecia � la
de Guadalupe d'Espa�a�"
El tercer
testimonio es el del indio Juan Bautista, vecino de Tlatelolco, quien, como se
dijo ya en las p�gs. 95 y 96, mencionando en sus Anales ms. la primera venida
del Sr. Zum�rraga � M�xico en el a�o de 1528 y la del Presidente Fuenleal en el
de 1531, no hace en este a�o ni en otro alguno de los del episcopado de aquel
la menor alusion � las supuestas apariciones de la Sma. Virgen � Juan Diego, ni
al pretendido origen sobrenatural de la santa imagen, ni � lo dem�s que con
relaci�n � ese prelado cuentan los aparicionistas, como haher hecho construir
la ermita en cumplimiento de un mandato de la Se�ora, colocado �l mismo la
imagen en ella, &c; y refiri�ndose al a�o de 1555 dice as�: "In ipan
xihuitl 1555 a�os iquac monextitzino in Sancta Maria de Quatalupe, in
ompaTepeyac." Esto es: En el a�o de 1555, cuando se manifest� Santa Mar�a
de Guadalupe all� en Tepeyacac. Persona que conoce bien el idioma mexicano
asegura que el verbo monextia no
solamente significa aparecer, sino
tambi�n manifestarse, descubrirse: en cualquiera de las tres
acepciones puede haber sido empleado por el analista.
El cuarto
testimonio se encuentra en los Anales de M�xico y sus contornos, ms. original
que, como queda dicho en la p�g. 71, perteneci� al Sr. Lic. D. Jos� Fernando
Ram�rez y del cual hay copias en esta ciudad. Mencionando el analista indio lo
que acaeci� en el a�o de 1556, se expres� as�: "1556. XII Tecpatl. Hual motemohui
in cihuapilli tepeyacac zaye ycuac popoca citlalin."
�118�
Es decir:
1556. XII Pedernal, cuando baj� la Virgen � Tepeyacac (extremidad de los
cerros) y cuando tambi�n exhal� vapor la estrella. En vano se buscar�
igualmente en estos anales alguna menci�n de los extraordinarios sucesos que
narran los aparicionistas y de la intervenci�n que en ellos dan al primer Obispo
de M�xico.
Nos ministra
el quinto testimonio el indio Domingo Francisco de San Anton Mu�on Chimalpain
en sus Anales escritos en lengua mexicana, los que juntamente con la traduccion
francesa que hizo Mr Remi Simeon public� en Paris la casa de los Sres.
Maisonneuve y Le-clerc. Mencion�ndose en estos Anales la primera venida del Sr.
Zum�rraga en el a�o de 1528, su muerte en el de 1548 la venida del Sr. Fuenleal
y otros diversos acontecimientos en el de 1531, y echandose menos entre los de
esos a�os aquellos que, como acaba de verse, tampoco se encuentran en los
documentos anteriores, al mencionar el analista algunos sucesos acaecidos en el
ano de 1556 se expresa del modo siguiente respecto de uno de ellos:
"Auh za
no ypan in yhcuac monextitzino in totlazonantzin santa Maria Guadalope yn
Tepeyacac." Mr. Simeon traduce as�: " Alors aussi eut ieu l'
appantion de notre digne mѐre sainte Marie de Guadalupe, ὰ T�p�yacac."
En vista de
estas cinco autoridades coetaneas que refieren la primera manifestaci�n del
culto guadalupano � los a�os 1555 � 56 deberian los aparicionistas examinar el
asunto con criterio desapasionado porque, cualquiera que sea la interpretaci�n
que se d� al acontecimiento, parece evidente que en �l no intervino el Sr.
Zum�rraga, ni se verific� durante su episcopado.
_________
�119�
El culto de la V�rgen del Tepeyac
no tiene por fundamento la aparicion ni la
milagrosa pintura, sino el simple t�tulo
de la Madre de Dios.
� P�GS. 27 Y 2 8 �
Si el
Venerable primer obispo de M�xico hubiera tenido en el principio del culto de
Ntra. Sra. de Guadalupe la participaci�n que ha querido atribu�rsele por los
aparicionistas, ni se le citar�a en la informaci�n de un modo tan incidental
como acabo de manifestar en la nota precedente, ni se omitir�a su nombre al
hablar especialmente del fundamento que tuvo la devocion. Resu�lvome � decir
algo en este lugar acerca de tan interesante materia en vista de la importancia
que tiene la declaracion del testigo Francisco de Salazar. Su dicho es tan
terminante, que si no se hubieran tenido fundados motivos para poner en tela de
juicio la llamada tradicion, bastar�a lo que aqu� consta para nulificarla en el
terreno hist�rico. Efectivamente, lo poco que ha declarado el testigo acerca
del or�gen del culto basta para que se derrumbe un edificio con tanta
laboriosidad levantado por los aparicionistas en el espacio de 240 a�os.
�120�
Admir�ndose
de que Fr. Francisco de Bustamante hubiese afirmado que la devocion � Ntra.
Sra. de Guadalupe se habia levantado sin
fundamento, declara Francisco de Salazar: "que el fundamento que esta ermita tiene dende su principio fu� el
t�tulo de la madre de Dios;" y mas adelante sigue diciendo: "que este le parece fundamento bastante para
sustentar la dicha ermita." Eralo efectivemente para justificar el
culto que los espa�oles rendian � Ntra. Sra. de Guadalupe, equipar�ndolo con el
que se debe dar � toda im�gen de la Madre de Dios puesta como representacion de
la Sant�sima Se�ora; pero esto que satisfacia � los devotos; que les hacia
persistir en la devocion, y que el P. Bustamante no pretendi� combatir en los
espa�oles, viene � probar precisamente que en aquella �poca no habia ningun
or�gen portentoso que alegar en favor de la devocion, porque, de otro modo, no
hubiera dejado de exponerlo el declarante como irrecusable testimonio de la
veneracion con que la im�gen era� vista
por el pueblo. El portento que se pretende acaeci� en 1531 no pudo relegarse al
olvido en el corto espacio de 25 a�os; sobre todo cuando, como han dicho los
aparicionistas hasta el fastidio, la llamada tradicion ha sido invariable y constante.
Queda
probado pues, que se ignoraba en 1556 que la im�gen era aparecida y
milagrosamente pintada. Esta falsa creencia naci�, efectivamente, en tiempos
muy posteriores.
_________
�121�
Los indios rindieron culto idol�trico
� Ia Madre de Dios en los primeros tiempos
de su conversion.
� P�G. 33 �
Las
palabras que, con motivo del falso culto rendido por los indios � la Madre de
Dios, ha dejado escritas el P. Motolinia pueden confirmarse con otras
autoridades coetaneas, y deben explicarse exponiendo el or�gen de esa falsa
creencia y los fundamentos del error en que los indios estaban. Con la
autoridad de Gomara (Cr�nica de Nueva Espa�a, cap. 225, edic. de Barcia) y con la
del escritor an�nimo de la "Relacion de Michoacan" (pag. 109) autores
coetaneos; con la de Mendieta (Historia Eclesi�stica Indiana, lib. 2�, cap. IX
y lib. 3�, cap. XIII) Torquemada (Monarquia Indiana, lib. quine, cap. XXIII) y
otros autores de segunda mano podemos confirmar la declaraci�n del P.
Motolinia. La Informacion que mand� hacer el Sr. Montufar acerca de la devocion
de Nuestra Se�ora de Guadalupe habla en varios lugares casi en los mismos
t�rminos que el expresado Motolinia.
�122�
Oigamos al
segundo delator (p�g. 3); "Dijo (el P. Bustamante) que el arzobispo mi
se�or estaba muy enga�ado en pensar que estos indios no eran devotos de nuestra
Sra, porque los que los trataban entend�an ser tanta su devocion, que la adoraban por Dios y que antes era
necesario en esto irles � la mano y d�rselo � entender." En este mismo
sentido declaran los testigos que oyeron expresarse al predicador; de donde se
infiere que, tanto �l como sus hermanos de h�bito estaban convencidos del error
en que habian caido los indios acerca del culto de Nuestra Se�ora, y se dolian
de que no se les ayudase poniendo remedio en ello.
De personas
en quienes se han reconocido tan s�lidas virtudes y que tan �ntimamente
trataban � los ne�fitos no puede dudarse que dirian la verdad. Mas como no se
nos dice cual era la causa fundamental del error en que los indios habian
caido, voy � exponerla someramente para explicar el empe�o de los franciscanos
en combatir aquel culto que rayaba en idol�trico. Me servir� para esto de la
obra de Bernal Diaz, el mas sincero de los escritores
contempor�neos � la conquista. Recorriendo su "Historia" vemos el empe�o
con que Cort�s y sus compa�eros deseosos de que se convirtieran los indios
procuraban catequizarlos y dejaban entre ellos, por donde quiera que pasaban,
la imagen de la V�rgen Mar�a y el s�mbolo de la Redencion. Con im�genes de
Nuestra Se�ora regalaron � los indios de Cozumel (caps. 28 y 29), de Tabasco
(cap. 36), de Cempoal (cap. 42) y de Tlaxcala (cap. 77); dieron tambi�n la Santa
Im�gen � los embajadores de Moctezuma en las playas de Veracruz (cap. 40),
poni�ndola finalmente en el templo mayor de M�xico (cap. 107) y plantando
cruces en todos aquellos lugares.
�123�
Anim�bales
el celo de la conversion, pero debemos confesar que su conducta ray� en
imprudente y produjo para lo porvenir fatales consecuencias que todav�a
lamentamos. Porque respetables eclesi�sticos me han asegurado que muchos indios
de nuestra �poca siguen llamando � la Virgen Sant�sima su Dios, cayendo sobre todo en tan grosero error con motivo de la
venerada im�gen de Guadalupe.
Pero volvamos
� la �poca de la Conquista. Digo que los espa�oles procedieron imprudentemente
al dejar la im�gen de la V�rgen en manos de los indios porque, no teniendo la
persuasion de que aceptaban las nuevas creencias de buena f�, quedaba expuesta
la santa im�gen � los ultrajes de los infieles. Agregu� que produjo fatales
consecuencias esa conducta, porque � los indios no se les habia dado sino un
conocimiento imperfecto de la religion cristiana, y dejarles un nuevo simulacro
era exponerlos � que idolatrasen rindi�ndole culto. Esto sucedi�. Bien lo
revela Mendieta (p�gs. 233�234) cuando nos dice que los indios, aceptando las
im�genes del Redentor � de su Sant�sima Madre lo habian hecho con el prop�sito
"si tenian cien dioses, de tener ciento y uno." Con im�genes de la Madre
de Dios y con cruces se habia creido que la semilla de la f� quedaria plantada
en sus corazones: vamos � estudiar las diversas impresiones que les producirian
esos emblemas. El s�mbolo de la redenci�n no les era desconocido porque lo
adoraban, como representaci�n del dios de las lluvias; as� es que la im�gen de
Nuestra Se�ora fu� lo qu� les caus� novedad.
�124�
Vieron en
ella la personificaci�n del nuevo culto y con razon cayeron en el error cras�simo
de pensar que Santa Mar�a era el mismo Dios de los cristianos y de llamar con
el Santo nombre de Mar�a � todas las im�genes que veian. (Motolinia. loc. cit.).
Algunos indios como los de Michoacan, no solo creyeron que el Omnipotente se
llamaba Santa Mar�a sino que tomaron la cruz como s�mbolo de la Sant�sima
V�rgen. Errores nacidos del imprudente celo de los primeros cristianos que los
franciscanos procuraban desarraigar pero que cada dia echaban mas hondas ra�ces
porque los Obispos recien llegados � la colonia, desconociendo la flaca
condicion de los naturales quer�an tratar como cristianos viejos � los que
todavia no estavan firmes en la f�. He aqu� el secreto de un incidente tan
ruidoso como el que ocurri� entre el P. Bustamante y el Arzobispo Montufar.
Este prelado ilmo. reconoci�, sin duda, mas tarde, que los frailes tenian razon
en muchas cosas que le habian advertido, y por eso dice un religioso hablando
del Sr. Arzobispo que �recien venido de Espa�a, por algunos a�os que ha sido
nuevo, no ha habido tigre para con nosotros (los frailes) mas fiero, hasta que
poco � poco ha venido � caer en cuenta de los negocios por curso de tiempo;�
etc. *
_______
* Vease la nota del editor espa�ol en la p�g.
69 de esta Informacion.
_______
As� se
explica que en la Descripcion del Arzobispado nada dijera el Sr. Montufar de la
ermita de Guadalupe, arrepentido sin duda de haber quebrado las cabezas con
aquel incidente; as� tambien queda explicada la dificultad que tuvo el Virrey
Enriquez para rastrear algo del or�gen de la ermita, que ni siquiera se
descubria en los informes oficiales del Arzobispo.
�125�
Predic�
este en 1556 �que los indios no eran devotos de nuestra Sra;" y esto le
inducia, de buena fe indudablemente, � fomentar entre ellos aquella devocion.
Pronto debe haberse convencido, aceptando la opinion franciscana "que eran
tan devotos que tenian � Nuestra Sra. por Dios" V�anse las p�gs. 3 y 41 de
la Informacion.
_________
�126�
Ciertos aparicionistas, obrando de mala fe,
inventan algunos episodios,
desfiguran otros, y mancillan las reputaciones
mejor sentadas.
No quiero
referirme cuando formulo el primer cargo � las invenciones de los tiempos
pasados que, piadosamente repetidas despues, hoy se aceptan de buena fe por la
mayor parte de los aparicionistas. Las notas y adiciones del erudito editor espa�ol
rebosan de tales ejemplos; y en ellas, con buena cr�tica, se les ha puesto en
su verdadero lugar. Me refiero � las invenciones modernas, � las de fecha
reciente. De una quiero hablar mas especialmente con la cual se pretendi�
sorprender la piedad y buena fe, la creencia guadalupana del Sr. Cura for�neo
Br. D. Fortino H. Vera. He aqu� el caso, referido por el difunto D. Juan de la
Portilla, empleado de nuestra Biblioteca Nacional, � varias personas, y que
lleg� � divulgarse y � ser p�blico por este camino. Fragu�se una carta del
venerable misionero Fr. Domingo de Betanzos, dirigida desde Tepetlaoztoc al
santo F. Juan de Zum�rraga, pocos dias despues del 12 de Diciembre de 1531:
�127�
en ella
se hablaba de la supuesta aparicion, y el dominicano felicitaba al obispo por
el favor que la Madre de Dios acababa de hacerle. El soplo de la cr�tica hizo
desaparecer bien pronto toda esa hojarasca. Segun el cronista de su provincia,
Fr. Agustin D�vila Padilla (Lib. I, caps. 17�20), el P. Betanzos parti� de
M�xico para Espa�a por Marzo de 1531; de la madre patria pas� � Roma y N�poles,
y no regres� � la Nueva Espa�a sino hasta el a�o de 1534. Bien se conocer�, por
lo que llevo dicho, que la oficina de imposturas establecida en Espa�a �
principios del siglo XVII por el P. Roman de la Higuera, inventor de los
cronicones de Flavio Dextro, tan victoriosamente refutados por D. Nicol�s
Antonio en su Censura de historias
fabulosas, todav�a cuenta con operarios en nuestro pais y en nuestros
tiempos. �Alerta para lo porvenir, conservadores de la historia!
_________
Vamos al
segundo cargo. La Informacion �de 1556 es
un buen ejemplar. En las manos de los aparicionistas ese documento ha sido
modelado, como si de cera blanda se tratara, hasta presentarlo al p�blico
revistiendo la forma mas odiosa. Extractemos la
exposicion que del documento hace el P. Esteban Ant�coli, Societ. Jesu, en su
obra "La Virgen del Tepeyac" (Guadalajara, 1884, en 8�, p�gina 347 y
siguientes). Dice all�, entre otras cosas: Que, en su sermon, explic� el
arzobispo Montufar los efectos de la aparicion:
�128�
Que la
denuncia, el interrogatorio y la informacion �testimonial se hicieron el mismo dia que predic� el P. Bustamante, y suponen como un hecho
cierto y evidente la aparici�n de la
Virgen en el Tepeyac y el origen sobrenatural de su santa Imagen: Que el esc�ndalo se origin� � consecuencia de la firme y universal creencia en la
verdad del portento. De la �ltima afirmacion saca dos premisas mayores, de
donde se infieren dos menores falsas para llegar � una conclusion comun, falsa tambi�n.
Una ciudad (dice) no se escandaliza ni pide el castigo de alguno que haya
negado un hecho dudoso. La autoridad eclesi�stica (agrega) no forma proceso en el mismo dia sino en el caso
de negarse una verdad religiosa que est� en la conciencia de todos los fieles y
en la pr�ctica cuotidiana de la liturgia y del culto: Luego (concluye), todas
las circunstancias del proceso
demuestran la verdad de la aparicion. Jugando as� con el vocablo para que
aparezca la informacion como un proceso acaba por decir "que el
arzobispo Montufar no di� sentencia definitiva
contra el predicador, porque as� lo dictaban la mansedumbre y prudencia
cristianas," deslizando all� mismo este otro concepto: "que el
predicador impugn� la aparicion y se desat� en ofensas personales contra el
Arzobispo."
Para
impugnar todas esas inexactitudes no hay mas que pasar
la vista por la informacion. El Sr. Montufar no pudo explicar los efectos de la aparicion sin decir
palabra de la causa. Los procedimientos de la informacion no suponen como evidente la
aparicion y el origen sobrenatural de la Imagen, porque, de ser as�, cuando
el testigo Francisco de Salazar (p�gs. 27 y 28 de la Informacion) habl� del
origen del culto de Ntra. Sra. de Guadalupe no hubiera dicho que el fundamento
de la ermita era el t�tulo de la Madre de Dios, sino la aparicion y el origen
sobrenatural.
�129�
Tampoco es
exacto que el esc�ndalo se originara por la firme y universal creencia que habia
en la verdad del portento: la causa viene formulada en la 13� pregunta del
interrogatorio (p�g. 7). Hubo esc�ndalo entre algunos de los que oyeron el sermon
"porque su Perlado les animaba � la devocion de nuestra Se�ora y el dicho
provincial se la quitaba," decian ellos; mas de la misma informacion �se ve que hablaban equivocadamente, puesto que
el P. Bustamante declar� que no quer�a quitar la devocion "� la menor
vejezuela" (p�g. 1 et passim). De lo que acabo de decir acerca de este
punto se infiere la falsedad de las premisas deducidas de �l: Los devotos no se
escandalizaron porque se hubiese negado un hecho dudoso, sino porque suponian
que el Provincial franciscano les queria quitar una devocion � que su Prelado
les animaba: La autoridad eclesi�stica ni dict� providencia en el mismo dia 8
de Septiembre, sino hasta el siguiente 9; ni form� proceso sino informacion,
que no es lo mismo; ni levant� la informacion �porque so hubiese negado verdad religiosa de
la magnitud que se dice: ostensiblemente la levant� para que el Provincial
fuera reprendido (se entiende que por los Prelados de su Orden) si habia motivo
para ello; pero en realidad lo hizo el Arzobispo para justificarse de los
cargos que se le dirigian, y as� se explica que se mezclaran las declaraciones
acerca del sermon del P. Bustamante con las que se pedian sobre el sermon del
Sr. Montufar.
Perm�taseme
una digresion para que se vea con claridad que la informacion de 1556 se
levant� con la mira oculta de sincerar al Arzobispo.
�130�
Se propuso
este demostrar que habia predicado en su sermon del 6 de Septiembre que ninguno
propalase milagros falsos (cargo que decian le lanzaba el P. Bustamante), y en
este sentido fu� interrogado su parcial Juan de Salazar (p�gs. 15 y 16 de la Informacion),
quien declar� afirmativamente. Se propuso tambi�n probar que habia mandado se
predicase � los indios que no debian entender la devocion � las im�genes de un
modo material (sincer�ndose as� de otro cargo que le resultaba), � hizo su
prueba tan atropellada y torpemente que se ve con claridad no haber pensado en
corregir el mal sino despues de haber indicado el peligro Bustamante desde la
sagrada c�tedra. En efecto, predic� el provincial el 8 de Septiembre en
presencia de los dos Salazares, quienes asistieron � la misa mayor en S.
Francisco y oyeron all� el sermon, y ese mismo dia 8 se apresur� el Arzobispo �
ir hasta la ermita para ordenar � Francisco de Manjarres que dijese � los
indios como habian de entender la devocion � Nuestra Se�ora. No pudo ser antes
de la hora en que predic� el provincial, porque el Arzobispo tendr�a precisas
ocupaciones en su iglesia por la solemnidad del dia, que era el de la Natividad
de la Sma. V�rgen. Ademas, se hallaron los Salazares en el sermon del P.
Bustamante (Inform. p�gs 12 y 26) y en la pl�tica de Manjarres (Op. cit. p�gs.
17 y 30): no pudo ser esta �ltima, de consiguiente, en la ma�ana � menos de
admitir el doble portento de bilocacion
para cada uno de los testigos. Y ya que se admita que la pl�tica precedi� al sermon,
siempre resultar� que el Arzobispo enmendaba el 8 de Septiembre, � posteriori, el yerro que le reprochaban
Fr. Antonio de Huete y Fr. Alonso de Santiago desde el 6 de dicho mes en la
tarde. (Op. cit. p�gs. 32 y 39).
�131�
Vease como
el Arzobispo sentia que su conducta era justiciable y procuraba enmendar el
yerro aunque tarde y mal; vease tambien cuanta raz�n asist�a al provincial para
buscar la salud de las almas de los indios, y dig�se si el Sr. Montufar no
trataba de sincerarse con su informacion.
Volviendo �
la cuesti�n dir� que siendo falsas las premisas presentadas por el P. Ant�coli
tiene que serlo la conclusi�n y pueriles los t�rminos en que est� concebida.
Decir que el Arzobispo no di� sentencia
por tal � cual motivo supone que la informaci�n
es una causa en forma, el P.
Bustamante reo y el Arzobispo su juez natural: tales afirmaciones son
imperdonables en un eclesi�stico que debe saber muy bien que el P. Bustamante
no tenia mas jueces que su Comisario y su Ministro General; es decir, los
superiores inmediatos de su Orden; por lo mismo la informacion no puede ser causa � proceso, ni el Arzobispo juez.
En la misma equivocaci�n incurre un letrado piados�simo y de relevantes
prendas, el Sr. Lic. D. Jos� de Jes�s Cuevas, cuando dice en su op�sculo
intitulado "La Sma. Virgen de Guadalupe" (� XIV) que "fu� procesado el P. Bustamante can�nicamente," pues ya vamos
viendo que no hubo semejante proceso. Ni vale decir que el Sr. Montufar actuaba
como inquisidor y podia ser entonces juez del P. Bustamante, porque de ser as�,
constar�a en el principio de la informaci�n que el Arzobispo procedia en este
caso como tal inquisidor, figurando all� sus t�tulos inquisitoriales. Ademas,
el suceso no era de f�, que de haberlo sido se hubiera procedido al
aseguramiento del presunto reo,
�132�
como en
Espa�a se hacia por aquellos tiempos para casos de inquisicion con personajes
que tenian tanta � mayor representacion que un simple provincial. Que el P.
Bustamante impugnara la aparicion ya vimos ser notoriamente falso; que se
desatara en ofensas personales contra el Sr. Montufar se prueba no ser cierto
examinando los dichos de testigos no dominados de pasion, como Mesa (p�g. 9) y Sanchez
de Cisneros (p�g. 36), quienes nos dan � conocer que el P. Bustamante se
expres� con bastante moderaci�n al hablar del Arzobispo. Hasta uno de los
delatores (p�g. 3 de la Informacion) rinde pruebas de la moderacion del
predicador, cuando al expresar los t�rminos en que se refino al sermon del
Arzobispo, asegura que le oy� decir esto: "que lo que su Sria. habia predicado de nuestra Sra. de Guadalupe no lo queria contradecir." Y si
queremos confirmar la opinion expuesta, oigamos al testigo Sanchez de Cisneros
(loc cit) relatar lo que dijo el predicador cuando hablaba de la devocion nueva: "dixo que� para aquella
devocion aproballa y tenella por buena era menester haber verificado los
milagros y comprob�dolos con copia de testigos; pero qu�l tenia � su se�oria del Sor. arzobispo
por tal persona en ciencia y en conciencia que lo abria todo mirado bien, como
persona � cuyo cargo est� el estado eclesi�stico." �Encierran acaso
estas razones, tan moderadamente expuestas, injuria personal contra el
Arzobispo como dice el P. Ant�coli? Ciertamente que no. Aventurada es, por lo
mismo, su opinion al juzgar de la conducta del P. Bustamante desechando todo lo
que le favorece, y poniendo en la balanza solamente, ya el texto del
interrogatorio que, como sacado de las denuncias, debia ser contrario al P.
Bustamante,
�133�
ya las
declaraciones de los testigos mas enconados contra el provincial � parciales
del Arzobispo, al grado que uno de ellos (Alarcon, p�g. 31) "vino arrimado
� su se�or�a de Spa�a," Si el P. Bustamante hubiera levantado otra informacion
�conoceriamos sus descargos y podriamos
apreciar su conducta de un modo completo: con los datos que hoy poseemos, no.
Con razon los provinciales de las tres �rdenes de S. Francisco, Sto. Domingo y
S. Agust�n escribiendo al Rey en Febrero de 1561 (Cartas de Indias, p�g. 149)
le dicen: "Humilmente suplica � V. M. mande no se den oydos �
informaciones que contra nosotros se hizieren, pues son contra derecho divino y
humano: divino levant�ndonos mucho de lo que no hazemos; humano haziendo las
informaciones sin parte y sin ser oydos, y aun sin autoridad de plena justicia."
Equivale � decir que les levantaban cargos y no los o�an en descargo, como pas�
en el presente caso. Queda probado con todo lo que llevo escrito que los aparicionistas
han dado � conocer la informacion levantada por el Sr. Montufar desfigurando
los hechos que al P. Bustamante se refieren.
_________
Ha entrado
en turno el tercer cargo que contra los aparicionistas formul�. Mancillan,
dije, las reputaciones mejor sentadas y voy � probarlo. Para ello pasar� la
vista por la obra intitulada "Santa Mar�a de Guadalupe, Patrona de los
mexicanos" (Guadalajara 1884, en 4�), que se debe � la pluma del Sr. Lic.
D. Jos� Mar�a Antonino Gonzalez, can�nigo de la insigne Colegiata.
�134�
Despues del
extracto de la informacion hecho por un amigo del autor con la maestria de un letrado
y la correcion de un acad�mico; extracto en el que no se haya m�s que tal �
cual error, como el de poner ocho testigos siendo nueve; despues de ese
documento, repito, vienen las apreciaciones del Sr. Can�nigo. Cree que son
contradictorias algunas proposiciones del P. Bustamante y repetidamente las
impugna considerando que en todo lo que dijo hay una verdadera jerigonza. El
autor comenz� por no entender el magn�fico extracto que tenia delante; lo
analiz� � su modo y torci� su sentido. No habiendo examinado, en realidad,
declaraciones contradictorias del P. Bustamante sino tergiversaciones de los
testigos, si hay jerigonza ser� imputable � estos. Mas demos por sentado que
dijera el P. Bustamante lo que le quieren hacer decir (Op. cit. p�gs. 330 y 331):
"Que la devocion de N. S. de Guadalupe
no tenia fundamento que se debia averiguar ese fundamento: Que la imagen no hacia
milagros y que debian certificar los milagros antes de publicarlos."
�Que probar�a todo ello? Que el P. Bustamante era hombre de buen juicio y de
criterio recto; que no queria ser creido bajo su palabra (como los
aparicionistas desde Miguel Sanchez hasta los modernos), y que al declarar su
parecer acerca de una cosa pedia que se averiguara la cosa para que vieran que
decia la verdad. Y suponiendo que el P. Bustamante hubiera manifestado poco
aprecio por los milagros atribuidos � Ntra. Sra. de Guadalupe, no habria hecho con
esto mas que arrimarse al parecer del Ilmo. Montufar, quien dijo en su sermon
del 6 de Septiembre de 1556 segun el testigo Juan de Salazar (p�g. 15 de la
Informacion:) �
�135�
"que
no predicaba� milagro ninguno de los que algunos decian aber hecho la dicha
ymagen, ny hacia� caso dellos, porque no tenia informacion
hecha dellos." Pero de todo lo que al provincial de los franciscanos se le
imputa solo dijo, segun los testigos: Que
la devocion no tenia los grandes fundamentos que
otras. Que si los indios pedian milagros � la imagen y no se los hacia, ser�a
esto en descr�dito de la religion; por �ltimo: Que se deb�an examinar los milagros antes de publicarlos. La verdad
en su lugar. Aunque todav�a no llego � mi asunto, quiero seguir al Sr. Gonz�lez
en el laberinto de sus afirmaciones. Dice (Op. cit., p�g. 332) que se denunci� al P. Bustamante porque
afirm� que la im�gen habia sido pintada por un indio, y que el hecho de haber mandado
el Arzobispo que se interrogase � los testigos sobre si en efecto habia dicho
tal cosa, prueba que se encontraba mala la conducta del predicador en este
punto. Respondo que ni del extracto que aprovech�, ni del interrogatorio
que est� en la informaci�n se infiere lo que el Sr. Can�nigo afirma. Hay aqu� otra
mala inteligencia suya. Se denunci� al P. Bustamante por causas mas generales y por creerlo en contradicci�n con el
Arzobispo: en cuanto al interrogatorio dir� que la pintura de la im�gen por el
indio no es el asunto principal de la pregunta que se dirigi� � los testigos.
No se les pidi� que declararan si el P. Bustamante habia dicho que la pintura
era obra de un indio: se les pidi�, segun el extracto que est� en la obra del
Sr. Gonz�lez (p�g. 325) de las preguntas 4� y 5� del interrogatorio, que
declararan si el provincial dijo "que la devocion � Ntra. Sra. de
Guadalupe era perjudicial � los indios porque se les daba � entender que hacia
milagros aquella im�gen pintada por un indio,
�136�
y Porque
contradecia lo que se les habia predicado de que solo creyesen en Dios y no en
las im�genes que solo servian para provocarlos � devocion; y que no habian de adorar aquellas im�genes, sino lo que representaban
que est� en el cielo." *
_______
* En el extracto del Sr. Gonzalez falta Io que
est� con letra cursiva.
_______
Y no se preguntaba esto � los testigos para hacerle cargos al P.
Bustamante por la sustancia de la pregunta (que no es Justiciable), sino para
sincerar al Arzobispo del cargo que le resultaba como favorecedor de una
devocion que incitaba � la idolatr�a. Al Arzobispo poco le importaba que se
dijera que un indio habia pintado la im�gen, y mucho le importaba que no se
dijera que por causa suya rendian los indios culto material � la misma im�gen.
Del cargo procuraron sincerarlo sus parciales Juan de Salazar (p�gs. 16 y 17) y
Francisco de Salazar (p�gs. 29 y 30), testigos de la informacion, quienes
contestaron afirmativamente cuando el Arzobispo les pregunt� si sabian que "S.
S. Rma a mandado predicar, y en su presencia se a predicado � los yndios como
an de entender la devocion de la ymagen de nuestra Sa, como no se le
hace la reverencia � la tabla ni � la pintura, sino � la imagen de nuestra Sra,
por razon de lo que representa, ques � la Virgen maria, nuestra Sra., y como la
reverencia que � la ymagen se hace no para all�, sino va � lo representado por
ella." He aqu� lo que le importaba al Arzobispo que se entendiera. Si se
hubiera entendido en la ciudad ser mala la conducta del predicador en lo que
dijo sobre la pintura de la imagen por un indio;
�137�
si la
tradicion popular hubiera reconocido el or�gen portentoso de la imagen, los
testigos se hubieran hecho lenguas contradiciendo al provincial y apuntando
siquiera la piadosa creencia. Y no vale afirmar, como los aparicionistas, que,
por no hab�rseles preguntado directamente nada dijeron los testigos acerca de
esto, porque bastantes cosas declararon sobre las cuales no fueron preguntados
para que hubieran callado la que, segun el criterio aparicionista, debia
resaltar sobre todas las demas. Siento causar alguna contrariedad al Sr. Gonzalez
no opinando como �l en este punto; pero acostumbro anteponer la verdad � toda
consideracion: examine nuevamente la pregunta: anal�cela l�gica,
gramaticalmente � como quiera, y no sacar� de ella lo que pretende.
Hay otro
punto que se enlaza con el anterior y quiero tratarlo tambien. Lo enuncia el
Sr. Gonzales en otra parte de su obra (p�g. 330) de este modo: "Bien sab�a
Bustamante que el fundamento del culto era la tradicion sobre la Aparicion y
milagrosa pintura de la santa efigie, pues si no hubiera sido esto lo que
quer�a contradecir, � nada ven�a que
dijese que la pintura habia salido de las manos de un indio." Raqu�tico
me parece el criterio con que se trata de establecer la relacion del efecto �
la causa. Cualquiera otro antecedente podia admitirse mejor que el que se
propone, porque para aceptarlo era necesario conceder al P. Bustamante la
facultad de adivinar lo que no habia de inventarse sino muchos a�os despues de
su muerte. �No descubre el Sr. Gonzalez otra causa mas
aceptable? �Porque dijo el F. Bustamante que habia pintado la im�gen el indio
Marcos? En primer lugar porque era la verdad, no desmentida por ninguno de los
testigos; y en segundo lugar porque as� esforzaba poderosamente su
argumentaci�n contra el Sr. Montufar. �
�138�
Lo
comprendi� este cuando trat� de sincerarse. Si la pintura hubiera sido divina y
se supiera esto por tradicion desde el tiempo del Sr. Zum�rraga, tenia el Sr.
Montufar brillante oportunidad de sincerarse alegando el or�gen atribuido al
sagrado lienzo, en vez de acogerse al expediente de probar con testigos que
predicaba �l acerca del culto de las im�genes lo mismo que el P . Bustamante. Vamos � ver la fuerza que tenia el argumento
de la pintura hecha por el indio, comparando la creencia gent�lica de los de su
raza con el peligro � que se les expon�a, segun los franciscanos, al fomentar la
devocion de la im�gen que habia salido de las manos de uno de ellos. Expongo la
cuesti�n dividi�ndola en tres fracciones: 1� Los indios, en su gentilidad, hacian
im�genes de piedra y palo y tambien las pintaban en lienzos: 2� Creian que
tales simulacros tenian la facultad de prosperar sus siembras, de darles la
salud y de realizar otros portentos: 3� Daban adoracion, en consecuencia de
esto, � la materia que formaban con sus propias manos. Tal era la creencia
gent�lica, y seguidamente expongo la argumentacion del P. Bustamante
dividi�ndola tambien en tres fracciones que se relacionar�n con las de arriba:
1� El indio Marcos habia pintado recientemente una im�gen: 2� Se decia que esta
realizaba tambien portentos: 3� Expon�ase, de consiguiente, � los indios � que
creyeran que los milagros eran hechos por la pintura y no por intercesion de la
Sma. Virgen desde el cielo, y en consecuencia se les exponia tambien � que
rindieran culto nuevamente � la materia salida de sus manos, volviendo � lo
antiguo.
�139�
Despues de
lo anterior los lectores imparciales resolver�n, sin duda, que la raz�n tampoco
asiste al Sr. Gonzalez en la afirmacion que refuto.
El Sr. Gonzalez
dice (p�g. 329) que profan� el P. Bustamante la c�tedra del Esp�ritu Santo.
Acabamos de ver los motivos poderos�simos que tuvo, para predicar con ardiente
celo contra los que imprudentemente llevaban � los indios de nuevo por la senda
de la idolatr�a. Dicen algunos que se expres� con violencia, y ya hemos visto
en la refutaci�n al P. Ant�coli que sus palabras fueron harto moderadas. Dicen
otros que pudo tratar la cuesti�n privadamente con el Arzobispo, y no llevarla
al dominio p�blico. Contesto � los �ltimos que no sabemos si di� esos pasos en
lo reservado, decidi�ndose � tratar la cuesti�n en p�blico agotados ya los
recursos privados. El Sr. Montufar gustaba de llevar adelante su opinion,
obcec�ndose en ella, y el P. Bustamante era hombre que no se detenia ante
consideraciones humanas-cuando buscaba la salud de las almas. Fr. Ger�nimo de
Mendieta, cronista de su Orden, nos lo pinta en la "Historia Eclesi�stica
Indiana" (p�g. 702) como tan celoso de la predicaci�n "que su
principal estudio (dice) era consultarla
primero con Dios." As� es de creer que lo hiciera en el presente caso,
� inspirado de la Divina Magestad no temi� afrontar las iras del poderoso
porque se trataba de apartar � los indios del contagio de la idolatr�a
evit�ndoles el peligro de recaer en ella. Si algunos contempor�neos juzgaron
mal de su persona, aqu� est� la posteridad para hacerle justicia. Y ya que el
Sr. Gonzalez se muestra tan celoso de que la c�tedra del Esp�ritu Santo no se
profane, aconseje � los predicadores aparicionistas
que sean moderados en sus apreciaciones y que no lancen desde la sagrada
c�tedra dicterios contra sus hermanos. Obligacion
es del que reprende y censura dar ejemplo.
�140�
Sigue
diciendo el mismo Sr. Gonz�lez en el lugar citado: Que hall�ndose dominado Bustamante de la ira y del terror, su palabra
fu� desautorizada. Apoya su afirmacion en lo que dice el extracto usado por
�l (p�g. 327 de su obra), que literalmente es esto: "Alguno dijo que la
mudanza del semblante del predicador, al empezar a hablar de Nuestra Se�ora de
Guadalupe, habia sido como si estuviese poseido de la ira y del espanto;"
etc. Pues precisamente cometi� aqu� un error el que hizo el extracto, como
antes lo cometi� tambien cuando afirm� (loc cit) "que alguno � algunos, los menos, dijeron no haber� visto mudar
de semblante al predicador porque estaban lejos de �l." La informacion no
confirma ni una cosa ni otra. Por fortuna la tenemos � la vista, y recorriendo
sus p�ginas podemos hacer el c�mputo de los testigos. De ocho que declararon
minuciosamente acerca del sermon, tres no dijeron palabra de la mudanza de
semblante, (Mesa, Contreras y Masseguer); uno (Puebla) no la advirti�; otro
(Cisneros) no la not� por estar lejos; otro aun (G�mez de Leon) no la vi� pero
oy� decir la especie, declaraci�n inv�lida como prueba, pues bastaba que uno lo
dijera para que muchos lo repitieran sin haberlo visto; finalmente solo dos
afirman el cargo: Juan de Salazar que vio
al predicador dominado por la c�lera y Francisco de Salazar que le not� el semblante atemorizado.*
_______
* Los Salazares se han mostrado en todo muy parciales del Arzobispo. El Francisco fu� acusado
criminalmente, pasado alg�n tiempo, por el segundo Marqu�s del Valle D. Martin
Cort�s, segun consta en la Noticia hist�rica de la Conjuracion (p�g. 183): l�stima que no se nos comuniquen all� detalles acerca del asunto, pues
por falta de ellos, no podemos pronunciar juicio definitivo sobre los
antecedentes del testigo Salazar, en cuya conducta no se ve muy claro, porque,
siendo enemigo del Marqu�s, se prestaba � declarar en perjuicio suyo, y tal
proceder no es propio de personas que tienen sentimientos levantados. En el
caso que examino, la declaracion contradictoria de los Solazares tiene analog�a
con la de los viejos libertinos que calumniaron � la casta Susana.
�_______
�141�
As� es que
no se adunaron las dos pasiones, como dice el Sr. Gonzalez; ni era posible que
un semblante reprodujera en el mismo momento dos expresiones tan encontradas.
Esta inconformidad de los dos �nicos testigos que declararon afirmativamente
hace creer una de dos cosas: � que eran malos fisonomistas � que mintieron: si
pas� esto �ltimo sale favorecido el P. Bustamante: si lo primero, puede
admitirse que mudara semblante pero no dominado de malas pasiones sino de un
celo plausible. Vemos, pues, que de los testigos, los menos dijeron haber visto mudar semblante al predicador; pero que
sus declaraciones, por no venir concordes y expresar pasiones contrarias
parecen desautorizadas.
El autor
del extracto de la informacion dice en la obra del Sr. Gonzalez (p�g. 328) que
"una cosa llam�, sobre todas, la
atencion y caus� extra�eza: un
testigo sacerdote suplic� al Arzobispo que no le mandase declarar en este
asunto porque era Capellan del Virrey y de la Audiencia,
�142�
y fu�
necesario que el Prelado le reiterase el mandato so pena de excomuni�n." *
_______
* El P. Ant�coli ha hecho caudal de este
incidente en la p�g. 348 de su "La V�rgen del Tepeyac."
_______
Donde habr�
visto nuestro letrado que aquello llam�
la atenci�n y caus� extra�eza? Porque la informacion no deja entrever esto. Ni los
contempor�neos pudieron asombrarse de una cosa que pas� tan reservadamente que ni
el mismo P. Bustamente es probable que haya llegado � saberla nunca. Llamado habr�
la atencion y causado extra�eza � los modernos
aparicionistas, f�ciles de asombrar
aun cuando los ba�e el sol. Si hubieran visto desapasionadamente la informacion;
si al exponerla p�blicamente hubieran cuidado de no desvirtuarla, se habrian admirado viendo que aquel Br. Puebla
tan remiso era el mismo que habia formado el interrogatorio, present�ndosenos,
as� como testigo consultor. Y lo hago aparecer con su aspecto mas inocente,
pues si admitiera yo, como aparicionistas, que la informacion era causa en forma, resultaria el Br. Puebla algo as�
como testigo fiscal. Si alguna vez la Sagrada Congregacion de Ritos se aboca con
el conocimiento de la informacion tantas veces citada podr� revisar las
diversas formas de letra de las denuncias y compararlas con las firmas de los
testigos, para que examine y pese con el aquilatado criterio que la distingue
si hay tambien testigos delatores fuera de Masseguer, que ya sabemos lo fu�.
(Vease la nota puesta en la p�g. 109). Ser� un nuevo dato para juzgar de la
irregularidad con que se llev� adelante un asunto tan grave de suyo.
�143�
�No queda
se�alada ya en la p�g. 6 de la informacion (nota) una falsedad tan patente como
la de considerar probada en todas sus partes la cuesti�n 10� del interrogatorio
cuando solo la primera parte lo estaba y no en los t�rminos que la pregunta
refiere? Vease lo que digo en el p�rrafo que sigue sobre la pena de azotes que
pidi� el P. Bustamante. El Prelado que tan atropelladamente trataba de
sincerarse en el dia mismo que habia predicado el P. Bustamante, como lo hemos
visto en la refutaci�n al P. Ant�coli (p�g. 130); ese Pastor que, acudiendo � la
ermita de Guadalupe, hacia que se dijese � los indios lo mismo que el
provincial acababa de predicar sobre el culto material de las im�genes,
queriendo aparecer tan celoso como �l en la extirpacion de la idolatria; ese
mismo Prelado, repito, se condujo de un modo tan irregular que, cuando sea
examinada su conducta con la imparcialidad que entonces no se podia pedir � los
contempor�neos, quedar� sincerado el P. Bustamante de los cargos que la pasion,
mala consejera siempre, ha lanzado contra �l.
Otros varios
cargos que formula el Sr. Gonzalez paso por alto, �
por ser de menos importancia, � por quedar refutados ya con lo que antes he
dicho. Algunos no dejan de ser peregrinos. Adulaba
el predicador, dice el Sr. Can�nigo (p�g. 329), al Virrey y � la Audiencia: si pedir � alguien que cumpla con sus
deberes es adularlo, paso por el cargo. Profiri�, agrega, errores teol�gicos: se��lelos y veremos si tiene razon. Manifest� sa�a contra los que hablasen de
los milagros de Nuestra Se�ora de Guadalupe: no hay tal; manifest� celo; pidi� que se hiciera informaci�n
sobre los milagros y, no hall�ndose ciertos, pidi� tambi�n pena de cien azotes,
como lo declara el testigo Gomez de Leon (p�g. 43 de la Informacion),
entendi�ndose que la pena ser�a solo contra
el primer inventor,
�144�
porque
as� lo dicen expresamente cuatro de los testigos (Mesa, Juan de Salazar, Puebla
y Masseguer): Francisco de Salazar es el �nico que habla de la pena reagravada
de doscientos azotes contra los que siguiesen hablando de los milagros; Cisneros
declara ambiguamente y Contreras nada oy�. V�yase viendo como los aparicionistas
emiten juicios arrim�ndose al interrogatorio sin consultar las declaraciones
testimoniales; es decir, haciendo de fiscales y no de jueces.
Peregrino
es tambien el juicio que el Sr. Gonzalez emite (p�g. 332 de su obra) sobre la
pregunta 6� del interrogatorio, en que se pidi� � los testigos que declararan
acerca de lo que el P. Bustamante habia dicho con relaci�n al fundamento de la
devocion nueva. El Sr. Can�nigo dice
sustancialmente que de los t�rminos de la pregunta se infiere que el fundamento de la devocion era portentoso.
Precisamente en esta cuesti�n queda consumada la derrota de los aparicionistas,
encarg�ndose de resolver la objecion el testigo mas parcial en favor del Sr.
Montufar, ese mismo Francisco de Salazar tantas veces citado, quien dice,
contestando � la pregunta, que el �nico fundamento es el t�tulo de la Madre de
Dios; es decir, no fundamento natural.
Ya he tratado el punto en una nota (p�g. 119) y � ella me refiero para mayores
detalles. Por supuesto que los aparicionistas se han callado como muertos* acerca del asunto.
_______
* No es mia la expresion sino del P. Ant�coli
en su op�sculo (p�g. 350). Nadie extra�e que repita yo las palabras de los
aparicionistas, porque en literatura, los proclamo maestros. Ellos me han
ense�ado � RETORCER ARGUMENTOS, y no ser� yo quien niegue su ciencia y sus
virtudes.
_______
�145�
Bueno fuera
que al extractar la informacion �no
hubieran omitido lo que les era contrario, porque hoy no podemos juzgar si lo
hicieron por ignorancia � por mala f�.
Las
objeciones aparicionistas mucha semejanza tienen con las tretas que los
antiguos mexicanos pusieron en pr�ctica para detener la marcha del afortunado
Cort�s: consisten en sembrar la senda de obst�culos que, en �ltimo resultado,
no estorban el progreso del caminante porque en todos esos obst�culos no hay
m�s que materia inerte. Pero alguna
vez no es tan inocente la tarea; por ejemplo, cuando se lanzan dicterios contra
el adversario; cuando se le levantan testimonios; cuando por medio de tal �
cual pregunta introducida con habilidad en una pol�mica se mancilla la
reputaci�n del contrario. El integ�rrimo P. Bustamente no se ha librado de ataques
de tal g�nero. Pretendiendo el Sr. Gonzalez hallar los m�viles de la conducta
del provincial donde no debiera buscarlos, trae � colacion la enemiga de los
encomenderos con el Prelado diocesano (que en aquella �poca no s� que
existiera) para lanzar contra dicho provincial este cargo temerario � injusto �
todas luces (p�g. 329): �Estar�a
Bustamante vendido por los hist�ricos, treinta dineros? Lo invito
formalmente � que pruebe el dicho. Bien s� que una carta del Sr. Montufar
fechada el 15 de Mayo de 1556 y publicada en el tomo IV de los "Documentos
de Indias" presenta tremendas causaciones contra los frailes, y entre
otras (pag. 513) la de que se oponian � los diezmos y no � los tributos
"porque toca � S. M."
�146�
Pero el
Prelado entra en contradicci�n consigo mismo en su carta cuando dice (p�g. 508)
que los frailes voceaban que "con mala conciencia va la mar cuajada de oro
y plata para S. M;" y cuando agrega: "yo les concedo (� los frailes) que si S. M. y encomenderos llevan tributos
demasiados� que S. M. ser� obligado � baxarles y remitirles (� los indios)
los dichos tributos." Los frailes clamaban contra el exceso de tributos, y
su provincial, que era el que llevaba la voz, �habia de estar vendido � los que
percib�an esos tributos! �Aqu� si que hay
contradicci�n y jerigonza!
Pondr� otro
cargo del Sr. Gonzalez contra el P. Bustamante y dar� t�rmino � la cuestion.
"Bustamante (dice en la p�g. 330) habla de las ofrendas hechas al templo
de Nuestra Se�ora y dice que no se sabe en que se gastaban. �Ser�a la envidia � el interes de los
funestos treinta dineros lo que desataba su lengua?" Bien sabe el Sr.
Can�nigo que la informacion sincera al provincial del cargo, porque donde
quiera se repite all� que pedia se dieran las limosnas � pobres vergonzantes �
� los hospitales de la ciudad, sobre todo al de las Bubas (que despu�s fu� del
Amor de Dios) al que se habia quitado la renta: no pedia, de consiguiente, para
s�, sino para pobres y hospitales; con la circunstancia de solicitar que se
prefiriese el hospital de las Bubas, fundado por el primer Obispo de M�xico y
que estaba bajo la dependencia del prelado diocesano; as� es que los fondos de
las limosnas no salian de las manos del Arzobispo. Estas dos �ltimas
detracciones contra el provincial de los franciscos, presentadas bajo forma de
preguntas y en tono de duda, son dignas de reprobaci�n,
�147�
porque formular acusaciones gratuitas y conjeturales que las gentes sencillas
convierten en cargos reales no es proceder en conciencia.
Habiendo
contestado al Sr. Can�nigo todas sus objeciones, queda terminada mi tarea. He
presentado pruebas de que los aparicionistas han mancillado reputaciones bien
sentadas con la �nica mira de que triunfen sus desatinadas teor�as.
_________
�148�
Falso testimonio levantado al Sr. Benedicto XIV
por los modernos aparicionistas.
� P�G. 63 �
Algunos
aparicionistas han inventado que el Sr. Benedicto XIV., al ver la im�gen
guadalupana que en el a�o de 1752 � en el siguiente le present� el P. Juan
Francisco Lopez, religioso de la Compa��a de Jesus, prorrumpi� en las palabras
del salmo 147: "Non fecit taliter omni nationi;" y aun no falta entre
ellos uno, el P. Esteban Ant�coli, de la misma Compa��a, que asienta en la p�g.
304 de su citado libro "La Virgen del Tepeyac " que dicho Pont�fice
fu� el primero que las aplic� � nuestra im�gen mexicana.
El editor
espa�ol, en la nota � la p�g. 63, sin conceder en manera alguna que el
Pont�fice las hubiese pronunciado en la ocasion referida, prueba que no fu� el
primero que las aplic� � la santa imagen.
Para
refutar todavia m�s � esos aparicionistas, apelamos ahora � dos oradores �
quienes, sin duda, ellos respetar�n y no podr�n tacharlos; contempor�neos ambos
del P. Lopez, el uno disc�pulo suyo, el Dr. y Mtro. D. Cayetano Antonio de
Torres, y el otro alumno de su mismo instituto, el P. Sancho Reinoso.
�149�
El Dr.
Torres, en el sermon que predic� en la iglesia metropolitana el dia 11 de
Noviembre de 1756 con motivo de celebrarse la confirmacion del Patronato de Ntra.
Sra. de Guadalupe, y que aprobado por el Dean Moreno y Castro y dedicado al
Arzobispo Rubio y Salinas se imprimi� aqu� en 1757, dijo lo siguiente, que se
encuentra en la p�g. 70: �Parece que nos quiso afianzar la dignacion de su
Beatitud, que no habia sido vanidad (83), no habia sido capricho, ni orgullosa
soberbia de los Mexicanos haver explicado su grande dicha � imponderable
felicidad con aquel sagrado Ep�graphe: Non fecit taliter omni nationi. S�, as�
es, nos dice en el Oficio y Misa de Nra. Sant�ssima Madre: as� es, que ninguna
otra Naci�n ha logrado tanto bien."
En la misma
p�g. 70 hay esta nota, puesta por dicho Dr. Torres � las palabras que acaban de
ser citadas "(83) El P. Florencia
devot�ssimo amartelado de nuestra Sant�ssima Madre de Guadalupe hall�ndose en Roma de Procurador de su
Provincia de M�xico,* abri� Medalla y L�mina de la Se�ora, poni�ndole este Mote: Non fecit taliter omni nationi, que despues
se ha hecho comun en todas sus Sagradas Im�genes: y lo que entonces se atribuy�
� arrogancia y vanidad, es lo que ahora le aplica la Santa Iglesia escogiendo
estas mismas palabras para la Antiphona Ad
Benedictus en su Oficio, y para el Communio
en su Missa."
_______
* El P. Florencia fu� electo Procurador de su
Provincia en 5 de Noviembre de
1668.
�_______
�150�
El P.
Reinoso, en el sermon que predic� en S. Luis de la Paz con igual motivo que el
Dr. Torres, y se imprimi� aqu� en 1759, dijo esto, que consta en las p�gs. 19 y
20: "El dicho or�culo de David, que apreciamos en cualidad de real rescripto,
en que nos privilegia Dios casi sobre el cielo, lo grav� en las medallas � inscribi� en los retratos de nuestra Imagen
el insigne Jesuita digno de inmortal gloria, el P. Francisco de Florencia,
� cuya pluma debemos las memorias de los Guadalupanos blasones. Ley�, pues,
Roma el admirable ep�graphe, este corri� por Espa�a, Italia, Francia y toda la
Christiandad sin tropiezo; y aunque lo licencioso, al parecer, de la aplicacion,
y lo inaudito de aquel favor excit� no s� que santa envidia, algunos juicios, y
no pocas voces, pero ninguno la levant� tanto que la pusiesse en algun tribunal
en forma de querella � denuncia; antes bien christianamente d�ciles rindieron
su juicio � los de Dios, que ass� lo decret�, y ya corri� el sagrado ep�graphe
con t�cita aprobaci�n de los Cath�licos Doctores, Prelados, Obispos y
Cardenales, y subi� el dicho privilegio hasta el mismo solio de Christo en
Roma, quien callando en la boca de su Vicario, aprob� el rescripto: ass� corri�
por mas de 200 a�os este singular�ssimo privilegio: Non fecit taliter omni nationi."
�Como podria
decir esto en la C�tedra de la Verdad el P. Reinoso si hubiera sido el Sr.
Benedicto XIV quien por primera vez aplic� las palabras del salmo 147 � Nra.
Sra. de Guadalupe? El P. Reinoso conoci�, indudablemente,
al P. Lopez y de su boca habria o�do que cuando present� al Pont�fice la imagen
guadalupana, este, muy enternecido, segun cuentan, prorrumpi� en dichas
palabras; por tanto, lo habria referido en su sermon.
�151�
Mas, como
acaba de verse, no lo refiri�, lo cual viene � confirmar que no hubo tal
aplicacion pontificia. Y aun suponiendo que vuelto de Roma el P. L�pez no le
viese el P. Reinoso y por lo mismo no oyese de su boca la an�cdota, no se
habria divulgado esta entre los jesuitas de la Provincia de Nueva Espa�a lo
bastante para que llegando � conocimiento de dicho padre la refiriese en S.
Luis de la Paz en tan oportuna ocasion? No la refiri�: de consiguiente, no debe
atribuirse al Pont�fice lo que solo corresponde al P. Florencia. Este, en el
cap. XXIII, n�m. 260 de su "Estrella de el Norte de M�xico," impresa aqu�
en 1688 (cincuenta y dos a�os antes de que ocupara la C�tedra de S. Pedro el
Cardenal Lambertini), aunque por modestia no dice ser �l quien mand� gravar
medallas y ponerles por inscripci�n las palabras tantas veces repetidas del
salmo 147, como se ha visto que lo dijo en su sermon el P. Reinoso, escribe sin
embargo lo siguiente: "Alguno desear�, � curioso � devoto, saberla causa
de esta excesiva demostracion por aquesta Imagen de su Madre Sant�ssima: de que
parece acomodado Mote aquel Non fecit
taliter omni Nationi, que imprimi� � los pies della un devoto;� " En seguida, vali�ndose de conjeturas, asigna dos
causas � la excesiva demostracion para con la santa imagen, y en el n�m. 262 se
expresa as�: "En Roma se han abierto moldes, se han fundido medallas, de
tantos g�neros, de las ordinarias y de las de torcho, grandes y peque�as, en
tanto n�mero que causan admiracion."
�152�
Ya que hemos
citado el sermon del Dr. Torres, recomendamos � nuestros lectores fijen su
atencion en la protesta que hace el orador en la nota que, con el n�m. 47, puso
� las palabras siguientes de su sermon (pag. 21): "Ya hizo la Santa
Iglesia en la Im�gen de Guadalupe lo que no acostumbra hacer (47) con otras innumerables
Milagros�simas Im�genes de la misma Se�ora." La nota es esta: "(47)
No es dudable que el Indulto de Missa y Oficio proprios concedido � nuestra
Imagen de Guadalupe sea un favor muy singular y muy dif�cil de conseguir de la
Silla Apost�lica. Rar�ssimas son las Im�genes que lo han obtenido hasta la
presente. Por el contrario son innumerables por las que se ha entablado esta
misma pretension en la Curia Romana sin que hasta hoy logren el consuelo los
interesados de llegar al fin de sus desseos. A esto alude lo que digo en este
per�odo y en cualesquiera otras semejantes expressiones que puedan ocurrir en
todo el Sermon: protestando, como debo, que en ninguna de ellas es mi �nimo dar
� entender que se haya aprobado el
Milagro de Guadalupe por la Sede Apost�lica, antes aseguro lo contrario
quando se ofrece hablar de ello en t�rminos precisos en este mismo Sermon."
_________
�153�
El Virrey D. Martin Enriquez.
� P�G. 72 �
El autor de
"La Virgen del Tepeyac," � sea el P. Esteban Ant�coli, Societ. Jesu, arrastrado
por su furor aparicionista, no teme lastimar las reputaciones de los que no
piensan como �l en esta cuesti�n � que por lo que han dejado escrito le son
contrarios. Habi�ndose visto ya cuan mal trata en su expresada obra al
respetable P. Bustamante, vamos ahora � ocuparnos del Virrey D. Martin
Enriquez, � quien califica de ligero, ignorante, vil, y al cual desprecia
porque en su citada carta de 23 de Septiembre de 1575 se hallan cuatro verdad
es que no se pueden negar.
En la p�g.
335 dice el P. Ant�coli que en este asunto el Virrey "escrib�a sin
conocimiento de causa." En otra nota, p�g. 115, queda probado, con
autoridades de mayor peso, que no se le puede acusar de ligero, y � ella
remitimos al lector.
En la 337,
con marcada burla, le llama: "Su Excelencia el Virrey," y repite lo
que habia escrito ya en la p�g. 101, � saber: que se opuso � la fundaci�n de la
parroquia y de un monasterio.
�154�
En la 338
escribe: "En esto Enriquez muestra su crasa ignorancia."
Unas
cuantas l�neas adelante, marcando m�s su desprecio � este Virrey, le llama:
"ese Enriquez."
En la p�g.
339 termina su injust�sima indignaci�n diciendo: "la cl�usula con que
acaba su disparatado Informe muestra la bajeza de su alma y su modo villano de
juzgar de los Ministros de Dios y del Arzobispo."
Vease ahora
como han calificado al Virrey Enriquez respetables historiadores; comencemos
por los hermanos del P. Ant�coli, es decir, por los religiosos de la Compa��a
de Jesus, no sin advertir antes que copiamos de sus escritos no solamente aquellos
pasajes que destruyen las aserciones del mismo padre respecto del Virrey y los
calificativos que se ha permitido darle, sino tambi�n alg�n otro que nos
servir� �nicamente para, de paso, poner de manifiesta su ingratitud con aquel
gobernante.
1� El P.
Juan Eusebio Nieremberg, en su Vida de S. Francisco de Borja, que se ha impreso
varias veces en Espa�a, refiriendo en el cap. XI del libro tercero la venida de
la Compa�ia � M�xico y el mucho bien que hacia aqu�, escribi� estas palabras:
"el Virrey de la Nueva Espa�a, que � la saz�n era don Martin Enriquez, gran Governador, y varon prudentissimo, y don Pedro Moya de Contreras,
Arzobispo de M�xico,� llamaban al P. Pedro Sanchez, � boca llena, reparador de
la Nueva Espa�a, y dezian que p�blicamente por decreto de todo el Reino se le
havia de poner una estatua de bronce en la plaza de M�xico."
�155�
2� El P.
Andr�s Perez de Rivas, en su "Cor�nica y Historia Religiosa de la
Provincia de la Compa�ia de Jesus de M�xico en Nueva Espa�a�" obra que aun
est� in�dita, tratando en el cap. V del lib. I de la s�plica que el Virrey y
Ciudad de M�xico hicieron � Felipe I I para que mandase que la Compa�ia pasase aqu�
y fundase, dice as�: "Governava en esta sazon la Nueva Espa�a como Virrey
el muy noble se�alado Don Martin Enrriquez,
que fu� el que di� asiento y forma al govierno de este Reyno, el qual ass� por
haver conocido y tratado en Espa�a � los de la Compa��a� escribi� tambi�n al
Rey suplic�ndole sobre el mismo intento. "
En el cap.
9� del mismo libro 1�, refiriendo la llegada de los jesuitas al puerto de la
Veracruz, dice: "El hospedage que les tuvo prevenido [el P. Antonio Sede�o]
fu� muy conforme al que solian tener nuestros primeros Padres en los lugares
donde no avia casa � Colegio de la Compa�ia, y lo fu� un hospital que se
acavaba de fundar por orden del Virrey D. Martin Enriquez, que en aquel tiempo
governaba este Reyno, el qual con el insigne
celo que tenia del bien p�blico mand� hazer esta obra�"
En el cap.
12, tratando de la llegada de los jesuitas � M�xico, escribe as�: "Quando
supo el Virrey Don Martin Enriques, (el
nombrado en todas las Indias por su excelente y se�alado govierno) de la
llegada con tanto silencio, y del hospedaje humilde que havian escogido los
Padres, dijo que bien parecian hijos de su santo Padre y fundador Ignacio. Y no
ser� raz�n que yo deje de decir aqu�, que fu� dicha de la Compa�ia haver
llegado � este Reyno quando la governaba un Principe
de tan eminente govierno que la grande prudencia del Rey Felipe segundo,
quiso que sus ordenanzas se tubiesen por inviolables,
�156�
y as� se
lo mand� despues al santo Conde de Monterrey, quando lo envi� � governar esta
nueva Monarquia. Trataron luego los Padres de ir � presentarse � su Se�oria
(uso del t�rmino y cortes�a que en aquel tiempo se daba a los Virreyes, que
despues se mud� en Excelencia), llegando pues los Religiosos � Palacio, y
habi�ndole dicho al Virrey que el P. Pedro Sanchez venia por Provincial, �
quien su Se�oria havia conocido en Valladolid por Persona de tantas partes y autoridad,
aunque por el nombre le parec�a ser �l, dudava que aquella Provincia se hubiese
privado de sugeto tan importante. Pero vi�ndole de lejos y reconoci�ndolo dijo
� los presentes ser el mismo, y lo sali� � recivir y abrazar con singular
afecto y muestras de mucha benebolencia, significando mucha alegr�a de que la
Compa��a hubiese (venido) � este nuebo mundo, y que pudiese gozar de su
doctrina la Ciudad de M�xico y su Reyno, ofreci� su favor y ayuda para todo lo
que fuese � prop�sito de su acrecentamiento y buen asiento"
En el cap.
16, hablando de los sugetos que habian querido tomar � su cargo la fundacion de
la primera casa de los jesuitas en M�xico, dice: "El primero fu� el mismo
Se�or Virrey Dn. Martin Enrriquez, que estaba determinado de encargarse de
ella, y tubo ya sitio elegido, aventajado y muy cercano � la Universidad para
el Colegio de M�xico." Algunas lineas adelante, da fin al p�rrafo con
estas palabras: "La voluntad del Virrey tubo su empleo en ayudar con
limosnas � los de la Compa�ia, y favorecerla en quanto havia menester mientras
govern� la Nueva Espa�a, y despues pasando � governar el Per� fund� en Lima el
insigne seminario de San Martin, que est� � cargo de la Compa��a"
�157�
En el cap.
21, hablando del mal estado en que se encontraba aqu� � la venida de los jesuitas
la educacion de la juventud, dice: "Este era el estado en que hall� la
Compa��a � la muy noble juventud de M�xico quando lleg� � la Nueva Espa�a. Y el
intento principal que havia tenido el Exmo. Virrey Don Martin Enriquez que la
governaba y juntamente la misma ciudad para suplicar � la Magestad de Felipe
segundo mandase que la Compa��a viniese � este Reyno fu� para que abriese escuelas
de letras y virtud donde la juventud fuese doctrinada, y as� deseaban por
estremo ver puesto en execucion este intento."
Refiriendo
en el mismo p�rrafo la apertura del Colegio, dice as�: "Diose principio
con una elegante oracion que hizo uno de los nuestros, � que quiso el mismo
Virrey hallarse presente, con la Real Audiencia, todas las sagradas Religiones,
y la ciudad con su Regimiento. Costumbre que qued� entablada, y se observa
hasta el tiempo presente, porque quando cada a�o se renuevan en la Compa��a los
estudios por San Lucas, en p�blico y con general concurso de Virrey, Real
Audiencia, Doctores de la Universidad y Religiosos se recita una elegante
oracion, en que se le representa y exorta � la juventud, que tambi�n est�
presente, con quanta diligencia se debe aplicar al nobil�ssimo y provechoso
exercicio de la sabiduria, virtud y letras. Accion � que di� principio y
entabl� el que fu� insigne Governcidor
de este Reyno y despues del Per�, Don Martin Enriquez. Y hizo tanta estimacion
este Pr�ncipe de esta crianza de la
juventud que quando pas� � governar aquel Reyno fund� en �l un seminario de
colegiales con t�tulo de San Martin, que est� � cargo de la Compa��a�"
�158�
En el cap.
22, dando � conocer el autor los adelantos de la juventud bajo la direcci�n de
los jesuitas, dice: �Y era tal el gusto de la Rep�blica en ver ya tan
aprovechados sus hijos en letras que quando havia algunos exercicios de ellas,
concurria lo mas florido de ella a honrrarlos,� y lo que m�s es y digno de
referir aqu�, que el mismo Virrey Don Martin Enrriquez, gustavade saber quando
havia algunos de estos exercicios, y aunque no muy solemnes, los honrrava con
su presencia, trayendo consigo algunos Se�ores de la Audiencia Real.�
En el cap.
23, refiriendo el autor la fundacion de otros Colegios en esta ciudad, dice:
"Y para que esta obra tubiese mas firmes fundamentos y apoyo, quiso (el P.
Pedro Sanchez) dar parte y consultarla con el Virrey Don Martin Enrriquez, que
como muy prudente Governador y zeloso del
bien del p�blico se la alab� mucho."
En el cap.
24, hablando del buen logro que tuvieron los trabajos de los jesuitas con el
establecimiento de dichos colegios, dice as�: "T�bolo tal la fundaci�n de
es-tos seminarios en M�xico que el mismo Virrey Don Martin Enrriquez agradeci�
al Padre Provincial Pedro Sanchez este beneficio que le havia hecho � toda la
Rep�blica con las palabras mismas que aqu� pondr�: "Padre Provincial, en
grande cuidado me tenia puesto ( antes que la Compa��a viniese � esta tierra)
el deceo de reparar los da�os de la falta de buena crianza de la juventud, que
conocidamente veia se iba perdiendo sin remedio, y no havia podido con
extraordinarios medios conseguir mi deseo.�
�159�
Pero Dios,
como Padre y se�or universal, lo ha hecho mejor y con mas suavidad, tray�ndonos
� esta tierra los Padres de su santa Compa��a, con cuya ayuda la ciudad se ha
reformado y la juventud se ha mejorado, que ya�
siempre me� prometer� y esperar�
qualesquiera ventajas de buenos sucesos, y en especial � V. P."
En el c�p.
1� del lib. 2�, hablando de una fiesta que entre otras, hacian los jesuitas �
la Sma. Virgen, dice: "�� esta fiesta acud�a de ordinario el Exmo. Virrey Don
Martin Enrriquez, con singulares muestras de alegr�a de ver logrados los deseos
que havia tenido de que la Compa��a viniese de Espa�a � este Reyno, y que abriese
escuelas para la ense�anza de la juventud Mexicana�"
Antes de
dejar al P. Perez de Rivas contestaremos con palabras del mismo � lo que
asienta el P. Ant�coli en la p�g. 352 de su expresada obra. Dice as� este �lt�mo:
"Repito y afirmo que si el predicador (el P. Bustamante) sabia lo que
decia, si estaba en su acuerdo, incurri� en la excomunion mayor por haber
p�blicamente apelado � un tribunal laical en materia religiosa y eclesi�stica,
de la cual jure divino los Obispos, y solamente los Obispos, son los jueces
leg�timos." Pues bien, el P. Perez de Rivas, refiriendo en el cap. 25 del
lib. tercero de su Cor�nica los obst�culos que por
parte del Ilmo. Sr. Alburquerque tuvo la Compa��a para establecerse en Oaxaca,
dice: "Viendo pues el P. Diego Lopez que las cosas estaban en tan mal
estado, como tan amigo de la paz y concordia, juzg� por �ltimo remedio dexar el
puesto, aunque con harto sentimiento de la ciudad, y venir � dar parte al
Virrey Don Martin Enrriques,
�160�
que � la
sazon governaba, Juez verdaderamente
just�simo, y � quien por razon del patronato Real tocaba esta causa, y � la
Audiencia y al Metropolitano Arzobispo de M�xico. La ciudad de Oaxaca despach�
juntamente sobre el negocio un regidor� para que en su nombre con todas veras
solicitase con el Virrey y la Real Audiencia el buen despacho de nuestra causa.
Y conociendo su Exa. claramente que la Compa��a padecia
sin justicia puso luego conveniente remedio mandando � sus Juezes que como
personas que representaban la de su Magestad, Patron en lo eclesi�stico de
estos Reynos, nos pusiesen en posecion de ntras. casas
y solares, y que en ello por ninguna via se nos estorbasen ntros. ministerios. La Audiencia Real y Metropolitano declararon no
aver podido ni poder el Se�or Obispo proceder contra los de la Compa��a con
penas y censuras, ni averles comprendido en manera alguna, por no aver sido ni
ser de Juez competente, ni leg�timo superior en aquella causa." �Incurriria
el P. Lopez en la excomunion mayor por haber apelado al Virrey? Si, segun el P.
Ant�coli; pero evidentemente que no segun el P. Perez de Rivas, porque el
Virrey tenia el caracter de Vice Patrono, que olvida el autor de "La
Virgen del Tepeyac " cuando se trata del P. Bustamante.
3� El P.
Francisco de Florencia, en el cap. III, � II, no. 55 de su Historia de Ntra.
Sra. de los Remedios de M�xico, impresa en esta ciudad en 1685, dice que
queriendo los Regidores hacer una nueva iglesia � la im�gen, "dieron parte
� D. Martin Enriquez, Virrey de M�xico, para que diesse licencia para obra tan
santa y con su authoridad y �nimo piadoso
la fomentasse.
�161�
Di� la
licencia, y no solo la di�, sino que � su costa cubri� la Iglesia, di� Indios,
y lo dem�s necessario para su f�brica, y mientras dur� la obra la visit�
personalmente muchas veces, para dar calor � los oficiales y art�fices."
El mismo P.
Florencia, en el cap. 1� del lib. 3� de su "Historia de la Provincia de la
Compa��a de Jes�s de Nueva Espa�a" (M�xico, 1694), refiriendo, aun mas
circunstanciadamente que el P. Perez de Rivas, el buen recibimiento que hizo el
Virrey Enriquez � los jesuitas, dice que "los aguardaba con deseo de
verlos y conocerlos, porq. era grande estimador de nuestra Compa��a; tanto que una de las felicidades
grandes que debieron y reconocieron � Dios en su entrada en la Nueva Espa�a los
nuestros fu� ser Virrey della este Cavallero tan ilustre en sangre, en
Christiandad y prudencia, y uno de los mejores Governadores que ha tenido la
Nueva Espa�a�"
Algunas
l�neas adelante, dice: "Era D. Martin Enriques de suyo hombre que miraba
mucho por la authoridad de su persona y alto
linage, y mas por la dignidad de su Officio."
4� El P.
Francisco Javier Alegre, en el tom. I, lib. I. de su "Historia de la
Compa��a de Jesus en Nueva Espa�a," se expresa como los anteriores acerca
del Virrey Enriquez, y a�ade que tenia parentesco con San Francisco de Borja.
5� El P.
Andr�s Cavo, escribiendo en sus "Tres siglos de M�xico" la venida de
los jesuitas en el a�o de 1572, dice: "El Virey Enriquez que siempre los favoreci�, dej� � su eleccion
el sitio para fundar colegio." Al referir algunos de Ios sucesos acaecidos
en el a�o de 1575, dice:
�162�
"Entretanto,
que esto pasaba, Enriquez administraba el reino con prudencia." Mencionando despues su salida de la Nueva
Espa�a en 1580, dice que "el Rey Felipe II, satisfecho de su prudencia y moderacion, lo promovi�
al virreinato del Per��"
Hasta aqu�
los escritores jesuitas. Vease ahora lo que hemos encontrado en los extra�os �
la Compa��a de Jesus.
6� Juan
Suarez de Peralta, en el libro que con el t�tulo de "Noticias hist�ricas
de la Nueva Espa�a" se public� en Madrid en 1878, casi � los trecientos
a�os de haber sido escrito, y que se ha citado ya en las p�gs. 46 y 92, al
hablar en el cap. XXXXI de la llegada del Virrey Enriquez � M�xico y del recibimiento
que se le hizo, dice: "Este caballero
era hermano del marqu�s de Alca�izes y de la marquesa de Poza; fu� muy buen governador, y tuvo muncha opinion de cristian�simo: gobern�
munchos a�os, procurando el servicio de su magestad con munchas veras, y el
aumento de la real hazienda; hazia munchas limosnas de secreto, era amigo que
se castigasen los delitos, era muy grave, y llegado
que lleg� fue tomando las cosas de la tierra:�" En el cap. XXXXIII
dice: "Abia gobernado munchos a�os don Martin Enrriquez, y muy bien, teniendo la tierra en paz y
quietud, siendo amado de todos, aunque no era largo en hazer mercedes, y esto
fu� porque los poderes que tenia no le daban mano para ello� Era Don Martin muy
grave, y criminal en el castigar los delictos, y dur�bale un enojo muncho:
amigo de aumentar las rentas reales, y muy buen republicano;
�163�
procuraba
los espitales tuviesen muy buen recado y buenas casas, especialmente el espital
de los yndios de San Juan; hazia limosnas de secreto. El era muy buen caballero, amigo de que todos
los negocios se comunicasen con �l; era ya tenido por padre: gobern� mas de
doze a�os, y despues fu� proveydo por virrey del Pir�,�"
7� El P.
Fr. Juan de Torquemada, en �l cap. XXI del lib. quinto
de su "Monarquia Indiana," dice que el Virrey Enriquez tenia mucha prudencia. En el cap. XXIV se
expresa as�: "Fue Hombre muy
prudente, y de gran severidad, y como tenia natural gravedad y estimacion,
executola; y as� levant� muy de punto el Oficio de Virrey, aviendo sido hasta
su tiempo algo mas llano y conversable �" En el
mismo cap. dice: "Govern� Don Martin Enriquez catorce A�os con mucha prudencia, y con mucha paz de
todo el Reino,�" En estos encomios fu� tanto mas imparcial Torquemada
cuanto que acababa de referir un caso en que el Virrey habia tratado con rigor
al Comisario general de la Orden Ser�fica.
8� El P.
Fr. Juan de Grijalva, escribiendo en el cap. XXIII de la Edad III de su ya
citada "Cr�nica de la Orden de N. P. S. Augustin en las provincias de la
nueva espa�a," la vida del P. Fr. Diego de Vertavillo, dice as�: "Fu�
confessor del se�or D. Martin Henriquez, que entr� en �sta nueva Espa�a por
Visorrey el a�o de 1568. de cuya persona dize nuestro
Padre Maestro Veracruz de esta manera. "D. Martin Henriquez varon digno de memoria, prudentissimo,
grandemente amigo de todo lo bueno. Singular zelador de la honra de Dios,
muy� devoto de las Religiones; �nico
amparo y protector de los Indios, y q. nunca se cansava en oyr sus miserias, y
acudir � los defender."
�164�
Estas son
palabras bien cortas para los grandes merecimientos deste excelente Principe y gran Governador; pero, de grande autoridad por
averlas escrito testigo ocular, y de tan grande autoridad y tan sin sospecha de
lisonja, que solo lo escrivia para el secreto de su escritorio. En la variedad
de los tiempos se a estimado tanto su
govierno y su prudencia, que me parece que basta para aprobaci�n de la
persona del Padre Fr. Diego de Vertavillo el averle escogido para su confessor tan gran cabeza como la de su Excellencia,
y que teni�ndole tantos a�os � su lado, y corriendo por su mano el despacho de tantos
negocios siempre fu� con gran satisfaccion suya, y el dia que muri�, hall�ndose
en su entierro, dixo que le faltava grande ayuda para su govierno, y gran
consuelo y quietud para su conciencia."
9� El Ilmo.
D. Fr. Jos� Joaquin Granados y Galvez, en sus "Tardes Americanas,"
impresas en esta ciudad en 1778, despues de decir en la Tarde d�cima que el
Virrey Enriquez lleg� � M�xico en 1568, prosigue: "Luego di� � conocer
este heroico Pr�ncipe en la bondad de su corazon, la prudencia con que habia de manejarse
en su gobierno." Pocas l�neas adelante, a�ade: se dex� respetar por Juez y
amar por Padre. Di� prueba de estas dos brillantes qualidades en el contagio
que padecieron los habitadores de este nuevo Mundo por el a�o de setenta y
seis, debiendo � sus christianas
resoluciones, ardiente zelo y caridad
el remedio�"
10� Un
moderno escritor liberal, D. Manuel Rivera Cambas, en el tomo I de su obra intitulada:
"Los Gobernantes de M�xico," impresa aqu� en 1872 y 1873, ocup�ndose
del Virrey Enriquez, dice as�:
�165�
"Fue uno
de los gobernantes ben�ficos �
inteligentes que dieron prestigio en nuestro pais � la dominaci�n
espa�ola."
11� Otro
escritor liberal, el Lic. D. Vicente Riva Palacio, en el cap. XXXVII de su
segundo tomo de la nov�sima obra "M�xico � trav�s de los siglos," se
ex-expresa as�: "Apropiado
gobernante para las circunstancias en que M�xico se encontraba, habia
nombrado el monarca espa�ol. Prudente,
ilustrado, pr�ctico en el despacho de los negocios, don Martin Enriquez por
su car�cter bondadoso se hizo estimar
muy en breve�"
Con estos
elogios est�n en contradicci�n los denuestos prodigados por el P. Ant�coli �
dicho Virrey, �Qui�n, pues, merecer� ser cre�do, ese ingrato Padre � los
historiadores citados? Responda el imparcial lector.
_________
�166� (Hoja
en blanco)
�167�
Noticias del indio Marcos y de otros pintores
del siglo XVI.
� P�G. 36 �
Las
noticias que acerca de los pintores del siglo XVI se conservan en los libros
antiguos son tan escasas, que si algo digo en este lugar sobre uno que adquiri�
verdadera celebridad por el importante asunto en que su nombre figur�, los
lectores no me lo tendr�n � mal. La circunstancia de ser indio despierta m�s la
curiosidad y aviva el deseo de saber algo de �l y de la escuela de donde sali�;
de las obras que hizo y de los acontecimientos en que su nombre se halla
mezclado. Marcos ha sido para los aparicionistas verdadera pesadilla desde que
se descubri� el documento que hoy vamos analizando. En su despecho negaban, �
las calladas, que fuera ese pintor un personaje hist�rico; pero m�s adelante,
convencidos por la evidencia, confiesan su personalidad, citada por el autor
m�s ver�dico que haya escrito acerca de la conquista durante el siglo XVI.
Efectivamente, lo que en elegantes frases ha dicho el Sr. Can�nigo Gonzalez,
autor de "Santa Mar�a de Guadalupe" (p�g. 330), acerca de otro
sujeto, mutatis mutandis tambi�n se
puede decir de Marcos:
�168�
"La existencia
de �ste y su intervenci�n en los principios del culto de Ntra. Se�ora de
Guadalupe est� tan bien probada como la de cualquier personaje hist�rico."
�Qui�n fu�
Marcos? �D�nde aprendi�? �Qu� obras ejecut�? son preguntas que diariamente
dirigen los curiosos � los que entienden saber algo m�s que ellos en asunto tan
delicado. Bien poco se les puede contestar; pero por peque�o que sea el caudal
con que se enriquezca la historia de la pintura en M�xico no debe desecharse si
con �l aumentamos las escasas noticias que acerca del asunto nos han quedado.
_______
Marcos
perteneci� � la raza ind�gena, mas no era tarasco, como alguien ha dicho, sino
mexicano y de la parcialidad de S. Juan. Floreci� � mediados del siglo XVI y
viene citado por primera vez en la informacion �que vamos examinando, del cual documento
resulta que ya por los a�os 1555 y 56 ejecutaba obras que se aceptaban
generalmente como buenas.
El indio
Juan Bautista, mencionado en la p�g. 117, habla tambi�n de Marcos en diversos
lugares de los "Anales" que ha dejado escritos: le llama expresamente
MARCOS CIPAC, y es el que mas noticias nos proporciona de nuestro pintor. Entre
los de su gremio era hombre preeminente y respetado. El analista indio dice que
las obras en que trabajaba, ya solo, ya con ayuda de sus colegas, eran
admiradas y encomiadas por los frailes y puestas, por lo menos, al nivel de las
que hacian los pintores espa�oles.
�169�
Trabajaba
Marcos unas veces, juntamente con sus compa�eros, en el taller de pintura de
que hablar� despues, y otras veces fuera del taller; prueba de que no le faltaria
clientela.
Los datos
del analista corresponden � los a�os 1564 y 65; de manera que Marcos aun vivia
nueve a�os despues de la Informacion. Los anales de Bautista se extienden
seguidamente durante seis a�os, desde 1564 hasta 1569 inclusive, * y en todo
ese tiempo aunque se habla de la muerte de otros pintores nada se dice de
Marcos, por lo cual entiendo que en la �ltima fecha estaba vivo todavia.
_______
* Aunque cita el analista fechas anteriores � 1564
y posteriores � 1569, se conoce que las primeras fueron tra�das � colaci�n
evocando pasados recuerdos, ya propios, ya extra�os: en cuanto � las segundas,
parecen a�adidas. El principal intento del autor se desempe�� dentro de los
seis a�os que antes mencion�.
_______
�Se puede
decir con toda seguridad que no habia muerto en el a�o 1568, pues Bernal Diaz,
que por ese mismo tiempo escribia su "Historia verdadera de la
Conquista," lo pone como vivo al dar la noticia que se extract� en la p�g.
36, agregando en el lugar citado que era entallador al mismo tiempo que pintor;
lo que no es extra�o, porque en aquellos tiempos la divisi�n del trabajo no se
habia llevado � los l�mites modernos y era muy frecuente que los pintores
cultivaran al mismo tiempo la escultura, la arquitectura, etc.
Sospecho
que Marcos no fuera extra�o tampoco al oficio del dorador pues entonces se
acostumbraba el dorado en combinacion con la pintura, de lo cual tenemos ejemplos
en nuestra im�gen de Guadalupe, en la de Tecaxique y en otras.
�170�
Y ya que
los dos oficios se ejecutaran por diversas manos, es evidente que trabajaban de
un modo colectivo en retablos y figuras de pincel los pintores, escultores y
doradores, formando congregaci�n entre los indios para los asuntos del orden
civil, como luego lo dir�.
Bernal Diaz
expresa que nuestro pintor se llamaba MARCOS DE AQUINO:* con este nombre le
conocer�an los espa�oles y con el de MARCOS CIPAC los indios; que no era raro
en la �poca el uso de los apellidos dobles y aun la combinaci�n de dos con la
separaci�n de un alias; los indios,
precisamente, eran muy dados al uso de dos apellidos, uno espa�ol y otro
mexicano, como se ve � cada paso en los anales de Bautista.
_______
* En otra parte de su obra (cap. 208 � 209, segun las ediciones)
le llama Andr�s de Aquino y con este
nombre le cita D. Bernardo Couto en su "Di�logo" por la
circunstancia, sin duda, de venir all� mas especificadas las habilidades de los
indios. Si hubiera conocido el Sr. Couto la Informaci�n de 1556 y los anales de Juan Bautista habria
preferido la primera lecci�n de Bernal Diaz, en la cual se le llama Marcos y
que se robustece con el testimonio de dos contempor�neos. Pero suponiendo que
el pintor citado se llamase Andr�s, queda siempre la personalidad de Marcos
testificada por la informaci�n y por el indio Juan Bautista.
�_______
Las
alabanzas que se hacian de Marcos por espa�oles � indios son indicio de que
AQUINO y CIPAC eran la misma persona, como no se admita que habia dos sujetos
del mismo nombre con diverso apellido y gozando de igual fama;
�171�
aunque
contra esta conjetura hay el testimonio t�cito de Juan Bautista, quien, � pesar
de que menciona repetidas veces los nombres de muchos pintores indios que
florecian en su tiempo, solo cita con el de Marcos al que gozaba entre los
naturales de gran reputaci�n.
_______
Para decir
donde aprendi� Marcos necesitaria saber la fecha de su nacimiento, dato que me
falta todav�a. Porque si nuestro pintor tenia edad suficiente al tiempo de la
conquista para que le alcanzara la ense�anza gent�lica, har�a su primer
aprendizaje con los pintores id�latras. Dice muy bien D. Jos� Fernando Ramirez
en sus adiciones � la "Biblioteca" de Beristain (in�ditas) hablando
de la pintura mexicana: "No hay duda que su germen, aunque imperfecto y tosco,
estaba ya sembrado y en fruto al tiempo de la conquista, y que �sta solamente
le trajo la correcci�n y la mejor�a de medios para ejecutarla." As� es la
verdad, pues los pintores gentiles reproduc�an con naturalidad y perfecci�n los
animales y vegetales, estando tambien muy adelantados en la pintura decorativa,
y si eran deformes las figuras humanas que hacian consistia esto en que, por
una parte, su pintura era simb�lica y reproduc�a tipos monstruosos, y por la
otra en que, sirviendo tambien como escritura, ejecut�base con rapidez y descuido.
Ejemplos m�ltiples tenemos en muchas esculturas y relieves que hasta nosotros
han llegado de que, cuando quer�an, sacaban con perfecci�n los rostros humanos
y daban al cuerpo sus proporciones exactas; de manera que con poco esfuerzo y
estimulados h�bilmente por Fr. Pedro de Gante,
�172�
fundador
del taller de pintura para los indios mexicanos, reprodujeron con tal af�n los
piadosos modelos espa�oles, italianos y flamencos traidos de ultramar, que los
templos de toda la colonia, segun dice Torquemada, tuvieron im�genes y retablos
hechos por los indios.
El taller
se fund� como dependencia del monasterio franciscano y bien lo confirma Juan
Bautista cuando en sus anales llama "pintores de S. Francisco" � los
indios que all� trabajaban: en otra parte de su obra da � entender que el
taller dependia de la capilla, que as� llamaban � la de S. Jos� de los
naturales, y confirma la especie Torquemada cuando dice que alcanz� � ver
todav�a en salas adyacentes � la capilla "los vasos de los colores de los
pintores, aunque (agrega) ya no ha quedado rastro de nada de esto." El
taller, de consiguiente, no pasar�a de los principios del siglo XVII; siendo
verosimil que se abriera en el tercer decenio del siglo XVI, � raiz de la conquista,
pues aunque D. Jos� Fernando Ramirez en la obra citada conjetura que tuvo
principio en el a�o 1540, el santo Zum�rraga en su carta del 12 de Junio de
1531 al Cap�tulo general de Tolosa (apud. Mendieta, p�g. 638), hablando de las
casas de ense�anza anexas � los templos, dice que los ni�os indios eran
"muy ingeniosos, especialmente en el arte de pintura." Alg�n tiempo
llevarian de cultivarla con los espa�oles para que se revelaran sus aptitudes.
Sobre la
organizaci�n del expresado taller casi nada se puede decir. No creo que fuera
el venerable Gante, propiamente, maestro de los indios como todos lo aseguran,
porque ser�a preciso concederle copia de conocimientos en todas las artes que
un solo sujeto no es posible que posea:
�173�
tendr�a
nociones generales en todos los oficios y especiales en algunos, y �stas le
bastaron para ser fundador de diversos talleres y mentor de los indios en el de
pintura. Como coadjutor suyo en la �ltima tarea quiere poner D. Jos� Fernando
Ramirez al P. Fr. Diego Valad�s, quien declara en su "Rhetorica Christiana"
(p. 4. c. 23) haber sido compa�ero �ntimo del venerable lego y aun su
amanuense. Descansa la conjetura del Sr. Ramirez en esta circunstancia y en la
verdadera pasi�n que revela el autor por el dibujo en toda la obra; mas no
parecen suficientes los fundamentos para dar por cierta la especie. Volviendo
al aprendizaje de los indios dir� que, si desarrollaron en la pintura las
facultades imitativas propias de su raza, sin maestro que los dirigiera, � si
llegaron � tener maestros espa�oles y � recibir de ellos lecciones, es asunto
que todav�a queda por averiguar. Creo que debo limitarme, con los datos que hoy
tenemos, � se�alar sus progresos sin entrar en aquella disquisici�n. Entre los
indios, varios descollaron y sirvieron sin duda de maestros en la corporaci�n
de los pintores: uno de ellos fu� MARCOS.
Los gastos
del taller eran por cuenta de la parcialidad de S. Juan, seg�n se desprende de
una noticia que est� en el c�dice de Juan Bautista y por la cual aparece que los
colores eran comprados por los regidores de lo que entonces se llamaba Rep�blica de los indios. As� es que los
franciscanos daban la localidad, servian de mentores � maestros, proporcionaban
tal vez los modelos; pero los gastos sal�an de la comunidad de los indios. Es
de suponerse que para casos particulares se hayan hecho los gastos � expensas
del cliente.
_________
�174�
Las
pinturas de Marcos, dir� respondiendo � la tercera cuesti�n, han tenido el
favor singular de sus contempor�neos, y en nuestros tiempos todav�a se
entusiasman muchos al ensalzar alguna de ellas. De dos trabajos del pintor
mexicano dar� noticia m�s particularmente: uno ha llegado hasta nuestros dias,
excita la devocion de los fieles en la Insigne Colegiata y es la imagen de la V�rgen
de Guadalupe de M�xico, Nuestra Patrona: del otro no se conserva m�s que la
memoria, pertenecia tambien al g�nero religioso y se destin� probablemente � la
capilla de S. Jos� de Naturales, como paso � decirlo. Aquel es mas antiguo, puesto que ya por los a�os de 1555 y 56 recib�a
culto p�blico: el segundo se hizo en el a�o 1564 y d� raz�n de �l Juan Bautista
en su c�dice tantas veces mencionado.
Este
segundo trabajo parece que comenz� por el mes de Mayo, en cuya fecha se
compraron los colores "para que se hiciera la im�gen de la gran
tabla," dice Bautista; y se estren� con toda probabilidad por el mes de
Diciembre, pues en la Navidad de ese mismo a�o qued� terminado y expuesto el
gran retablo dorado que describe con minuciosidad el analista. Constaba este
retablo de seis im�genes distribuidas en dos series: la superior tenia en medio
� N. S. Jesucristo crucificado y la inferior al patrono de la capilla, que era Sr.
S. Jos�; � los lados se pusieron cuatro santos de la Orden Ser�fica: arriba S.
Buenaventura y S. Luis Obispo; abajo S. Francisco y S. Antonio de Padua. La
distribuci�n del retablo en seis partes viene bien indicada por medio de la
figura que puede verse en el C�dice Aubin consultando el a�o respectivo.
�175�
Formaba
parte tambien del retablo la representaci�n de la Sagrada Cena, que
probablemente, se coloc� en la parte baja y debe haber sido apaisada, en la
forma por exigirlo as� el asiinto. El trabajo s� encomend� � Marcos en los
principios y se comenz� por �l, exclusivamente, � cuando menos bajo su
inmediata direcci�n: en principio de Julio, para darle calor, se le asociaron
otros tres pintores ind�genas, que fueron PEDRO CHACHALACA, FRANCISCO XINMAMAL
y PEDRO DE S. NICOLAS. El Provincial de los franciscos, que entonces era Fr.
Luis Rodriguez,* debia llegar pronto, y los frailes querian que la obra tomase
cuerpo � fin de que su prelado pudiera verla para mediados de Agosto, y formar
juicio de ella.
_______
* El c�dice de Juan Bautista dice que por fines
de Agosto de 1564 celebraron cap�tulo
los franciscanos en Xochimilco. Como fe sabe que el P. Olarte entr� � ser
provincial ese mismo a�o, supongo que en aquella fecha ocurrir�a su
nombramiento, y que en Julio estar�a ejerciendo el cargo todav�a su antecesor
Fr. Luis Rodriguez, como arriba digo.
_______
Marcos, �
quien hacian esta recomendaci�n, excusaba la tardanza con los tributos y cargas
personales que agobiaban � los pintores: propon�ase sin duda que los buenos
religiosos aliviaran sus penas. El intento no se logr� por completo; los
trabajos caminaron lentamente y los frailes, que deseaban verlos terminados
para a fiesta del Ser�fico Padre, no tuvieron ese gusto, porque los principales
pintores, y Marcos entre ellos, abandonaron las tareas acosados por las
exigencias del Visitador Valderrama, � quien llaman los historiadores, con
justo motivo, el molestador de los indios.
�176�
Alg�n
tiempo despues ya se habian reanudado los trabajos y por principios de
Diciembre MARCOS habia vuelto al taller ayud�ndole el mismo XINMAMAL de que
antes habl� y otros dos pintores que se llamaban MARTIN MIXCOHUATL y PEDRO COCOL.
Un padre
que visit� el taller por aquellos dias encomia los trabajos con expresiones
lisonjeras, aunque en esa linea se le aventaj� Fr. Miguel Navarro, quien, por
mediados de Agosto, examin� los mismos trabajos haciendo de los artistas mexicanos
cumplido elogio con estas significativas palabras que m�s directamente tocan � Marcos
como principal art�fice: �Maravilloso es
lo que hac�is! De verdad, aventaj�is en mucho � los espa�oles!
Singular coincidencia! Prorrumpi� Fr. Miguel, al examinar
una obra de Marcos, en expresiones muy parecidas � las que doscientos a�os m�s
tarde habia de usar D. Miguel Cabrera despues de reconocer una pintura del
mismo art�fice: si el fraile francisco dijo que aquella era obra maravillosa, no le cedi� la palma
el pintor oaxaque�o cuando impuso � la otra el t�tulo de maravilla americana.
El P.
Navarro, segun lo pintan los cronistas de su Orden, era hombre de gusto y de
empresa, y casi no hubo convento franciscano en el cual su diligencia no se
ejercitase con obras materiales � de ornato. Elogios prodigados por �l han de aparecer
� la vista de los inteligentes como menos hiperb�licos que los de Bernal Diaz, el
rudo conquistador, con igual motivo. Porque decir, como el soldado de la conquista,
que los pintores mexicanos trabajaban con tanto primor � m�s que Apeles, Miguel
Angel y Berruguete es un absurdo;
�177�
mientras
que las palabras del P. Navarro, por m�s hiperb�licas que parezcan tienen explicaci�n:
en primer lugar infundian aliento � los pintores ind�genas; en segundo lugar
encerraban la comparaci�n dentro de l�mites m�s estrechos, porque los espa�oles
� que alude Fr. Miguel eran sin duda los que ac� pintaban. Por el cap. XXXIV
del primer Concilio Mexicano Provincial nos revela el segundo Arzobispo de
M�xico que los peninsulares no estar�an muy adelantados en el arte de pintura,
cuando ordena "que ningun Espa�ol, ni Indio pinte Im�genes, ni Retablos en
ninguna Iglesia de nuestro Arzobispado, y Provincia, ni venda Imagen, sin que
primero el tal Pintor sea examinado, y se le d� licencia por Nos � por nuestros
Provisores;" etc. Aunque la causa para tomar esta determinaci�n fu�
"que los Indios sin saber bien pintar, ni entender lo que hacen, pintan
im�genes indiferentemente todos los que quieren," bien se conoce que se
trat� principalmente de refrenar � los espa�oles con medios prudentes y suaves
sin hacerles recriminaciones directas; pues de otro modo, se entender�a que
habia querido castig�rseles por las faltas que los indios comet�an, lo que
nunca pudo entrar en la mente de los Padres del Concilio. Efectivamente, los
excelentes pintores que en el �ltimo tercio del siglo XVI habian de traernos
los adelantos de la escuela europea, no llegaban � la colonia todav�a; as� es
que Marcos y otros indios tan aventajados como �l pod�an competir muy bien con
muchos de los pintores espa�oles que entonces teniamos, y aun� superarlos.
Confieso
que, para juzgar del m�rito art�stico del indio Marcos por la �nica pintura
suya que hasta nosotros ha llegado, carezco de competencia.
�178�
Bien averiguado
que la im�gen de Nuestra Se�ora de Guadalupe fu� realmente pintada por �l,
tanto, porque la noticia, emitida coram
populo, por nadie fu� desmentida, cuanto por tener motivos suficientes el
P. Bustamante, como provincial franciscano y protector nato del obrador de los
indios, para saber � ciencia cierta quien habia sido el art�fice; bien
averiguado esto, repito, � los inteligentes en el arte de pintura toca decir si
Marcos fu� mediano artista � hombre de genio; si los encomios de Bernal Diaz y del
P. Navarro deben verse como reales, � como hiperb�licos. Honor�fico ser�a para
nuestro pa�s que, declarada maestra la obra, la gloria de haberla formado
recayera sobre un indio de condici�n humilde. Hablen pues los inteligentes, y
emitan su parecer despreocupadamente: la historia de la pintura en M�xico les
deber� nueva ilustraci�n, y la patria el timbre de gloria, tal vez, de uno de
sus hijos m�s ignorados.
_________
He ofrecido
hablar de otros pintores del siglo XVI, y para cumplirlo tratar�, primero de
los indios.
Considerable
debi� ser el n�mero de los que al arte de pintura se dedicaron entre los
naturales, puesto que los franciscanos, atendiendo � la salvaci�n de las almas
tanto como � la cultura material � intelectual, fundaron en casas contiguas � sus
monasterios, desde los primeros tiempos de la conversi�n, escuelas en que la
pintura figuraba como ramo de ense�anza. Debi� ser esto con anterioridad al a�o
1531, cuando en Junio del mismo ya encomiaba el Ilmo. Zum�rraga los adelantos
en el arte de pintura de los indios que en aquellas casas estaban educ�ndose.
�179�
Tambi�n el Ilmo.
Garc�s, enumerando las habilidades de los ne�fitos en la c�lebre carta que
dirigi� al Pont�fice Paulo III, pone la pintura entre las materias que
cultivaban; y es de suponerse que m�s especialmente se refiriese � los
naturales de su obispado: la carta debe haberse escrito antes del a�o 1537
puesto que el Santo Padre, movido por ella, declar� el 2 de Junio de ese a�o
que los indios estaban en aptitud de recibir los sacramentos.
La
ense�anza de la pintura en los conventos franciscanos determin� entre los
indios una especie de propaganda en toda la estensi�n de la Nueva Espa�a:
di�ronse � pintar no solo en M�xico, sino tambi�n en Tlatelolco, en Tetzcoco,
en Tlaxcala y en otras partes; y la imitaci�n de los buenos modelos les har�a
perfeccionarse lo bastante para que los espa�oles, hiperb�licamente, los
considerasen grandes pintores. De
todos modos, antes de mediar el siglo, pintaban buenas im�genes segun el P. Motolinia (Trat. III, cap. XIII), quien
se hace lenguas encomiando sus habilidades, en la obra que escribi� por los
a�os 1536 � 41. No s�lo se dedicaron al g�nero religioso sino que algunas veces
lo combinaron con el hist�rico, y llegaron hasta � ejecutar obras en el �ltimo
g�nero exclusivamente. Voy con este motivo � enumerar algunas de las que, en
ambos g�neros, han llegado � mi noticia; advirtiendo que no me ser� posible
se�alar siempre los nombres de los art�fices, ni determinar las fechas en que
desempe�aron sus tareas.
En la obra
citada (Trat. I, cap. XV) refiere Motolinia c�mo festejaron los tlaxcaltecas la
Anunciaci�n y la Resurrecci�n por el a�o 1539, y con este motivo dice:
�180�
"Para
la Pascua tenian acabada la capilla del patio, la cual sali� una solemn�sima
pieza; ll�manla Betlem. Por parte de fuera la pintaron luego al fresco en
cuatro dias, porque as� las aguas nunca la despintaran: en un octavo de ella
pintaron las obras de la creacion del mundo de los primeros tres dias, y en
otro octavo las obras de los otros tres dias; en otros dos octavos, en el uno
la vara de Jes�, con la generaci�n de la Madre de Dios, la cual est� en lo alto
puesta muy hermosa; en el otro est� nuestro Padre San Francisco; en otra parte
est� la Iglesia, Su Santidad el Papa, cardenales, obispos, &c.; y � la otra
banda el Emperador, reyes y caballeros. Los Espa�oles
que han visto la capilla dicen que es de las graciosas piezas que de su manera
hay en Espa�a. Lleva sus arcos bien labrados; dos coros, uno para los cantores,
otro para los ministriles; h�zose todo esto en seis meses, y as� la capilla
como todas las iglesias tenian muy adornadas y compuestas."
Esta
pintura en que los cuadros religiosos vienen interpolados con los hist�ricos,
es una buena muestra del adelanto � que los tlaxcaltecas habian llegado en el
arte por el a�o que se cita. De que los tetzcocanos se daban tambi�n � las
obras de pincel en aquellos tiempos, y hacian pinturas hist�ricas, tenemos
prueba patente en la "D�cima tercia relaci�n" de Ixtlilxochitl,
(edic. mex., p�g. 38). All� se habla de un episodio que estaba representado en
la puerta principal del convento de Santiago Tlatelolco: conmemoraba la
liberaci�n de Cort�s por Ixtlilxochitl, pr�ncipe acolh�a, durante el asedio de
M�xico y con motivo de la derrota de los espa�oles por Cuauht�moc. Cort�s,
rodeado y afianzado ya de los enemigos, estaba pintado dentro del agua, y el pr�cer
tetzcocano d�ndole las manos para sacarle de all�.
�181�
La versi�n
del suceso es enteramente acolh�a, y el art�fice debe haber pertenecido � la
misma naci�n. Ignoro el a�o en que se hizo.
De otras
pinturas de los indios, tambi�n hist�ricas, queda recuerdo en la rar�sima obra
del siglo XVI intitulada "T�mulo Imperial," que se debe � la galana
pluma del Maestro Francisco Cervantes de Salazar. Reimpresa por el Sr. Garc�a
Icazbalceta en su "Bibliograf�a Mexicana," all� puede verse todo lo
relativo al asunto entre las p�gs. 98 y 121. Para el adorno del t�mulo destinado
� las exequias de Carlos V, que se celebraron en la capital de la colonia por
fines de Noviembre de 1559, "diose orden que en toda la comarca de M�xico
se pintasen gran cantidad de escudos imperiales y reales, y otras muchas
historias y figuras,� las cuales fueron muchas y en extremo muy avisadas,
pintadas muy bien al natural de lo que representaban," dice el autor. Es
verosimil que casi todo se hiciera de mano de los indios y en varias
poblaciones. Los lienzos hist�ricos m�s notables que all� figuraron fueron los
siguientes: 1� El que representaba al Emperador teniendo delante � Hernan
Cort�s con la espada desnuda, rodeado de muchos indios: 2� Otro en que estaba
la ciudad antigua de M�xico sobre la laguna, con los �dolos de sus templos quemados
y quebrados, mientras por otro lado los ne�fitos adoraban la cruz: 3� Un lienzo
que figuraba al Emperador sentado, y de rodillas ante �l Moctezuma y Atahualpa,
se�ores del Nuevo Mundo: 4� Otro cuadro que representaba � Fernando el Cat�lico
hincado ante el Papa Alejandro VI y recibiendo de �l un mundo nuevo:
�182�
5� Otro en
que se figuraba la caida de M�xico y captura de Cuauht�moc por los espa�oles: 6�
El episodio de la destrucci�n de los nav�os de Cort�s por �l mismo formaba el
asunto de otro lienzo: 7� En otro, Cort�s, derriba al �dolo Huitzilopochtli de
lo alto de su templo: 8� El Emperador triunfante del elector de Sajonia y del
landgrave de Hesse, tendidos � sus plantas, estaba figurado en el �ltimo
lienzo.
En todas
las pinturas hist�ricas de que vengo hablando, los acontecimientos relacionados
con nuestro pa�s corresponden a la �poca de la conquista; pero los indios eran
muy dados � reproducir tambien sus antiguallas, y de esto puedo presentar
algunos ejemplos. Cuando en la porter�a del convento de Cuauhtinchan pintaron su
calendario gent�lico satisficieron esa inclinaci�n que los buenos religiosos,
fundadamente, veian siempre con desconfianza, por lo cual dice Mendieta (p�gs.
98 y 99) que "no fue acertado dej�rselo pintar." Pero si en los
monasterios hallaban oposici�n alguna vez, les quedaban las casas de comunidad
de los pueblos para exhibir las pinturas de ese g�nero. D�cenos Juan Baustista
en su precioso c�dice que ostentaba el T�cpan
de M�xico un lienzo semejante en el cual figuraban todos los se�ores que gobernaron
� los Mexicanos, desde Tezacatl y Acacitl, que fueron de los fundadores de
la ciudad: estaban los se�ores colocados de uno en uno y tenian el tenochtli como emblema, aunque figuraban
en el cuadro y en primer t�rmino las armas del Emperador Carlos V. Estrenose,
con asistencia de mucha gente principal, el domingo 14 de Abril del a�o 1566,
en cuya fecha cay� la Pascua de Resurrecci�n, por lo cual el acto tendr�a mucha
mayor solemnidad. �
�183� (hoja
truncada a la mitad en el libro original)
Los
art�fices que la pintaron fueron PEDRO QUAUHTLI, MIGUEL TOXOCHICUIC, LUIS XOCHITOTOTL
y MIGUEL YOHUALAHUACH, de quienes no hallo en el c�dice precitado ninguna otra
noticia que trascribir.
El C�dice
de Juan Bautista lleno est� de noticias relativas � los pintores mexicanos:
extractar� algunas que se enlazan con mi asunto, y de preferencia las que se
refieren � obras del g�nero religioso ejecutadas por aquellos art�fices. La
primera de que se nos da cuenta por orden de fechas fu� de pincel: qued�
concluida en el a�o 1560 para las v�speras de la fiesta de S. Sebastian y fu�
una im�gen chica de este santo, que se hizo en el obrador de los indios por los
pintores de S. Francisco: no se dice quienes la hicieron. Debe haberse colocado
en la capilla � ermita que existi� en el barrio del mismo nombre.
Por Marzo
de 17� (La hoja est� rota en este punto, y no se puede leer sino hasta lo
siguiente (en el reverso):)
�184� (hoja
truncada a la mitad en el libro original)
�entonces
que en solemnidades como esta, en funciones y actos p�blicos, artistas de
verdadero m�rito pintasen lienzos � modo de cortinas representando asuntos alusivos
al acto y aun simples alegorias. Era costumbre tambien, segun parece, que en
dia tan solemne como es el jueves de la semana mayor, se estrenase cada a�o alguna
obra de arte ejecutada por los indios, pues vemos que dos a�os despues, el de 1569,
para la misma celebraci�n, que coincidi� entonces con el dia 7 de Abril, se
dispuso devotamente la porteria del convento de S. Francisco, pintando en ella
los indios, de claroscuro � de rasgos, el linaje espiritual del Ser�fico Padre;
es decir el grupo de santos, beatos y venerables de la Orden.
Habianse
dado los indios por aquel tiempo � las pinturas� aleg�ricas en grandes cuadros,
como se colige de� igna Bautista, pues el s�bado de� la c�rcel de los� conta-
(La hoja est� rota en este punto, y no se puede leer sino hasta lo siguiente
(en la siguiente hoja):)
�185�
�de ma�z, seg�n
Bautista, y llamo la atenci�n h�cia la materia de que estaba formado el
simulacro del santo, por haberse creido generalmente hasta el dia que solo en
Michoacan se hacian im�genes con esta sustancia. Bien es que el Se�or de Sta.
Teresa, imagen de Cristo crucificado que se venera en M�xico, est� compuesto
con igual materia, como en la "Historia" de su renovaci�n consta por
dictamen pericial del sabio qu�mico mexicano D. Leopoldo Rio de la Loza (edic.
de 1845, p�g. 174); pero de la imagen susodicha no se sabe la exacta procedencia,
mientras que la del Evangelista s� consta que en M�xico se hizo.
Aunque el
Dr. D. Alonso Alberto de Velasco, en la "Historia" de la renovaci�n
ya citada (p�gs. 5 y 6) dice que la imagen es de papelon y engrudo y que la
trajo de Espa�a Alonso de Villaseca, advertir� que la alma es de ca�a en
fragmentos y en polvo; que en el papel de la armadura se hall� un fragmento de
penca de maguey, y esta planta es propia de nuestra regi�n; as� es que debe
dudarse de la procedencia, y hay vehementes indicios de que se haya hecho la
imagen en M�xico, por ser tan an�logo el procedimiento de fabricaci�n con el
que en Michoacan tenian adoptado, como paso � exponer. Ese procedimiento se
conserva en la "Chr�nica de la Provincia de S. Pedro y S. Pablo," del
P. La Rea (lib. I, cap. 9) quien dice que los tarascos "tambi�n son los
que dieron al cuerpo de Christo Se�or nuestro la mas
viva representaci�n, que han visto los mortales. Y sino (agrega), d�ganlo las
hechuras de los CERDAS,* cuyo primor en alas de la fama lleg� primero � gozar
la estimaci�n en toda Europa, que los encarecimientos desta humilde Historia.
_______
* De un Luis DE LA CERDA, escultor, habla Fr. Francisco de Torres en
el op�sculo que dedic� al Sto. Cristo de Amacueca (p�g. 9): dice que durante la
cuarta d�cada del siglo XVI era vecino de P�tzcuaro, y que con sus manos form�
varias im�genes de Cristo crucificado todas milagrosas, citando cuatro en
M�xico y las de Amacueca, Zacualco y el pueblo de la Magdalena. Mota Padilla,
en su "Historia de la Nueva Galicia," cap. 75, dice que este art�fice
en "mestizo, hijo de Matias de la Cerda, el m�s famoso escultor que �
estos reinos pas� de la Europa, cuando se pobl� la Am�rica, y fu� el primer
maestro de donde se ha derivado de padres � hijos el oficio, que hoy es comun
en los indios de la sierra de Michoacan, cuyas im�genes se comercian por todo el
reino, especialmente Santos Cristos."
_______
�186�
Y aunque el
exemplar de la efigie lo tuvieron los Tarascos (claro est�) de los Ministros Evang�licos,
el hazerla de una pasta tan ligera, y tan capaz para darle el punto, ellos son
los inventores. Porque cogen la ca�a del ma�z, y le sacan el corazon, que es �
modo de corazon de ca�aeja, pero m�s delicado, y moli�ndolo se haze una pasta,
con un g�nero de engrudo, que ellos llaman tatzingueni,
tan excellente, que se hazen della las famosas hechuras de Christos de Mechoacan:
que fuera de ser tan proprios, y con tan lindos primores, son tan ligeros, que
siendo de dos varas, al respecto pesan, lo que pesaran siendo de pluma: y ass�
han sido, y son las hechuras m�s estimadas que se conocen."
De la misma
sustancia formaron otras muchas im�genes en Michoacan, y para el hospital de
P�tzcuaro mand� hacer una de la Asunci�n, devot�sima,
�187�
el Ilmo. Quiroga,
seg�n su bi�grafo el Lic. Moreno (p�g. 63): la llamaron despues Nuestra Se�ora de la Salud, conserv�ndola
con gran veneraci�n. Export�banse las esculturas ind�jenas y se llevaban �
Espa�a donde las estimaban bastante, segun hemos visto ya en La Rea y se
confirma tambi�n con la siguiente lecci�n de Torquemada, que extracto
literalmente porque en ella se nos da noticia de otro escultor ind�jena cuya
memoria debe conservarse con aprecio. El autor de la "Monarqu�a
Indiana" (tomo III, p�g. 209) dice as� refiri�ndose � las habilidades de
los indios: "De bulto ai muy buenos Escultores, y tengo en este Pueblo de
Santiago Indio, Natural de �l, que se llama MIGUEL MAURICIO, que entre otros
buenos que ai, es aventajad�simo, y son sus Obras mucho m�s estimadas, que las
de algunos Escultores Espa�oles, y juntamente con ser tan buen Oficial, no es
notado de vicio ninguno. De Hueso ai algunos, que labran figuras tan menudas, y
curiosas, que por cosa muy de ver las llevan � Espa�a: como llevan tambi�n los
Crucifixos huecos de Ca�a, que siendo de la corpulencia de un Hombre muy
grande, pesan tan poco que los puede llevar un Ni�o, y tan perfectos,
proporcionados, y devotos, que hechos (como dicen) de Cera, no pueden ser m�s
acabados."
Para cerrar
el cuadro es conveniente que algo se diga de la organizaci�n en gremio de los
art�fices ind�jenas que trabajaban como pintores y doradores. Varias reuniones
de los mismos vienen registradas por Juan Bautista en su c�dice.
�188�
En una, que
tuvo lugar el domingo 3 de Septiembre de 1564, se congregaron en S. Sebastian
los maestros en el arte de pintura con los maestros doradores bajo la
presidencia del venerable franciscano Fr. Melchor de Benavente para tratar del
tributo que les exigia el Visitador Valderrama. Aconsejoles Fr. Melchor que
pagasen la capitaci�n de cuatro reales que se les pedia, y, poni�ndoles delante
los sufrimientos de la vida terrenal, prodigoles palabras de consuelo, como
decirles que en la celestial nadie pondria tributos ni exigiria trabajos. Los
maestros ind�jenas por boca de Pedro
Chachalaca manifestaron que, � causa de tales tribulaciones, juzgaban
dif�cil que las im�genes en que trabajaban pudieran terminarse. No quedar�an
muy conformes con el sacrificio que de sus cortos intereses acababan de hacer
algunos meses antes, cuando el mi�rcoles 28 de Febrero de 1565 celebraban nueva
junta, ya sin los doradores, los maestros de pintura de los cuatro barrios en
que M�xico se hallaba dividido, y entre s� platicaban sobre la conveniencia de
que los de su gremio quedasen exentos de servicio personal y del tributo de
pastura "para que la profesi�n del pintor no se acabase," decian
ellos con justa raz�n. El analista no nos informa si tales deseos quedaron
cumplidos para lo porvenir, aunque lo probable ha de haber sido que las
pretensiones de los pintores se hayan desechado; y esto, tarde � temprano habr�
originado la decadencia del noble arte que los naturales cultivaban.
FIN
EX LIBRIS
HEMETHERII VALVERDE TELLEZ
Episcopi Leonensis[2]
[1] Las dos p�ginas faltantes en el libro electr�nico (pero
presentes en el original), fueron completadas con el siguiente texto
electr�nico: http://fdocc.ucoz.com/6/fidel_de_jesus_chauvet.htm
, tambi�n disponible con extensi�n pdf: http://fdocc.ucoz.com/6/fidel_de_jesus_chauvet.pdf
[2] Para regresar al tema
principal: http://fdocc.ucoz.com/6/chema_arreola.htm