�I�

INFORMACION

QUE EL ARZOBISPO DE M�XICO

D O N

FRAY ALONSO DE MONTUFAR

mand� practicar con motivo de un sermon

que en la fiesta de la Natividad de Nuestra Se�ora (8 de Setiembre de 1556)

predic� en la capilla de San Jos� de Naturales del Convento de San Francisco de M�jico, el Provincial

FRAY

FRANCISCO DE BUSTAMANTE

acerca de la devocion y culto

DE

NUESTRA SE�ORA DE GUADALUPE

________________

SEGUNDA EDICION

Nexos electr�nicos: http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080015000/ ,

http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080015000/1080015000.PDF , http://cdigital.dgb.uanl.mx/la/1080015000/1080015000.html

Referencia condensada:

Real Academia de la Historia. Informaci�n que el Arzobispo de M�xico Don Fray Alonso de Mont�far mand� practicar con motivo de un serm�n que en la fiesta de la Natividad de Nuestra Se�ora (8 de Setiembre de 1556) predic� en la capilla de San Jos� de Naturales del Convento de San Francisco de M�jico, el Provincial FRAY FRANCISCO DE BUSTAMANTE acerca de la devocion y culto DE NUESTRA SE�ORA DE GUADALUPE. Segunda Edici�n. Mexico:Paz, 1891:188 p.

________________

M E X I C O

IMPRENTA, LITOGRAFIA Y ENCUADERNACI�N DE IRENEO PAZ

Callej�n de Santa Clara n�mero 6

____

1891

�II� (Hoja en blanco)

[Aprovecho para introducir unas notas; este libro ha sido escaneado por la honorable:

UNIVERSIDAD DE NUEVO LEON

Biblioteca Valverde y Ter�n

Capilla Alfonsina

Biblioteca Universitaria, 42469, BT660.G8. I52. 1891, 42469, FETV, 905353 (Tachado en rojo), 5 6 5 1 5 3; 0 0 5 3 5 3; Nota: la mayor�a de las �z�, aunque no todas corresponden a este s�mbolo en el original: � y � que es la cedilla o ce caudata; aqu� casi todas las cedillas han sido reemplazadas por �z�; fuere de este cambio pr�ctico, todo lo dem�s, se ha hecho el esfuerzo de dejarlo como se encontraba en el original (excepto por todas esas correcciones autom�ticas del m�s com�n editor de texto); todos los errores de ortograf�a, a�n para aquellos tiempos, se han dejado exactamente como fueron capturados. En el original escaneado faltan las dos hojas (aprox. p�gs. 30 y 31) que siguen a la declaraci�n: �juntar los naturales que � la dicha ermita abian venido, y mediante un ynterprete, Francisco de hasta �dalupe, quest� en una ermita media leg�a desa dicha cibdad, dixo:� El material faltante se ha completado con otra versi�n en html del internet (es posible que el material faltante haya contenido algunas notas en el texto y al pie; en donde se ponen las flechas: el original de este libro contiene las manos, apuntando con el �ndice con la palma cubierta por los tres dedos restantes doblados. La paginaci�n (v.gr.: �1�) se ha hecho hasta el punto, punto y coma, dos puntos, coma, etc. que est�n m�s cerca para evitar ideas truncas. Cerca del final, una hoja est� rota a la mitad, por lo que dos p�ginas carecen de la mitad (pp. 183 y 184), conteniendo informaci�n referente a t�cnicas pict�ricas prehisp�nicas, al gremio de los pintores y artistas del M�xico Colonial. La longitud de texto en las p�ginas es variable, muchas veces porque las notas al pie se han juntado, cuando en el original se expand�an por debajo del texto principal abarcando hasta tres hojas; las notas de las hojas (v.gr.: (1), est�n numeradas por cada p�gina y no por el documento completo); el resto de cosas o errores no mencionados o no detectados son responsabilidad m�a, gracias)]

�III�

Advertencia de la Edici�n Mexicana.

Desde que lleg� a nuestras manos el presente documento, publicado por primera vez en Espa�a, comprendimos su importancia y trascendencia en lo que mira � nuestra historia, y nos propusimos hacer de �l una nueva edici�n, pues los ejemplares de la primera vinieron en bien corto n�mero, siendo por lo mismo raros y de adquisici�n muy dif�cil. Una lectura atenta nos convenci�, sin embargo, de que en la impresi�n espa�ola se habian deslizado errores y equivocaciones de no poca monta, que exig�an un serio trabajo de rectificaci�n. Ese trabajo se ha hecho con toda escrupulosidad, como de ello puede persuadirse quien acometa la tarea de comparar ambas ediciones. Adem�s, la conveniencia de fijar � esclarecer algunos puntos, hizo indispensable el agregar las notas que se hallan al fin del libro; as� pues, podemos decir sin jactancia, que aun cuando nuestra edici�n aparece como segunda, las modificaciones introducidas le dan valor de original, poni�ndola muy por encima de la que nos sirvi� de modelo. Esperamos que el lector aficionado al estudio de nuestras antiguallas, conceder� � la obra la atenci�n que merece, ya que vivimos en una �poca en la cual se busca la verdad por medio de un an�lisis severo y desapasionado.

�IV� (Hoja en blanco)

�V�

ADVERTENCIA DE LA EDICION ESPA�OLA

______________

Debemos manifestar � nuestros lectores las diligencias que hemos hecho para saber la autenticidad del documento que hoy damos � luz, (del que tuvimos primera noticia en una apolog�a publicada en M�jico, 1880, con este t�tulo: "Santa Mar�a de Guadalupe Patrona de los Mexicanos,") y despu�s lo que motiv� la informacion que en �l consta. Nos dirigimos � un c�lebre bibli�filo de M�jico, quien nos honra con su amistad, y se dign� contestar lo siguiente, y darnos noticias de algunos de los testigos, como se lo pedimos, por lo cual le estamos bien reconocidos.

"M�xico, Marzo 2 de 1888.

"Sres. de mi aprecio y consideraci�n: obsequiando el deseo que me manifiestan VV. de saber c�mo apareci� en nuestros tiempos la informacion de testigos que en Setiembre de 1556 hizo en esta ciudad el Sr. Arzobispo D. Fr. Alonso de Mont�far contra el P. Provincial de los religiosos franciscanos Fr. Francisco de Bustamante, por desacato y falta de respeto de este padre � aquel prelado; digo � VV. que pocos meses antes del fallecimiento del Sr. Arzobispo Dr. D. Manuel Posada y Gardu�o, que acaeci� en 30 de Abril de 1846, visit�ndole el Sr. Lic. D. Jos� Fernando Ram�rez, se movi� entre ambos conversaci�n acerca del origen de la imagen de nuestra Sra. de Guadalupe, y poniendo su mano el Sr. Arzobispo sobre un expediente de pocas fojas que tenia encima de la mesa dijo al Sr. Ram�rez: "lo que hay de cierto "acerca de este asunto, se contiene en este peque�o expediente; pero no has de verlo t�, ni otra persona alguna."

�VI�

Mand� despu�s el Sr. Arzobispo guardar el expediento en el archivo reservado de su secretar�a. Supe todo esto por hab�rmelo referido m�s de una vez el Sr. Lic. D. Jos� Guadalupe Arriola, que lo oy� de la boca del Sr. Ram�rez, su paisano y amigo.

"Me ha dicho persona fidedigna, que esto que pas� al Sr. Ram�rez, pas� igualmente al Sr. D. Rafael Adorno en ocasi�n que hablaba del mismo asunto con el Sr. Posada.

"En el a�o de 1869, el Sr. Dr. D. Jos� Braulio Sagaceta, Arcediano de la Catedral, me refiri� que siendo �l Secretario del Gobierno Eclesi�stico en la Sede vacante del expresado Sr. Posada, vio que los empleados de la Secretar�a entraban frecuentemente al archivo reservado para imponerse del contenido de los expedientes que sobre asuntos muy graves se guardaban all�, y que no pareci�ndole conveniente esto, les quit� la llave; que como hubiese entrado con ese motivo al archivo, en el primer registro que hizo, encontr� el expediente mandado guardar por el Sr. Posada; que no pudo leerlo todo � causa de la antig�edad de la letra, pero que de lo poco que ley� infiri� ser contra la llamada Historia Guadalupana, y que habi�ndolo llevado � su casa, le tuvo muy oculto en ella m�s de veinte a�os.

"Al referirme esto, me dijo que temiendo que despu�s de su muerte cayese el expediente en manos de alguna persona que hiciese mal uso de �l, trataba de entregarlo cuanto antes � los Se�ores que por estar en Europa el Sr. Arzobispo Labastida, gobernaban la Mitra, y eran el Dean Dr. D. Manuel Moreno y Jove, y el Can�nigo Dr. D. Eulogio Mar�a C�rdenas, y que � fin de instruirlos verbalmente de su contenido, quer�a que yo se lo leyese despu�s de verlo detenidamente.

�VII�

"Habi�ndole yo Contestado que har�a gustoso lo que �l me ordenase, puso en mi poder el expediente, que est� en 14 fojas �tiles en folio y 3 blancas; la informacion � interrogatorio de una misma letra, no as� las dos fojas correspondientes � las denuncias, en las que hay diversas letras.

"Lo llev� � mi casa, en donde lo le� luego, y encontr� ser la informacion de testigos hecha por el Sr. Arzobispo Mont�far contra el P. Fr. Francisco de Bustamante. Al cabo de un mes me la pidi�, se la le�, y luego la entreg� � los dichos Sres. Gobernadores. Pasado otro mes � algo m�s volvi� � ponerla en mis manos, pidi�ndome al mismo tiempo hiciera un extracto de ella, por cuanto los dichos Sres. Gobernadores no se conformaban con la relaci�n que verbalmente les habia dado. Hice pues el extracto y, trascurrido otro mes, se lo di con la informacion , y ambas cosas entreg� luego � los expresados Se�ores.

"Despu�s de esto, encontr� por el frente de nuestra Catedral al R. P. Andr�s Artola, de la Compa��a de Jes�s, quien me dijo que los Sres. Gobernadores de la Mitra le habian hecho leer la informacion , permiti�ndole que para ello la llevase � su casa; y pregunt�ndole yo que opinaba acerca de ella, me dijo: "era en su concepto la prueba m�s terminante contra la llamada Historia Guadalupana, y tanto que le imped�a llevar � cabo el proyecto de escribir un Compendio de Historia Eclesi�stica Mexicana que sirviese de texto en los Colegios del Clero de nuestra Rep�blica."

�VIII�

"No habia pasado mucho tiempo de esto, cuando el citado Se�or Arcediano Sagaceta me pidi� suplicase yo de su parte al P. Artola que usando de la influencia que ejerc�a sobre el mencionado Sr. Dean Moreno y Jove le disuadiese del prop�sito de imprimir la informacion , pues tal cosa intentaba movido de la falsa idea que se habia formado de ella, porque atendiendo solamente al culto solemne de la imagen de nuestra Se�ora de Guadalupe, que, como se ve al punto que se lee la informacion , hac�a muy poco tiempo que habia comenzado � d�rsele, se desentend�a del origen natural de la misma imagen que tambi�n consta en la informacion . Cumpliendo yo el encargo del Sr. Sagaceta, fui en busca del P. Artola � su casa, que era entonces la n�m. 1 de la calle de Cocheras, y le encontr� copiando la informacion . Le expuse el objeto de mi visita, y �l, admirado de la pretensi�n del Dean, me ofreci� que le ver�a luego y procurar�a disuadirle. En efecto, le vio y le disuadi�.

"Habiendo vuelto de Europa en Mayo de 1871 el Sr. Arzobispo Labastida, los dichos Sres. Gobernadores de la Mitra le entregaron la informacion .

"El expresado P. Artola dio noticia de la existencia de �sta al Sr. D. Joaquin Garc�a Icazbalceta, el cual la comunic� luego � su amigo el Sr. D. Jos� M. Andrade. Deseosos de verla, la pidi� prestada �ste al Sr. Arzobispo, quien al punto la puso en sus manos. Habi�ndola tenido ambos algunos d�as, la devolvi� el Sr. Andrade.

"Con todo lo que he referido, creo haber satisfecho el deseo de VV.

�IX�

"Por no hacer demasiado larga esta carta, me abstengo de expresar en ella los nombres de otras personas notables por su ilustraci�n y piedad, adem�s de las citadas, que vieron detenidamente la informacion , y de decir cual fue el juicio que de la misma se formaron.

"Adjunto hallar�n VV. las noticias que he podido averiguar de los testigos de la informacion ; sobre el P. Bustamante copiosas las pueden ver en Mendieta, Torquemada y Vetancurt.

"No tienen VV. de que pedirme disculpa, pues ninguna molestia me ha causado el obsequiar su deseo. Manden siempre lo que gusten � su ato. servidor que les estima y b. ss. mm.

Jos� M. de Agreda y Schez."

Lo que motiv� la informacion fue que, celebr�ndose el 8 de Septiembre de 1556 una fiesta � la Natividad de Mar�a en una capilla de S. Francisco de M�xico concurriendo � ella las autoridades civiles, el P. Bustamante tuvo � su cargo el sermon, en virtud de la celebridad que ten�a como orador notable. Desempe�� su cometido, segun reza dicha informacion , maravilloso y divino en cuanto � ensalzar el natalicio de la Madre de Dios, pero repentinamente se inflam� en celo, como era natural, para declamar en contra de la devocion que de ayer se acababa de introducir por la ermita de Guadalupe, juzg�ndola de idolatr�a puesto que los franciscos habian ense�ado que el culto que se tributa � las im�genes debia dirigirse al original que est� en el cielo, y decirles despu�s, que esa imagen pintada por el indio M�rcos hac�a milagros echar�a por tierra sus trabajos, pues volver�an all� por la antigua Tonantzin; que si continuaba la devocion no volver�a � predicar; que se debian aplicar unos azotes al que public� que hac�a milagros la imagen, y al que continuase dici�ndolo;

�X�

que en aquella ermita se comet�an grandes ofensas � Dios; que lo que se reun�a de limosnas no se sab�a su inversi�n y propon�a que se distribuyesen � � pobres vergonzantes � al hospital de las bubas. Declam� igualmente contra el arzobispo porque era de los divulgadores de esos supuestos milagros, dici�ndole al Virrey, que estaba presente, que en virtud de ser vice-patrono real, tomase cartas en el asunto.

El arzobispo Mont�far cuando supo que habia sido acusado, inmediatamente procedi� � hacer la informacion para justificarse ante la autoridad de los cargos que el predicador le hac�a; y tambi�n hizo declarar sobre el sermon que �l habia predicado poco antes, para que se viera "no habia predicado supuestos milagros y lo �nico que s� habia dicho, era la gran devocion que se habia tomado � la imagen." Los lectores ver�n la exactitud de nuestro extracto, pues tienen en su poder la informacion . Despu�s de le�da se convencer�n que no se trata de esa famosa aparicion que se dice aconteci� en 1531 quedando impresa en la capa del indio Juan Diego la efigie de la Santa Virgen; invencion que, como decimos en una nota data de 1648. A ser cierta la aparicion por lo menos alguno de los nueve testigos lo habr�a indicado, en vez de decir que se habia levantado tan sin fundamento la devocion; y el Br. Salazar no dice que la fundaci�n de la ermita desde su principio fuese por aparicion alguna, sino por haberla dedicado � la Madre de Dios, lo que provocaba que fueran � tributarle culto, encomend�ndose � ella.

�XI�

El Br. Luis Bezerra Tanco en su op�sculo"Felicidad de M�xico en el principio y milagroso origen que tuvo el santuario de la Virgen Mar�a N. S. de Guadalupe" reimpreso en Sevilla a�o de 1685 dice: "ya se habia difundido por todo el lugar la fama del milagro y acud�an los vecinos de la ciudad al palacio episcopal � venerar "la imagen." Si as� fuera, los testigos de la informacion se habr�an indignado contra el P. Bustamante porque decia que era obra humana y se le habr�a encausado por negar la aparicion. Todo lo contrario, vemos por el franciscano Mendieta (Lib. IV cap. 42 en su Historia Eclesi�stica, M�xico 1870) y por el igualmente franciscano Torquemada (Lib. 19 cap. 37 de su Monarqu�a Indiana, publicada en esta en 1723) que despu�s de este acontecimiento, lejos de menoscab�rsele su cr�dito mereci� ser reelecto Provincial y m�s que esto, Comisario general, y no volver � la madre patria sino hasta 1561 y esto en uni�n de otros dos provinciales con una misi�n muy grave. Un escandaloso predicador, un negador de semejante aparicion, no merecer�a tales distinciones. �Cu�n distintas �pocas fueron la de 1556 y la de 1794! En la primera, que aun no se habia inventado � introducido � la noticia, (v�ase adelante, nota) si hubo esc�ndalo no fue porque se se�alase origen humano � la imagen, sino por la falsa creencia de que se trataba de impedir el culto � la Madre de Dios, lo cual no se deduce del sermon del P. Bustamante, quien s�lo quiso darle debida direcci�n; y si dijo en su sermon, que �l no era devoto de la Madre de Dios, los testigos un�nimemente dijeron que ellos habian cre�do al expresarse as� que lo hac�a por humildad; adem�s, terminantemente asegur� que no trataba de quitar la verdadera devocion ni � la "m�s pobre vieja".

�XII�

No as� en la segunda �poca, que ya � muchos habia hecho creer en la aparicion el Br. Miguel Sanchez y los que tras �l fueron escribiendo y predicando. Decimos que � muchos, pues Becerra Tanco ya trata de incr�dulos (1), lo mismo que Florencia (2) y Carrillo (3). En ese a�o de 1794 hubo otro fraile, D. Servando Teresa de Mier, dominico, que por un sermon predicado ante el Arzobispo en el cual iba � probar que la imagen de Guadalupe se estamp� en la capa de Santo Tom�s y no en la tilma de Juan Diego (y sea dicho de paso, debi� de ser gigante este n�ofito para que le llegara hasta las corvas segun su usanza, una que midiera 2 varas y un doceavo de largo, que �sta es la medida que � la imagen dan los autores Guadalupanos) fue el reverendo encausado, expulsado y bien castigado. No sabemos el efecto que en nuestra antigua hija, hoy hermana M�jico, causar�a otro sermon an�logo; pero tememos que � pesar de haber muchas personas ilustradas, de recto criterio, no dejar�a de producir todav�a mal efecto, por aquello de que es infinito el n�mero de los necios.

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(1) V�ase el principio del cap�tulo � p�rrafo que comienza as�: �Disc�rrese el modo en que pudo figurarse la Imagen Santa." Edici�n de su obra en Sevilla 1685.

(2) En su Estrella del Norte, impresa en Barcelona en 1741 cap. XII.

(3) "lo m�ximo en lo m�nimo, la portentosa imagen de Nuestra Se�ora de los Remedios conquistadora y patrona de la imperial ciudad de M�xico, en donde escrib�a esta historia Don Ignacio Carrillo y P�rez� M�xico� 1808 p�g. 52 dice: "reflexionen este hecho los que por singularizarse de finos cr�ticos quieren disputar la tradici�n (!) de la maravillosa aparicion de esta celestial imagen, y la retardan � una �poca mucho m�s posterior�"

_______

�XIII�

Pod�amos extendernos mucho m�s sobre esta materia, que hemos estudiado detenida y detalladamente, pero ya es demasiado para una advertencia que sirva de preludio � este precioso documento. Al fin daremos noticias de la Guadalupana del Coro de los Jer�nimos de Extremadura, una interesante carta y un cat�logo de autores que no favorecen la llamada tradici�n, puesto que debiendo y pudiendo mencionarla en sus escritos, dejaron en el tintero un acontecimiento tan extraordinario para ocuparse de otros, que en su comparaci�n son muy insignificantes.

Por �ltimo advertimos que hemos conservado la ortograf�a antigua tal como est� en la copia que poseemos.

Los Editores.

Madrid, Diciembre 12 de 1888.

�1�

Sobre la casa de (DENUNCIAS)

nuestra Se�ora

de Guadalupe.

I. En M�xico, martes ocho d�as del mes de Septiembre de mill � quinientos � cincuenta � seis a�os, estando en misa mayor en la iglesia del sor. S. Francisco y capilla de Sant Joseph presidente � oidores de la Real audiencia, � mucha gente, ansi hombres como mugeres, despues de se aber cantado el Credo, el maestro Bustamante religioso de la dicha orden, se subi� en un pulpito que para el dicho efeto estaba puesto junto � la rexa del altar � con un pa�o de seda de blanco � colorado, predic� de nuestra Sra. � su Natividad, y estando en el dicho sermon � habiendo dicho la mayor parte d�l, par� � dijo, mostrando el rostro atemorizado y par�ndose mortal, que �l no era devoto de nuestra Sra. lo qual entiendo que dijo por no alabarse e que si por alguna cosa que dijese se quitase � la menor vejecuela la devocion, que tal no era su intincion, y no lo haria como cristiano, pero que le parecia que la devocion que esta ciudad ha tomado en una ermita � casa de nuestra Sra., que han intitulado de Guadalupe (es) en gran perjuicio de los naturales, porque les daban � entender que hacia milagros, aquella imagen que pint� un indio, � asi que era Dios, y contra lo que ellos habian predicado � d�doles a entender dende que vinieron � esta tierra, que no habian de adorar aquellas im�genes, sino lo que representaban, que est� en el cielo;

�2�

dem�s que all� se hacian algunas ofensas � Dios nuestro Se�or, segun era informado, � la limosna que se daba, fuera mejor darla � pobres vergonzantes que hay en la cibdad, y a�n que 110 se sabia en qu� se gastaba; y que mirasen los que all� iban lo que hacian, porque era en gran perjuicio de los naturales, y que fuera bien al primero que dijo que hacia milagros, le dieran cient azotes, � al que lo dijere de aqui adelante, sobre su anima le diesen doscientos, caballero en un caballo, y que encargaba mucho el examen deste negocio al visorrey � audiencia, y que aunque el arzobispo dijese otra cosa, que por eso el rey tiene jurisdicci�n temporal y espiritual, y esto encarg� mucho � la audiencia; y tambi�n dijo que no era bien predicarlo en p�lpitos, primero que estuviesen certificados en ello � de los milagros que se decia habia hecho; habia muchas personas de calidad presentes.

II. Lo primero dixo que una de las cosas mas perniciosa para la buena cristiandad de los naturales, que se pod�an sustentar, hera la devocion de nuestra Sra. de Guadalupe, porque desde su conversion se les habia predicado que no creyesen en im�genes, sino solamente en Dios y en nuestra Sra., y que solamente serv�an para provocarlos � devocion, y que agora decirles que una imagen pintada por un indio hacia milagros, que seria gran confusion y deshacer lo bueno que estaba plantado, porque otras devociones que habia, como nuestra Sra. de Lorito y otras, tenian grandes principios, y que esta se levantase tan sin fundamento, estaba admirado. En esto carg� la mano, y otros de mejor memoria lo dir�n.

�3�

Tambi�n dijo que publicarse milagros, como se habian publicado, era gran confusion, porque iba un indio cojo con esperanza que habia de volver sano, y despues volver mas cojo que habia ido, era darles ocasion � que no creyesen en Dios ni en Sta. Maria, y que la cristiandad de ellos fuese cada d�a � menos. Y que si esta devocion iba adelante, prometia de jamas predicar � indios, porque seria tornar � deshacer lo hecho. Dijo que suplica al Sor. visorrey � oidores mandasen remediar tan gran mal, y que sobre ello hiciesen informacion , y castigasen � los inventores, d�ndoles cada doscientos azotes � su cuenta; y que no obstante que V. S. es prelado de la Iglesia, el rey es patr�n della, y puede en lo uno y en lo otro hacer lo que le pareciere, y que al sor. visorrey y oidores compet�a el remediar esto, en lo qual carg� bien la mano. Tambien dijo que mejor se serviria nuestra Se�ora, con que el tom�n y candela que alli le ofrecen, se diese � pobres necesitados, y no ofrecerle donde sabe Dios en qu� se gasta. Dijo que el arzobispo mi se�or estaba muy enga�ado en pensar que estos indios no eran devotos de nuestra Sra., porque los que los trataban entend�an ser tanta su devocion, que la adoraban por Dios y que antes era necesario en esto irles � la mano y d�rselo � entender.

III. El visitador, que le oy� decir en comenzando � hablar de nuestra Sra. de Guadalupe, que lo que su Sria. habia predicado de nuestra Sra. de Guadalupe no lo quer�a contradecir, y ansimismo que su intincion no era, aunque fuese una viejezuela, que perdiese la devocion de nuestra Sra., mas que le parec�a que era una cosa perniciosa para los naturales desta tierra, porque les habian dado � entender en sus sermones, que las im�gene, heran de palo y de piedra, y que no se habian de adorar, mas de que estaban por semejanza de las del cielo,

�4�

y que los indios eran tan devotos de nuestra Sra. que la adoraban y que pasaban mucho trabajo para quitarles aquella opinion, y que visto agora que aquella imagen hacia milagros, aunque no estaba ninguno averiguados que se pasaria mucho trabajo de aqui adelante en quitarles la opinion que tenian de adorar la im�gen de nuestra Sra. y que no solo habia este mal en ello, pero que habia otros males de ir all� con comidas y limosnas que daban, que seria mejor darlas al ospital de las bubas � � otras personas: que suplicaba al Sor. visorrey y oidores que lo mirasen bien, y averiguasen y aunque su Sria . Rma, era juez eclesi�stico ellos lo podian todo, y que s� al primero que sali� con este milagro, lo acotaran y castigaran, no viniera al estado en que est� y que si la devocion iba adelante, de la im�gen de nuestra Sra. de Guadalupe sin primero examinarlo, que �l no predicar�a m�s � los indios.

(INTERROGATORIO)

1 Primeramente si conocen al pe. Fr. Francisco de Bustamante, provincial de la �rden de S.Francisco, y si (se) hall� presente al sermon que predic� el dicho Bustamante el dia del nacimiento de nuestra Sra. de Septiembre, que se contaron ocho dias deste presente mes de Septiembre.

2 Y preguntado que fu� lo quel dicho padre Fustamante (sic) dijo tocante � la devocion de la ermita de nuestra Se�ora de Guadalupe, quest� media legua desta cibdad de M�xico.

�5�

3 Preguntado si cuando el dicho provincial comenz� � hablar en (sic) la dicha ermita, se par� atemorizado y la calor mortal, y si dijo qu�l no era devoto de nuestra Sra, lo qual parece haber dicho con humildad y por no se alabar, y que no era su intincion que por cosa que dijese, quitar la devocion � la menor vejezuela, y que no lo har�a como cristiano, si otra cosa dijese.

4 Preguntado si el dicho provincial dijo que le parec�a que la devocion que la gente de esta cibdad � tomado en una ermita � casa de nuestra Sra. que han intitulado de Guadalupe, era en gran perjuicio de los naturales, porque les daban � entender que hacia milagros aquella imagen que pint� un indio, y contra lo quellos habian predicado � d�doles � entender desde que � esta tierra vinieron, que no habian de adorar aquellas im�genes, sino lo que representaban, que est� en el cielo.*

5 preguntado si dijo que una de las cosas m�s perniciosas pa. la buena cristiandad de los naturales era sustentar la devocion de la dicha ermita de nuestra Sra. de Guadalupe, porque desde su conversion se les habia predicado, que no creyesen en imagines, sino solamente en Dios, y que solamente servian las imagines para provocarlos � devocion, y que agora decirles que una imagen pintada por un indio hacia milagros, que seria gran confusi�n, y deshacer lo bueno que estaba plantado en ellos**

* El documento original traia al margen en este lugar con letra coetana el vocablo: PROBADA.

** Aqui pone el original, tambi�n en �l margen: �DEM; que quiere decir PROBADA,

�6�

6 Preguntado si el dicho provincial dijo, que la dicha devocion de nuestra Sra. de Guadalupe se habia comenzado sin fundamento alguno, porque dado que en otras partes � imagines particulares se tenga devocion, como � nuestra Sra. de Lorito (sic) y � otras, estas habian llevado gran fundamento.

7 Preguntado si el dicho provincial dijo, que en la dicha ermita era informado que se hacian ofensas � Dios nuestro Sr., y que mirasen los que alli iban lo que hacian, porque era en gran perjuicio de los naturales.

8 Preguntado si dijo el dicho provincial, que la limosna que � la dicha ermita se daba, fuera mejor darla � pobres vergonzantes que haya en la cibdad, � al espital (sic) de las bubas, porque el tomin y candela que se llevaba � nuestra Sra. de Guadalupe, dijo que no sabia en que se gastaba.

9 Preguntado si sabe quel dicho provincial dijo, que yendo un indio cojo � la dicha ermita con esperanza de sanar, por se haber publicado milagros de la dicha imagen, y volviendo m�s cojo, hera darles ocasion � que no creyesen en Dios ni en Sta. Maria, y que cada dia fuese menos; y que si dijo que si esta devocion iba adelante, promet�a de jamas predicar � indios, porque seria tornar � deshacer lo hecho.

10. Preguntado si dijo que fuera bien al primero que dijo que la dicha imagen hacia milagros, le dieran cient azotes, y al que lo dijere de aqui adelante, sobre su anima que le diesen doscientos, caballero en un caballo.*

* Vease la nota anterior. El original pone en apostilla la palabra PROBADA. Considerar probada esta pregunta en sus dos partes, es notoria falsedad, porque solo puede declararse probada la primera parte, y no en los t�rminos que la pregunta refiere.

�7�

11 Preguntado si el dicho provincial dijo que encargaba mucho el examen deste negocio al bisorey (sic) � audiencia real, y que aunque el arzobispo dijese otra cosa, por eso el rey tiene jurisdicci�n temporal y espiritual, y esto encarg� mucho � la audiencia.

12 Preguntado sidijo quenoerabienpredicarla devocion de la dicha imagen hasta que estuvieren certificados enello, y de los milagros que decian haber hecho

13Item, si sabe que en muchos de los queestuvieron en el sermon del dicho provincial, ubo (sic) grande esc�ndalo en ellos y en toda la cibdad, porque decian que su Perlado les animaba � la devocion de nuestra Sra. y el dicho provincial se la quitaba, de que no hubo poco scandalo en la dicha cibdad, y decian que seria razon enviar al dicho provincial � Spa�a para que all� fuese castigado y que no le oir�an m�s sermon en la nueva Spa�a.

Item, si saben que todo lo suso (dicho) es p�blica voz y fama.

El bachillerPuebla (1).

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(1) Fu� cura del Sagrario Metropolitano desde Marzo de 1552 hasta Julio de 1554.

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En la gran cibdad de M�xico desta nueva Spa�a, � nueve dias del mes de Septiembre de mill � quinientos y cincuenta y seis a�os, el muy illustre y Reverend�simo Se�or Don fray Alonso de Mont�far etc. Arzobispo de M�xico, en presencia de mi, Francisco Gos (Gomez) de Zarate, notario apost�lico dijo: que por cuanto � su noticia habia venido que en ei monesterio de Sor sanct Francisco desta dicha cibdad,

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ayer, dia de nuestra Sra. de Septiembre, que se contaron ocho dias deste presente mes, habia predicado el padre fray Francisco de bustamante, provincial de la dicha orden de Sor. sant Francisco, y en el sermon que habia hecho dixo ciertas cosas sobre la devocion y romeria de nuestra se�ora de Guadalupe que est� media legua desta dicha cibdad, y que algunas personas se habian escandalizado dello, y que para saber y averiguar la verd� (sic), y si el dicho padre provincial abia dicho alguna cosa de que debiese ser reprehendido, quer�a hacer informacion de personas que en el dicho sermon se hallaron; y para hacerla, mand� parecer ante s� � Juan de Mesa, cl�rigo presbitero, del cual por mi el dicho notario fue tomado y recebido juramento en forma por Dios � por Sta Mar�a � por la se�al de la cruz, sobre que puso su mano derecha, so cargo del qual prometi� dezir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado, al qual por su Se�oria Rma. le fueron hechas las preguntas siguientes:

TESTIGO JUAN DE MESA, CLERIGO. (1)

Fue preguntado como se llama, y de que edad es.

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(1) En las cartas de Indias, est� una del Sr. Moya Arzobispo de M�xico, con fecha 24 de Marzo de 1575 (p�g. 210) y hablando del P. Mesa dice "de 45 a�os, criado en esta tierra desde ni�o que vino de Espa�a, es muy buen gram�tico, el que mejor sabe la lengua huasteca, que es en la provincia de Panuco, donde �l siempre ha residido despues que se orden� de misa, convirtiendo, predicando y administrando � los indios sin estipendio alguno ni otra pretensi�n y como se ha criado entre ellos, tienenle en mucho, y asi hace gran provecho; es hombre muy exemplar y de gran virtud, reside en el pueblo de Tampoal y sino fuese por la notoria falta que haria en aquella provincia, donde es padre de los naturales, es digno de que se le haga merced en esta iglesia� Vease tambi�n la biograf�a del mismo P. Mesa en la "Historia eclesi�stica indiana" de Fr. Jer�nimo de Mendieta (p�g. 373).

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Dixo que se llama Juande Mesa y ques de edad de beinte y sez y beinte y� (sic) a�os, poco mas � menos.

Fue preguntado por las generales

Dixo que ninguna de ellas le empece

Preguntado si conoce al padre fray Francisco de bustamante, provincial de la orden de Sanct Francisco, y si se hall� presente al sermon que predic� en el monesterio de sanct Francisco, en la capilla de Sant Joseph, ayer, dia de nuestra Sra. de Septiembre deste presente a�o de mill � quinientos y cinquenta y seis,

Dixo: que lo conoce y que le oy� el dicho sermon en la dicha capilla de sanct Joseph, y dixo que le oy� al dicho padre fray francisco de bustamante, que su intento no era de quitar la devocion � persona ninguna, de nuestra Sra., aunque fuese � una vieja muy peque�a: pero que si su se�oria rrma. conociera la condicion de los naturales, como ellos, que ternia otro modo � �rden al principio en esta devocion desta ermita: y que tambi�n le oy� decir, que aunque su se�oria rrma. era en lo espiritual el principal, que tambi�n su se�oria, hablando con el Sor. bisorrey, le dixo que era, porque le yncumbia, parte para entender en ello � remediallo: y tambien dixo el dicho fray Francisco de Fustamante [sic],

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que si al principio questa devocion se public�, se tuviera cuidado en saber el autor dello, y si eran verdad los milagros que se dician, y hall�ndose no ser verdaderos los milagros, que sobre su alma � conciencia le podian dar cien azotes: y dixo m�s, que por la cibdad � oydo decir, y al padre Contreras, capellan del colegio de los ni�os, que abia dicho el dicho provincial, quel no era devoto de nra. Sra. y � otros (ha) oido que habia dicho el dicho provincial, que no era tan devoto quanto �l quer�a; pero que �l, como estaba lejos no oy� estas palabras postreras, que era devoto � no devoto de nuestra Sra.

Dixo m�s, que oy� decir al dicho provincial, que los religiosos abian trabajado con estos indios y dotrin�dolos y ense��doles que � un solo Dios abian de adorar, y que aquellas eran pinturas y im�gines de palo; y que no se acuerda en este articulo mas, por estar lejos, aunque sabe que otras palabras pasaron m�s entre estas.

Dixo mas este testigo, que le oy� decir al dicho provincial, que las limosnas que se daban en la dicha ermita, se pod�an dar en la cibdad � muchos pobres envergonzantes; y que si alguno fuese y viniese sano, y otro enfermo fuese y viniese peor por el cansancio del camino, que perder�a la devocion, � diria: �esta es la se�ora que hace milagros? � �estos son los milagros? y esto dixo por los indios, que despa�oles no trat�.

Dixo este testigo, que a oydo dezir que despues de concluso el sermon, que obo esc�ndalo y corrillos de gentes, y que a oido murmurar de lo que predic� el dicho provincial, y que � Bustamante, cl�rigo, le oy� decir que parec�a � que era contrario � lo que su se�oria rrma abia predicado: y que esta es la verdad pa el juramento que hizo.

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Fu�le leido, y retific�se en ello, y firm�lo de su nombre.

Fr. A. archieps

mexicanus

Joan de mesa

cl�rigo

E luego incontinente, su se�oria Reverendisima mand� al dicho Juan de Mesa, cl�rigo, so cargo del juramento que tiene hecho, y so pena descomunion mayor unica pro trina monitione proemissa, cuya absolucion en s� reservaba lo contrario haciendo, que guarde y tenga secreto de todo lo susodicho, y no d� parte dello � nadie: el qual dixo que ansi lo cumpliria y guardaria.

TESTIGOJUAN DESALAZAR.

E despues de lo suso dicho, en la dicha cibdad de M�xico, el dicho dia, mes � a�o, susodichos, pa. informacion de lo suso dicho, su se�oria reverendisima d�l arzobispo, mi se�or, mand� parecer ante s�, � Juan de Salazar, procurador desta real audiencia, del qual por mi el dicho notario, en presencia de su Se�oria reverendisima, fue tomado y recebido juramento en forma, por Dios � por Sta. Maria � por la se�al de la cruz, en que puso su mano derecha, so cargo del qual prometi� decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado, y por su Se�oria reverendisima le fueron hechas las preguntas siguientes.

Primeramente fu� preguntado c�mo se llama y que edad tiene.

Dixo que se llama Juan de Salazar, ques procurador desta real audiencia, y ques de hedad de treinta y ocho a�os, poco mas � menos, y que conoce al padre fray Francisco de Bustamante, frayle profeso y provincial de la orden de los franciscos, y que no le toca ni empece ninguna de las generales.

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Preguntado si este testigo ayer m�rtes, dia de la Natividad de nuestra Sra., que se contaron ocho dias deste presente mes de Septiembre, estuvo en misa en el monesterio de Sant Francisco desta cibdad de M�xico, y en ella oy� misa mayor, y el sermon que el dicho fray Francisco de Bustamante predic�.

Dixo queste testigo estuvo en misa el dia que les preguntado, y que oy� el dicho sermon, y en �l oy� al dicho fray Franciseo de Bustamante decir en lo tocante � la devocion que se abia tomado � nuestra Sra. de Guadalupe, quest� junto � esta cibdad, que no sabia � que efecto se tenia la dicha devocion, porque era dar � entender � los indios naturales desta tierra al contrario de lo que �l y otros religiosos con mucho sudor les hablan predicado, porque les daban � entender que aquella im�gen de nuestra Sra. de Guadalupe hacia milagros, y como algunos indios coxos, ciegos � mancos yban � ella con aquel prop�sito y no tornaban sanos, antes peores con el cansancio del camino, lo tenian por burla y que seria mejor que se procurase de quitar aquella devocion, por el esc�ndalo de los naturales; y que tenia entendido que en la romeria que � la dicha iglesia se hacia, se cometian ofensas � Dios Nuestro Sr., y que se maravillaba mucho de quel Sor. arzobispo ubiese predicado en los p�lpitos y afirmado los milagros que se decia que la dicha imagen habia hecho, siendo prohibido, como el dicho Sor. arzobispo lo habia predicado tres dias antes, y que las limosnas que alli se daban seria mejor convertirlas en pro de los hospitales desta cibdad, mayormente en el de las bubas, por haberle quitado la mayor parte de la renta que �l tenia; y que las dichas limosnas que se daban en la dicha ermita de Guadalupe,

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no sabia en qu� se gastaban ni consum�an, y que para remedio desto, y pa que no fuese adelante; el remedio dello tocaba al Sor bisorey y toda la audiencia, que estala presente; siempre protestando que � los devotos de nuestra Sra no fuese �l parte para quitalles su devocion.

A la quarta pregunta,

Dixo que la sabe como en ella se contiene, por aberse hallado presente como dicho tiene presente (sic) al dicho sermon.

A la quintapregunta,

Dixo, que las mismas palabras contenidas en la dicha pregunta, este testigo las oy� decir al dicho padre bustamante, como en ella se contiene, el qual, al tiempo que las decia, mostr� un rrostro muy ayr�do, mostrando tener gran c�lera contra lo que en este caso el dicho Sor. abia predicado y sustentado la devocion de la dicha ermita, y esto es lo que sabe tocante � la dicha pregunta.

A la sesta pregunta,

Dixo, que las mismas palabras, y como la pregunta lo dice, las dixo el dicho fray Francisco de Bustamante, porque este testigo se las oy�, c�mo dicho tiene, estando presente, y con la misma c�lera que en la pregunta antes desta tiene dicho.

A la setima pregunta,

Dixo, que se remite � lo que tiene dicho en la segunda pregunta; y lo mismo responde � la otava pregunta, y lo mismo � la novena pregunta.

A la decima pregunta,

Dixo, que lo que della sabe es que este testigo oy� decir al dicho fray Francisco de Bustamante,

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que fuera justo que al primer ynventor que public� que la dicha yrnagen de nuestra Sra. de Guadalupe abia hecho milagros, sobre su �nima le obieran dado cien azotes, caballero en un asno; y questo sabe y no se acuerda de mas.

A la oncenapregunta.

Que se remite � lo que tiene dicho en la segunda pregunta; y lo mismo dice y responde � las doce preguntas.

A las trece preguntas,

Dice que lo que della sabe es, que � lo que � este testigo le pareci�, que algunos vecinos desta cibdad questaban junto � este testigo oyendo el dicho sermon se excandalizaban y tuvieron pena de lo quel dicho provincial decia, porque pretend�an ser devotos de nuestra Sra, y asi le pareci� � este testigo; y que despues de salidos del dicho sermon, oy� decir este testigo � muchas personas que no les abya parecido bien lo que en este caso el dicho fray Francisco de Bustamante abia dicho, por aber tocado en la devocion de nuestra Sra. de Guadalupe; y en toda la mayor parte desta cibdad a visto este testigo que a tenido y tiene devocion, y an ocurrido � ella con sus limosnas y oraciones: y esto es lo que sabe pa el juramento que tiene hecho, y firm�lo de su nombre.

Preguntado si oy� el sermon que tres dias antes su se�oria rreverendisima predic� en esta cibdad, y c�mo en �l procur� de persuadir � todo el pueblo � devocion de nuestra Sra., diciendo c�mo su hijo precioso en muchas partes ponia devocion � la ym�gen de su Madre preciosa en los pueblos y en los despoblados, y para esto se�al� � nuestra Sra de la Antigua, y de los rremedios, y nuestra Sra de los reyes dentro de la iglesia mayor de Sevilla, y nuestra Sra de Monzarrate y de la pe�a de Francia, y nuestra Sra del orito.

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Dixo: queste testigo se hall� presente al sermon que les preguntado, que hizo el Sor arzobispo y las mismas palabras y por el mismo orden que les preguntado se las oy� decir, con las quales puso mucha devocion � todo el pueblo, y asi toda la mayor parte de la dicha cibdad, como dicho tiene, a visto este testigo que sigue y prosigue la dicha devocion de nuestra Sra: y este testigo dem�s desto a oydo decir que aunque los religiosos de las �rdenes que residen en mexico, que son predicadores y an procurado de estorbar la dicha devocion, no les aprovechar� nada, antes ser�n espuelas pa que con mas ardor visiten y sirvan � la dicha ermita.

Preguntado si su se�oria Reverendisima en el dicho sermon dixo que en el concilio lateranensi, en una sesion, se mandaron dos cosas, so pena descomunion al sumo pontifice reservada: la una que nadie infamase � los perlados, y la otra que ninguno predicase milagros falsos ni inciertos, y que su se�oria no predicaba milagro ninguno de los que algunos decian aber hecho la dicha ymagen de nuestra Sra, ny hacia caso dellos, porque no tenia informacion hecha dellos: que andaba haciendo la ynformacion, y segun lo que se hallase por cierto y berdadero, aquello se predicaria � disimularia: que los milagros que su se�oria predicaba de nuestra Sra de Guadalupe era la gran devocion que toda esta cibdad a tomado a esta bendita ymagen, y los indios tambi�n, y c�mo van descalzas se�oras principales y muy regaladas, y � pie con sus bordones en las manos, � visitar y encomendar � nuestra Sra, y desto los naturales an recebido grande exemplo y siguen lo mesmo.

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Dixo, que como este testigo tiene dicho, se hall� presente al sermon que el dicho se�or arzobispo predic� les preguntado, y que en quanto � decir, como e l dicho fray franasco de bustamante dixo, que el dicho Sor arzobispo probaba los milagros que se decia aber hecho la dicha ymagen de nuestra se�ora de Guadalupe, fue testimonio que sele levant�, porque no dixo sino que aunque le abian dicho algunos milagros, que por el presente no quer�a tratar dellos, hasta aber acabado la averiguaci�n que dellos andaba haciendo; porque este testigo oy� decir al dicho Sor arzobispo, que en el concilio que en la pregunta se declara se abia prohibido y puesto pena de descomunion d quien predicase milagro falso � incierto, y que lo que este testigo oy� decir al dicho Sor arzobispo de los milagros que habia hecho es que muchas se�oras deste pueblo y doncellas, as� de calidad como de edad yban descalzas y con sus bordones en las manos � la dicha ermita de nuestra Sra, y que asi este testigo lo a visto, porque a ydo muchas veces � la dicha ermita, de que este testigo no poco se a maravillado, por aber visto muchas biejas y doncellas yr � pie con sus bordones en las manos, en mucha cantidad � visitar la dicha ymagen; y esto es lo que sabe.

Preguntado si sabe que su Se�oria rreverendisima a mandado predicar, y en su presencia se a predicado a los yndios, c�mo an de entender la devocion de la ymagen de nuestra Sra. c�mo no se le hace la reverencia � la tabla ni � la pintura, sino � la imagen de nuestra Sra, por raz�n de lo que representa, ques � la Virgen maria, nuestra Sra; y c�mo la reverencia que � la ymagen se hace no p�ra alli, sino va � lo representado por ella, y que asi deben de entendello, dixo:

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Queste testigo, como dicho tiene, a ydo algunasveces � la dicha ermita de nuestra Sra, y entre ellas ayer, que se contaron ocho dias deste presente mes, y estando en ella, desde � poco rrato lleg� el dicho Sr arzobispo, al qual este testigo sali� � recebir con algunos amigos, y llegados � la iglesia, el dicho Sor. arzobispo hizo oracion, y hecha, se volvi� � hablar � muchos yndios que alli estaban, y como no sabia la lengua, para podelles hablar mand� � un sacerdote, que se llama� de manjarres (1), que les declarase lo que el dicho Sor arzobispo les queria decir, el qual como lengua ques, les dixo todas las palabras en la pregunta contenidas; y este testigo lo sabe porque, como dicho tiene, se hall� presente, porque medianamente entiende la lengua de los yndios.

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(1) En las Cartas de Indias y en la que escribi� al rey el Sr. Arzobispo Moya el 24 de Marzo de 1575 (p�g. 203) dice:

"Francisco de Manjarres, natural de Simancas de edad de 55 a�os, � mas de 40 que est� en esta tierra; es lengua mexicana y ha estado entre yndios; a sido provisor de los naturales algunos a�os y dado buena cuenta; no estudi� m�s que gram�tica, pero entiende bien cualquiera cosa; siempre a sido honesto y buen hombre."

En otro documento del a�o de 1570 se lee, que fue � la Nueva Espa�a en 1536, � espensas del rey, con su padre, uno de los primeros pobladores de Jalisco. El Ilmo. Sr. Zum�rraga le orden� de corona y grados el 11 de Marzo de 1541, y de Ep�stola el 12 de Abril de 1544; el Ilmo Sr Quiroga de Evangelio el s�bado de T�mporas 28 Febrero 1545, y el s�bado de Pasi�n 21 Marzo siguiente de Sacerdote; y que en ese a�o, de 1570, tenia mas de 48 a�os de edad: segun esta noticia naci� en 1522 y segun la carta del Sr. Moya en 1520.

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Preguntado si este testigo a visto que despu�s que se a manifestado y divulgado la devocion de la dicha ermita de nuestra Sra. de Guadalupe, a visto que an cesado en esta cibdad de M�xico muchos juegos y muchos placeres il�citos, como era que muchas personas se yban � las g�ertas desde la ma�ana hasta la noche, y muchos dellos sin oyr misa, y otras personas estaban tres y quatro dias en sus regocijos y pasatiempos sin tornar � esta cibdad, donde se hacian ofensas � Dios Nuestro Sor, pa lo qual, y biendo la disolucion que en este caso abya, el arzobispo de buena memoria pasado, prohibi� y mand� que ningun sacerdote dixese misa en ninguna g�erta, y lo mismo a hecho el dicho Sor arzobispo presente, por evitar los dichos males, y que los fieles oyesen misa y sermon:

Dixo, queste testigo como vecino ques desta cibdad, por el trato y conversacion que en ella tiene, vi� de mucho tiempo � esta parte, asi en el tiempo del Sor arzobispo pasado como del presente, yr mucha gente � las g�ertas, as� hombres como mugeres, y � ellas llevar muy buen repuesto de comida y cena, donde en algunas partes que este testigo se hall�, vi� jugar y hacer otros excesos, y QUE DESPUES AC� que se divulg� la devocion de nuestra Sra de Guadalupe a cesado mucha parte de lo que tiene dicho, y que ya no se platica otra cosa en la tierra, si no es �donde quereis que vamos? v�monos � nuestra se�ora de Guadalupe: que le parece � este testigo quest� en Madrid, que dicen: vamos � nuestra Sra de atoche y en valladolid � nuestra se�ora del Praclo, y que � lo que tiene entendido este testigo, que a sido muy gran bien y mucho provecho para las animas ABERSE PRINCIPIADO la devocion de nuestra Sra. de Guadalupe; donde los que van hallan continuamente misas que los fieles y devotos mandan decir, y algunos dias de fiestas sermones:

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y esto es lo que sabe y firmolo de su nombre: f�ele encargado el secreto, so pena descomunion � su se�oria reservada; el qual dixo que asi lo guardaria.

Johan de salazar

TESTIGO MARCIAL DE CONTRERAS(1.)

E despues de lo susodicho, en la dicha cibdad de m�xico, el dicho d�a mes � a�o susodichos, para informacion de lo susodicho, su se�oria rreverendisima del arzobispo mi Sor, mand� parecer ante si � marcial de contreras, cl�rigo presbitero, del qual por mi el dicho notario, en presencia de su se�oria reverendisima fue tomado y recebido juramento en forma por dios e por Sta maria � por la se�al de la cruz, en que puso su mano derecha, so cargo del qual prometi� decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado, y por su se�oria reverendisima le fueron hechas las preguntas siguientes:

Primeramente fue preguntado como se llama, y que edad tiene.

Dixo que se llamaba marcial de contreras, cl�rigo presbitero, y que ser� de edad de beinte y ocho � beinte y nueve a�os, poco mas � menos;

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(1) El testigo Juan de Mesa cit� en su declaraci�n � un "padre Contreras, capell�n del colegio de los ni�os." Si se trata del mismo sugeto que aqui declara, es verosimil que fuese llamado por el Ilmo Sr. Montufar en virtud de haberlo mencionado el primer testigo.

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y preguntado si conoce � fray francisco de fustamante (sic), provincial de la �rden de S. Francisco, dixo, que si, que dos veces lo avya visto predicar,

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y que ha oydo decir que se llama asi; y que no le tocan ni enpecen las generales.

Preguntado si ayer que se contaron ocho del presente mes de Setiembre, oy� en sanct francisco, en la capilla de sant Joseph al dicho fray francisco de fustamante pre-dicar de nuestra Sra especialmente en lo tocante � la devocion questa cibdad tiene en la ymagen de nuestra se�ora questa en la ermita que dizen de nuestra Sra de Guadalupe, media legua desta dicha cibdad:

dixo que lo que le oy� decir es lo siguiente: yo no soy devoto de nuestra Sa; QUISIERALO SER: si pensase � la mas pobre vieja quitalle su devocion, NO ME TERNIA POR BUEN CRISTIANO: el prelado lo hace, pero quitar � los indios aquello que tantos a�os a que le predicamos, aunque yo no (he) hecho � yndios sino muy pocos sermones, y es que no adoren � nuestra Sa. por dios, que son muy devotos, y questas ym�gines son de piedra y de palo, y quest�n para que nos acordemos por ellas de las que est�n arriba; y que vengan agora � decir que una ymagen questa ally pintada de un yndio, que hace milagros.

Dixo m�s, que le oy� decir al dicho provincial, que una de las cosas contrarias pa la buena cristiandad de los naturales, era sustentar la devocion de la dicha ermita de nuestra tra Sa de Guadalupe, porque desde su conversion se les abia predicado questas ym�gines y las dem�s servyan solamente pa que por ellas nos acord�semos de las del cielo.

Otrosi dixo, que en la cibdad hay gran sc�ndalo, � lo que este testigo a oydo, de lo quel dicho provincial predic�, y que seria bueno embiarlo � Espa�a: y questa es la berdad, y fu�le leydo y retific�se en ello, y dixo que otras cosas dicen por ay que dixo, las quales no oy� este testigo, porque como oy� lo que dicho tiene dixo entre si:

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esto parece que va con pasi�n, no lo quiero oyr; y sali�se de la ygle-sia: y firmolo de su nombre.

Marcial de Contreras.

E despues de lo susodicho, en la dicha cibdad de M�xico, el dia, mes, � a�o susodichos, pa yriformacion de lo susodicho, su se�oria reverendisima mand� parecer ante si al bachiller Puebla, cl�rigo, presbitero, al qual por mi el dicho notario, y en presencia de su se�oria rreverendisima fue tomado juramento en forma, por dios � por Sta maria, � por la se�al de la cruz en que puso su mano derecha, so cargo del qual prometi� decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado, y por su se�oria reverendisima le fueron hechas las preguntas siguientes.

Preguntado como se llama y que edad tiene,

dixo que se llama el bachiller Puebla, y ques de edad de quarenta a�os (1) y que no le tocan las generales.

Fu�le leydo un interrogatorio hecho por ciertos memoriales que truxeron diversas personas que oyeron predicar � fray francisco de bustamante, provincial de la orden de San francisco, antier dia de nuestra Sra de la Natividad, que se contaron ocho del presente mes de Setiembre, por el cual fu� declarando lo siguiente.

El qual suplic� � su se�oria que no le mandase decir en esta causa, pues el sermon fue p�blico y ay muchos testigos, porque �l es capellan del illustrisimo birrey (2)

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(1) Fu� cura del Sagrario Metropolitano desde Marzo de 1552 hasta Julio de 1554. (�sta es la misma persona de m�s arriba).

(2) D Luis de Velasco, segundo.

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y de la audiencia real,

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y recibir� se�alada merced que no le mande decir en esta causa, y su se�oria reverendisima le dixo, que porquesta causa es de materia sutil y de letrados, conviene tomar el dicho suyo como de persona docta y leyda que notaria bien lo que oy�; y asi le mand� so pena descomunion mayor late sentencie unica por trina monicione premissa, en la cual ipso facto incurra lo contrario haciendo, cuya absolucion en si reserv�, que diga la berdad de todo lo que supiere y le fuere preguntado, y dixo que como hijo de obediencia, que si

Preguntado por la primera pregunta del dicho interrogatorio, dice:

que la sabe como en ella se contiene, y asipas�.

A la segunda dixo: qu�l se hall� el dicho d�a en el serm�n, como dicho tiene, y el dicho provincial dixo: que por las preguntas del dicho interrogatorio quiere ir diciendo para mejor acordarse.

Preguntado si quando� (1)

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(1) Trunco en el original

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A la tercerapregunta,

dixo, que averse parado atemorizado y de color mortal el dicho provincial, dixo que no advirti� en ello, y que dixo qu�l no era devoto de nuestra Sa. poco devoto, y queste testigo lo juzg� averio dicho POR HUMILDAD y por que no pareciese alabarse; y lo dem�s dice que asi pas� como la pregunta lo dice.

A la quartapregunta,

dixo, que � la letra, como en ella se contiene, lo dixo el dicho provincial, y asi se lo oy� este testigo,

A la quinta pregunta,

dixo, que no se acuerda de lo en ella contenido.

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A la sexta.

dixo, que asi pas� como en ella se contiene, y el dicho provincial lo dixo.

A la setima pregunta,

dixo, ques la berdad, que el dicho provincial dixo lo en ella contenido.

En la otavapregunta,

dixo, ques la verdad quel provincial dixo que la limosna que en la dicha ermita se daban (sic), fuera mejor darla � pobres vergonzantes y al hospital de las bubas: lo dem�s que no se acuerda.

A la nona pregunta

dixo, quel dicho provincial dixo en el dicho sermon lo en la dicha pregunta contenido, excepto en lo postrero que dice la pregunta que abia dicho "que si esta devocion yba adelante, prometi� de jam�s predicar � indios, porque seria tornar � deshacer lo hecho, dice que no se acuerda bien si dixo que si esta devocion yva adelante, pero de prometer de no predicar � yndios, acuerdase bien que lo dixo;

A la decima, dixo

ques berd� quel dicho provincial dixo que fuera bien que al primero que LO INVENT� (1) le dieran ciento � doscientos azotes.

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(1) Aqui se trata del inventor de los milagros, pues de la aparicion fu� el P. Sanchez, como se deduce de lo siguiente. En 1665 el Dr. D. Antonio de Lara Mogrovejo al aprobar las "Novenas de la Virgen Mar�a Madre de Dios para sus dos devot�simos Santuarios de los Remedios y Guadalupe� escritas � devocion del Bachiller Miguel Sanchez Presb�tero," reimpresas en esta de Madrid en 1785, atribuye dicha invencion al autor por estas 'notables palabras "�habiendo sacado � luz la RARA y MISTERIOSA APARICION� empe�o era de su obligaci�n, fervorizar de nuevo con este trabajo (la novena) la devocion de los fieles, quando la INTRODUJO A LA NOTICIA� Mucho afan le cost� la historia de la Aparicion de Guadalupe, tradiciones y fragmentos DEBILES al olvido de los tiempos y � la poca curiosidad de los antiguos: siempre pusieron en contingencia � la verdad, bien que su erudicion la hizo tan patente QUE LOGR� con felicidad el intento�"

El Dr Siles en la siguiente aprobaci�n dice, hablando de Sanchez "que di� noticias de la Aparicion� OLVIDADAS en el transcurso de mas de un siglo, y recogidas, � su pesar, del descuido en breve tiempo: libro tan provechoso, que no s� si antes que se diese � las prensas SE CONOCIA bien aun en nuestra Am�rica este milagro" En los Diarios de Guijo y de Robles (T. II. p�g. 158 y 159 M�xico 1853) hablando de la muerte de Sanchez, acaecida el 22 de Marzo de 1674, se dice que extendi� la devocion de la Se�ora de Guadalupe "estando olvidada AUN de los vecinos de M�xico hasta que este venerable sacerdote la di� � conocer" Es raro que un hecho tan sorprendente, como es la aparicion fuese tan olvidado y desconocido de los mismos mexicanos. Por mas diligencias que se han hecho, no hay ning�n documento que hable de ella tal como lo dice Sanchez, antes de 1648.

Ojal� que tantos apologistas como ha habido desde fines del siglo pasado hasta nuestros dias, hubiesen mas bien gastado su tiempo y papel en publicar documentos fehacientes que en incurrir en estos sofismas: dando por fundamento de la Aparicion el antiguo culto, y por probado lo que deben probar.

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A la und�cima pregunta dixo:

que el dicho provincial lo dixo todo como en ella se contiene.

A las doce dixo:

que no se acuerda della.

A las trece dixo:

ques verdad que all� en la yglesia, y despues en la cibdad, a abido grande scand�alo sobre las cosas quel dicho provincial predic�, y asi muchas personas escandalizadas de lo que abian oydo, ven�an � preguntar � este testigo qu� le parec�a, y qu�l les decia, que no bien, y que habia sido scandaloso.

A la ultima dixo:

que asi es p�blico y notorio, como el sermon fue p�blico.

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Y dixo este questa es la verdad para el juramento que tiene hecho y ley�sele y retific�se en ello, y firm�la de su nombre; el qual interrogatorio est� firmado del dicho bachiller Puebla (1).

El bllr. Puebla.

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(1) Fu� cura del Sagrario Metropolitano desde Marzo de 1552 hasta Julio de 1554. (�sta es la misma persona de dos notas m�s arriba).

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E despues de lo susodicho, en la dicha cibdad de M�xico, el dicho dia, mes � a�o susodichos, su se�oria rreverendisima para ynformacion de lo susodicho, mand� parecer ante si al bachiller Francisco de Salazar, del qual por su se�oria reverendisima fue tomado y recebido juramento en forma, por Dios � por Sta Mar�a y por la se�al de la cruz, sobre que puso su mano derecha, so cargo del qual prometi� decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado, y por su se�or�a rreverendisima le fueron hechas las preguntas siguientes: el qual dixo � la solucion del dicho juramento: si juro, y amen.

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Preguntado c�mo se llama, y qu� edad tiene y que oficio, dixo que: se llama el bachiller Francisco de Salazar, y ques abogado desta real audiencia, y que no le tocan las generales.

A la primera pregunta del ynterrogatorio, dixo que:

conoce al padre fray Francisco de Fustamante, (sic) provincial de la �rden de sor San Francisco puede aber cinco a�os, poco mas � menos, y queste testigo se hall� presente al sermon quel susodicho predic� martes, que se contaron ocho deste mes de Setiembre, dia del nacimiento de Ntra. Sra, en la capilla que llaman de Sant Joseph, quest� en el monesterio de sor. san Francisco en esta dicha cibdad: y esto respondi� � esta pregunta,

A la segunda pregunta dixo, que:

lo que sabe del caso es que estando el dia contenido en la pregunta antes desta, este testigo, con otras muchas personas que se hallaron presentes al sermon quel dicho Fr. Francisco de Bustamante predic�, vi� quel dicho fray Francisco, despues de la mayor parte del sermon, mostrando el rrostro atemorizado, segun sus palabras y la color que mud� dixo, quel no era devoto de Ntra. Sra, lo qual entendi� este testigo que dixo POR NO ALABARSE, � que si por alguna palabra � cosa que dixese se quitase � la menor vexezuela la devocion, que tal no era su intenci�n, y no lo haria como cristiano; pero que le parec�a que la devocion questa cibdad a tomado en una ermita � casa de Ntra. Sra, que an yntitulado de Guadalupe, en gran perjuicio de los naturales, porque les daban � entender que hacia milagros aquella ym�gen que PINT� UN INDIO y � que era Dios y contra lo que ellos abian predicado, y d�doles � entender dende que vinieron � esta tierra, que no abian de adorar aquellas ymagines, sino lo que representaban quest� en el cielo,

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dem�s que ally se hacian algunas ofensas � Dios nuestro Se�or, segun era informado, � la limosna que se daba fuera mejor darla � pobres vergonzantes que hay en esta cibdad, y aun que no se sabia en qu� se gastaba, y que mirasen los que all� yban lo que hacian, porque era en gran perjuicio de los naturales, y que fuera bien al primero que dixo que hacia milagros, le dieran cien azotes y al que lo dixere de aqui delante sobre su �nima le diesen duzientos caballero en un caballo; y que encargaba mucho el ex�men deste negocio al sor. visorey y presidente � oidores de la real audiencia, questaban presentes,y que aunque su se�oria rreverendisima dixese otra cosa, que por eso el REY tenia jurisdicion espiritual y temporal, y esto encarg� mucho � los dichosse�ores presidente� oidores; y a�idiendo � estas palabras dixo que no era bien predicarlo en p�lpitos, primero que estuviesen certificados en ello, y de los MILAGROS QUE SE DECIA habia hecho: y esto respondi� � esta pregunta.

A la tercera pregunta dixo, que:

se remite � lo que tiene dicho en la segunda pregunta.

A la pregunta cuarta dixo, que:

se remite y refiere � lo que tiene dicho en la segunda pregunta.

A la pregunta quinta dixo, qlie:

se remite � lo que tiene dicho en la segunda pregunta.

A la sexta pregunta dixo, qu�:

lo que sabe es que EL FUNDAMENTO QUE ESTA ERMITA TIENE DENDE SU PRINCIPIO FUE EL TITULO DE LA MADRE DE DIOS, el qual a provocado � toda la cibdad � que tengan devocion en ir � rezar y encomendarse � ella (1) y de fuera desta cibdad,

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(1) De manera que el �nico t�tulo de Madre de Dios, � sea la Tonantzin de que habla el P. Sahagun, fue el que origin� el culto. (Lib. XI cap XII.)

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estando este testigo en la dicha ermita asy espa�oles como naturales a visto entrar en ella con gran devocion, y � muchos de rodillas dende la puerta hasta el altar donde est� la dicha imagen de Ntra. Sra. de Guadalupe, y ESTE LE PARECE FUNDAMENTO BASTANTE PARA SUSTENTAR LA DICHA ERMITA, y querer quitar la tal devocion seria contra toda cristiandad, y esto sabe, este testigo, porque despues que esta devocion est� en la dicha ermita se an quitado los paseos que ordinariamente se sol�an tener dende esta eibdad � las g�ertas della, donde muchos spa�oles por yrse � holgar, y algunas veces � hacer ofensas � Dios nuestro Se�or, como es p�blico y notorio, dexaban de oyr misa domingos y fiestas de guardar; y de presente, este testigo, ya (sic) bisto que toda la pl�tica y conversaci�n que en esta cibdad se trata entre los devotos de la Madre de Dios solamente es que vayan � rrezar y encomendarse � ella; y lo tiene (sic) por devocion muchos yr � caballos (sic) y otros � pi�, y en ello hay muy gran continuaci�n en la distancia de camino que hay dende esta cibdad �la dicha ermita, porque ally oyen sermones y misa, y no solamente las personas que sin detrimento de su salud y sin vexacion de su cuerpo pueden, van � pi�; pero mujeres y hombres de edades mayores y enfermos, con esta devocion van � la dicha ermita, y ansimesmo, este testigo, a visto que los ni�os peque�os que tienen entendimiento, como ven � sus padres y � otras personas tratar desta devocion, ymportunan mucho que los llevan all�; por donde notoriamente se colige sustentar la dicha ermita y devocion ser� en gran pro y utilidad desta rep�blica,y lo contrario seria quitar el mantenimiento del �nima, y as� parte de la vida: y esto responde a esta pregunta.

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A la setima pregunta dixo:

Se refiere � lo que tiene dicho en la segunda pregunta.

A la otava dixo:

lo mismo.

A la nona pregunta, dixo que:

se rrefiere � lo que tiene dicho en la segunda pregunta

A la decima pregunta, dixo que:

se refiere � lo que tiene dicho en la segunda.

A la undezima dize que:�������������������������������

se refiere � lo que tiene dicho en la segunda pregunta.

A las doce,�����������������������������������������

lo mesmo.

A las trece dixo que:����������������������

lo que sabe della es, queste testigo, vi� en muchas personas, que recibieron sc�ndalo con las palabras que el dicho provincial dixo, y de tal manera, que todo lo que habya dicho tocante a la Natividad de Ntra. Sra abia sido como si no hubiera dicho nada, por aber contradicho una devocion tan grande questa cibdad tiene, y que � ella se mueve todo el pueblo, y abiendo su se�oria reverendisima animado � la dicha devocion, como hordinariamente anima � la dicha cibdad, viendo el buen principio que llevan los spa�oles, y que desta manera cre, este testigo, que rredundar� en pro y utilidad de los naturales, por lo que a visto en esta devocion, y asi vern�n � convertirse, mayormente que este testigo a visto, hall�ndose presente � ello, en la dicha ermita, que su se�oria rreverendisima a mandado juntar los naturales que � la dicha ermita abian venido,

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y mediante un ynterprete, Francisco de Manjarr�s, clerigo presbitero, persona de buena vida, les diese a entender c�mo abian de adorar, en aquella devocion, la ym�gen de Ntra. Sra que ay estaba en el altar, porque representaba la del cielo, Madre de Dios verdadero, y que no acian reverencia al lienzo ni pintura ni palos de las ym�genes, sino a las ym�genes por lo que representaban; y asi lo hizo el dicho Francisco de Manjarr�s. Y en lo dem�s que esta pregunta dice de no oir serm�n al dicho fray Francisco de Bustamante, dijo que por respeto del sc�ndalo que hubo con la contradicci�n que hizo; y de presente no se trata otra cosa, sino decir: Aunque pesa a Bustamante, hemos de ir a servir a Ntra. Sra donde quiera que su ym�gen est�; y, contradiga �l la devocion cuanto quisiere, que antes es dar a entender que le pesa de que vayan spa�oles ay, y, de aqui adelante, si ibamos una vez, iremos cuatro; y por estas causas han perdido muchas personas la devocion que tenian con los sermones del dicho fray Francisco de Bustamante. Y esto es lo que sabe para el juramento que hizo y no otra cosa. Y si�ndole leido por mi el dicho notario y en presencia de su se�oria rreverendisima, se rectifico en ello y dijo que era la verdad y firm�lo de su nombre.

El Bachiller Salazar (r�brica)

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[Testigo: Gonzalo de Alarc�n][1]

E despu�s de lo susodicho, en la dicha ciudad de M�xico, el dia, mes e a�os susodichos para informacion de lo susodicho su se�oria rreverendisima, del arzobispo mi Sor, mand� parecer ante si a Gonzalo de Alarc�n, del qual por su se�oria rreverendisima fue tomado y recibido juramento en forma por Dios e por Sta Maria � por la se�al de la cruz sobre que puso la mano derecha; so cargo de �l prometi� decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado. E por su se�oria rreverendisima, fueron hechas las preguntas siguientes:

Preguntado c�mo se llama y de qu� edad es, dijo que se llama Gonzalo de Alarc�n y que es de edad de cuarenta a�os, poco m�s � menos, y que no le tocan las generales, mas que este que declara vino arrimado, a su se�oria de Spa�a y que siempre ha tenido a su se�oria por se�or, aunque vive por si en su casa. Y preguntado si conoce a Fray Alonso de Santiago, fraile de la orden de San Francisco, dijo que conoce a Fray Alonso, fraile de la orden de Sant Francisco, porque le ha visto y hablado con �l, en el monasterio del dicho San Francisco, y que ha oido decir que se llama por sobrenombre de Santiago, que es hombre bien dispuesto, moreno, y que estuvo en el serm�n que hizo el Illmo. Se�or Don Alonso de Mont�far, arzobispo de esta Santa Iglesia de M�xico, el domingo que pas�, que se contaron seis dias del mes de setiembre del a�o susodicho, porque este testigo estuvo con �l en el dicho sermon.

Preguntado que es lo que ha oido decir al dicho fray Alonso de Santiago, de la imagen de Nuestra Se�ora de Guadalupe, quest� en una ermita media leg�a desa dicha cibdad, dixo:

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quel mismo domingo en la tarde fueron este testigo y el vachiller (sic) Carriazo � sant Francisco estuvieron hablando con fray Antonio de Guete (1), y despu�s se junt� con los susodichos el dicho fray Alonso y otros frayles y otras personas legos, specialmente Alonso Sanchez de Cisneros� de Madrid, valanzario de la casa de la Moneda; y el vachiller Carriazo comenz� � tratar del serm�n del Illmo. Sor. arzobispo que en el dicho dia abia predicado, aunque antes se abia tratado ans�mesmo dello, y � las palabras que dixo el dicho bachiller, respondi� el dixo fray Alonso, asi como comenz� � decir el ilustr�simo Sor. Arzobispo, Beati oculi qui vident quae vos videtis, que fue el tema del dicho serm�n, dixo el dicho fray Alonso, luego vi que iba � parar en nuestra Sa. de Guadalupe, y que tratando dello discutieron sobre si era bien quel dicho Sor.arzobispo prosiguiese la devocion de la dicha ym�gen, y quel dicho fray Alonso dixo ciertas razones por do le parec�a que no se debia hazer, porque era alterar � los naturales de la tierra, y aun � espa�oles, porque viendo los dichos indios que se hazia TANTO CAUDAL de la ym�gen de nuestra Se�ora de Guadalupe,

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(1) El Venerable Fr. Antonio Huete � Nuete profes� en la Provincia de los Angeles. En 1542 fue � M�xico en la mision que llev� Fr. Jacobo de Testera. Fu� varon ext�tico, tuvodon de l�grimas. Muri� en M�xico, el 30 de Setiembre de 1565. (V�anse mayores noticias en la �Historia de la Santa Provincia de los Angeles,� de la regular observancia de S. Francisco, que dej� escrita Fr. Andr�s de Guadalupe; Madrid, 1662, fol, p�gs. 344 y siguientes. Cons�ltese tambi�n a Vetancurt, Menologio 30 de Setiembre.)

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que seria SCANDALIZARLOS,

porque creer�an que era aquella la verdadera nuestra Sa. y que la adorar�an, porque antiguamente ellos sol�an adorar �dolos, (1) y que era gente flaca, y asi mismo el dicho fray Alonso le dixo al dicho bachiller: aguarde V. m. un poco,y traer� un libro,y ver� un cap�tulo que habla en el mismo caso, y fue y lo truxo y lo mostr� al dicho bachiller, y �l tom� el dicho libro, y ley� la mitaddel dicho capitulo y era el terdecimo de Uteronomio (sic por Deuteronomio), y tratando sobre otras cosas asimismo se dixo all�, que ya quel ilustr�simo Sr. arzobispo quisiese que por devocion se fuese (�) aquella ermita, abia de mandar que NO SE NOMBRASE NUESTRA SRA. DE GUADALUPE, sino de TEPEACA � TEPEAQUILLA, por que si en Espa�a nuestra Sra. de Guadalupe teniaaquel nombre era porque el mismo pueblo se dezia asi, de Guadalupe.������������������������������ �������������������������������������������������������������������������������

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(1) El P. Motolinia que escribi� en 1541 (y que no menciona para nada la Aparicion) en el Tratado I. cap. IV. de su Historia de los Indios dice: "Ya que los predicadores se comenzaron � soltar algo en la lengua y predicaban sin libros, y como ya los indios no llamaban ni servian � los �dolos si no era lejos y escondidamente, venian muchos de ellos los domingos y fiestas � oir la palabra de Dios; y lo primero que fue menester decirles fu� darles � entender quien es Dios� y luego junto con esto fu� menester darles tambien � entcnder quien era Santa Maria, porque hasta entonces solamente nombraban Maria � Santa Maria, y diciendo este nombre pensaban que nombraban � Dios; y � todas las imagenes que veian llamaban Santa Maria." Por esto se ve cual era el espiritu de los franciscanos por instruir � los indios y la crasa ignorancia de estos.

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Preguntado � que fin truxo el dicho libro el dicho fray Alonso de Santiago, dixo que:

a respeto de lo que all� se trat�, y fu� que el dicho bachiller dixo: mir� que dice aqui, solamente avemos de adorar y servir � nuestro Sor.

Preguntado si es verdad que trat�ndose all� sy se avia de hazer procesi�n � la dicha ermita, el dicho fray Alonso de Santiago, dixo: el dia que se hiciese se avia de hir el virrey con los conquistadores � hazer alarde � Chapultepeque, dixo:

ques verdad que pasaron estas palabras y otras semejantes, porque las dixo el dicho fray Alonso (*)

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(*) �Habian de reprobar los franciscanos una procesion � Guadalupe si hubieran llevado ellos en procesi�n � la Santa Imagen desde M�xico cuando por primera vez se coloc� en la ermita como los aparicionistas cuentan? Vease Florencia, Estrella del Norte" (Cap. XIII, �LX, n�m. 168.)

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Preguntado si sabe que en esta cibdad a avydo grande esc�ndalo por un sermon que predic� fray Francisco de Bustamante, provincial de san Francisco, contra LA DEVOCION de la dicha ermita dixo:

queste que declara no estuvo en el dicho sermon, pero que � muchas personas de las principales desta cibdad y � oidores a oydo tratar y tratado con ellos del dicho sermon, y todos los que d�l an tratado y tratab n les pareci� muy mal, y que no eran palabras las que dixo que se avian de dezir, especialmente en pulpito, porque se alteraron las personas mas principales que estuvieron en el dicho sermon: y questa es la verdad para el juramento que tiene hecho,

�35�

y fu�le leydo y retific�se en ello, y firm�lo de su nombre�������������

Fr . A archiepiscopus������ ������������������������������������������������������������������������� Go. dealarcon,

mexicanus���������

(CONTINUAN LAS DECLARACIONES SOBRE EL SERMON DEL P.BUSTAMANTE.)

E despues de lo susodicho en la dicha cibdad de M�xico, el dicho dia, mes � a�o susodichos, pa ynformacion de lo susodicho, su se�oria reverendisima mand� parecer ante s� � Alonso Sanchez de Cisneros, vecino de esta cibdad, (*) del qual por su Se�oria reverendisima fue tomado y recebido juramento en forma por Dios y por Santa Maria, y por la se�al de la cruz en que puso su mano derecha, so cargo del qual prometi� dezir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado, y por su se�or�a rreverendisima le fueron hechas las preguntas siguientes:

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(*) El testigo Gonzalo de Alarcon di� noticias de su profesi�n y del lugar de su nacimiento, diciendo que era "de Madrid, valanzario de la casa de la Moneda." Se le llam�, sin duda por haberlo nombrado el testigo anterior.

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Preguntado como se llama y qu� edad tiene, dixo que se llama Alonso Sanchez de Cisneros, y ques de hedad de mas de treinta y cinco a�os.

Preguntado por el dicho interrogatorio, � la primera pregunta, dixo que

le conoce y que se hall� en el sermon del dicho provincial en el dicho dia de nuestra Sa. de Setiempbre (sic)

�36�

A la segunda dixo que:

le oy� decir al dicho provincial, qu�l y todos los dem�s religiosos hab�an procurado con muy grande instancia de evitar que los naturales desta tierra no tuviesen su devocion y oracion en pinturas y piedras, por quitarles la ocasion de sus ritos y cirimonias antiguas de adorar en sus �dolos, y que con esta devocion NUEBA (1) de nuestra Sa. de Guadalupe parecia que era ocasion de tornar � caer en lo que antes avyan tenido, porque era una pintura que avya hecho MARCOS yndio pintor (2); y que para aquella devocion aproballa y tenella por buena era menester haber verificado los milagros y conprob�dolos con copia de testigos; pero qu�l tenia � su se�oria del Sor. ar�obispo por tal persona en ciencia y en conciencia, que lo abria todo mirado bien, como persona � cuyo cargo est� el estado eclesi�stico;

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pero que junto con esto el ilustrisimo visorrey y los se�ores oydores como supremos, asi en lo eclesiastico como en lo seglar, lo examinasen, pues era � su cargo, como personas que en el todo est�n por su magt, y que tenia por cosa m�s pia y meritoria socorrer los hospitales y necesitados de la cibdad, que sabia que padecian necesidad estrema, que no yr a semejantes romer�as.

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(1) Malamente podia llamarse en 1556 nueva, si fuera cierto que tuvo principio en 1531.

(2) Bernal Diaz en su historia de la Conquista de Nueva Espa�a, impresa en esta en 1632 cap. 91 fol. 69 frente dice: 'tres indios ay en la ciudad de M�xico, tan primos en su oficio de entalladores y pintores, que se dizen MARCOS de Aquino, y Juan de la Cruz, y e! Crespillo"

El P. Vetancurt, en su Teatro Mexicano 2 P. T. 2. n 22 (M�xico 1698), nos da idea del adelanto de los indios en la pintura "Havia Pintores que al temple con gomas de los arboles y colores finos al vivo pintaban� los rostros de las personas no acertaron � Pintar CON PRIMOR hasta que usaron de la encarnacion que los Espa�oles usan, pintaban en cueros curtidos de animales, porque aunque tenian tantas mantas NO USABAN AP�REJARLAS y que aprendieron � pintar en liensos aparejados, y con olio� se han dado al arte de la pintura con ventaja.

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A la tercera, que no senti� del aver perdido el color, porquestaba este testigo lexos del pulpito, y que le oy� dezir que no era devoto de nuestra Sa., pero entendi� que era con humildad, y dixo que le oy� dezir todo lo dem�s contenido en la pregunta.

A la cuarta pregunta, dixo que:

dize lo que dicho tiene, y � ello se refiere, y lo dem�s no se acuerda.

A la quinta pregunta, dixo:

ques la verdad que le oy� estar muy firme en contradecir la devocion DE LA DICHA ERMITA, y que en lo dem�s dize lo que dicho tiene.

A la sexta pregunta, dixo: que no seacuerda.

A la setima pregunta, dixo: que

no est� muyentero en ello, pero que le parece que se lo oy�.

A la otava pregunta, dixo; que

ya tiene dicho en la segunda pregunta, y que � ella se refiere. En lo postrero de la dicha pregunta que dice que no sabia en qu� se gastaban las limosnas, dize; que no se acuerda averselo oydo.

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A la nona pregunta, dixo: que

le parece, � este testigo, que asi se lo oy� decir al dicho provincial.

A la decima pregunta, dixo: que

le parece que as� se lo oy� dezir en el sermon.

A la und�cima pregunta, dixo: que

dize lo que dicho tiene en la segunda pregunta.

A las doze preguntas, dixo: que

dice lo que dicho tiene en la segunda.

A las treze preguntas, dixo: que

vido estar confusos la mayor parte de los que oyeron el serm�n de aver oydo lo que trat� tocante � la devocion de la dicha ermita, y que muchos de los que estaban cerca deste testigo les oy� dezir, mejor estuviera esto por dezir, y dize ques p�blica boz y fama lo contenido en el dicho sermon del dia de nuestra��� Sa. de Setiembre.

Preguntado si el domingo pasado, antes de la dicha fiesta, que se contaron seis de Setiembre, si estuvo en San Francisco con ciertos religiosos, de los quales � alguno dellos mostr� contrariedad � la dicha ym�gen y ermita, dixo:

ques la verdad questuvo all� con ellos, y que sinti� dellos ser de la misma opinion quel provincial.

Preguntado ques lo que all� se trat� contra la dicha ym�gen, dixo: que

oy� dezir � fray Antonio de Guete, frayle de la dicha �rden, que se debiera de dar el nombre de Tepeaquilla (1), quera el lugar donde estaba la yglesia (�) ym�gen, y que primero que se aprobara la dicha devocion, abian destar comprobados los milagros;

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(1) Fr. Gabriel de Talavera, Jer�nimo, que public� en 1597 en esta de Madrid la �Historia de N. S. de Guadalupe� que se venera en Estremadura, fol. 454 vuelto) dice que los conquistadores castellanos en testimonio de su devocion � esta im�gen, �dieron por nombre � una de las primeras islas que ganaron Guadalupe. La devocion de los conquistados arraig�se y comenzaron � levantar iglesias y santuarios con t�tulo de N. S. de Guadalupe especial en la ciudad de M�xico de Nueva Espa�a." El P. Guete olvidaba esto y quer�a que se le llamara de Tepeaquilla, ciudad de N. Espa�a, si hemos de creer � las Actas del Cabildo de la ciudad de M�xico que asi la llaman en la del 16 de Octubre de 1528, y lo cual prueba que no era un p�ramo � lugar solitario aquel sitio como dice alg�n apologista.

Por no alargar mas esta nota no se pone la descripci�n de la im�gen del coro de Guadalupe de Estremadura tan semejante � la de M�xico, pero al fin se pondr� con otras curiosas noticias.

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y questo es lo que oy� dezir, y ans� mismo � fray Alonso de Santiago (1), frayle de la dicha �rden, no estar en lo hecho de la dicha devocion y que para ello sac� all� un libro para probar su yntencion, en que � solo Dios se debe la adoracion: y questo parece que le oy� decir � este dicho frayre.

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(1) Por reales c�dulas del 10 de Setiembre de 1561 y 2 de Mayo de 1563 se sabe que escribi� sobre el derecho que nuestra Espa�a tenia � la Nueva, y la real magestad por ellas ordenaba que se le enviaran al autor y su obra. �Tan alto concepto le mereci� uno y otra!

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Preguntado el libro que all� truxo el dicho fray Al�nso de Santiago, si era de la Sagrada Escritura, y para que fin lo truxo, y ques lo que en �l ley�, dixo:

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que que no sabe que libro era, mas de que ley� en �l c�mo se debia � solo Dios la adoracion, como dicho tiene, y que tambi�n oy� dezir al dicho frayre como abia tratado el mismo negocio con el doctor Rafael Cerb�ntes (1), tesorero desta Sta yglesia, y questa la verdad pa el juramento que tiene hecho: fu�le leydo ante su Se�oria reverendisima y retific�se en ello, y firm�lo de su nombre.

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(1) Recibi� en la Universidad de Alcal� el grado de Maestro en Artes y en la de Sig�enza el de Doctor en Teolog�a; fundada la de M�xico solicit� incorporarse en ella y asi tuvo lugar el 30 de Agosto de 1553. El Virrey de Nueva Espa�a le nombr� 3er. Rector de dicha Universidad y acept� el 22 de Noviembre de 1555. Dos a�os despues fu� electo por segunda vez Rector hasta 1558. Fu� � la N. Espa�a en 1536 con la dignidad de Tesorero de la Catedral de M�xico, fu� tambi�n Provisor y muri� all� � fin�s del primer tercio del a�o de 1561.

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Alo. Sanchez de Cisneros.

E despues de lo susodicho, en la dicha eibdad de M�xico, el dia, mes � a�o susodichos, para informacion de lo susodicho, suso [sic] se�oria reverendisima mand� parecer ante si � Alvar Gomez de Leon, del qual su se�oria reverendisima tom� y recibi� juramento en forma por Dios e por Santa Maria � por la se�al de la cruz en que puso su mano derecha so cargo del qual prometi� decir verdad de lo que supiese y le fuese preguntado, y por su se�oria reverendisima le fueron hechas las preguntas siguientes;

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A la primera pregunta, dixo que:

conoce al dicho fray Francisco de Bustamante, contenido en la dicha pregunta, y que se all� en el sermon contenido en la dicha pregunta. Dixo que se llamaba Alvar Gomez de Leon, y ques de hedad de cincuenta y cinco a�os, poco m�s � menos y que no le tocan las generales.

A la segunda pregunta dixo, que:

lo que oy� en el sermon del dicho Bustamante, fu� que los religiosos avian trabajado con est�s naturales en dalles � entender que nuestra Sa. no era Dios, porque aunque el arzobispo abia predicado que los indios no eran devotos de nuestra Sa, que eran tan devotos quellos tenian � nuestra Sa. por Dios, y que dixo que sustentar esta im�gen de nuestra Sa. de Guadalupe; que � lo que entendi�, este testigo, que le pareci� al dicho frayre que era yerro, y que aquella no era sino ym�gen semejanza de la del cielo; que tambi�n avia ac� ymagen de nuestra Sa. en la iglesia mayor y en los monesterios como aquella, (1) y que las limosnas que ally se daban fuera mejor darlas � pobres vergonzantes y al hospital de las bubas, y que otras obras abia buenas en que se podia mejor emplear, y que aunque algunos yban con devocion, otros yban � hacer maleficios y comidas; y que dado que su se�oria reverendisima era el primero en la jurisdicion eclesi�stica, quel sor. visorrey y los oydores tenian mano en lo uno y en lo otro, y que as� se lo encargaba.

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(1) Si pues, fuera aparecida, no la equiparara, ni con las de la iglesia mayor ni con las de los monasterios.

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A la tercera pregunta dixo, que:

asi se lo oy� como en ella se contiene, y de pararse atemorizado y la color mortal, que no lo oy�; pero lo ha oydo, y ques la verdad que dixo que no era devoto de nuestra Sa. pero que LO DESEABA SER, y que este testigo entendi� que lo dixo POR HUMILDAD.

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A la quarta pregunta dixo, que:

se rremite � lo que tiene dicho en la segunda pregunta, y que le parece quel dicho provincial dixo que los religiosos abian dado � entender � los yndios que no adorasen las ym�gines, sino lo que representaban, quest� en el cielo.

A la quinta pregunta dixo, que:

dize lo que dicho tiene, y que le parece que lo contenido en la dicha pregunta fue dezir que abian dado los religiosos � entender � los yndios que no abian de adorar aquellas ym�gines questaban pintadas, sino lo que representaban, quest� en el cielo, y que cre que la yntincion del dicho padre Vustamante fue dar � entender que la rreverencia se debe � lo representado por las ym�gines, y no � la pintura ni el palo.

A la sexta pregunta dixo, que:

asi lo dixo el dicho provincial, como en ella se contiene.

A la setima pregunta dixo, que:

asi se lo oy� como en en ella se contiene,y segun dichotiene.

A la otava pregunta dize, que:

dize lo que dicho tiene, y lo demas que se le oy� como en ella se contiene.

A la nona pregunta dixo:

ques verdad que dixo que yendo un yndio coxo � la hermita, y por venir cansado podria ser venir m�s coxo, y seria darle ocasi�n para quitarle la devocion: que no se acuerda bien c�mo dixo esto, y que si esto no se remediaba, no predicaria m�s � yndios en toda su vida.

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A la dezima pregunta,dixo:

que lo que oy� al dicho provincial fue que hazi�ndose ynformacion sobre los milagros, y no hall�ndose cierta, que sobre su �nima le diesen cien agotes, que serian bien empleados.

A la und�cima pregunta, dize que:

dize lo que dicho tiene, y que as� pas� y lo encarg� al sor. bisorrey y oydores.

A las doze preguntas dixo, que:

no se acuerda mas.

A las treze preguntas dixo, que:

muchos oy� dezir que predic� bien en las cosas de nuestra Sa. y que en lo dem�s que predic� cerca de quitar la devocion de la dicha ym�gen, dizen que fu� muy desacatado contra su se�oria reverendisima, y lo dem�s que no lo sabe.

Preguntado si ha ydo alguna vez � visitar la dicha ym�gen de nuestra Sa. questa en la dicha hermita, y si sabe y a visto el gran concurso de gente y devocion con que todos bisitan la dicha ym�gen y dan sus limosnas, dixo:

ques verdad que a ydo all� una vez, y que top� muchas se�oras de calidad que yban � pi�, y otras personas, ombres y mugeres de toda suerte, � la yda y � la venida, y que all� vio dar limosnas artas, y que � su parecer que hera con gran devocion, y que no vio cosa que le pareciese mal, sino pa provocar � devocion de nuestra Sa. y que � este testigo, viendo � los otros con tanta devocion, le provocaron � mas; y que le parece ques cosa que se debe faborecer y llebar adelante, especial que en esta tierra no hay otra devocion se�alada, donde la gente aya tomado tanta devocion, y que con esta sta. devocion se estorban muchos de yr � las g�ertas,

�44�

como era costunbre en esta tierra y agora se ban ally donde no hay aparejos de g�ertas ny otros regalos ningunos, mas destar delante de nuestra Sa. en contenplacion y en devocion, de la manera que van en Madrid � nuestra Sa. de Atoche (1) y como en muchas partes, este testigo, � visto yr los cristianos � otras casas (de) devocion quest�n una y dos y mas leguas, y asi dize, este testigo, que en lo quel dicho pe. (padre) toc� en los loores y alabanzas de nra. Sa. le content� y lo predic� por muy alta manera, y que en contradezir la devocion de la dicha ym�gen de nuestra Sa. de Guadalupe le pareci� que se desacataba algo contra su se�oria reverend�sima y que esta es la berdad para el juramento que tiene hecho y fu�le leydo, y retific�se en ello, y firm�lo de su nombre: fu�le encargado el secreto so pena descomuni�n: dixo que asy lo guardaria.

fr. A. archiepiscopus.����� ���������������������������������������������� Alvar gomez de Leon.

mexicanus.

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(1) Aqui demuestra el testigo, que asi como se va en esta real villa de Madrid al Santuario de Ntra. Sra. de Atocha, que bien sabemos no es aparecida, asi en la ciudad de M�xico se iba � la ermita de Guadalupe: im�gen que si fuera aparecida se guardar�a bien de compararla con una que no lo es.

_______

En veinte y quatro dias del mes de Setiembre de mill � quinientos y cinquenta y seis a�os, pareci� ante su se�oria reverendisima, Juan de Maseguer, vezino y casado en esta cibdad de M�xico, y dixo que:

�45�

El domingo pr�ximo pasado, estando en el monesterio de Sanctiago (1) de la horden de Sant Francisco desta cibdad de dicha cibdad (sic) de M�xico despues de otras cosas,

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(1) En la foja 96 (vuelta) del Cedulario de Puga "M�xico 1563," se encuentra una c�dula del 1.� de Mayo de 1543 dirigida al virrey Mendoza, y por ella consta que hac�a ocho a�os, es decir en 1535, resid�an en Tlatelolco dos Franciscanos, quienes ped�an la real licencia para hacer una casa junto � la iglesia, pues hasta entonces hab�an vivido en dos celdas encima de ella.

El rey accedi� poniendo entre otras condiciones que dicha iglesia de Santiago quedase sujeta, como antes, al Ordinario.

El convento estaba acabado en 1586 pues lo visit� el P. Ponce, (en su Viage tom. 1 p�g. 232).

El colegio de Sta. Cruz, en el barrio de Tlatelolco, lo fund� el Sr. Zum�rraga en 1536.

El P. Florencia (en su Estrella del Norte, cap. XIII �� III y IV) cita dos testigos de la informaci�n de 1666 que juraron que Juan Diego era natural y vecino de Cuautitlan en el tiempo de la Aparicion, no de Tolpetlac, y que iba � la doctrina al convento de Tlatelolco.

En las Cartas de Indias (p�g. 54) se ve una del 17 de Noviembre de 1532 firmada por 10 franciscanos en Cuautitlan, y dirigida al Emperador Carlos V. Esto prueba que los franciscanos tenian all� aquel a�o su convento y que para celebrar Cap�tulo en �l, har�a tiempo de fundado. Mendieta (p�g. 259) dice claramente que � poco de llegados � M�xico, los primeros pueblos � do salieron � ense�ar los religiosos fueron Cuautitlan y Tepozotlan.

Con estos antecedentes, �es veros�mil que Juan Diego fuera a Tlatelolco � la doctrina y a buscar confesor para su t�o Bernardino y o�r la misa sabatina, no existiendo todav�a en 1531 convento de franciscanos? si pues lo ten�a en su mismo pueblo, �para que acudir � cinco � mas leguas?

Entre los franciscanos que firmaron la carta de 1532, figura Fr. Alonso de Guadalupe; que esto sirva de prueba, entre otras muchas, para que se vea que el nombre de "Guadalupe" no era desconocido, como se pretende, entre los indios. Dicho Padre despu�s de los 12 primeros franciscanos, fue � la N. Espa�a y estuvo ejerciendo en Cuautitlan su apost�lico ministerio (Datos biogr�ficos de las Cartas de Indias p�g.770.)

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�46�

platicando con �l un frayle de la dicha orden que se llamaba fray Luis� (1) de ladicha orden, pregunt�, � este testigo, que donde yba, y este testigo le dixo

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(1) No consta el apellido en el original. En las "Noticias hist�ricas de N. Espa�a" (publicadas en esta en 1878 por nuestro ilustrado paisano D. Justo Zaragoza,) que escribi� en el Siglo XVI D. Juan Suarez Peralta natural y vezino de la ciudad de M�xico, en la p�g. 213 se dice que era "huardian del monesterio de Santiago Tlatelolco (1566) fray Luis Cal." Pudo muy bien estar en Tlatelolco 10 a�os antes este padre, del que habla la presente informacion. En el proceso de D. Martin Cort�s (publicado en M�xico el a�o de 1853), se habla del P. Cal varias veces en las p�g. 57, 66, 100, 153 y 160. En la p�g. 110 se dice adem�s "quel dicho fray luis cal guardian del monesterio de la dicha ciudad de tescuco demas de ser espa�ol cavallero hijodalgo notorio, en la horden del glorioso san francisco a sydo y es persona muy principal de quien se a hecho y haze mucha quenta, y muy gran te�logo y predicador y de muy buen exenplo, vida y doctrina."

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que yba � nuestra Sa. de Guadalupe, porque tenia una hija mala de tose, y el dicho frayre dixo � este testigo:

�47�

dexese desa borrachera, porque esa es una devocion que nosotros todos (1) estamos mal con ella; y este testigo le dixo: padre �quereisme vos quitar � m�, mi devocion? y dixo, no pero de verdad os digo que antes me parece que ofendeis � Dios, que no ganais m�rito, porque dais mal exemplo (sic) � estos naturales, y si su se�oria del arzobispo dize lo que dize, es porque se le sigue su ynterese (2), y pasa de sesenta y desvar�a ya, (3); y questa es la verdad, y jur�lo por Dios verdadero, y por la se�al de la cruz, en que puso sus manos, que es la verda lo que dicho tiene, y m�s se acuerda quel dicho fray Luis dixo : call�, que nosotros har�mos con quel arzobispo vaya otra vez por la mar.

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(1) N�tese que era un franciscano quien as� hablaba, que a ser cierta la aparicion estos religiosos como hermanos del Sr. Zum�rraga y siendo el Indio Juan Diego tan adicto � ellos, deberian ser los mayores propagandistas y defensores guadalupanos.

(2) No hace siete a�os que nuestro pisano D. Marcos Jimenez de la Espada public� en esta un art�culo sobre el Sr. Mont�far, en el cual, para llamarle avaro ha de habertenido sus fundamentos: algunos se descubren en la carta del P. Toral del 25 de Mayo de 1558 inserta en las de Indias p�g. 132 y 133.

(3) D�vila Padilla (Historia de la Provincia de Santiago de M�xico, Bruselas 1625 p�g. 511 y 512) dice queel P. Ledesma gobern� por �l Sr. Mont�far 12 a�os. Habiendo muerto el Arzobispo en 1572 (as� consta en 108 Anales Mejicanos de Mr. Aubin p�g. 113 "1572 a�os In omomiquili ar�obispo don fray alonso de montofar axcan viernes � VII dias del mes de mar�o," omomiquili, quiere dezir: muri�) entr� pues gobernar el P. Ledesma en 1560 y teniendo su Ilma 80 a�os entonces, seg�n D�vila Padilla, no es estra�o el desvario � chochez � los 76.

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�48�

Preguntado de que hedad es y si es deudo y tiene amistad � enemistad con el dicho fray Luis, dixo:

ques de hedad de treinta y quatro a�os, poco mas � menos, y que no le tocan las generales, antes el dicho fray Luis a sido su confesor, y que por parecerle mal las dichas palabras las viene � dezir � su se�oria.

Iten mas, este testigo, ques natural de barcelona, le dixo al dicho fray Luis: padre, siete leguas de mi tierra est� nuestra Sra. de monserrate, donde ba muy mucha gente, y all� hay l�mparas de su Santidad y de su magestad y del rey de Francia y del rey de Ingalatierra, y de otros se�ores muchos; y el dicho fray Luis dixo que no se pod�an quitar las devociones de cada uno; pero que no estaba aquello aprobado, sino que todo venia del cielo; y este testigo le dixo: pues padre, esta devocion dezidme si es buena � si es mala, porque mestorbais que no baya all�.

El dicho religioso le respondi�: digo que m�s ofendeis � Dios, que no le serv�s, por amor destos naturales. (1)

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(1) El P. Sahagun franciscano y escritor del siglo XVI Lib. XI cap. XII) dice: "De donde haya nacido esta fundacion de esta Tonantzin, NO SE SABE DE CIERTO; pero Io que sabemos verdaderamente es, que el vocablo significa de su primera imposicion, � aquella Tonantzin antigua, y cosa QUE SE DEBIA REMEDIAR, porque el propio nombre de la Madre de Dios se�ora nuestra, no Tonantzin sino Dios inantzin. PARECE EST� INVENCION SAT�NICA para paliar la idolatr�a bajo la equivocacion de este nombre Tonantzin, y vienen ahora � visitar � esta Tonantzin de muy lejos tanto como de antes; la devocion TAMBIEN ES SOSPECHOSA porque en todas partes hay muchas iglesias de Ntra. Sra. y no van� ellas; y vienen de lejas tierras � esta Tonantzin, como antiguamente." Este autor fu� � la N. Espa�a en 1529 y all� muri� el 5 de Febrero de 1590. Raro y extraordinario es que siendo franciscano y habiendo estudiado tanto la historia de los indios, no hable de la Aparicion y se muestre tambien contra la Virgen Guadalupana. Igual silencio usan sus compa�eros de Orden � igualmente escritores Motol�nia, Mendieta y Torquemada: el mismo silencio guardan todos los escritores del mismo siglo, como despues se dir�.

Si los conquistadores de N. Espa�a hubieran sido catalanes, habrian propagado la devocion � la Virgen de Monserrat, pero habiendo sido la mayor parte, y sobre todo Hern�n Cort�s, estreme�os, no es de admirar dieran � conocer, seg�n el respetable dicho del P. Talavera, a la de Guadalupe. Cort�s trajo � Espa�a indios de los conquistados y con ellos fu� al c�lebre santuario de Guadalupe: �no es verosimil que �stos, por agasajarle, se hubiesen manifestado devotos de su Patrona y � su regreso uno de ellos hubiese pintado, como se dice repetidas veces en la presente informacion, � la Guadalupana de M�xico? Bernal Diaz en el cap. CXCV dice "fu� � jornadas largas � nuestra Se�ora de Guadalupe para tener novenas." Gomara en, el cap. 62 (edic. Bustamante, M�xico 1826) despues de enumerar algunos de los indios que trajo Cort�s � Espa�a, a�ade "y muchos caballeros y se�ores de M�xico, Tlaxcallan y otras ciudades. Trajo ocho bolteadores del palo, 12 jugadores de pelota y ciertos indios � indias muy blancos." Entre estos �quien duda que habr�a ilustrados � su manera en las artes, que ac� perfeccionar�an?

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�49�

Preguntado si � ydo algunas vezes � la dicha ermita de nuestra Sa. dixo: que mas de beinte vezes, y ayer particularmente fue all� � llebar una ni�a hija suya, questaba mala de tose, que se aogaba, y la encomend� all� � nuestra Sa. y dio su limosna;

y le hizo dezir una misa; y bendito Dios, la ni�a est� buena (1).

_______

(1) Este milagro y otros mil que la Virgen ha obrado, nunca pueden probar que fuese aparecida, sino lo grato que es � la Divinidad la intercesi�n de su Santa Madre, pues si por los milagros se dedujese la aparicion, no solo la Guadalupana sino todos los santos taumaturgos serian aparecidos por el sin n�mero que han hecho, y no solo en M�xico sino en toda la cristiandad se registrar�an infinitas im�genes aparecidas, por los milagros que han obrado.

_______

Preguntado si en esta cibdad generalmente hay gran devocion con la dicha ym�gen quest� en la dicha ermita, dixo que:

�50�

todo el pueblo � una tiene gran devocion en la dicha im�gen de nuestra Sa, y la van � visitar con gran frecuencia de gente y devoci�n, que va � visitar � nuestra Sa. de todo q�nero de gente, nobles cibdadanos y indios, aunque sabe que algunos indios an atibiado (2) en la dicha devoci�n, porque los frayles se lo an mandado, segun el dicho fray Luis dixo � este testigo;

_______

(2) Entibiado.

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y dize m�s, quel d�a de nuestra Sa. de la Natividad pr�ximo pasado predic� en Sant Francisco, en la capilla de San Ioseph, fuera,

�51�

(sic) fray francisco de Fustamante (sic), provincial de la dicha �rden de San Francisco, algunas cosas contra la devocion de la dicha ym�gen; y abiendo predicado un serm�n maravilloso y divino de nuestra Sa, por mostrarse despues contra la devocion de la dicha ym�gen de nuestra Sa. ubo grande sc�ndalo en el auditorio; y lo a havido en la cibdad, y a oido � muchas personas de calidad dezir que mostr� pasi�n, y que se abian scandalizado: y que este testigo, dize quel dicho Bustamante a perdido mucho el cr�dito que tenia en esta cibdad, y que por lo quel dicho Bustamante dixo contra la dicha ymagen, no a cesado la devocion, antes a crecido m�s, y que cada vez que va all�, este testigo, ve all� mas gente de la que solia (1).

_______

(1) No es extra�o, la prohibicion causaba apetito.

_______

Preguntado si se acuerda ques lo quel dicho Bustamante predic� contra la dicha ym�gen, dixo que lo que se acuerda es:

quel dicho fray Francisco de Bustamante dixo que ellos abian predicado y dado � entender � los yndios que nuestra Sa. era Madre de dios, y que no era dios, ni se le debia aquella adoracion que � dios; y que viendo agora el gran concurso de la gente que va all� � la fama de que aquella ym�gen PINTADA AYER DE UN INDIO hazia milagros, que era tornar � deshacer lo hecho; y dixo mas, que la limosna que � la dicha ermita se daba, era mejor darla � probes envergonzantes, � al hospital de las bubas; porque el tomin � candela que se daba en nuestra Sa. de Guadalupe, que no sabia en que se gastaba. Dixo mas, que yendo un yndio coxo � la ermita, y volviendo tan coxo como se fu�, era darles ocasion � que no creyesen en dios ni en Sta. Maria:

�52�

dixo m�s que si al primero que dixo que la dicha ym�gen hazia milagros, fuera bien le dieran cien azotes sobre su �nima: dixo m�s, que encarg� mucho al visorrey y � la real audiencia, que examinasen mucho este negocio; que aunque esto pertenecia al arzobispo, como � juez en lo espiritual, � su se�oria y mercedes les convenia, pues tenian jurisdicion espiritual y temporal, por ser patr�n su magestad en lo espiritual y temporal, que lo mirasen muy bien: y que esta es la verdad por el juramento que tiene hecho, y firm�lo de su nombre.

Iten mas dixo, este testigo, que el guardian de Santiago le dixo, que si quisiera tomar la posesion antes quel sor arzobispo, yo la podia tomar, y con mas justo t�tulo; y este testigo le dixo que no se dize eso en el pueblo, sino que por embidia lo contradezia. Fu�le encomendado el secreto, so pena descomunion: dixo que lo guardar�a.

Fr . A. archiepiscopus mexicanus

�������������������������������������������������������������������������������������������������� Juan de masseguer

Franco. Gomez de Carate.

notario appco.

�53�

En las hojas en blanco se lee, sin ning�n orden ni ilaci�n lo siguiente:

"V�spera de nuestra Sra. de Setiembre fueron � nuestra Sra. de guadalupe muchos deceplinantes"

_______

"Como quando fu� (� Guadalupe se supone el Sr. Montufar) la primera bez prohib� no se publicasen milagros, en presencia de Ao. perez y de salazar pdor." (procurador de la Audiencia, como se lee en la p�g. 11 de esta Informaci�n. En la 16 y en la 17 consta adem�s que estuvo en Guadalupe cuando all� fu� el arzobispo.)

_______

"Si ment� las imagines de los �dolos de los indios"

_______

" nra sra de� [*] en el condado de nebla digna "de veneraci�n como santiago"

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"susp�ndese y la parte es muerto."

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[*] Aqu� aparece en el original una palabra que no se ha podido descifrar.

�54� (Hoja en blanco)

�55�

ADITAMENTOS

I

El P. Fr. Gabriel de Talavera, monje jer�nimo, en la Historia de Ntra. Sra. de Guadalupe que se venera en Estremadura, impresa en esta de Madrid en 1597, en el Lib. IV cap. VIII folio 204 (vuelto) dice: "El coro es una sala hermosa, de donde se descubre muy claramente la imagen santissima de nuestra Se�ora� Entre todas las sillas se levanta la del prelado, y encima sobre un arco vistoso la efigie soberana de nuestra Se�ora, hecha con maravillosa tra�a y proporcion. Tiene derribada la Luna � sus pi�s, est� coronada de doze estrellas, y su vestidura cubierta del Sol."

El P. Fr. Francisco de S. Joseph, tambi�n jer�nimo, en su "Historia universal de la primitiva y milagrosa im�gen de Nuestra Se�ora de Guadalupe" impresa en esta de Madrid en 1743, en el cap. XXI p�g. 144 dice:

��enfrente de la antiqu�sima im�gen de nuestra Se�ora de Guadalupe ay en el Coro otra de talla que se coloc� en un arco, que buela sobre la silla del Prior, si�ndolo de este Monasterio el Rmo. P. Fr. Pedro de Vidania, a�o mil quatrocientos y noventa y nueve (1499), treinta y dos antes de aparecerse la de M�jico (1); y es tan semejante � esta, que parece la tom� la Virgen por idea para sacar en la Mejicana una perfecta copia. Celebrando esta conformidad, y que es mas antigua la de nuestro Coro, cant� racional Cisne, un Poeta de estos tiempos dulce el siguiente Epigramma

________

(1) Este autor escribi� casi un siglo despu�s que D. Miguel Sanchez invent� la aparici�n.

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�56�

Illa novae Hesperiae Urbs, illius quae est Caput Orbis,

Guadalupanae Almam continet effigiem

Archetypon quaeris, vivum ve Ejemplar in illa?

Haec tibi demonstrat sculpta Tabella suum.

"Por esta raz�n algunos, que vienen de la Nueva Espa�a, si entran en nuestro Coro, luego sin detenerse dicen: Virgen de Guadalupe de M�jico: as� la llaman festivos, y admirados, porque como � tal la reconocen devotos sus afectos�

"El color de nuestra Im�gen es trigue�o obscuro, el rostro lleno, y hermoso, frente espaciosa, ojos grandes, inclinados � la tierra, la nariz seguida en proporcion, los labios delgados, y juntos, el cabello es una madeja de oro muy poblada, y partida en dos mitades desde el medio de la frente, la estatura es de seis palmos, y un geme, que no desdice un �pice de esta medida: mantiene Real Corona en su cabeza, y mas altas que la Corona la sirven de Diadema doce Estrellas grandes. El vestido es honest�simo; consta de manto, y t�nica talares, y el manto alarga mas, recogido ayrosamente debaxo de de ambos brazos, (1) entre estos y la cintura, que tiene al parecer ce�ida; y por todo el vestido se derraman diversas flores de oro, � imit�ci�n del damasco. Descubre la punta del pi� derecho, calzado pulidamente.

_______

(I) Ya antes el mismo autor decia: �la nuestra tiene ni�o� la de M�jico no tiene Ni�o que es la diferencia, que se advierte entre estas dos Im�genes, porque� como es Im�gen de concepci�n� entre id�latras y recientes en la F�, pod�a ocasionar su pintura algun enga�o, entendiendo ellos, segun se les mostraba en la im�gen, que Mar�a Sant�sima en su primer instante tuvo el Hijo��

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�57�

Tiene el Sol � las espaldas, como debido dosel � tan alta Magestad, cerc�ndola toda con sus dorados rayos, y elev�ndose como Corona sobre su cabeza: hace asiento sobre la Luna, que la recibe en su mitad gustosa, y festeja con sus puntas �cia arriba. Toda est� como en el ayre: pues no tiene repisa, ni pedestal que la mantenga; y dale mucha gracia un arco en que est� elevada, hermoseado con listas, como el iris, de diferentes colores; y cuarenta y dos estrellas de oro, que llenan en proporci�n igual el medio c�rculo� Cot�jese esta pintura con la Imagen do M�jico, y se ver� por la semejanza quan adequado le viene � esta Se�ora el t�tulo de Guadalupe.

"�Por qu� quiso la Virgen, aviendo de poner � su Imagen Mejicana el nombre de Guadalupe, se copiase � imitaci�n de esta de nuestro Coro, y no de la c�lebre, antiqu�sima, y principal de este t�tulo? toca � los juicios de Dios, que no debemos investigar curiosos, sino es venerarlos rendidos."

II

El Br. Sanchez en su "Imagen de la Virgen Maria Madre ele Dios de Guadalupe milagrosamente aparecida en la ciudad de M�xico" publicada all� el a�o de 1648, (obra muy rara que por 150 fr. la casa de Maisonneuve de Par�s nos proporcion�,) tuvo la ocurrencia de publicar al fin de su obra tres cartas encomi�sticas, la segunda es la que insertamos en seguida para probar que �l fu� el inventor de la Aparicion, puesto que el Br. Lazo, que la firma, en tantos a�os como habia servido de capellan en la ermita, ya �l como TODOS sus antecesores ignoraban el origen milagroso, hasta que el buen D. Miguel le abri� los ojos � este �ltimo, despert�, y le caus� tal ilusi�n, que al a�o siguiente ya di� � la imprenta la noticia de este suceso en la lengua azteca.

�58�

Dice as�:

� EL LICENCIADO LUIS LAZO DE LA VEGA, Vicario de la S. Hermita de Guadalupe, al Autor.

"Cada dia agradesco mas � nuestro Illustrissimo Pr�ncipe, y amantissimo Arzobispo D. Iuan de Ma�ozca, el favor, honra, y elecci�n con que me nombr� vicario de aqueste Santuario de Guadalupe, entregando � mi cuydado la soberana Reliquia de la Imagen milagrosa de la Virgen MARIA; � quien solamente los Angeles merec�an tener por compa�era para servirla. Y aunque siempre la he venerado, admirado, y alabado como han podido alcanzar mis pensamientos: Despues que le� la Historia de su milagro, que con tan vivos affectos � escrito, y es, tampado Vmd; confiesso han crecido en mi corazon los desseos de ser muy suyo, y la gloria de tenerla por mia con t�tulo de su Ministro Sacerdote; y pienso que me � sucedido lo que � nuestro Padre Adan. Favoreciolo Dios poni�ndolo en el Parayso, � lo fresco de su floresta, y vega de su rio, donde los troncos, y las ramas eran lazos que lo abrasaban. Durmi�se en dulce suspensi�n, sac�le Dios vna costilla; de que form� � Eva prodigiosa criatura: pusola � los ojos de Adan; el qual despert�; y reparando; primero la reclama por suya en possession; y despues se le declara su amante fino en los requiebros.

�59�

Hoc nunc os ex ossibus meis, et caro de carne mea: haec vocabitur virago quamobrem relinquet homo patrem et matrem, et adhaerebit uxori suae. Agora es Eva carne de mi carne, y huesso de mis huessos; llamese varonil, y por ella olvidense Padre, y Madre, prefiriendo su amor a todo amor.

Estuvo Adan aqui notablemente mysterioso: porque Eva siempre avia sido suya teniendola en si mismo como �l lo publica; y parece; que quando la considera de lexos formada, y distinta en partes, y perfecciones de hermosura, a cuydados de Dios; entonces dize, que es suya; Hoc nunc. Y no pudiendo sufrir el coraz�n, que solamente la aclamase, lo anima a que la requiebre dulcemente; protestando en su amor assistencias perpetuas. Fue cosa grande, que si Adan contemplando conocia, agora despierto se declare, y en la propria prenda suya muestre singulares aplausos de que sea suya, dedic�ndole toda su voluntad.

Yo, y todos (1) mis antecessores hemos sido Adanes dormidos posseyendo a esta Eva segunda en el Parayso de su Guadalupe Mexicano, entre las milagrosas flores q. la pintaron, y en sus fragrancias siempre la contemplavamos admirados.

_______

(1) Diez y ocho a�os despues, cosa rara, ya habia muchos testigos que no habiendo sido capellanes, no habian sido Adanes dormidos.

_______

Mas agora me � cavido ser el Adan que � despertado para que la vea en estampa, y relacion de su Historia; formada, compuesta, y compartida, en lo prodigioso del milagro; en el sucesso de su aparicion; en los mysterios que su pintura significa; y en breve mapa de su Santuario, que habla ya decifrado lo que antes call� tantos a�os:

�60�

puedo decir lo que Ad�n Hoc nunc os ex ossibus meis, que aunque ya era mia por el t�tulo de su Vicario, agora gloriosamente posseedor publico m i ventura, y me reconozco obligado � mayores affectos, cuydados, y veneraciones en su amor, y su culto, convidando, avisando y animando a todos con las proprias palabras de Adan Quamobrem relinquet homo patrem et matrem, et adhaerebit uxori suae. Que deven todos dexar Padre, y Madre, por venir a contemplar, y assistir a vna Imagen tan milagrosa de MARIA. Vea Vmd. como pude escusar escrivir este papel en nombre mio, por interesado, de que en mi tiempo (1) salga a luz Historia tan desseada. Y en nombre de aqueste Santuario a quien � servido de escriviente, que recibi� dictados sus mysterios. Los parabienes que puedo dar a vmd. de tan devoto, y bien empleado estudio, los cifro con dezir: Es el mas venturoso Criollo de toda nuestra nacion, pues quiso la Virgen guardarle dicha tan soberana como esta, y que fuesse Autor de tal escrito, dexando con �l en la Imagen vn vinculado mayorazgo de piadosas memorias; porque forzosamente todos los que llegaren, y advirtieren algo de tanto particular como en la pintura explica vmd. han de dedicarle de nuevo a la Virgen, y en particular los Ministros que la assistieren como yo;

�61�

pues su disignio, desvelo y ocupacion se encamin� solamente a el servicio de aquesta sacratissima Madre, implorando su misericordia. Ella d� a vmd. los consuelos espirituales, y temporales que puede, para poner en estampa el asumpto tan vtil, dulce, y amoroso como es el de las Nouenas de Guadalupe, que su devocion tiene pensadas, y dispuestas; en que tengan los que asistieren en este Santuario, vn manual exercicio para el esp�ritu. No se me puede negar, que con este breve papel acompa�e la Historia; y en ella a mi Eva querida MARIA Virgen, con nuevos reconocimientos de mi felicidad, en que sea mia; y nuevos rendimientos de mi obediencia en que soy suyo. Guadalupe, y Iulio 2 de 1648. A�os.

De vmd. Amigo, y Capellan Q. S. M. B. Licdo. Luis Lazo de la Vega."

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[1] Siglo de nimia credulidad y en el cual sin criterio se aceptaba todo portento. Uno de los aprobantes de la obra del P. Sanchez, Fr. Pedro de Rozas, decia: "que le alcanz� � Sanchez su RARA devocion el entender el milagro y aprovech�ndole, nos lo declara aprovech�ndonos."

_______

III

CAT�LOGO DE AUTORES

QUE NO FAVORECEN LA LLAMADA TRADICI�N

1.� D. Fr. Ju�n de Zum�rraga, franciscano y primer obispo de M�xico. No menciona la aparicion, en que se le hace desempe�ar un papel tan importante, en las siguientes obras suyas � de otros publicadas por su mandato.

"Breve y mas compendiosa doctrina christiana en lengua mexicana y castellana. 1539 en Tenuchtitlan, M�xico."

"Manual de adultos.M�xico,1540."

�62�

"Doctrina breve muy prouechosa de las cosas que pertenecen � la f� catholica. M�xico, 1543."

"Tripartito de Juan Gerson. M�xico, 1544."

"Compendio breve de las procesiones. M�xico, 1544."

Tampoco en la segunda edici�n: �sta es notable porque el prelado declama contra las danzas en los templos.

"Doctrina cristiana para instrucci�n � informacion de los indios. M�xico, 1544."

"Doctrina cristiana en que en suma se contiene todo lo principal y necesario que el cristiano debe saber y obrar. M�xico, 1545 � 46."

"Doctrina mas cierta y verdadera para gente sin erudici�n ni letras. M�xico, 1546."

"Regla cristiana breve. M�xico, 1547." Aunque obra asc�tica, habla de milagros, y podia haber referido el que todos [?] sabian le habia acaecido con la aparici�n.

"Doctrina cristiana en lengua mexicana. M�xico, 1547."

"Doctrina cristiana en lengua espa�ola y mexicana." M�xico, en Enero de 1548.

Cartas,de 1531 en adelante.

Se cuenta que escribi� una � sus hermanos del convento de Victoria refiriendo la Aparicion; carta que vi� un Padre Mezquia, quien prometi� sacar al menos una copia; pero al volver � Nueva Espa�a, para disculparse ante los que le exigian el cumplimiento de su oferta, sali� con un oportuno � imaginario incendio del dicho convento, cuando iba � buscar esa so�ada carta.

"Pastoral � exhortaci�n � los religiosos mendicantes para que pasasen � trabajar en la copiosa mies que les ofrecia la Nueva Espa�a, la conversion de los indios."

�63�

Brillante oportunidad era esta para animarles, refiriendo el Non fecit taliter omni nationi, pero ni la mas leve indicaci�n. (1)

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(1) Estas palabras de un salmo y que CUENTAN, entre otros el moderno autor de "La Virgen del Tepeyac, patrona principal de la Naci�n Mexicana," Guadalajara 1884 [p�g. 195 y 304] que las profiri� Benedicto XIV al ver la imagen de Guadalupe, no solo se han aplicado � esta: las hallamos en la "Historia del divino mysterio del Sanctissimo Sacramento de los corporales de Daroca," en Zaragoza en 1590, Cap. octavo, p�g. 45 (vuelta). En el oficio propio de la Virgen de la Merced concedido por Sixto V en 1587, en la ant�fona 5�. de V�speras y en los responsorios de la Tercia y Sexta. Tambi�n � N. S. del Pilar, y, once a�os antes que ocupara el solio pontificio Benedicto XIV, � la misma Virgen de Guadalupe en una estampa que tiene la obrita "La Octava Maravilla, y sin segundo milagro de M�xico, perpetuado en las Rosas de Guadalupe, por el P. Juan Carnero S. J. impreso en M�xico 1729," al pi� se ven el Non fecit &. y � los lados Signum magnum apparuit in coelo: mulier amicta sole et luna sub pedibus ejus. El P. Florencia, Cap. X, � III, que escribia � fines del siglo XVII, dice: "Solo M�xico se alza por privilegio especial desta Sagrada Imagen, con el blazon singular Non fecit &." Hechas estas aclaraciones, no es veros�mil que pronunciara las dichas palabras por vez primera ese Papa, � quiz� las dirigi� en tono ir�nico � la de Guadalupe.

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Carta � la Emperatriz, Noviembre 25 de 1536.

"�� al Consejo de Indias, Febrero 8 de 1537.

"�� al Emperador, Febrero 13 de 1537.

"�� al Consejo, Noviembre 24 de 1537.

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Carta � Juan de S�mano, Diciembre 20 de 1537.

"�� al Emperador, Abril 17 de 1540.

"�� al mismo, escrita en uni�n de los PP. Hojacastro y Soto, Octubre 4 de 1543.

"�� al Consejo, Marzo 28 de 1544.

"�� al Pr�ncipe D. Felipe, Junio 2 de 1544.

"�� al mismo, escrita en union del P. Betanzos, Febrero 21 de 1545.

"�� al Emperador, de fines de Marzo de 1547.

"�� al Pr�ncipe D. Felipe, Diciembre 4 de 1547.

"�� al Lic. D. Francisco Sandoval, Noviembre 12 de 1547.

"�� al Pr�ncipe D. Felipe, Febrero 18 de 1548.

"�� al Emperador, Mayo 15 de 1548.

"�� al mismo, Mayo 30 de 1548.

"�� al Ilmo. Sr. las Casas, Junio 2 de 1548 (v�spera del fallecimiento del Sr. Zum�rraga).

En ninguna de estas cartas se encuentra tampoco la menor indicaci�n de las supuestas apariciones.

"Tres cartas familiares, publicadas en el bolet�n de la Real Academia de la Historia," en esta 1885: en la carta que escribi� en 1541 se leen estas palabras altamente significativas del Sr. Zum�rraga: "y en Ocuituco hago un oratorio para acabar ALLI mis d�as." Si fuere cierta la aparicion dir�a: para acabar en la ermita de Guadalupe mis dias, como se cuenta del gigante Juan Diego, agraciado con igual favor, que termin� los suyos all� y donde habia sido sepultada tambi�n su mujer desde 1529, segun Conde y Oquendo. (1)

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(1) Numero 103, p�g 135, Tom. 1, edici�n de M�xico 1852, dice as�: �aunque la muger de aquel, Maria Lucia, habia fallecido el de 1529, (contradiciendo � Becerra Tanco que dice vivia cuando la aparicion) y su tio Juan Bernardino en el de 1544� los TRES fueron sepultados en la ermita." Como no se dice si fueron exhumados las restos de Maria Lucia, conf�rmase que la ermita exist�a ya en 1529 y por tanto es falso que su origen fuese debido � la aparicion; esta no fue tampoco en 1531 por 1�. vez segun el mismo autor, pues sigue diciendo: �Ti�nese por cosa cierta entre los naturales, haberse aparecido � AMBOS consortes la Sma. Virgen � la hora de su muerte."

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Existen adem�s publicados otros documentos sobre varios asuntos, pero en ninguno la mas ligera indicaci�n de la Virgen de Guadalupe. Tan significativo fu� su silencio en sus escritos como en sus hechos. En su testamento y memoria testamentaria [publicadas] que originales existen en la Academia de S. Carlos de M�jico, no deja un solo maraved�, ni ornamentos, ni un recuerdo para la ermita � para el afortunado gigante. Los apologistas dan tal importancia � esos legados que los quieren hacer pasar como pruebas fehacientes de la aparici�n. (Los testamentos de Lomel�n, Juana Martin, � Gregoria Maria &.) �Qu� dir�n de esta conducta del Sr. Zum�rraga? Aun m�s, sus restos no se enterraron tampoco en la ermita como los del mencionado gigante; �cu�n ingrato fu�! pero mas se conoce su ingratitud (en el supuesto de ser cierta la aparicion), cuando guard� la maravillosa pintura en una miserable ermita, as� puede calificarse, pues fu� construida en 15 dias. Cuentan en efecto, que el segundo d�a de pascua de Diciembre [el 26] del mismo a�o de 1531 se traslad� all� el milagroso ayate.

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Merecia bien el suspender la construcci�n de la Iglesia mayor que tenia entre manos S. Se�or�a y colocarlo en el TEMPLO como se lo habia manifestado, por medio de Juan Diego, la Aparecida, y no tan presto y en tan ruin lugar como era la ermita. (1)

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(1) Un autor nada sospechoso de antiaparicionista, D. Cayetano Cabrera y Quintero, en su "Escudo de armas" M�xico 1746 Lib. III, cap. XVII, p�g. 351, n�mero 700: negando que el Sr. Zum�rraga trasladase en 1531 la imagen � la ermita: (por el contrario Conde y Oquendo, cap. II � 9, confiesa que ya existia la ermita) dice: "No poco apoya el pensamiento aver aun tradicion transferida de Padres � hijos, de que algun tiempo estuco en la Cathedral la Sta. Im�gen colgada SOBRE UNA PUERTA, casi desatendida, y expuesta � las telas de ara�a, � injurias del polvo."

Luego, fu� todav�a m�s ingrato, pues la vi� con tal desprecio que no la coloc� en un altar sino sobre una puerta, y con tal descuido, como dice este autor.

Segun Becerra Tanco, Juan Diego oy� EN LA CUMBRE del cerrillo la m�sica que le record� el paraiso de sus mayores; despues oy� que lo llamaban (� gritos, para que se percibiera la voz desde la cumbre), SUBIO y se le mand�: "que me labre UN TEMPLO EN ESTE SITIO."

Despues le repite: "es gusto mio que me edique UN TEMPLO EN ESTE LUGAR. "

No se cumpli� pues la orden, y fue desobediente el Sr. Zum�rraga poniendo la imagen en una ermita y �sta no en la cumbre, sino abajo donde hoy est� la Parroquia. Quiz� tendria otra aparici�n, para hacerlo as�, pero ning�n apologista la refiere, y por tanto subsiste el cargo que se le hace al Prelado. Si pues, como dice Conde y Oquendo, ya existia la ermita donde se coloc� imagen, no se cumpli� la orden por no haberse procedido � edificar el templo en lacumbre, sino hasta 1660 una ermita � espensas de Crist�bal Aguirre (despu�s que apareci� el libro de Sanchez), y la iglesia de b�veda hasta principios del siglo XVIII que la hizo el Pbro. D. Juan Mont�far.

Del obispo Zum�rraga refiere el P. Andres Cavo, mejicano y de la Compa��a de Jesus, en �los Tres siglos de M�xico" impreso alli en 1836 p�g. 143, hablando de la peste que afligi� � la ciudad de M�jico en 1545 y 1546: �no dudo que por sus oraciones ces� aquel azote.� Otro jesuita, el P. Florencia, que escribi� � fines del siglo XVII, entre varios cuentos de que est� plagada su "Estrella del Norte" pone uno (cap. XIX) que aprendi� de su maestro D. Miguel Sanchez, (solo que este cambi� el a�o asegurando fue en 1544 la peste, como puede verse en la foja 83 de su libro) quien dice que para aplacar la ira divina sali� una procesion de ni�os y ni�as desde el convento de Tlatelolco � la ermita. Lo que no supo su hermano Cavo, como queda dicho, ni en los anales ind�genas de que despu�s hablaremos se halla. Otro cuento es, que sabia el P. Florencia despu�s de mas de un siglo los secretos de la conciencia del gigante Juan Diego, afirmando habia hecho voto de castidad.

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2.� El primer obispo de Tlaxcala, Fr. Juli�n Garc�s, dom�nico, contempor�neo del Sr. Zum�rraga, en su carta de 1537 � Paulo III, que se halla en el libro primero p�g. 132 � 138 de la "Historia de la fundaci�n� de la Provincia de Santiago de M�xico de la orden de Predicadores por el Mtro. Fr. Augustin D�vila Padilla, Bruselas 1625," en la cual trata de probar la capacidad de los indios y su aprovechamiento en la religi�n de Cristo, ignor� la aparicion con que habia sido favorecido uno de ellos en 1531:

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le habria venido de molde cont�rsela al Papa � al menos esa solicitud en ir � buscar confesor donde no lo habia (V. la nota de la p�g. 45) (1) y andar tanto para oir una misa sabatina, no acudiendo � la que se decia en la iglesia de su pueblo Cuautitlan, (no Tolpetlac como invent� Becerra Tanco en su 2� edici�n y siguientes) y mereciendo por esto un favor tan grande como jugar � escondidillas con la Madre de Dios, y que diese pruebas de su profundo conocimiento en la religi�n cristiana, pues que al oir el concierto de pajarillos esclam�: �Por ventura he sido trasladado al paraiso de dele�tes que llaman NUESTROS MAYORES origen de nuestra carne, jardin de flores � tierra celestial oculta � los ojos de los hombres? (palabras textuales que trae Becerra Tanco.)

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(1) El P. Motolin�a, que escrib�a en 1541, corrobora con su autoridad nuestra nota de la p�g. 45; en el Tratado III cap. VI p�g. 176, hablando de la ciudad de M�jico, dice: "asiste la presencia divina en el Smo. Sacramento as� en la iglesia catedral como en TRES monasterios que en ella hay, de agustinos, dom�nicos y franciscos." Luego aun no habia el de Tlatelolco, y bien se sabe que en todo monasterio, la presencia divina es indispensable para los que moran en ellos.

En la vida del Sr. Zum�rraga (L. V. Pte. I. cap. XXVIII) dice Mendieta: "Prove�a abundantemente lo necesario � las enfermer�as de los TRES conventos de M�xico, QUE EN AQUEL TIEMPO NO HABIA OTROS." Motolin�a, en el Trat. III cap. XII confirma igualmente que en Tlatelolco solo desde el a�o de 1537 hubo dos frailes, segun el cedulario de Puga, con estas palabras: "adonde ahora est�n los colegiales con DOS frailes que los ense�an y con un bachiller indio que les le� gram�tica." Del mismo Mendieta es lo que se halla en una carta de 1.� de Enero de 1562 que est� en el tomo II de la "Coleccion de Documentos para la Historia de M�jico, publicada por Joaquin Garc�a Icazbalceta, M�xico, 1866" p�g. 542, que a�ade el elogio del Arzobispo Mont�far de nuestra segunda nota de la p�g. 47 ��el se�or arzobispo de M�xico, que con ser tan sabio como es, y letrado, y de su natural condicion un manso cordero, recien venido de Espa�a, por algunos a�os que ha sido nuevo, no ha habido tigre para con nosotros mas fiero, hasta que poco � poco ha venido � caer en cuenta de los negocios por curso de tiempo; mas es el negocio que para cuando se viene � caer en estas cuentas ya tenemos todos quebradas las cabezas."

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3.� El Ilmo. fr. Bartolom� de las Casas, dom�nico, segundo Obispo de Chiapas, tambi�n contempor�neo de los anteriores, aunque consagrado en 1544 en Sevilla habia estado ya en M�jico en 1539. Se han publicado un sin n�mero de sus escritos; mucho trabaj� en la defensa de los indios: muy bien le habria servido en su causa referir esa aparici�n hecha � uno de ellos. Tambi�n la dej� sepultada en el tintero.

4.� El obispo de Sto. Domingo D. Sebastian Ramirez de Fuenleal, que pas� � M�jico precisamente en 1531 llegando el 23 de Setiembre con el car�cter de Presidente da la 2� Audiencia; y sus compa�eros (entre ellos el celeb�rrimo D. Vasco de Quiroga, que despues fu� el 1er. obispo de Michoac�n y tan amante de los indios) desde Enero de dicho a�o, para sustituir � la 1� que fu� tan hostil al Sr. Zum�rraga. No solo pudo sino debi� referir ese portento, supuesto que otros apologistas cuentan que �l traslad� la imagen guadalupana en 1534. Lo call� en las siguientes cartas publicadas, (Coleccion de documentos de Indias), y dirigidas al Emperador:

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Abril 30, Julio 10, Setiembre 18, Noviembre 3 de 1532. Permaneci� en la Nueva Espa�a hasta 1535, que entreg� el gobierno al 1er. Virey D. Antonio de Mendoza.

5.� El conquistador Hernando Cort�s, ni en su carta al Emperador, de 20 de Abril de 1532, ni en las dem�s desde 1533 � 1547, hace la m�s leve indicaci�n de un suceso tan extraordinario.

Se nos dir� que en otras cartas �l y los anteriores lo refiririan. Debemos advertir que escribimos en vista de lo cierto y conocido, y nuestro juicio se funda en documentos reales, no ficticios. Publ�quenlos los contrarios y no tendremos inconveniente en llamar � estos y � los siguientes consumados aparicionistas.

6.� El Arzobispo Montufar, dom�nico. Vemos en el tomo IV de los "Documentos in�ditos del Archivo de Indias," impreso dicho tomo en �sta en 1865, p�g. 491, una relaci�n que este Prelado envi� al Consejo Real sobre tributos y otros asuntos referentes � las �rdenes religiosas [Mayo de 1556]. Ni la m�s leve indicaci�n de Guadalupe; al contrario, en ella, [p�g. 501] lamenta que los indios sigan en la idolatria: "Especialmente, [dice], aun no est�n muy libres de volverse algunos al v�mito de sus idolatr�as, no digo en las sierras y montes, donde son muy comunes pero AQUI EN MEXICO Y CERCA DE MEXICO los hallamos." �Se refiere � la Tonantzin? Podia ser, pues aun hasta ese mes, no le habia increpado su tolerancia el P. Bustamante. En el tomo XIII impreso en 1870, se encuentra una petici�n hecha � la Audiencia de Nueva Espa�a, que firm� �l y otros cinco obispos sobre puntos de gobierno eclesi�stico (1565).

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Tampoco nada que indique la aparicion, pero s� que continuaban las idolatr�as de los indios nuevamente convertidos.

Nuestro corresponsal el Sr. Agreda nos escribe que tiene en su poder la Descripci�n que este prelado hizo del arzobispado, siendo muy notable que refiriendo las iglesias y ermitas que en �l habia, omiti� la de Guadalupe.

El Dr. Uribe (Disertaci�n Hist�rico Cr�tica de N. S. de Guadalupe, impresa en M�jico, 1801 p�g. 63) refiri�ndose � Martin de Aranguren, llama al Sr. Mont�far patr�n y FUNDADOR de la ermita de Guadalupe. Esto viene � corroborar que hasta su tiempo se hizo, puesto que, como despu�s se dir�, di� salud la Virgen � un ganadero y empez� � crecer la devocion de la gente; como lo evidencia la anterior informaci�n llam�ndola nueva y de ayer en 1556; y corrobora tambi�n ser falso que el Sr. Zum�rraga la hiciera con motivo de la aparicion.

En los Anales de M�jico y sus contornos, que pertenecieron � la biblioteca de D. Jos� Fernando Ram�rez, vendida en Londres 1880, Ms. original y del que nuestro corresponsal nos remiti� algunos calcos, se halla lo siguiente: "1556 XII Tecpatl. Hual motemohui yn cihuapilli tepeyacac zaye ycuac popoca citlalin." Cuya traducci�n es esta: "1556 XII Pedernal, cuando baj� la Virgen � Tepeyacac (punta de los cerros) y cuando tambi�n exhal� vapor la estrella."

Por supuesto, como se dir� en otro lugar, en estos anales ni una palabra de la revelaci�n � los Juanes y Bernardino en el a�o de 1531 � sea XIII Ca�a.

Que tambi�n sirva esto para corroborar mas y mas el dicho de los testigos de la informacion anterior.

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7.� El primer virrey, D, Antonio de Mendoza, enmudeci� como los anteriores, tanto en su carta al Emperador del 10 de Diciembre de 1537 como en las siguientes. En las ridiculas informaciones de 1666 que conocemos por haber en nuestro Real archivo una copia, y que con raz�n nunca se han publicado, se leen estas solemnes mentiras de Fr. Pedro Oyanguren y de D. Miguel Sanchez, aseguradas bajo juramento: "que este Virey asisti� � la traslaci�n de la im�gen � la ermita (1531) y que iba en la procesi�n de pontifical y en uni�n de ambos cabildos, el Sr. Zum�rraga." El Virrey lleg� en 1535, el Sr. Zum�rraga se consagr� hasta 1533 y la erecci�n del cabildo eclesi�stico fue hasta 1536. Por este y otros ejemplos se conocer� el cr�dito que merecen.

8.� El segando virrey, D. Luis de Velasco, sigui� mudo como sus antecesores en sus cartas que hemos consultado, desde la del 12 de Julio de 1552 hasta la del 26 de Febrero de 1564.

9.� El tercer virrey D. Mart�n Enriquez. Este rompi� el silencio, estando en completo acuerdo con la anterior informacion, de 1556. En su carta al rey del 23 de Setiembre de 1575, contestando una real c�dula del 15 de Mayo del mismo a�o, decia: "quel a�o de 55 � 56 estaua alli (en Guadalupe) una ermitilla, (nada del TEMPLO mandado por la Madre de Dios que se hiciera; ya podia haberse hecho algo en 25 a�os) en la cual estaua la im�gen que aora est� en la iglesia, y que un ganadero (se llamaria quiz� Juan Diego) que por all� andaua, public� auer cobrado salud yendo (�) aquella hermita y EMPEZ� � crecer la deuocion de la gente, y PUSIERON nombre � la ymagen Nuestra Se�ora de Guadalupe por dezir que se parec�a � la de Guadalupe de Espa�a." (Cartas de Indias, � LVI, p�g. 310.) Asi lo dicen tambi�n los testigos de nuestra informacion.

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En la p�g. 4 l�nea 14 de ella, entre otras cosas que ya conoce el lector, se halla esto: "al primero que sali� con este milagro;" n�tese que no dice con esta aparicion: Ese milagro viene � apoyar lo que refiere este Virrey.

10.� Los obispos que asistieron � los tres Concilios Provinciales fueron tambi�n mudos sobre la aparici�n como los de las juntas de 1537 y de 1546. Pucliendo y debiendo hacer alguna indicaci�n para informar al rey y que solicit�ra de la S. Sede su aprobaci�n y declarase Patrona � la Virgen pintada sobrenaturalmente, como se hizo hasta 1666, no lo hicieron; �ignoraron � no creyeron tan singular portento?

11.� Los historiadores regulares anteriores � 1648 no hacen menci�n de la maravilla del Tepeyac. Veamos � los franciscanos.

El P. Motolinia, en el tratado I, cap. XIV de su Historia de los indios de Nueva Espa�a," escrita en 1541 � impresa en M�jico hasta 1858, p�g. 75 y 76, dice: "Estos (indios) nunca vieron lanzar demonios, ni sanar cojos, ni vieron quien diese el oido � los sordos, ni la vista � los ciegos, NI RESUCITAR MUERTOS." �Y el resucitado en las salomas militares cuando la traslaci�n de la imagen � la ermita? Cuento.

El P. Sahag�n, en el cap. II del Libro VIII, s� habla, pero no de la verdadera Madre de Dios, sino de la Cihua Coatl, en los a�os (de 1528 � 1531) que era gobernador de Tlatelolco D. Mart�n Ecatl, con estas palabras: "el diablo que en figura de muger andaba, ya parec�a de d�a y de noche." A esa Cihua Coatl, segun el mismo autor en el Lib. I, cap. VI, tambi�n la llamaban Tonantzin.

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Estas apariciones sin duda dar�an materia al indio D. Antonio Valeriano para componer una comedia con que festejar al Sr. Zum�rraga el 12 de Diciembre, aniversario de su presentaci�n al episcopado, la cual se conservar�a en alg�n archivo, y cayendo en poder del P. Sanchez la tom� como relaci�n verdadera de un suceso que no hubo.

Public� tambi�n su Salmodia en lengua mexicana, y en toda ella no se encuentra la palabra "Guadalupe," ni el 8 de Setiembre, que era cuando se celebraba la fiesta en la ermita, ni el 12 de Diciembre.

Este mismo autor, en su Arte Adivinatoria, (que conocemos por haberla dado � luz el sabio mejicano D. Joaqu�n Garc�a Icazbalceta en su Bibliograf�a Mexicana del Siglo XVI, impresa en M�xico 1886) p�g. 317, col. 1, dice:

��en tan poco tiempo y con tan poca lengua y predicaci�n y SIN MILAGRO ALGUNO, tanta muchedumbre de gente se habia convertido." Sigue hablando del enga�o que padecieron en creerla convertida, no siendo en realidad sino idolatr�a simulada; concluye el p�rrafo: "asi esta Iglesia nueva qued� fundada sobre falso, y aun con haberle puesto algunos estribos, est� TODAV�A (en 1583) bien lastimada y arruinada."

El P. Mendieta, en el cap. XXX, Lib. III, p�g. 250, dice: "Antes que nos metamos en la materia de la administraci�n de los sacramentos� ser� bien decir algo del EJEMPLO con que estos siervos de Dios (los frailes) y primeros evangelizadores vivian y tractaban entre tanta multitud de infieles, que para su conversi�n fue una viva predicaci�n y supli� LA FALTA DE MILAGROS que en la primitiva Iglesia hubo, Y EN ESTA NUEVA NO FUERON MENESTER�"

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En el pr�logo del Lib. V (p�g. 569) insiste en lo mismo: "pues bast� su vida inculpable, SIN OTROS MILAGROS, para atraer � la fe los �nimos ind�mitos de aquestos gentiles."

Por fin, en el cap. XIV del mismo libro, (p�g. 598) vuelve � decir: "Y como estos indios naturales de esta Nueva Espa�a con tanta facilidad y deseo recibieron la fe, NO HAN SIDO MENESTER MILAGROS para la conversion de ellos."�Y el resucitado en las salomas militares cuando se traslad� la aparecida imagen � su ermita, y el quedarse pintada (al temple seg�n Sanchez � � la acuarela y oleo seg�n el pintor Cabrera) en un ralo ayate de iztle en el que se puede cernir cualquier g�nero de tierra (como rezan las informaciones de 1666), � en un lienzo crudo � Bramante de la Europa (como dice Cabrera "Maravilla americana" � II)?

El P. Torquemada, tampoco refiere la aparicion, aunque habla de la ermita expresada.

En el lib. IV, cap. LXVII de su "Monarqu�a Indiana" impresa en esta hasta 1723, pero que la escribi� � fines del siglo XVI, dice: "Sali� Cort�s de Tezcuco, par� en Tepeaquilla, que es aora Nuestra Se�ora de Guadalupe. Lugar � una legua de M�xico."

Por este pasaje se prueba solamente que el camino entre M�xico y Tetzcoco por tierra, era al Norte de la Ciudad, teniendo necesariamente que pasar por Tepeaquilla: � no ser que se quiera inventar que iba Cort�s a encomendarse � la futura aparecida.

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En el lib. V, cap. XXVII, tratando de la salida del virrey marqu�s de Villa Manrique y recibimiento del nuevo, D. Luis de Velasco el 2.�, dice: que este "hizo noche en Nuestra Se�ora de Guadalupe, (Lugar donde todos los vireyes paran y les hacen algunas fiestas) y de all� entr� en esta ciudad, y � 25 de Enero (1590) fue recibido en ella."

En el mismo lib. cap. LXXIV, hablando del arzobispo D. Fr. Garc�a Guerra, dice: "sali� de la Hermita de Nuestra Se�ora de Guadalupe, donde habia estado antes, en novenas." De esto se infiere que en 1611 era santuario conocido y frecuentado de los virreyes y arzobispos.

En el lib. VI, cap. XXIII, tratando de los dioses Tlaloca Tecuhtli y de otros, y de los errores de los indios acerca de ellos, dice: "otro lugar ai cerca de esta Ciudad de M�xico, que ahora se llama Nuestra Se�ora de Guadalupe� A estos lugares venian muchas gentes � ofrecer sacrificios al dios Tlaloc y � los dem�s dioses sus compa�eros."

En el lib. X, cap. VII, tratando de como se convirtieron las fiestas de la ley antigua en las de esta que gozamos ahora de gracia, dice: "En esta Nueva Espa�a, tenian estos indios gentiles tres lugares en los quales honraban � tres dioses diversos y les celebraban fiestas� Y en otro, que est� � una legua de esta ciudad de M�xico, � la parte del Norte, hacian fiesta � otra Diosa, llamada Tonau, que quiere decir: Nuestra Madre, cuya devocion de Dioses prevalec�a, quando nuestros Frailes vinieron� queriendo remediar este gran da�o NUESTROS PRIMEROS RELIGIOSOS, que fueron los que primero que otros entraron � vendimiar esta Vi�a inculta, y � podarla� DETERMINARON DE PONER IGLESIA� y en TONANTZIN junto � M�xico, � la Virgen Sacrat�ssima, que es Nuestra Se�ora y Madre� estas son las Fiestas y ESTA LA INTENCION de averlas instituido, y con LA QUE DE PRESENTE las celebran, AUNQUE NO TODOS LO SABEN."

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Por esto se evidencia que la ermita ya existia antes de 1531 y viene por tierra la creencia de que su origen es debido � la aparicion.

En otros tres lugares cita � Guadalupe. Lib. II, cap. III, hablando del viage de los mexica � Tula, dice: "vinieron � Ecatepec� y de all� � Tepeyacac, donde es ahora Nuestra Se�ora de Guadalupe." Lib. V, cap. LX, "dur� la obra de esta calsada de Nuestra Se�ora (de Guadalupe) m�s de cinco meses." En el cap. LXIII, hablando de la venida del Visitador Landeras de Velasco en 1607, dice: que hizo parada "en Nuestra Se�ora de Guadalupe, (donde todos los vireyes la hacen.)" Pudo haber usado siquiera de estas palabras: donde est� una maravillosa pintura, para que pudiera contarse como autor aparicionista, segun los apologistas quieren; mas vana es su pretensi�n.

En el Lib. XX refiere profusamente la vida del Sr Zum�rraga desde el cap. XXX al XXXIV. Ni la mas ligera noticia de la aparicion, ni de la procesi�n quim�rica, ni de la ermita.

En las Cartas de Indias, las hay de los PP. Gante, Valencia, Testera, de la Puerta, de Santa Maria, Moguer, Toral, Coru�a y Navarro. Todos ocultan la aparici�n.

Fr. Diego Valad�s, mexicano, en su Ret�rica cristiana, impresa en Perusa en 1579, trata en la 4� parte de las cosas memorables del Nuevo Mundo. �Se puso de acuerdo con sus hermanos de h�bito por miedo al Provincial Bustamante, muerto en 1562, para no referir la m�s memorable?

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Fr. Alonso Ponce, en la Relaci�n de su viage � Nueva Espa�a en 1584, adonde fue con el elevad�simo car�cter de Comisario general de su Orden, la cual Relaci�n se imprimi� en �sta hasta 1872, en el tomo primero, p�g. 107, habla de la "ermita � iglesia llamada de N. S. de Guadalupe� Pas� por all� DE LARGO el padre Comisario." Esto quiere decir, que si hubiera habido la aparici�n habr�a entrado � conocer esa maravilla. En la p�g. 182 vuelve � tratar de Guadalupe, para referir que en aquel sitio hacian alto los virreyes antes de entrar � M�jico. (Lo mismo que dice Torquemada y queda referido). El que all� se detuvieran sus Excelencias, no puede probar la aparici�n, pues antiguamente el camino carretero desde el puerto de la Veracruz � la capital del virreinato, pasaba por aquel lugar, y antes de hacer su solemne entrada tomaban descanso y recibian las primeras visitas en ese sitio, que tan poco distaba de la ciudad.

El general de la Orden, Fr. Francisco Gonzaga, en su obra "De Origine Seraphicae Religionis Franciscanae." Roma 1587, comienza la Parte IV precisamente con la vida del Sr. Zum�rraga, Toda la supo, menos que logr� la dicha de tener en su PALACIO y oratorio, antes de poder gozarlo por no ser obispo consagrado, una imagen de la Madre de Dios maravillosamente pintada; que le mand� construir, no un templo sino una bas�lica de adobes; que tenia familiares y mozos este humilde hijo suyo; pero para no desdecir de su Ser�fico fundador, llevaba las vestiduras pontificales (que no pod�a a�n usar) en la procesi�n, caminando descalzo en medio de ambos cabildos y el virey Mendoza y el obispo Fuenleal� como queda dicho.

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El P. Fr. Juan Bautista, que vivi� en M�jico, entre otras obras, public� en 1606 unos sermones en mexicano. No menciona la aparici�n en ninguno de ellos, ni a�n la palabra Guadalupe. Lo mismo se ve en las obras en castellano y mexicano del P. Fr. Alonso de Molina del siglo XVI.

Fr. Antonio Daza, en su "Chronica general de S. Francisco y su apost�lica Orden," Valladolid 1611, en la Quarta parte, Lib. II, caps. 44 � 47 inclusive, escribi� la vida del Sr. Zum�rraga, y ni una palabra de la famosa aparicion.

Este mismo autor di� � luz en esta Real Villa en 1621, el "Libro de la Pur�sima Concepci�n de la Madre de Dios." En el cap. VI, fol. 43 vuelto, dice: "y el santo frai Juan de Zum�rraga, prouincial desta Santa prouincia de la Concepci�n y primer arzobispo de M�xico, fue gran predicador de este mysterio [la Concepcion] y deuotismo d�l.� En buena l�gica no cabe que con esto quiera entenderse que era devoto de la Guadalupana, como erroneamente lo deduce el apologista Conde y Oquendo, N. 496, pues entonces lo serian los frailes que el Padre Daza cita antes y despu�s.

Fr. Arturo de Monasterio hizo menci�n del Sr. Zum�rrraga en su "Martyrologium Franciscanum," [Par�s, 1638, en fol, dia 14 de Junio], y en la nota b, que es bastante extensa, escribi� la biograf�a del mismo prelado. Refiere, entre otras cosas, su amor � los indios, los beneficios que les dispens� y su familiaridad con ellos; mas nada se encuentra all� de las supuestas apariciones de la Sma. Virgen, ni de su imagen de Guadalupe.

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En el tomo 6�, p�gs. 152 � 156 del "Leggendario Francescano," escrito por el P. Fr. Benito Mazzara y a�adido por el P. Fr. Pedro Antonio de Venecia, (12 tomos en 4�, impresos en Venecia en los a�os de 1721 y 1722) se puso en el dia 14 de Junio la vida del Sr. Zum�rraga. Tampoco se encuentra en ella la menor noticia de las dichas apariciones, ni se menciona la santa imagen, sin embargo de ser esta edici�n del Leggendario la tercera que se hacia.

Hubo otro franciscano, Fr. Mart�n del Castillo, que imprimi� en G�nova, 42 a�os despu�s de Sanchez, su "D�bora" y que habia residido en la entonces Nueva Espa�a mucho tiempo: fue guardian y provincial all�, por tanto no debia ignorar el cuento de la aparici�n; sin embargo, en la dicha obra, al mencionar � la Virgen de Guadalupe lo hace no como aparecida, y habla de los indios (con relaci�n � la Virgen), pero nada dice del gigante Juan Diego.

Ciertamente que es de mucho peso este silencio entre los franciscanos, que fueron los que mas trabajaron en la conversi�n de la ciudad de M�xico y sus contornos; pero igual lo hallamos en los escritores de las dem�s religiones.

Los dom�nicos. Ya queda dicho que hubo tres obispos de esta orden enteramente mudos en este asunto; veamos ahora los sacerdotes.

Hemos citado al P. Fr. Agust�n D�vila Padilla, mejicano, que en su Cr�nica no habla para nada del portento de Guadalupe.

Fr. Diego Duran, tambi�n mejicano, en su "Historia de las Indias de Nueva Espa�a" que escribi� en el siglo XVI, pero que no se imprimi� hasta 1867 el tomo primero y en 1880 el segundo en M�jico, no hace menci�n del milagroso origen de la Guadalupana.

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En las copiosas l�minas que acompa�an al texto, se puede ver que las tilmas de los indios no les llegaban � estos mas que hasta las corvas, lo que justifica la apreciaci�n que en nuestra Advertencia hicimos y despu�s hemos repetido al llamar gigante � Juan Diego. �C�mo pudo retratarse una imagen de seis palmos y un jeme (medida que da el P. Florencia, cap. XXIV) en una tilma que no tendr�a � lo sumo sino vara y media? El dom�nico Oyanguren confirma esto en las informaciones de 1666: "� la quarta pregunta dixo que la tilma en que qued� la milagrosa Imagen� era� seg�n las dichas tradiciones y noticias EL CAPOTE � ferreruelo de que usaba el dicho Juan Diego indio, y con que se cubria todo el cuerpo HASTA LA RODILLA, traxe de TODOS los dem�s indios, que ha �vido, y hay en esta Nueva Espa�a." Aun tenemos otro fundamento, pero io expondremos al hablar de Tezozomoc.

El P. Fr. Juan de la Anunciaci�n, escribi� � imprimi� en M�jico el a�o de 1577 su Sermonario mexicano y catecismo castellano y mexicano. Omite en ambos la aparici�n, lo mismo que en su "Doctrina christiana" publicada dos a�os antes.

El P. Fr. Mart�n de Leon public� en 1611 su "Camino del cielo." Solamente habla de Guadalupe en la p�g. 96 diciendo: "en el CERRO donde est� Nuestra Se�ora de Guadalupe, adorauan vn Idolo de una diosa q. llamauan Tonantzin, q. es nuestra madre, y este mismo nombre dan � Nra. Se�ora, y ellos siempre dizen q. van � Tonantzin, � q. hazen fiesta � Tonantzin, y muchos dellos lo entienden por lo antiguo y no por lo moderno de agora, q. es como dixe de la de Tlaxcallan Iglesia de Santa Ana por vna diosa que llamauan Tocitzin, nuestra ag�ela."

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Lo referido, dice este autor que es la 3� disimulaci�n que el demonio les ofreci� � estos indios, para poder disimular con algunas idolatr�as � vista de los Espa�oles y ministros para huyr de ser conoscidos. Al leer esto, ocurre luego que con razon declamaba tan en�rgicamente el P. Provincial Bustamante contra la nueva devoci�n de la ermita, y que esto mismo dijo el P. Sahag�n.

Tambien hubo un Predicador General entre los dom�nicos que pudo y debi� escribir esa aparici�n. Fr. Alonso Fernandez, public� en Toledo el a�o de 1611 su "Historia eclesi�stica de nuestros tiempos que es compendio de los excelentes frutos que en ellos, el estado eclesi�stico y sagradas religiones han hecho y hacen en la conversi�n de id�latras y reducci�n de herejes." Largamente se ocupa de Nueva Espa�a y del Sr. Zum�rraga; pero las maravillas del ayate no llegaron � su noticia, pues no las refiere.

Fr. Antonio de Remesal, gallego, en su "Historia general de las Indias occidentales y particular de la gobernaci�n de Chiapa y Guatemala," impresa en �sta en 1619, se ocupa del Sr. Zum�rraga y de todo, menos de la aparici�n.

Los agustinos. Fr. Juan de Grijalva, nacido en Nueva Espa�a, en la Cr�nica de su Provincia, impresa en M�jico, 1624, � pesar de que en la Edad 2� cap. XV, foja 85 frente, columna 2� habla de Virgenes aparecidas, aun de nuestra Guadalupana de Extremadura, ni la mas leve indicaci�n hace de la suya que la tenia � tan corta distancia: en ocasi�n tan favorable, call�, como todos los que van referidos, ese ruidoso asunto. En la Edad 1�, cap. VI, foja 11 frente, col. 1�, se lee: "Llegaron (los agustinos), como digo, � M�xico � siete de Junio a�o de 33� "

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En la misma Edad 1�, cap. VII, foja 11 frente, col. 2�, escribi� as�: "�pusieron en pl�tica de que fundassen (los agustinos) convento en M�xico, y los que mas lo desseavan eran los se�ores Presidente y Oydores: pero no se resolvian, por las cedulas que ya referimos, en que su Magestad prohibia que no fundasemos en M�xico, pareci�ndole � su Magestad que aviendo ya dos conventos en M�xico, que eran los de nuestro Padre santo Domingo y nuestro Padre S. Francisco (nada del de Tlatelolco), no podrian los vezinos sustentar otro tercero convento�" En el cap. XXIV de la misma Edad 1�, hablando de los milagros obrados con intervenci�n de los agustinos, refiere, entre otros, que llev�ndose un rio al P. Fr. Nicol�s de Vite, se le apareci� en la orilla nuestra Se�ora y d�ndole la mano le sac� del peligro. Podria alegarse que si no refiere Grijalva las apariciones guadalupanas es porque en ellas no intervinieron los agustinos, pues que, segun queda dicho, no llegaron estos � M�xico sino hasta 1533; mas hay que advertir que al fin del mismo cap�tulo se expresa as�: "lea el curioso los milagros que nuestro Se�or obr� con nuestros conquistadores: las vezes que tuvieron en su ayuda al Apostol Sanctiago; y quando tuvieron � la mesma Virgen, que con pu�os de tierra cegava � los Indios en ocasion que llevavan ganada la victoria contra los Espa�oles. Pues esto bastante era para autorizar � los nuestros y para convencer � los Indios en la materia de Religi�n. Lea tambien las historias de nuestro P. S. Francisco y las de nuestro Padre S. Domingo, y las hallar� llenas de milagros que nuestro Se�or obr� por medio de aquellos varones Apost�licos en la conversion de los Indios."

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He aqu� otra oportunidad para referir el presunto prodigio del Tepeyac, supuesto que, segun los aparicionistas, ese prodigio influy� de la manera mas eficaz en la conversion de los indios. Pero ignoran aquellos, entre otras cosas, lo que el Ven. Fr. Pedro de Gante escribia � los religiosos franciscanos de Flandes en 27 de Junio de 1529, � saber: que �l y el religioso que le acompa�aba habian bautizado ya (sin aparici�n) en la provincia de M�xico, mas de doscientos mil indios.

Fr. Juan de Mijangos public� en M�jico, 1624, un Sermonario, Dominical y Santoral en lengua mexicana. Ni un sermon, ni palabra de la aparecida en el Tepeyac.

En las mencionadas Cartas de Indias, hay las de Fr. Alonso de la Veracruz (�ste tambi�n public� en el siglo XVI algunas obras en M�jico y ni siquiera menciona � la Guadalupana, ni le dedic� alguna de ellas) y de otros religiosos agustinos, pero en vano se buscar� una referencia � Guadalupe; �se pusieron de acuerdo con los obispos, los virreyes, los franciscanos, y los dom�nicos para no dar alguna luz en esta materia?

Un c�lebre cartujo, Fr. Estevan de Salazar, que antes fue agustino y estuvo, segun Beristain, m�s de 15 a�os en la N. Espa�a, public� en Granada 1577, "Veynte discursos sobre el Credo." Trata de la predicecion del evangelio en la Nueva Espa�a; refiere varios sucesos, pero el principal�simo, como es dejar la madre de Dios su efigie en la manta de un indio, suceso acaecido hac�a 64 a�os, no lo supo�

Fr. Juan de Cepeda, tambi�n de esta orden, predic� el 8 de Setiembre de 1622 en la ermita de Guadalupe un serm�n que se public� en M�jico, siendo uno de los censores Fr. Juan de Ledesma. En la dedicatoria dice: "prediqu� en la festividad del Nacimiento de la sacrat�sima Virgen, VOCACI�N (1) de la ermita de Guadalupe.

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(1) V�ase m�s adelante la Acta del Cabildo eclesi�stico de M�jico, que confirma la vocaci�n de la ermita.

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Que si bien es verdad he predicado en la dicha casa en esta fiesta diez a�os succesivos, ning�n escrito de los otros sermones he guardado, ni los prediqu� con tanto gusto como este, y es q. en �l tiene la mira en V. P." (el Provincial Fr. Agustin de Ardin) "como de quien es tan deuoto desta santa festividad." Ni una palabra acerca de la Aparecida se encuentra en todo el serm�n, ni del el�stico ayate, ni de las rosas, ni de la procesi�n, ni la mas m�nima palabra del origen maravilloso de la pintura.

Fr. Luis de Cisneros, mejicano y de la orden de N. S. de la Merced, en su Historia de la Virgen Mar�a de los Remedios, impresa en M�jico el a�o de 1621, habla ciertamente de N. S. de Guadalupe, pero no como aparecida: (sino que Dios para manifestar lo grato que le es el culto de las im�genes, obra por su medio singulares favores � milagros), diciendo que es una imagen que se venera CASI desde que se gan� la tierra. Esa casi no puede referirse � 1531, es decir, doce a�os despues de conquistada: tal vez se refiere � 1524, que fue el a�o en que llegaron los 12 franciscos � la Nueva Espa�a y, como queda dicho, pusieron una imagen en sustituci�n al �dolo de la madre de los dioses.

Tambien hubo mudos entre los doctos jesuitas. El P. Cavo, mejicano, en sus "Tres siglos de M�xico," impresos en M�jico 1� edici�n en 1836 y 2� en 1852, � pesar de haber escrito � fines del siglo pasado, tratando de los acontecimientos del a�o de 1521 no menciona la aparici�n Guadalupana.

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Otro hermano suyo, el P. Alegre, en su "Historia de la Compa�ia de Jes�s en Nueva Espa�a," M�jico 1841, aunque no es autor del siglo XVI habla por lo com�n con cierta reserva de la Guadalupana del Tepeyac.

El P. Acosta, que estuvo en la N. Espa�a, escribi� y public� en Salamanca, 1589, su libro "De promulgatione Evangelii apud barbaros, sive de procuranda indorum salute." No tuvo la feliz ocurrencia de decir que desde la aparicion habian cesado las idolatr�as y la extensi�n del reino de Cristo se habia dilatado.

Es cierto que el P. Juan de Alloza dio � luz en 1654 [no en 1564 como cuenta Oquendo, y se confirma nuestra fecha en la Biblioteca Nova de Nicol�s Antonio] su "Cielo estrellado," y en el Lib. IV, cap. I, n. 18 habla de la aparici�n; pero, como se ve, fue posterior � Miguel Sanchez � quien aventaj� en mentiras. En efecto:

la 1� es que la Virgen le habl� al indio en un CAMPO � 625 varas al norte de la ciudad.

" 2� que el indio hablase al ARZOBISPO (ni aun obispo consagrado era en 1531).

" 3� que este juzg� al indio por EBRIO. Mas bien lo habr�a juzgado por brujo y lo hubiera perseguido y encarcelado.

la 4� que "la Virgen se inclin� azia el suelo y cogi� unas flores en tiempo que en aquel CAMPO no las auia." (como si la latitud de M�jico estuviera cerca de los polos.)

" 5� que el indio ech� las flores (seg�n el citado Oyanguren en las Informaciones de 1666, eran en mucha cantidad rosas, lirios, azucenas y otras) sobre una mesa, y que entonces se convirtieron en una hermos�sima imagen que qued� estampada en la MANTA (otros fabulistas guadalupanos cuentan que cayeron en el suelo.

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Que sea hermos�sima la imagen es una hip�rbole, siendo su principal defecto el color cenizo, sus manos defectuosas, las luces encontradas, el t�rmino de la t�nica, que debiendo ser redonda acaba en punta, no estar sobre la luna, y ser �sta de color negro).

la 6� que la vener� arrodillado con SUS CRIADOS (como si un humilde fraile, sin tener aun la consagraci�n, y tan pobre los tuviera).

" 7� que mand� LUEGO labrar UNA MUY HERMOSA IGLESIA (1.� ermita de adobes, 2.� iglesia construida en 1566, 3.� cambiada � otro sitio en 1600 y hasta 1709 la actual muy hermosa).

" 8� que esa iglesia se fabric� EN AQUEL LUGAR QUE SE�AL� la Virgen.Si hemos dedar f� � Sanchez y continuadores, en la 1� aparici�n la Virgen se�al� dos veces que quer�a el templo en el CERRO, con estas palabras: "�mi voluntad es, que en este sitio se me edifique un templo"� "Ve al Obispo y en nombre mio le dir�s que es voluntad mia que me edifique un templo en este puesto."

Si tan expresa es la indicaci�n del lugar para el templo; �c�mo los can�nigos de M�jico se atrevieron (?) � dejar su ubicaci�n al arbitrio del Dean, del Dr. Rivera y del arquitecto, no haciendo menci�n del terminante precepto de la aparecida? En efecto la siguiente acta asi lo reza:

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"Martes veynte y nueve de agto. de mill y seiscientos a�os, los ss. doctor don luis de robles de�n, licendo. don melchor gomez de soria chantre, doctor don joan de salamanca thesor., bllr. alonso lopez de cardenas, bllr. alo. de ecija, doctor don germo. de carcamo, doctor dionisio de ribera flores, franco. de paz, franco. de covarrubias, doctor alo. de villanueva alarcon, canonigos; pedro de pe�as, joan de aberruca, bllr. joan hernandez, bllr. bartolome franco, licendo. franco. de los rios, bllr. pedro osorio, anto. de yllana, anto. ortiz de zu�iga, bllr. sebastian perez de ribera, racioneros de entera y media racion, estando juntos y congregados en su cabildo conforme � la erection desta santa yglesia aviendo sido llamados de ante diem y aviendo tratado de mudar la yglesia de ntra. Sa. de guadalupe del sitio donde ahora est� llegandola � la calzada y camino real se bolvio � tratar sobre ello y aviendo conferido lo que se debria hazer, quedo acordado que en la parte y lugar DONDE los ss. de�n y doctor Rivera y alo. arias maestro de obras DETERMINAREN se empezase � hazer conforme al modelo y pinturas que para la dicha obra se hicieron, se ponga en exon (ejecuci�n) y que el domingo que se contaran diez del mes de septiembre se haga la fiesta de la natividad de nra. Sa. en la dha . hermita POR SER SU ADVOCACION y que este dia se ponga la primera piedra para dar principio � la reedificaci�n de la dha. cassa y para que benga � noticia de todo el pueblo christiano se mande pregonar con solenidad y se conbide al Sr. Visorey Conde de Monte Rey para q. autorice con su presencia esta ceremonia. Y porque aviendole dado quenta antes de aora della a asentido en ello y se entiende comera o almorzara de ma�ana en aquella hermita, como lo afirmo el Sr. dean,

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se ordeno y mando al cano. franco. de paz tome � su cargo el aderezar la sala y aposento donde a de asistir su Sa. d�ndole explendidamente de comer y gastando para este efecto con su Sa. y criados y demas caballeros que con el se hallaren todo lo que le pareciere sin tassa ni limitacion y lo mismo haga con los ss. que deste capitulo quisieren quedarse alla a comer y tambien � la capilla y ministriles porque no sera justo que aviendo trabajado buelvan tarde a comer � la ciudad� firm� el Sr. pres. como es costumbre.� El dean � Ante mi Luis de Toro, secretao." Al margen dice: "que se Redifique la hermita de nra. S. de Guadalupe."

En esta acta no se menciona al arzobispo; en efecto, no lo habia. D. Fr. Garc�a de Mendoza se consagr� en esta el 15 de Agosto de 1601, y en 6 de Agosto del siguiente a�o escribia el Dr. Cervantes Gobernador de aquella Arquidiocesis: "nro� Arzobispo � quien en tan breue estamos esperando." En Octubre de 1606 muri� sucedi�ndole dos a�os despu�s el Sr. Guerra, quien puso la primera piedra de esa 2� Iglesia que se fabric� en el sitio de que habla la acta citada. Son notables las l�minas conmemorativas, que refiere Cabrera. (Escudo de armas. M�xico 1746, n� 708), pues callan que la imagen sea aparecida.

12.� El mutismo sobre la aparici�n se observa tambi�n en los escritores del clero secular.

El cabildo eclesi�stico de M�xico, en sus actas, desde 1536 que se instal�, hasta 1600, no indica, ni aun levemente, la aparici�n. En la antes copiada, donde se debia haber hecho alguna referencia, no se trata para nada de respetar la voluntad de la Aparecida, lo cual confirma m�s y m�s que, lejos de ser una historia su aparicion, es una fabula.

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El P. Francisco Lopez Gomara, en su "Hispania Victrix," Zaragoza 1552, � sea "Historia general de las Indias con todo el descubrimiento y COSAS NOTABLES que han acaescido dende que se ganaron asta 1551;" sin embargo de ser capell�n, en 1540, de Hern�n Cort�s, no refiere la aparici�n guadalupana, por que la juzg� cosa com�n � porque no la hubo; que es � lo que inclina un desapasionado criterio.

El P. Fern�n Gonzalez de Eslava, poeta de la Nueva Espa�a � fines del siglo XVI, no dedic� una sola composici�n � la Virgen aparecida en la manta del indio; como puede verse en sus "Coloquios espirituales y sacramentales y canciones divinas." M�xico, 1610, y reimpresos all� en 1877.

En 1649 imprimi� en �sta el Maestro Gil Gonzalez D�vila, Cronista mayor de las Indias, su "Teatro Eclesi�stico." Al hablar de la Iglesia de M�jico refiere la vida de su primer obispo el Sr. Zum�rraga; ignor� la aparici�n pues no la menciona; � pesar de tratar tambi�n de las iglesias, conventos y ERMITAS, la de Tepeaquilla no la cita para nada, y por fin nos pinta al V. Obispo de diferente manera que lo hacen los fabulistas guadalupanos: pobre, humilde y accesible � todos.

El Dr. D. Jacinto de la Serna, natural de M�xico, Rector del colegio de Todos Santos y de la Universidad, Cura m�s antiguo del Sagrario, Visitador general de los SS. Arzobispos Manso y Ma�ozca, y que muri� el 17 de Abril de 1661, en su "Manual de Ministros de indios para el conocimiento de sus idolatras y extirpaci�n de ellas,"

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Ms. precioso que conocimos y registramos en la casa de un amigo que lo posee en Paris; � pesar de haber consultado su obra, seg�n se lee, con el Br. Luis Becerra Tanco, y que la dedic� al Ilmo. Zagade Bugueiro que gobern� el arzobispado de M�jico de 1655 � 1663, omiti� hablar de la Aparici�n teniendo oportunidad de hacerlo cuando dice en el cap. VII: " En el cerro de Guadalupe, donde oy es el c�lebre Santuario de la Virgen Sma. de Guadalupe, tenian estos (indios) un �dolo de una diosa llamada IlamateuhtliCozcamiauh, � por otro nombre y el mas ordinario Tonan � quien celebraban fiesta el mes llamado Tititl 17� de un Kalendario y 16� de otro; y quando van � la fiesta de Totlazo-nantzin la intenci�n es dirigida, en los maliciosos, � su diosa y no � la Virgen Sma. � entreambas intenciones, pensando que una y otra se pueden hazer."

Lo mismo que un siglo antes habia dicho el P . Sahag�n, y despu�s el P. Leon.

13.� Si de los escritores regulares y de los cl�rigos pasamos � buscar alg�n vestigio entre los seculares, no hallamos ninguno de la pretendida aparici�n � los indios Juan Diego y Bernardino, como tampoco al Sr. Zum�rraga.

En las actas del cabildo de la ciudad de M�jico, que all� se imprimieron en 1871, aunque incompletas las que tenemos pues solo abrazan los a�os de 1524 � 1542, podia hacerse alguna menci�n, en particular en las de Diciembre de 1531 y siguientes, supuesto que al decir de los apologistas, asisti� dicho cabildo � la so�ada procesi�n de la imagen desde la ciudad � la ermita, y se nota en ellas un silencio absoluto.

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Diego Mu�oz Camargo, mejicano, escribi� en 1576, "Fragmentos de historia de Nueva Espa�a" que poseemos en nuestra Biblioteca de la Academia de la Historia. A pesar de hablar de la Virgen de los Remedios, ni una palabra dice de la de Guadalupe, teniendo buena oportunidad al tratar del primer obispo de M�jico; y es de notar que mas bien del de Huaxacac diga "le llamaban boca de oro por ser devot�ssimo de la Madre de Dios."

Bernal Diaz del Castillo, espa�ol, que escribi� en 1568 su "Historia verdadera de la Conquista de la Nueva Espa�a," impresa por primera vez en �sta 1632, en el cap. 209 p�g. 250 dice: "y la santa casa de Nuestra Se�ora de Guadalupe, que est� en lo de Tepeaquilla, donde solia estar asentado el real de Gonzalo de Sandoval quando ganamos � M�xico; y miren LOS SANTOS MILAGROS que ha hecho y haze de cada dia, y demosle muchas gracias � Dios, y � su bendita Madre Nuestra Se�ora por ello, que nos di� gracia y ayuda, que ganassemos estas tierras, donde ay tanta Christiandad." Brillante oportunidad para decir algo que nos indicase la aparici�n, pues de las palabras citadas, en rigorosa l�gica, lo �nico que se deduce es que la Virgen de Guadalupe hacia milagros en su santa casa, y esto mismo lo sabemos por nuestras informaciones de 1556; en fin, que tenia culto desde el siglo XVI, lo cual nunca se ha dudado.

Ya hemos citado en la nota de la p�g. 46 � Suarez de Peralta, que escribi� en 1589. En el cap. 41, p�g. 270, dice: " Lleg� el Virrey (Enriquez) � Nuestra Se�ora de Huadalupe de M�xico. A cada pueblo que llegaba le hazian munchos recibimientos, como se suele hacer � todos los virreyes que � la tierra vienen, y asi lleg� � Nuestra Se�ora de Huadalupe,

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ques una ym�gen devotis�ma, quest� de M�xico como dos lehuechuelas, la qual a hechomunchos milagros (apareci�se entre unos riscos, y � esta devoci�n acude toda la tierra)." Esta aparici�n no es la del ayate, pero suponiendo, gratuitamente, fuese la que se cuenta, �merecer� este �nico escritor, m�s cr�dito que el mencionado Enriquez interrogado de oficio por el mismo Rey, y que todos los dem�s escritores referidos y aun los que faltan?

En la "Cr�nica Mexicana" escrita en 1598 por D. Hernando de Alvarado Tezozomoc, mejicano, que se halla en el tomo IX de la colecci�n de Kingsborough, nada se dice del prodigio guadalupano, y s� en la p�g. 58 se confirma lo que ya hemos dicho, sobre que Juan Diego, si existi�, fu� un notable gigante, con estas palabras: " los mazehuales bajos (como el susodicho) habian de traer las mantas CORTAS, llanas, de algodon basto, � de nequen, etc." As�, debi� ser la suya y la estatura del indio gigantesca, para que en su tilma � manta corta cupiese la imagen pintada, que mide� seis palmos y un geme.

En los caps. 29, 60 y 79 habla de N. Sra. de Guadalupe como lo hace el P. Torquemada, sin referir que fuese maravillosa pintura; y en el 106 escribe lo mismo que decia Sahag�n de la Cihua-coatl, es decir que se aparec�a: "de improviso la ver�n aqu�, luego la ver�n en Xochimilco, � en Tacuba, � Chalco� tan nombrada en el mundo, que cuando ha de suceder algo, lo interpreta ella primero, aun mucho antes de que suceda." Luego si hubo aparici�n en 1531 no fu� de la Madre de Dios, sino de esta diosa llamada tambi�n Tonantzin.

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Juan Diez de la Calle, imprimi� en esta, 1646, " Memorial y noticias sacras y reales del imperio de las indias occidentales." En el cap. II se ocupa profusamente de la Nueva Espa�a; al tratar del Sr. Zum�rraga (fol. 45 vuelto) nada dice de la so�ada aparici�n de la Virgen en un ayate, ni en ning�n otro lugar hace la m�s leve referencia � la f�bula, que aun se ignoraba, puesto que hasta 1648 la di� � luz el Br. Miguel Sanchez.

Antonio de Herrera, cronista real, espa�ol, en sus D�cadas impresas en esta el a�o de 1730, en la IV, Lib. IX, cap. XIV, habla extensamente de lo que sucedi� � hizo el Presidente de la 2� Audiencia, D. Sebastian Ramirez de Fuenleal, en la Nuera Espa�a durante su gobierno, y no dedica una palabra, como tampoco en toda su obra, � la ermita, � la aparicion, ni � Juan Diego, indio afortunad�simo (?) por haber tenido esos almibarados coloquios con la Madre de Dios, que todos sabian, menos los escritores contempor�neos.

14.� Los escritores indios siguieron en el mutismo como los espa�oles y criollos, respecto � la so�ada aparici�n de 1531.

Mister Daniel Brinton ha publicado en Filadelfia (E. U.), 1887, las poesias de los antiguos mexicanos. All� est�n los Cantares del famoso Francisco Pl�cido, de que hacen tanta alharaca los apologistas com� una prueba de la aparici�n. Este editor protestante �se puso de acuerdo con todos los escritores cat�licos de que hemos hecho referencia en este III Aditamento, para suprimir el celeb�rrimo (?) himno que dizque se cant� en la traslaci�n de la imagen � la ermita, � el vate vate azteca la dej� en el tintero?

Monsieur Aubin public� en Par�s unos Anales mexicanos, de que hicimos menci�n en la p�g. 31. Llegando al a�o de 1531, ni una palabra, ning�n gerogl�co de la aparici�n.

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En los c�dices Telleriano Remense, 4� parte (l�ms. 29, 30 y 34) y Vaticano, (lams. 140, 141 y 146) incluidos en los tomos I y II de la colecci�n de Lord Kingsborough, se ven descritas la ida � Espa�a y muerte del obispo Zum�rraga, el eclipse del a�o de 1531, la peste del cocoliztle en 1545; pero las f�bulas de la procesi�n de los p�rvulos de Tlatelulco � la ermita, y la aparici�n, que no hizo ruido sino hasta despues de siglo y medio, no se refieren tampoco.

Ya hemos hecho menci�n de los Anales de M�jico y sus contornos, donde se dice que en 1556 "hualmotemohui in cihuapilli Tepeyacac, cuando baj� la Virgen � Tepeyac. Nada de aparici�n y menos en 1531.

Boturini, en su Cat�logo del Museo Indiano que est� al fin de la "Idea de una nueva historia general de la Am�rica Septentrional," impresa en �sta 1746, � XXXV n. 2 habla de "un ms. en lengua nahuatl. Trata de muchas cosas pertenecientes al imperio mexicano, y en unos pocos renglones, con estilo conciso, refiere el haberse aparecido la Santissima Se�ora en el cerro de Tepeyecac (sic). No puso el autor della, correctos los n�meros ar�bigos del a�o en que sucedi� la aparici�n," pero la historia es antigua,�� fidedigna."

Este Ms. no se ha perdido: su autor es el indio Juan Bautista del barrio de Tlatelolco. Comienza "X (Tecpatl) yquac maxitico obpo. do. frai juo." es decir: 1528 cuando lleg� � venir el obispo don frai juan--(Zumarraga.) "XIII acatl ypan azico presidete." 1531 lleg� el presidente (Fuenleal), y termina en 1582.

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Lo hemos consulado en nuestra Biblioteca de la Real Academia de la Historia, donde est�n varios de los documentos que pertenecieron al dicho caballero milan�s. En �l se habla de la aparici�n, pero no de la de la f�bula de Sanchez, sino de la que se refiere en los Anales antes citados, en concordancia con estas informaciones y con la carta del Virrey Enriquez, pues esa bajada � manifestaci�n puede muy bien ser la curacion del ganadero (Juan Diego) y el milagro de que habla el P. Bustamante reclamando los 100 azotes para el primero que lo divulg�. Con n�meros ar�bigos bien correctos, dice: "In ipan xihuitl 1550 a�os, iquac monextitzino in Sancta Maria de Quatalupe, in ompa Tepeyacac." En el a�o de 1555, cuando se manifest� santa Mar�a de Guadalupe all� en Tepeyacac.

En �l mismo se refiere que el 15 de Setiembre de 1566 asisti� el Arzobispo Montufar � una procesi�n en Tepeyacac.

Bartolache, en su "Manifiesto satisfactorio," M�xico, 1790, p�gs. 11 � 13 de la 2� foliatura, habla de un a�alejo ms. que en su tiempo existia en la biblioteca de la Universidad de M�jico y en �l constaba � fojas siete que en 1531 "Juan Diego manifest� � la amada Se�ora de Guadalupe de M�xico," y � fojas nueve que en 1548 "muri� Juan Diego � quien se apareci� la amada Se�ora Guadalupe." A este a�alejo llaman, de los sabios de Tlaxcala, Ixtlamatque Tlaxcala; su compilador es Marcelo de Salazar; y como refiere sucesos desde 1454 � 1737 (p�g. 37 de la 1� foliatura), es evidente que dicho autor floreci� en el siglo pasado.

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Esto nos lo certifica adem�s nuestro corresponsal el Sr. Agreda, que posee ese a�alejo, y nos dice que por el estilo y aun la letra, no es del siglo XVI sino del pasado lo que ya referido queda.

Pues si la letra es posterior � la f�bula de Sanchez y sus continuadores, �no puede suponerse que de ellos se tomasen las fechas de la aparici�n y de la muerte de Juan Diego? Que los indios acostumbraban leer los libros que se escrib�an en espa�ol y de all� extractar ciertos hechos para sus anales y aun copiarlos por completo, no puede negarse recordando tan solamente que Chimalpain copi� el Gomara, (1) y otro indio de Tlaxcala tradujo el Torquemada al mejicano en la parte relativa � esa rep�blica (2). Muchas de la noticias que trae ese a�alejo de los sabios de Tlaxcala pueden referirse al Teatro Mejicano de Betancur; as� es que el gran ruido que han hecho los apologistas con el a�alejo es infundado, no asi si presentaran anales primitivos, con letra coetanea comprobando su cuento.

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(1) V�ase la "Historia de las conquistas de Hernando Cort�s escrita en espa�ol por Francisco Lopez de Gomara, traducida al Mexicano, por D. Juan Bautista de San Ant�n Mu��n Chimalpain Quauhtlehuanitzin;" M�xico 1826, editada por D. Carlos M. Bustamante, en el pr�logo, p�g, III y IV.

(2) As� lo dice D. Vicente de la Bosa Saldivar, en el juicio que form� sobre los papeles de Boturini al presentarlos al rey, y se halla en el tomo 1.� de la colecci�n de Memorias de Nueva Espa�a que perteneci� � D. Juan B. Mu�oz y ahora � la Biblioteca de la Real Academia de la Historia.

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En el tomo I de la "Coleccion de Memorias de Nueva Espa�a," ya citado en la nota precedente, entre las 18 piezas que" comprende, est�n los c�lebres testamentos de que tanto blasonan los apologistas guadalupanos.

El de D.Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin, otorgado en 1563, dice: "Mando que si Dios me llevare de esta vida, luego se lleven quatro pesos de limosna � Nuestra Se�ora de Guadalupe, para que me los diga de misas el sacerdote que reside en la dicha iglesia." Esta cl�usula no prueba, como es evidente, la aparici�n, sino que en ese a�o ya existia la imagen y tenia culto; si hubiera sido milagrosa, hubiera a�adido el otorgante alguna palabra que lo indicara: m�s bien es �sta nueva prueba de que no hubo tal aparici�n.

El de Sebasti�n Tomel�n, de 1572, en una cl�usula dice: "Mando � Nuestra Se�ora de Guadalupe de la ciudad de M�xico (�seria la de la iglesia de Sto. Domingo?) diez pesos de oro com�n los quales se paguen de mis bienes." Tampoco prueba la aparici�n.

Existen otros testamentos, seg�n los apologistas. De una parienta de Juan Diego (Boturini), de Juana Mart�n (Lorenzana), de Gregoria Maria (Alcocer y D. Patricio L�pez), de Gregoria Morales (Uribe): todos se reducen � uno solo.

El de Boturini y Lorenzana es el mismo, puesto que las palabras que se citan de uno y otro son iguales. D. Patricio L�pez dice que esa parienta era Gregoria Maria; entonces es el mismo de Alcocer, y el de Gregoria Morales, que cuenta Uribe fue otorgado en 1559, es igual � los anteriores pues tienen la misma fecha.

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Ese a�o de 1559, dice Lorenzana, est� enmendado y aparece 159 con n�meros �rabes mas grandes que la letra, por eso no lo public�. Mas �qu� prueba ese supuesto testamento ? Seg�n Boturini, que se apareci� la Virgen en s�bado, traduciendo as� � sapa, �y solo en 1531 hubo ese s�bado? Que se avis� al sacerdote de Guadalupe; pero en 1531, seg�n los apologistas, no habia all� ninguno, pues cuentan que � consecuencia de la pretendida aparici�n se erigi� la ermita, y hasta despues lo habr�a. Lorenzana dice que Juan Diego, seg�n ese llamado testamento, estaba casado con Malintzin � Maria, nada de Lucia, luego no es el de la aparici�n quim�rica de 1531; que Juan Diego se cri� en S. Jos� Mill�n, tampoco es el de la f�bula, pues cuentan los autores guadalupanos que era de Cuautitl�n, y seg�n Betancur (p�g. 61,4� parte del Teatro Mexicano, M�xico 1697) no habia barrio en dicho Cuautitl�n con ese nombre, poniendo �stos: Nepantla, Nacapan, Tlacuilocan y Zacualcan,

Publiquen los apologistas ese � esos testamentos y entonces veremos si se prueba � no la f�bula; por las noticias que de �l nos dan vemos lo contrario, y si as� no fuera, buenos son ellos para no haberlo publicado y saciarnos con mil y mil reimpresiones; de modo que sus escusas en darlo � luz prueban m�s y m�s que no les favorece.

15.� En fin, en vano hemos buscado alguna referencia � la aparici�n en la "Historia general de M�jico." Barcelona 1877 � 1882 por nuestro malogrado paisano D. Niceto Zamacoiz, que residi� mucho tiempo en aquella naci�n; y en el "M�xico � trav�s de los siglos," obra editada tambi�n en Barcelona y que toca � su t�rmino. Lo mismo que en otro historiador, tan respetable como concienzudo, el mejicano D. Lucas Alam�n.

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Con alta diplomacia alude � la aparici�n, salvando su juicio ante el p�blico, pero bien se deja traslucir que no creia en ella, por estas palabras de su 7� Disertaci�n, p�g. 195 (II Tomo, M�xico, 1844.) "He creido tambi�n deber abstenerme de hablar de todas aquellas tradiciones piadosas (n�tese que habla en plural) que han sido objeto de disputas empe�adas entre los escritores, y que deben ser mas bien materia de respeto (no de creencia) que de discusi�n." Igualmente hemos hojeado el "Di�logo sobre la Historia de la Pintura en M�xico," impreso all� en 1872, obra de un jurisconsulto tan sabio como ortodoxo, el Lic. D. Bernardo Couto, Magnifica oportunidad tuvo en su op�sculo para hacer alguna alusi�n sobre esa maravillosa pintura, asi calificada por otro Miguel, pero no Sanchez sino Cabrera. Su silencio en este punto es altamente significativo. Incurren en igual reserva vates tan sublimes como cristianos, mejicanos como los dos anteriores: el Lic. D. Alejandro Arango y Escand�n, D. Jos� Joaquin Pesado y D. Sebasti�n Segura, cuyos elevados cantos nos han recreado, pero quienes siguieron las huellas de otro celeb�rrimo, D. Bernardo Balbuena en su "Grandeza Mejicana."

El Lic. D. Ignacio Manuel Altamirano, mejicano, en su obra "Paisajes y Leyendas, tradiciones y costumbres de M�xico,"impresa all� 1884, hablando del inmortal autor de la vida del Sr. Zum�rraga, p�g. 317, dice: "Ademas el Sr. Garc�a Icazbalceta que histori� escrupulosamente y c�n la mayor erudici�n la vida y hechos del obispo Zumarraga, registrando cuantos documentos antiguos hac�an al caso, no dice en su autorizado libro una sola palabra acerca de la aparici�n de la Virgen de Guadalupe de M�xico, y aunque tal silencio constituye solo un argumento negativo,

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�l es digno de la mayor atenci�n trat�ndose de un escritor tan escrupuloso como el Sr. Garc�a Icazbalceta, de un libro tan minucioso y FUNDADO como el suyo, y de una tradici�n interesante como la de la Virgen de Guadalupe en que aparece mezclado de una manera principal el obispo Zum�rraga."

Ante esos escritores modernos de tal magnitud, si hay otros que han malgastado su tinta en reproducir la misma f�bula, deben ser desechados como mucho muy inferiores.

CONCLUSI�N

El silencio de tantos autores espa�oles y mejicanos, que en nuestra naci�n y en otras han publicado sus obras, los mas antes y algunos otros despues que D. Miguel Sanchez editara su f�bula; es absoluto. �Cabe en buena cr�tica suponer que durante m�s de un siglo, personas tan respetables, en su generalidad de igual ortodoxia, aunque separadas por el tiempo y lugar, se pusieran de acuerdo para ocultar un acontecimiento no solo honroso para la Religi�n sino para nuestra Espa�a antigua y nueva? �Quieren los apologistas que se exhiban todos los documentos de tan largo periodo para convencer que es universal el silencio? No, esto es imposible, pues entonces jam�s historia alguna se escribir�a, aguardando todos esos documentos que pudiera haber y encontrarse.

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Los citados prueban bastante lo que contendr�an los que tal vez pudieran aparecer. Cuando en 1794 ley� nuestro gran valenciano D. Juan B. Mu�oz, ante la Real Academia de la Historia, su disertaci�n sobre la falsedad de la aparici�n de la Virgen de Guadalupe de M�jico, (tan d�bilmente rebatida por los mejicanos Gomez Mar�n, 1819; Guridi y Alcocer, 1820, y Tornel 1849) la apoyaba particularmente en este completo silencio de los autores anteriores � Sanchez. Ha trascurrido un siglo, han aparecido much�simos documentos que �l ignor�, insertos unos en la "Coleccion de Documentos in�ditos del Archivo de Indias," en 42 vol�menes; otros en las "Cartas de Indias," y los c�dices de que hemos hablado, pero sobre todo las informaciones tan cautelosamente guardadas que hoy publicamos, y en ninguno de �stos se refiere tampoco la so�ada aparici�n de 1531, antes bien confirman m�s y m�s el grave peso de su argumento negativo.

El P. Papebroquio, S. J. que fu� uno de los Bolandistas � continuadores de la obra ''Acta Sanctorum," con cuanta razon escribia: "Silentium in historia probat, et quandoque demonstrat; ut quando historici OMNES silent." En historia el silencio es una prueba, � veces demonstracion, como cuando TODOS los historiadores callan.

Seria un absurdo pretender ahora que los autores citados adivinaran que en 1648 se urdiria una f�bula, para que advirtieran no se creyera como historia.

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NOTAS

� ESTA SEGUNDA EDICI�N

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Desde el a�o de 1648 ha habido siempre en M�xico antiaparicionistas ortodoxos

� P�G. XII �

El editor espa�ol no cita las palabras textuales de Becerra Tanco y de Florencia que acreditan la oposicion que en M�xico se ha hecho por personas de buen criterio � las aseveraciones de sugetos preocupados y apasionados en favor de un acontecimiento que han aceptado, aun sin pruebas, por creer que de este modo enaltecian � su pais. Naci� la oposicion � raiz de los sucesos en que intervinieron Miguel Sanchez, Luis Becerra Tanco, y el P. Francisco de Florencia.

Becerra Tanco, tratando de los antiaparicionistas, se expresa de este modo en el lugar citado: "Las que han parecido imperfecciones en la imagen santa � los poco afectos � las cosas de este reyno son � mi ver las que prueban con certidumbre physica el aver sido supintura milagrosa."

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Sigue discurriendo de un modo arbitrario y aun rid�culo acerca del modo en que pudo figurarse la imagen santa. Tan extravagante ha debido parecer el cap�tulo � los aparicionistas, que lo han suprimido en las �ltimas ediciones mexicanas de 1780 y de 1883. En esas mismas ediciones han omitido tambi�n el cap�tulo siguiente intitulado: Advertencia acerca del dia en que debe celebrarse la apparicion de la Virgen Santissima; y con razon lo han pasado por alto, como que all� se prueba con buenos fundamentos que el suceso no debe corresponder al 12 sino al 22 de Diciembre de 1531; es decir, al primer dia del a�o astron�mico de los mexicanos, que era el primer dia del Tlalpilli ce Tecpatl, y, por una coincidencia singular, correspondia igualmente en la fecha citada con el primer dia del sigilo tolteca. Con raz�n el P. Sahagun, que tan versado era en la antig�edad, decia: "Parece esta invencion sat�nica para paliar la idolatr�a;" etc. Vease su Historia: Lib. XI, cap.���������� XII.

Las palabras del P. Florencia tambi�n son significativas. Las extracto de la obra del mismo P. que forma el tomo 2.� de la "Coleccion de obras y op�sculos pertenecientes � la aparicion de Nuestra Se�ora de Guadalupe de M�xico" (Madrid, 1785, dos tomos en 4�) All� en el n�mero 90 (p�g. 195), dice Florencia: "Porque, ya que el grande escritor de este reyno, Fr. Juan de Torquemada, no nos ha ayudado en esta historie, omitiendo su milagroso origen, tampoco nos desayude con ciertas palabras de ella, en que, al parecer de algunos, se opone � esta antigua, invariable y constante tradicion: me ha parecido ser punto de mi obligaci�n explicar lo que en ellas quiere decir;" etc.

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Vuelve � tocar el asunto en el n�mero 97 (p�g. 207) diciendo: "Sientan los poco cr�dulos y menos confiados, que quisieran no tradicion constante, sino certidumbre evidente, lo que quisieren; callen los Castillos y Torquemadas lo que dejaron de decir, � por cautos � por omisos, que para m� pesa mas el testimonio de tantos milagros como ha hecho y cada dia hace Dios por la Santa Imagen de Guadalupe." Se nota en estos pasajes el empe�o de los aparicionistas en presentar como prueba del milagro lo que tienen que probar; esto es: que la llamada tradici�n sea antigua, invariable y constante.

Fr. Juan Jos� de la Cruz y Moya, cronista dominicano de la Provincia de M�xico, en la "Historia de la Santa y Apost�lica Provincia de Santiago de Predicadores," que escribi� � mediados del siglo XVIII y qued� in�dita, h a d e j a d o tambi�n testimonio de que en su tiempo habia incr�dulos. En el cap. XXVII del Lib. 1�, habiendo hablado antes de la conservaci�n del lienzo en que est� pintada la imagen de Ntra. Sra. de Guadalupe, dice bajo el n�m. 392 lo que sigue: "Esta Raz�n bastaba para que captivando algunos cr�ticos presuntuosos su entendimiento fueran sanos en la fe, como los desea el Ap�stol; la que es debida � esta milagrosa aparicion. Mas no es de admirar, aunque s� digno de compasion, la nieguen algunos de los mundanos cerrando los ojos � la luz de tan evidentes testimonios." Nadie se maraville de que el P. Moya trate tan �speramente � los antiaparicionistas en aquellos tiempos,

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cuando en los presentes se les ha regalado con ep�tetos tan duros como los de impios, blasfemos, mentecatos, vacilantes en la f�, etc., faltando de este modo � la mansedumbre y candad cristianas con hermanos en fe y en creencias. Achaque com�n � todos los que defienden malas causas es el de increpar � sus opositores con argumentos ad hominem, desentendi�ndose de la cuesti�n principal.

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�107�

El milagro de que habla la denuncia

es el de la aparici�n?

� P�G. 4 �

Hacen los aparicionistas grande alharaca con este vocablo milagro que el tercer delator usa en singular, y con tal motivo discurren as�: "el vocablo en singular se refiere � la aparicion; cuando est� en plural alude � los milagros con que la Virgen aparecida iba favoreciendo � sus devotos." Y por cierto que la algarab�a con que ellos mismos se aturden al hablar del milagro y los milagros, llegando hasta los oidos de un sabio Prelado envuelta en el ropage de la falsa interpretaci�n so�ada por los aparicionistas, le ha llevado hasta jugar con el vocablo d�ndole la misma interpretacion, aunque por un lapsus calami atribuye la especie al ver�dico Bernal D�az Cualquiera que no tenga sobre los ojos la venda de la fe nacional, como graciosamente llaman algunos � lo que no es mas que una vanidad pueril, ver� claramente en el milagro (singular) aquel mismo que, segun el Virrey Enriquez, hizo la imagen que en la ermita estaba, al ganadero que perdi� la salud y fu� � ped�rsela,

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andando por all� (p�g. 72 de la Informacion); el mismo tambi�n que el celoso P. Bustamante pretend�a castigar con cien azotes aplicados al primevo que lo invent� (pag. 23). La informaci�n no admite otro comentario, y debo advertir que en ella no se cita una sola vez el vocablo aparicion ni aun al tratarse del origen del culto, como lo liare palpable mas extensamente en otra nota.

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Denuncias � interrogatorio para la informaci�n

� P�G. 4 �

La denuncia ha quedado dispuesta en tres p�rrafos porque parece que procede de tres sugetos distintos que formulaban la misma acusaci�n, pero fundada en cargos que no siempre eran iguales. As� vemos que uno solo de los delatores (el primero) dijo que si predicador mud� semblante al hablar de Ntra. Sra. de Guadalupe: Que este mismo y el tercero callaron la especie de que la devocion se habla levantado tan sin fundamento, cargo formulado solamente por el segundo: Que el tercer delator no dice que el predicador hubiese afirmado que la imagen habia sido pintada por un indio: Que solo el �ltimo delator dice que el P . Bustamante declar� que no quer�a contradecir lo que el Arzobispo habia predicado de Ntra. Sra. de Guadalupe. Por �ltimo, que ninguno de los tres hace m�rito del esc�ndalo que caus� el sermon en la ciudad; cargo que viene expreso en el interrogatorio solamente, y como esta �ltima pieza es obra del Br. Puebla,

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no s� si de aqu� deba inferirse que huvo un cuarto denunciador y que haya sido �ste el mismo Br. Las tres denuncias se dirigieron al Ordinario, pero una de ellas parece que se hizo al Arzobispo Montufar personalmente, puesto que con �l habla. No constan los nombres de los delatores y solo del tercero se dice que era Visitador, probablemente de la arquidi�cesi por nombramiento del Arzobispo. Del segundo ni aun puede asegurarse que fuera cl�rigo por el hecho de que llame al Sr. Montufar mi Se�or; siendo este un tratamiento de respeto que hasta los mismos laicos podian usar con el prelado, como vemos en la informacion (p�g. 31) que de hecho lo usaba con el Sr. Montufar el testigo Gonzalo de Alarcon. Aunque no podemos saber quienes fueron los delatores, porque la informacion no habia de revelar sus nombres, hago notar que todos los sugetos citados por los testigos fueron llamados � declarar menos tres: el cl�rigo Bustamante, de quien habla Juan de Mesa (p�g. 10), el Br. Carriazo, citado por Gonzalo de Alarcon (p�g. 32) y el Dr. Rafael ele Cervantes, mencionado por Alonso Sanchez de Cisneros (p�g. 40). Si dej� de llam�rseles por ser delatores � por ser afectos � los franciscanos, dif�cil es averiguarlo. De un Br. Blas de Bustamante habla Suarez de Peralta (op. cit. p�g. 160) con motivo precisamente de otra denuncia.

Tambien se comprueba que hubo varios delatores con lo que se dice al principio de la declaraci�n del Br. Puebla (p�g. 21), que � la letra es lo que sigue: "Fuele leydo un interrogatorio hecho por ciertos memoriales que truxeron diversas personas que oyeron predicar � fray francisco de bustamante;" etc.

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Y queda confirmado tambien que el autor del interrogatorio fu� el mencionado Br. con lo que al fin de su citada declaraci�n puede leerse (p�g. 25), y es esto: "el qual interrogatorio est� firmado del dicho bachiller Puebla." Vemos, por lo mismo, que el Br. desempe�aba doble papel en la informaci�n: al formar el interrogatorio aparece como consultor del Arzobispo Montufar: al declarar acerca del sermon del P. Bustamante se nos presenta como uno de tantos testigos, con la circunstancia particular y en cierto modo rara de ir contestando sobre los mismos puntos que �l habia formulado en el interrogatorio. Hay que convenir en que su posicion debi� ser embarazosa y no dejaria de influir en las reticencias y ambig�edades que se notan en las respuestas que di�. Hago esta aclaracion porque los aparicionistas creen que influy� tan solo en su resistencia la posicion que, como capellan, ocupaba cerca del Virrey y de la Real Audiencia.

El interrogatorio se hizo, indudablemente, para concordar las tres denuncias, y por eso vemos figurar en �l no solo los puntos comunes sino tambi�n los que cada delator revel� exclusivamente. Noto, sin embargo, que en ese interrogatorio se omite una circunstancia favorable al predicador y revelada por el �ltimo delator, cual fu� la de haber expuesto que no quer�a contradecir el sermon del Arzobispo, �Callose por inadvertencia � ser�a maliciosa la omision?

Advi�rtase que las denuncias no solo recayeron sobre el sermon del P. Bustamante sino que se hicieron extensivas � los juicios desfavorables que, acerca del sermon del Arzobispo, emitieron los franciscanos Fr. Antonio de Huete y Fr. Alonso de Santiago, moradores del convento grande de M�xico;

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pero esa denuncia no figura en la informacion , por lo cual supongo que ser�a verbal. La informacion encierra otra denuncia hecha por Juan de Masseguer (p�gs. 46 � 48) contra el franciscano Fr. Luis, guardian � conventual de Tlatelolco: el dicho Masseguer desempe�a con tal motivo la doble funcion de testigo delator, porque despues de denunciar � Fr. Luis se le pidi� que declarase sobre la devocion de la ciudad con la imagen de Guadalupe y sobre el sermon que, contra la misma devocion, predic� el P. Bustamante. Los juristas dir�n si eran conciliables ambas funciones, aun sobre asuntos diversos, en la misma comparecencia.

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Las Ordenes religiosas de M�xico

eran contrarias en 1556 � la nueva devocion de Ntra. Sra. de Guadalupe.

- P�G. 15 -

Terminante es la declaracion que el testigo Juan de Salazar hace en el lugar citado. Al preguntarle si hab�a oido el sermon que el 6 de Septiembre de 1556 pronunci� el Sr. Montufar para recomendar la nueva devocion, poniendo por ejemplo la que en otras partes se ten�a � diversas im�genes de la Virgen Sant�sima, contest� el testigo que "las mismas palabras y por el mismo orden que les preguntado se las oy� decir� y este testigo dem�s desto a oydo decir que aunque los religiosos de las ordenes que residen en M�xico, que son predicadores y an procurado de estorbar la dicha devocion, no les aprovechar� nada;" etc.

N�tese que el testigo se refiere � los religiosos de las Ordenes sin excluir � ninguna. Resid�an entonces en M�xico las tres Ordenes ben�meritas de S. Francisco, Sto. Domingo y S. Agustin; as� es que ya no solo un grupo de franciscanos, como alguien quiere dar � entender;

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ya no solo la orden Ser�fica entera, como lo dice la informaci�n en otro lugar (p�gs, 46 y 47) se opon�an a la nueva devocion, sino que los dom�nicos y los agustinos tambi�n la censuraban. Motivos poderos�simos debian existir para que los religiosos de todas las �rdenes, bue entonces compon�an casi exclusivamente el venerable clero de la colonia, opusiesen al Arzobispo esa resistencia pasiva. Muy significativa es la union de todos los religiosos en materia tan delicada, y no creo que los que sobre Fr. Francisco de Bustamante han lanzado los injustos cargos de iconoclasta y anti-Mariano sostengan que todos los frailes de M�xico, que en aquella �poca eran modelos de unci�n evang�lica, de caridad cristiana y de zelo religioso, estaban corroidos por el mismo c�ncer.

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�115�

La Informacion de 1550 cita una sola vez al V. Zum�rraga, y esto por incidencia,

� P�G. 18 �

Es muy singular que en toda la informacion solo una vez se mencione al Ilmo. Zum�rraga, y esto por incidencia y de tal modo que se convence uno de que la devoci�n y culto de Ntra. Sra. de Guadalupe no tuvieron principio durante su episcopado. Dice la pregunta dirigida al testigo Juan de Salazar, y se confirma con la declaraci�n de este que, gobernando espiritualmente el Sr. Zum�rraga, se hacian ofensas � Dios en las huertas durante los dias de guarda, por lo cual us� de algun medio de represion que no debi� ser eficaz puesto que el desorden sigui� durante el gobierno del Sr. Montufar; pero que, "despu�s ac� que se divulg� la devocion de nuestra Sra. de Guadalupe a cesado mucha parte de lo que tiene dicho;" por lo cual, agrega en otro lugar, "a sido muy gran bien y mucho provecho para las �nimas aberse principiado la devocion de nuestra Sra. de Guadalupe; " etc. Los males de que se lamenta no cesaron durante el episcopado del Sr. Zum�rraga: el sucesor de este tuvo que lamentarlos y que reprimirlos tambi�n; pero se di� principio � la devocion de Ntra. Sra. de Guadalupe y con ella desaparecieron del todo.

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No s� que testimonio mas evidente puede pedirse de que el culto de la Virgen del Tepeyac no data de la �poca del Sr. Zum�rraga sino de la del Sr. Montufar. Para que de esto no quede duda alguna pongo � continuaci�n los testimonios coetaneos que refieren terminantemente el principio de la devocion � la �poca del Sr. Montufar.

El primero es el del P. Bustamante, consignado en la denuncia que se hizo de su sermon (p�g. 2) y confirmado con las declaraciones de algunos de los testigos, especialmente con la de Juan de Salazar, cuyas palabras acaban de ser citadas; con la de Alonso Sanchez de Cisneros, quien dijo (p�g. 36) "oy� decir al dicho provincial (Bustamante) que con esta devocion nueba de nuestra Sa. de Guadalupe parec�a que era ocasion de tornar � caer en lo que antes habian tenido��; y con la de Juan de Masseguer, el cual declar� (p�g. 51) haber dicho el P. Bustamante: "que viendo agora el gran concurso de la gente que va all� � la fama de que aquella ymagen pintada ayer de un indio hazia milagros, que era tornar � deshacer lo hecho�"

El segundo testimonio se encuentra en la carta que el Virrey D. Martin Enriquez dirigi� al Rey Felipe II en 23 de Septiembre de 1575, citada ya en la p�g. 72. En esa carta escribia aquel alto funcionario, entre otras palabras, las siguientes que creemos conveniente repetir aqui: "�y el principio que tuvo la fundacion de la iglesia que aora est� hecha, lo que comunmente se entiende es quel a�o de 55 � 56 estava all� una hermitilla en la qual estava la imagen que aora est� en la iglesia, y que un ganadero, que por all� andava,

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public� aver cobrado salud yendo aquella hermita, y empez� � crecer la deuocion de la gente, y pusieron nombre � la ymagen Nuestra Se�ora de Guadalupe, por dezir que se parecia � la de Guadalupe d'Espa�a�"

El tercer testimonio es el del indio Juan Bautista, vecino de Tlatelolco, quien, como se dijo ya en las p�gs. 95 y 96, mencionando en sus Anales ms. la primera venida del Sr. Zum�rraga � M�xico en el a�o de 1528 y la del Presidente Fuenleal en el de 1531, no hace en este a�o ni en otro alguno de los del episcopado de aquel la menor alusion � las supuestas apariciones de la Sma. Virgen � Juan Diego, ni al pretendido origen sobrenatural de la santa imagen, ni � lo dem�s que con relaci�n � ese prelado cuentan los aparicionistas, como haher hecho construir la ermita en cumplimiento de un mandato de la Se�ora, colocado �l mismo la imagen en ella, &c; y refiri�ndose al a�o de 1555 dice as�: "In ipan xihuitl 1555 a�os iquac monextitzino in Sancta Maria de Quatalupe, in ompaTepeyac." Esto es: En el a�o de 1555, cuando se manifest� Santa Mar�a de Guadalupe all� en Tepeyacac. Persona que conoce bien el idioma mexicano asegura que el verbo monextia no solamente significa aparecer, sino tambi�n manifestarse, descubrirse: en cualquiera de las tres acepciones puede haber sido empleado por el analista.

El cuarto testimonio se encuentra en los Anales de M�xico y sus contornos, ms. original que, como queda dicho en la p�g. 71, perteneci� al Sr. Lic. D. Jos� Fernando Ram�rez y del cual hay copias en esta ciudad. Mencionando el analista indio lo que acaeci� en el a�o de 1556, se expres� as�: "1556. XII Tecpatl. Hual motemohui in cihuapilli tepeyacac zaye ycuac popoca citlalin."

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Es decir: 1556. XII Pedernal, cuando baj� la Virgen � Tepeyacac (extremidad de los cerros) y cuando tambi�n exhal� vapor la estrella. En vano se buscar� igualmente en estos anales alguna menci�n de los extraordinarios sucesos que narran los aparicionistas y de la intervenci�n que en ellos dan al primer Obispo de M�xico.

Nos ministra el quinto testimonio el indio Domingo Francisco de San Anton Mu�on Chimalpain en sus Anales escritos en lengua mexicana, los que juntamente con la traduccion francesa que hizo Mr Remi Simeon public� en Paris la casa de los Sres. Maisonneuve y Le-clerc. Mencion�ndose en estos Anales la primera venida del Sr. Zum�rraga en el a�o de 1528, su muerte en el de 1548 la venida del Sr. Fuenleal y otros diversos acontecimientos en el de 1531, y echandose menos entre los de esos a�os aquellos que, como acaba de verse, tampoco se encuentran en los documentos anteriores, al mencionar el analista algunos sucesos acaecidos en el ano de 1556 se expresa del modo siguiente respecto de uno de ellos:

"Auh za no ypan in yhcuac monextitzino in totlazonantzin santa Maria Guadalope yn Tepeyacac." Mr. Simeon traduce as�: " Alors aussi eut ieu l' appantion de notre digne mѐre sainte Marie de Guadalupe, ὰ T�p�yacac."

En vista de estas cinco autoridades coetaneas que refieren la primera manifestaci�n del culto guadalupano � los a�os 1555 � 56 deberian los aparicionistas examinar el asunto con criterio desapasionado porque, cualquiera que sea la interpretaci�n que se d� al acontecimiento, parece evidente que en �l no intervino el Sr. Zum�rraga, ni se verific� durante su episcopado.

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El culto de la V�rgen del Tepeyac

no tiene por fundamento la aparicion ni la

milagrosa pintura, sino el simple t�tulo

de la Madre de Dios.

� P�GS. 27 Y 2 8 �

Si el Venerable primer obispo de M�xico hubiera tenido en el principio del culto de Ntra. Sra. de Guadalupe la participaci�n que ha querido atribu�rsele por los aparicionistas, ni se le citar�a en la informaci�n de un modo tan incidental como acabo de manifestar en la nota precedente, ni se omitir�a su nombre al hablar especialmente del fundamento que tuvo la devocion. Resu�lvome � decir algo en este lugar acerca de tan interesante materia en vista de la importancia que tiene la declaracion del testigo Francisco de Salazar. Su dicho es tan terminante, que si no se hubieran tenido fundados motivos para poner en tela de juicio la llamada tradicion, bastar�a lo que aqu� consta para nulificarla en el terreno hist�rico. Efectivamente, lo poco que ha declarado el testigo acerca del or�gen del culto basta para que se derrumbe un edificio con tanta laboriosidad levantado por los aparicionistas en el espacio de 240 a�os.

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Admir�ndose de que Fr. Francisco de Bustamante hubiese afirmado que la devocion � Ntra. Sra. de Guadalupe se habia levantado sin fundamento, declara Francisco de Salazar: "que el fundamento que esta ermita tiene dende su principio fu� el t�tulo de la madre de Dios;" y mas adelante sigue diciendo: "que este le parece fundamento bastante para sustentar la dicha ermita." Eralo efectivemente para justificar el culto que los espa�oles rendian � Ntra. Sra. de Guadalupe, equipar�ndolo con el que se debe dar � toda im�gen de la Madre de Dios puesta como representacion de la Sant�sima Se�ora; pero esto que satisfacia � los devotos; que les hacia persistir en la devocion, y que el P. Bustamante no pretendi� combatir en los espa�oles, viene � probar precisamente que en aquella �poca no habia ningun or�gen portentoso que alegar en favor de la devocion, porque, de otro modo, no hubiera dejado de exponerlo el declarante como irrecusable testimonio de la veneracion con que la im�gen eravista por el pueblo. El portento que se pretende acaeci� en 1531 no pudo relegarse al olvido en el corto espacio de 25 a�os; sobre todo cuando, como han dicho los aparicionistas hasta el fastidio, la llamada tradicion ha sido invariable y constante.

Queda probado pues, que se ignoraba en 1556 que la im�gen era aparecida y milagrosamente pintada. Esta falsa creencia naci�, efectivamente, en tiempos muy posteriores.

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Los indios rindieron culto idol�trico

Ia Madre de Dios en los primeros tiempos

de su conversion.

� P�G. 33 �

Las palabras que, con motivo del falso culto rendido por los indios � la Madre de Dios, ha dejado escritas el P. Motolinia pueden confirmarse con otras autoridades coetaneas, y deben explicarse exponiendo el or�gen de esa falsa creencia y los fundamentos del error en que los indios estaban. Con la autoridad de Gomara (Cr�nica de Nueva Espa�a, cap. 225, edic. de Barcia) y con la del escritor an�nimo de la "Relacion de Michoacan" (pag. 109) autores coetaneos; con la de Mendieta (Historia Eclesi�stica Indiana, lib. 2�, cap. IX y lib. 3�, cap. XIII) Torquemada (Monarquia Indiana, lib. quine, cap. XXIII) y otros autores de segunda mano podemos confirmar la declaraci�n del P. Motolinia. La Informacion que mand� hacer el Sr. Montufar acerca de la devocion de Nuestra Se�ora de Guadalupe habla en varios lugares casi en los mismos t�rminos que el expresado Motolinia.

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Oigamos al segundo delator (p�g. 3); "Dijo (el P. Bustamante) que el arzobispo mi se�or estaba muy enga�ado en pensar que estos indios no eran devotos de nuestra Sra, porque los que los trataban entend�an ser tanta su devocion, que la adoraban por Dios y que antes era necesario en esto irles � la mano y d�rselo � entender." En este mismo sentido declaran los testigos que oyeron expresarse al predicador; de donde se infiere que, tanto �l como sus hermanos de h�bito estaban convencidos del error en que habian caido los indios acerca del culto de Nuestra Se�ora, y se dolian de que no se les ayudase poniendo remedio en ello.

De personas en quienes se han reconocido tan s�lidas virtudes y que tan �ntimamente trataban � los ne�fitos no puede dudarse que dirian la verdad. Mas como no se nos dice cual era la causa fundamental del error en que los indios habian caido, voy � exponerla someramente para explicar el empe�o de los franciscanos en combatir aquel culto que rayaba en idol�trico. Me servir� para esto de la obra de Bernal Diaz, el mas sincero de los escritores contempor�neos � la conquista. Recorriendo su "Historia" vemos el empe�o con que Cort�s y sus compa�eros deseosos de que se convirtieran los indios procuraban catequizarlos y dejaban entre ellos, por donde quiera que pasaban, la imagen de la V�rgen Mar�a y el s�mbolo de la Redencion. Con im�genes de Nuestra Se�ora regalaron � los indios de Cozumel (caps. 28 y 29), de Tabasco (cap. 36), de Cempoal (cap. 42) y de Tlaxcala (cap. 77); dieron tambi�n la Santa Im�gen � los embajadores de Moctezuma en las playas de Veracruz (cap. 40), poni�ndola finalmente en el templo mayor de M�xico (cap. 107) y plantando cruces en todos aquellos lugares.

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Anim�bales el celo de la conversion, pero debemos confesar que su conducta ray� en imprudente y produjo para lo porvenir fatales consecuencias que todav�a lamentamos. Porque respetables eclesi�sticos me han asegurado que muchos indios de nuestra �poca siguen llamando � la Virgen Sant�sima su Dios, cayendo sobre todo en tan grosero error con motivo de la venerada im�gen de Guadalupe.

Pero volvamos � la �poca de la Conquista. Digo que los espa�oles procedieron imprudentemente al dejar la im�gen de la V�rgen en manos de los indios porque, no teniendo la persuasion de que aceptaban las nuevas creencias de buena f�, quedaba expuesta la santa im�gen � los ultrajes de los infieles. Agregu� que produjo fatales consecuencias esa conducta, porque � los indios no se les habia dado sino un conocimiento imperfecto de la religion cristiana, y dejarles un nuevo simulacro era exponerlos � que idolatrasen rindi�ndole culto. Esto sucedi�. Bien lo revela Mendieta (p�gs. 233�234) cuando nos dice que los indios, aceptando las im�genes del Redentor � de su Sant�sima Madre lo habian hecho con el prop�sito "si tenian cien dioses, de tener ciento y uno." Con im�genes de la Madre de Dios y con cruces se habia creido que la semilla de la f� quedaria plantada en sus corazones: vamos � estudiar las diversas impresiones que les producirian esos emblemas. El s�mbolo de la redenci�n no les era desconocido porque lo adoraban, como representaci�n del dios de las lluvias; as� es que la im�gen de Nuestra Se�ora fu� lo qu� les caus� novedad.

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Vieron en ella la personificaci�n del nuevo culto y con razon cayeron en el error cras�simo de pensar que Santa Mar�a era el mismo Dios de los cristianos y de llamar con el Santo nombre de Mar�a � todas las im�genes que veian. (Motolinia. loc. cit.). Algunos indios como los de Michoacan, no solo creyeron que el Omnipotente se llamaba Santa Mar�a sino que tomaron la cruz como s�mbolo de la Sant�sima V�rgen. Errores nacidos del imprudente celo de los primeros cristianos que los franciscanos procuraban desarraigar pero que cada dia echaban mas hondas ra�ces porque los Obispos recien llegados � la colonia, desconociendo la flaca condicion de los naturales quer�an tratar como cristianos viejos � los que todavia no estavan firmes en la f�. He aqu� el secreto de un incidente tan ruidoso como el que ocurri� entre el P. Bustamante y el Arzobispo Montufar. Este prelado ilmo. reconoci�, sin duda, mas tarde, que los frailes tenian razon en muchas cosas que le habian advertido, y por eso dice un religioso hablando del Sr. Arzobispo que �recien venido de Espa�a, por algunos a�os que ha sido nuevo, no ha habido tigre para con nosotros (los frailes) mas fiero, hasta que poco � poco ha venido � caer en cuenta de los negocios por curso de tiempo;� etc. *

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* Vease la nota del editor espa�ol en la p�g. 69 de esta Informacion.

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As� se explica que en la Descripcion del Arzobispado nada dijera el Sr. Montufar de la ermita de Guadalupe, arrepentido sin duda de haber quebrado las cabezas con aquel incidente; as� tambien queda explicada la dificultad que tuvo el Virrey Enriquez para rastrear algo del or�gen de la ermita, que ni siquiera se descubria en los informes oficiales del Arzobispo.

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Predic� este en 1556 �que los indios no eran devotos de nuestra Sra;" y esto le inducia, de buena fe indudablemente, � fomentar entre ellos aquella devocion. Pronto debe haberse convencido, aceptando la opinion franciscana "que eran tan devotos que tenian � Nuestra Sra. por Dios" V�anse las p�gs. 3 y 41 de la Informacion.

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Ciertos aparicionistas, obrando de mala fe,

inventan algunos episodios,

desfiguran otros, y mancillan las reputaciones

mejor sentadas.

No quiero referirme cuando formulo el primer cargo � las invenciones de los tiempos pasados que, piadosamente repetidas despues, hoy se aceptan de buena fe por la mayor parte de los aparicionistas. Las notas y adiciones del erudito editor espa�ol rebosan de tales ejemplos; y en ellas, con buena cr�tica, se les ha puesto en su verdadero lugar. Me refiero � las invenciones modernas, � las de fecha reciente. De una quiero hablar mas especialmente con la cual se pretendi� sorprender la piedad y buena fe, la creencia guadalupana del Sr. Cura for�neo Br. D. Fortino H. Vera. He aqu� el caso, referido por el difunto D. Juan de la Portilla, empleado de nuestra Biblioteca Nacional, � varias personas, y que lleg� � divulgarse y � ser p�blico por este camino. Fragu�se una carta del venerable misionero Fr. Domingo de Betanzos, dirigida desde Tepetlaoztoc al santo F. Juan de Zum�rraga, pocos dias despues del 12 de Diciembre de 1531:

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en ella se hablaba de la supuesta aparicion, y el dominicano felicitaba al obispo por el favor que la Madre de Dios acababa de hacerle. El soplo de la cr�tica hizo desaparecer bien pronto toda esa hojarasca. Segun el cronista de su provincia, Fr. Agustin D�vila Padilla (Lib. I, caps. 17�20), el P. Betanzos parti� de M�xico para Espa�a por Marzo de 1531; de la madre patria pas� � Roma y N�poles, y no regres� � la Nueva Espa�a sino hasta el a�o de 1534. Bien se conocer�, por lo que llevo dicho, que la oficina de imposturas establecida en Espa�a � principios del siglo XVII por el P. Roman de la Higuera, inventor de los cronicones de Flavio Dextro, tan victoriosamente refutados por D. Nicol�s Antonio en su Censura de historias fabulosas, todav�a cuenta con operarios en nuestro pais y en nuestros tiempos. �Alerta para lo porvenir, conservadores de la historia!

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Vamos al segundo cargo. La Informacion de 1556 es un buen ejemplar. En las manos de los aparicionistas ese documento ha sido modelado, como si de cera blanda se tratara, hasta presentarlo al p�blico revistiendo la forma mas odiosa. Extractemos la exposicion que del documento hace el P. Esteban Ant�coli, Societ. Jesu, en su obra "La Virgen del Tepeyac" (Guadalajara, 1884, en 8�, p�gina 347 y siguientes). Dice all�, entre otras cosas: Que, en su sermon, explic� el arzobispo Montufar los efectos de la aparicion:

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Que la denuncia, el interrogatorio y la informacion testimonial se hicieron el mismo dia que predic� el P. Bustamante, y suponen como un hecho cierto y evidente la aparici�n de la Virgen en el Tepeyac y el origen sobrenatural de su santa Imagen: Que el esc�ndalo se origin� � consecuencia de la firme y universal creencia en la verdad del portento. De la �ltima afirmacion saca dos premisas mayores, de donde se infieren dos menores falsas para llegar � una conclusion comun, falsa tambi�n. Una ciudad (dice) no se escandaliza ni pide el castigo de alguno que haya negado un hecho dudoso. La autoridad eclesi�stica (agrega) no forma proceso en el mismo dia sino en el caso de negarse una verdad religiosa que est� en la conciencia de todos los fieles y en la pr�ctica cuotidiana de la liturgia y del culto: Luego (concluye), todas las circunstancias del proceso demuestran la verdad de la aparicion. Jugando as� con el vocablo para que aparezca la informacion como un proceso acaba por decir "que el arzobispo Montufar no di� sentencia definitiva contra el predicador, porque as� lo dictaban la mansedumbre y prudencia cristianas," deslizando all� mismo este otro concepto: "que el predicador impugn� la aparicion y se desat� en ofensas personales contra el Arzobispo."

Para impugnar todas esas inexactitudes no hay mas que pasar la vista por la informacion. El Sr. Montufar no pudo explicar los efectos de la aparicion sin decir palabra de la causa. Los procedimientos de la informacion no suponen como evidente la aparicion y el origen sobrenatural de la Imagen, porque, de ser as�, cuando el testigo Francisco de Salazar (p�gs. 27 y 28 de la Informacion) habl� del origen del culto de Ntra. Sra. de Guadalupe no hubiera dicho que el fundamento de la ermita era el t�tulo de la Madre de Dios, sino la aparicion y el origen sobrenatural.

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Tampoco es exacto que el esc�ndalo se originara por la firme y universal creencia que habia en la verdad del portento: la causa viene formulada en la 13� pregunta del interrogatorio (p�g. 7). Hubo esc�ndalo entre algunos de los que oyeron el sermon "porque su Perlado les animaba � la devocion de nuestra Se�ora y el dicho provincial se la quitaba," decian ellos; mas de la misma informacion se ve que hablaban equivocadamente, puesto que el P. Bustamante declar� que no quer�a quitar la devocion "� la menor vejezuela" (p�g. 1 et passim). De lo que acabo de decir acerca de este punto se infiere la falsedad de las premisas deducidas de �l: Los devotos no se escandalizaron porque se hubiese negado un hecho dudoso, sino porque suponian que el Provincial franciscano les queria quitar una devocion � que su Prelado les animaba: La autoridad eclesi�stica ni dict� providencia en el mismo dia 8 de Septiembre, sino hasta el siguiente 9; ni form� proceso sino informacion, que no es lo mismo; ni levant� la informacion porque so hubiese negado verdad religiosa de la magnitud que se dice: ostensiblemente la levant� para que el Provincial fuera reprendido (se entiende que por los Prelados de su Orden) si habia motivo para ello; pero en realidad lo hizo el Arzobispo para justificarse de los cargos que se le dirigian, y as� se explica que se mezclaran las declaraciones acerca del sermon del P. Bustamante con las que se pedian sobre el sermon del Sr. Montufar.

Perm�taseme una digresion para que se vea con claridad que la informacion de 1556 se levant� con la mira oculta de sincerar al Arzobispo.

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Se propuso este demostrar que habia predicado en su sermon del 6 de Septiembre que ninguno propalase milagros falsos (cargo que decian le lanzaba el P. Bustamante), y en este sentido fu� interrogado su parcial Juan de Salazar (p�gs. 15 y 16 de la Informacion), quien declar� afirmativamente. Se propuso tambi�n probar que habia mandado se predicase � los indios que no debian entender la devocion � las im�genes de un modo material (sincer�ndose as� de otro cargo que le resultaba), � hizo su prueba tan atropellada y torpemente que se ve con claridad no haber pensado en corregir el mal sino despues de haber indicado el peligro Bustamante desde la sagrada c�tedra. En efecto, predic� el provincial el 8 de Septiembre en presencia de los dos Salazares, quienes asistieron � la misa mayor en S. Francisco y oyeron all� el sermon, y ese mismo dia 8 se apresur� el Arzobispo � ir hasta la ermita para ordenar � Francisco de Manjarres que dijese � los indios como habian de entender la devocion � Nuestra Se�ora. No pudo ser antes de la hora en que predic� el provincial, porque el Arzobispo tendr�a precisas ocupaciones en su iglesia por la solemnidad del dia, que era el de la Natividad de la Sma. V�rgen. Ademas, se hallaron los Salazares en el sermon del P. Bustamante (Inform. p�gs 12 y 26) y en la pl�tica de Manjarres (Op. cit. p�gs. 17 y 30): no pudo ser esta �ltima, de consiguiente, en la ma�ana � menos de admitir el doble portento de bilocacion para cada uno de los testigos. Y ya que se admita que la pl�tica precedi� al sermon, siempre resultar� que el Arzobispo enmendaba el 8 de Septiembre, � posteriori, el yerro que le reprochaban Fr. Antonio de Huete y Fr. Alonso de Santiago desde el 6 de dicho mes en la tarde. (Op. cit. p�gs. 32 y 39).

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Vease como el Arzobispo sentia que su conducta era justiciable y procuraba enmendar el yerro aunque tarde y mal; vease tambien cuanta raz�n asist�a al provincial para buscar la salud de las almas de los indios, y dig�se si el Sr. Montufar no trataba de sincerarse con su informacion.

Volviendo � la cuesti�n dir� que siendo falsas las premisas presentadas por el P. Ant�coli tiene que serlo la conclusi�n y pueriles los t�rminos en que est� concebida. Decir que el Arzobispo no di� sentencia por tal � cual motivo supone que la informaci�n es una causa en forma, el P. Bustamante reo y el Arzobispo su juez natural: tales afirmaciones son imperdonables en un eclesi�stico que debe saber muy bien que el P. Bustamante no tenia mas jueces que su Comisario y su Ministro General; es decir, los superiores inmediatos de su Orden; por lo mismo la informacion no puede ser causaproceso, ni el Arzobispo juez. En la misma equivocaci�n incurre un letrado piados�simo y de relevantes prendas, el Sr. Lic. D. Jos� de Jes�s Cuevas, cuando dice en su op�sculo intitulado "La Sma. Virgen de Guadalupe" (� XIV) que "fu� procesado el P. Bustamante can�nicamente," pues ya vamos viendo que no hubo semejante proceso. Ni vale decir que el Sr. Montufar actuaba como inquisidor y podia ser entonces juez del P. Bustamante, porque de ser as�, constar�a en el principio de la informaci�n que el Arzobispo procedia en este caso como tal inquisidor, figurando all� sus t�tulos inquisitoriales. Ademas, el suceso no era de f�, que de haberlo sido se hubiera procedido al aseguramiento del presunto reo,

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como en Espa�a se hacia por aquellos tiempos para casos de inquisicion con personajes que tenian tanta � mayor representacion que un simple provincial. Que el P. Bustamante impugnara la aparicion ya vimos ser notoriamente falso; que se desatara en ofensas personales contra el Sr. Montufar se prueba no ser cierto examinando los dichos de testigos no dominados de pasion, como Mesa (p�g. 9) y Sanchez de Cisneros (p�g. 36), quienes nos dan � conocer que el P. Bustamante se expres� con bastante moderaci�n al hablar del Arzobispo. Hasta uno de los delatores (p�g. 3 de la Informacion) rinde pruebas de la moderacion del predicador, cuando al expresar los t�rminos en que se refino al sermon del Arzobispo, asegura que le oy� decir esto: "que lo que su Sria. habia predicado de nuestra Sra. de Guadalupe no lo queria contradecir." Y si queremos confirmar la opinion expuesta, oigamos al testigo Sanchez de Cisneros (loc cit) relatar lo que dijo el predicador cuando hablaba de la devocion nueva: "dixo que� para aquella devocion aproballa y tenella por buena era menester haber verificado los milagros y comprob�dolos con copia de testigos; pero qu�l tenia � su se�oria del Sor. arzobispo por tal persona en ciencia y en conciencia que lo abria todo mirado bien, como persona � cuyo cargo est� el estado eclesi�stico." �Encierran acaso estas razones, tan moderadamente expuestas, injuria personal contra el Arzobispo como dice el P. Ant�coli? Ciertamente que no. Aventurada es, por lo mismo, su opinion al juzgar de la conducta del P. Bustamante desechando todo lo que le favorece, y poniendo en la balanza solamente, ya el texto del interrogatorio que, como sacado de las denuncias, debia ser contrario al P. Bustamante,

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ya las declaraciones de los testigos mas enconados contra el provincial � parciales del Arzobispo, al grado que uno de ellos (Alarcon, p�g. 31) "vino arrimado � su se�or�a de Spa�a," Si el P. Bustamante hubiera levantado otra informacion conoceriamos sus descargos y podriamos apreciar su conducta de un modo completo: con los datos que hoy poseemos, no. Con razon los provinciales de las tres �rdenes de S. Francisco, Sto. Domingo y S. Agust�n escribiendo al Rey en Febrero de 1561 (Cartas de Indias, p�g. 149) le dicen: "Humilmente suplica � V. M. mande no se den oydos � informaciones que contra nosotros se hizieren, pues son contra derecho divino y humano: divino levant�ndonos mucho de lo que no hazemos; humano haziendo las informaciones sin parte y sin ser oydos, y aun sin autoridad de plena justicia." Equivale � decir que les levantaban cargos y no los o�an en descargo, como pas� en el presente caso. Queda probado con todo lo que llevo escrito que los aparicionistas han dado � conocer la informacion levantada por el Sr. Montufar desfigurando los hechos que al P. Bustamante se refieren.

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Ha entrado en turno el tercer cargo que contra los aparicionistas formul�. Mancillan, dije, las reputaciones mejor sentadas y voy � probarlo. Para ello pasar� la vista por la obra intitulada "Santa Mar�a de Guadalupe, Patrona de los mexicanos" (Guadalajara 1884, en 4�), que se debe � la pluma del Sr. Lic. D. Jos� Mar�a Antonino Gonzalez, can�nigo de la insigne Colegiata.

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Despues del extracto de la informacion hecho por un amigo del autor con la maestria de un letrado y la correcion de un acad�mico; extracto en el que no se haya m�s que tal � cual error, como el de poner ocho testigos siendo nueve; despues de ese documento, repito, vienen las apreciaciones del Sr. Can�nigo. Cree que son contradictorias algunas proposiciones del P. Bustamante y repetidamente las impugna considerando que en todo lo que dijo hay una verdadera jerigonza. El autor comenz� por no entender el magn�fico extracto que tenia delante; lo analiz� � su modo y torci� su sentido. No habiendo examinado, en realidad, declaraciones contradictorias del P. Bustamante sino tergiversaciones de los testigos, si hay jerigonza ser� imputable � estos. Mas demos por sentado que dijera el P. Bustamante lo que le quieren hacer decir (Op. cit. p�gs. 330 y 331): "Que la devocion de N. S. de Guadalupe no tenia fundamento que se debia averiguar ese fundamento: Que la imagen no hacia milagros y que debian certificar los milagros antes de publicarlos." �Que probar�a todo ello? Que el P. Bustamante era hombre de buen juicio y de criterio recto; que no queria ser creido bajo su palabra (como los aparicionistas desde Miguel Sanchez hasta los modernos), y que al declarar su parecer acerca de una cosa pedia que se averiguara la cosa para que vieran que decia la verdad. Y suponiendo que el P. Bustamante hubiera manifestado poco aprecio por los milagros atribuidos � Ntra. Sra. de Guadalupe, no habria hecho con esto mas que arrimarse al parecer del Ilmo. Montufar, quien dijo en su sermon del 6 de Septiembre de 1556 segun el testigo Juan de Salazar (p�g. 15 de la Informacion:)

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"que no predicabamilagro ninguno de los que algunos decian aber hecho la dicha ymagen, ny haciacaso dellos, porque no tenia informacion hecha dellos." Pero de todo lo que al provincial de los franciscanos se le imputa solo dijo, segun los testigos: Que la devocion no tenia los grandes fundamentos que otras. Que si los indios pedian milagros � la imagen y no se los hacia, ser�a esto en descr�dito de la religion; por �ltimo: Que se deb�an examinar los milagros antes de publicarlos. La verdad en su lugar. Aunque todav�a no llego � mi asunto, quiero seguir al Sr. Gonz�lez en el laberinto de sus afirmaciones. Dice (Op. cit., p�g. 332) que se denunci� al P. Bustamante porque afirm� que la im�gen habia sido pintada por un indio, y que el hecho de haber mandado el Arzobispo que se interrogase � los testigos sobre si en efecto habia dicho tal cosa, prueba que se encontraba mala la conducta del predicador en este punto. Respondo que ni del extracto que aprovech�, ni del interrogatorio que est� en la informaci�n se infiere lo que el Sr. Can�nigo afirma. Hay aqu� otra mala inteligencia suya. Se denunci� al P. Bustamante por causas mas generales y por creerlo en contradicci�n con el Arzobispo: en cuanto al interrogatorio dir� que la pintura de la im�gen por el indio no es el asunto principal de la pregunta que se dirigi� � los testigos. No se les pidi� que declararan si el P. Bustamante habia dicho que la pintura era obra de un indio: se les pidi�, segun el extracto que est� en la obra del Sr. Gonz�lez (p�g. 325) de las preguntas 4� y 5� del interrogatorio, que declararan si el provincial dijo "que la devocion � Ntra. Sra. de Guadalupe era perjudicial � los indios porque se les daba � entender que hacia milagros aquella im�gen pintada por un indio,

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y Porque contradecia lo que se les habia predicado de que solo creyesen en Dios y no en las im�genes que solo servian para provocarlos � devocion; y que no habian de adorar aquellas im�genes, sino lo que representaban que est� en el cielo." *

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* En el extracto del Sr. Gonzalez falta Io que est� con letra cursiva.

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Y no se preguntaba esto � los testigos para hacerle cargos al P. Bustamante por la sustancia de la pregunta (que no es Justiciable), sino para sincerar al Arzobispo del cargo que le resultaba como favorecedor de una devocion que incitaba � la idolatr�a. Al Arzobispo poco le importaba que se dijera que un indio habia pintado la im�gen, y mucho le importaba que no se dijera que por causa suya rendian los indios culto material � la misma im�gen. Del cargo procuraron sincerarlo sus parciales Juan de Salazar (p�gs. 16 y 17) y Francisco de Salazar (p�gs. 29 y 30), testigos de la informacion, quienes contestaron afirmativamente cuando el Arzobispo les pregunt� si sabian que "S. S. Rma a mandado predicar, y en su presencia se a predicado � los yndios como an de entender la devocion de la ymagen de nuestra Sa, como no se le hace la reverencia � la tabla ni � la pintura, sino � la imagen de nuestra Sra, por razon de lo que representa, ques � la Virgen maria, nuestra Sra., y como la reverencia que � la ymagen se hace no para all�, sino va � lo representado por ella." He aqu� lo que le importaba al Arzobispo que se entendiera. Si se hubiera entendido en la ciudad ser mala la conducta del predicador en lo que dijo sobre la pintura de la imagen por un indio;

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si la tradicion popular hubiera reconocido el or�gen portentoso de la imagen, los testigos se hubieran hecho lenguas contradiciendo al provincial y apuntando siquiera la piadosa creencia. Y no vale afirmar, como los aparicionistas, que, por no hab�rseles preguntado directamente nada dijeron los testigos acerca de esto, porque bastantes cosas declararon sobre las cuales no fueron preguntados para que hubieran callado la que, segun el criterio aparicionista, debia resaltar sobre todas las demas. Siento causar alguna contrariedad al Sr. Gonzalez no opinando como �l en este punto; pero acostumbro anteponer la verdad � toda consideracion: examine nuevamente la pregunta: anal�cela l�gica, gramaticalmente � como quiera, y no sacar� de ella lo que pretende.

Hay otro punto que se enlaza con el anterior y quiero tratarlo tambien. Lo enuncia el Sr. Gonzales en otra parte de su obra (p�g. 330) de este modo: "Bien sab�a Bustamante que el fundamento del culto era la tradicion sobre la Aparicion y milagrosa pintura de la santa efigie, pues si no hubiera sido esto lo que quer�a contradecir, � nada ven�a que dijese que la pintura habia salido de las manos de un indio." Raqu�tico me parece el criterio con que se trata de establecer la relacion del efecto � la causa. Cualquiera otro antecedente podia admitirse mejor que el que se propone, porque para aceptarlo era necesario conceder al P. Bustamante la facultad de adivinar lo que no habia de inventarse sino muchos a�os despues de su muerte. �No descubre el Sr. Gonzalez otra causa mas aceptable? �Porque dijo el F. Bustamante que habia pintado la im�gen el indio Marcos? En primer lugar porque era la verdad, no desmentida por ninguno de los testigos; y en segundo lugar porque as� esforzaba poderosamente su argumentaci�n contra el Sr. Montufar.

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Lo comprendi� este cuando trat� de sincerarse. Si la pintura hubiera sido divina y se supiera esto por tradicion desde el tiempo del Sr. Zum�rraga, tenia el Sr. Montufar brillante oportunidad de sincerarse alegando el or�gen atribuido al sagrado lienzo, en vez de acogerse al expediente de probar con testigos que predicaba �l acerca del culto de las im�genes lo mismo que el P . Bustamante. Vamos � ver la fuerza que tenia el argumento de la pintura hecha por el indio, comparando la creencia gent�lica de los de su raza con el peligro � que se les expon�a, segun los franciscanos, al fomentar la devocion de la im�gen que habia salido de las manos de uno de ellos. Expongo la cuesti�n dividi�ndola en tres fracciones: 1� Los indios, en su gentilidad, hacian im�genes de piedra y palo y tambien las pintaban en lienzos: 2� Creian que tales simulacros tenian la facultad de prosperar sus siembras, de darles la salud y de realizar otros portentos: 3� Daban adoracion, en consecuencia de esto, � la materia que formaban con sus propias manos. Tal era la creencia gent�lica, y seguidamente expongo la argumentacion del P. Bustamante dividi�ndola tambien en tres fracciones que se relacionar�n con las de arriba: 1� El indio Marcos habia pintado recientemente una im�gen: 2� Se decia que esta realizaba tambien portentos: 3� Expon�ase, de consiguiente, � los indios � que creyeran que los milagros eran hechos por la pintura y no por intercesion de la Sma. Virgen desde el cielo, y en consecuencia se les exponia tambien � que rindieran culto nuevamente � la materia salida de sus manos, volviendo � lo antiguo.

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Despues de lo anterior los lectores imparciales resolver�n, sin duda, que la raz�n tampoco asiste al Sr. Gonzalez en la afirmacion que refuto.

El Sr. Gonzalez dice (p�g. 329) que profan� el P. Bustamante la c�tedra del Esp�ritu Santo. Acabamos de ver los motivos poderos�simos que tuvo, para predicar con ardiente celo contra los que imprudentemente llevaban � los indios de nuevo por la senda de la idolatr�a. Dicen algunos que se expres� con violencia, y ya hemos visto en la refutaci�n al P. Ant�coli que sus palabras fueron harto moderadas. Dicen otros que pudo tratar la cuesti�n privadamente con el Arzobispo, y no llevarla al dominio p�blico. Contesto � los �ltimos que no sabemos si di� esos pasos en lo reservado, decidi�ndose � tratar la cuesti�n en p�blico agotados ya los recursos privados. El Sr. Montufar gustaba de llevar adelante su opinion, obcec�ndose en ella, y el P. Bustamante era hombre que no se detenia ante consideraciones humanas-cuando buscaba la salud de las almas. Fr. Ger�nimo de Mendieta, cronista de su Orden, nos lo pinta en la "Historia Eclesi�stica Indiana" (p�g. 702) como tan celoso de la predicaci�n "que su principal estudio (dice) era consultarla primero con Dios." As� es de creer que lo hiciera en el presente caso, � inspirado de la Divina Magestad no temi� afrontar las iras del poderoso porque se trataba de apartar � los indios del contagio de la idolatr�a evit�ndoles el peligro de recaer en ella. Si algunos contempor�neos juzgaron mal de su persona, aqu� est� la posteridad para hacerle justicia. Y ya que el Sr. Gonzalez se muestra tan celoso de que la c�tedra del Esp�ritu Santo no se profane, aconseje � los predicadores aparicionistas que sean moderados en sus apreciaciones y que no lancen desde la sagrada c�tedra dicterios contra sus hermanos. Obligacion es del que reprende y censura dar ejemplo.

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Sigue diciendo el mismo Sr. Gonz�lez en el lugar citado: Que hall�ndose dominado Bustamante de la ira y del terror, su palabra fu� desautorizada. Apoya su afirmacion en lo que dice el extracto usado por �l (p�g. 327 de su obra), que literalmente es esto: "Alguno dijo que la mudanza del semblante del predicador, al empezar a hablar de Nuestra Se�ora de Guadalupe, habia sido como si estuviese poseido de la ira y del espanto;" etc. Pues precisamente cometi� aqu� un error el que hizo el extracto, como antes lo cometi� tambien cuando afirm� (loc cit) "que alguno � algunos, los menos, dijeron no haber� visto mudar de semblante al predicador porque estaban lejos de �l." La informacion no confirma ni una cosa ni otra. Por fortuna la tenemos � la vista, y recorriendo sus p�ginas podemos hacer el c�mputo de los testigos. De ocho que declararon minuciosamente acerca del sermon, tres no dijeron palabra de la mudanza de semblante, (Mesa, Contreras y Masseguer); uno (Puebla) no la advirti�; otro (Cisneros) no la not� por estar lejos; otro aun (G�mez de Leon) no la vi� pero oy� decir la especie, declaraci�n inv�lida como prueba, pues bastaba que uno lo dijera para que muchos lo repitieran sin haberlo visto; finalmente solo dos afirman el cargo: Juan de Salazar que vio al predicador dominado por la c�lera y Francisco de Salazar que le not� el semblante atemorizado.*

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* Los Salazares se han mostrado en todo muy parciales del Arzobispo. El Francisco fu� acusado criminalmente, pasado alg�n tiempo, por el segundo Marqu�s del Valle D. Martin Cort�s, segun consta en la Noticia hist�rica de la Conjuracion (p�g. 183): l�stima que no se nos comuniquen all� detalles acerca del asunto, pues por falta de ellos, no podemos pronunciar juicio definitivo sobre los antecedentes del testigo Salazar, en cuya conducta no se ve muy claro, porque, siendo enemigo del Marqu�s, se prestaba � declarar en perjuicio suyo, y tal proceder no es propio de personas que tienen sentimientos levantados. En el caso que examino, la declaracion contradictoria de los Solazares tiene analog�a con la de los viejos libertinos que calumniaron � la casta Susana.

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As� es que no se adunaron las dos pasiones, como dice el Sr. Gonzalez; ni era posible que un semblante reprodujera en el mismo momento dos expresiones tan encontradas. Esta inconformidad de los dos �nicos testigos que declararon afirmativamente hace creer una de dos cosas: � que eran malos fisonomistas � que mintieron: si pas� esto �ltimo sale favorecido el P. Bustamante: si lo primero, puede admitirse que mudara semblante pero no dominado de malas pasiones sino de un celo plausible. Vemos, pues, que de los testigos, los menos dijeron haber visto mudar semblante al predicador; pero que sus declaraciones, por no venir concordes y expresar pasiones contrarias parecen desautorizadas.

El autor del extracto de la informacion dice en la obra del Sr. Gonzalez (p�g. 328) que "una cosa llam�, sobre todas, la atencion y caus� extra�eza: un testigo sacerdote suplic� al Arzobispo que no le mandase declarar en este asunto porque era Capellan del Virrey y de la Audiencia,

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y fu� necesario que el Prelado le reiterase el mandato so pena de excomuni�n." *

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* El P. Ant�coli ha hecho caudal de este incidente en la p�g. 348 de su "La V�rgen del Tepeyac."

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Donde habr� visto nuestro letrado que aquello llam� la atenci�n y caus� extra�eza? Porque la informacion no deja entrever esto. Ni los contempor�neos pudieron asombrarse de una cosa que pas� tan reservadamente que ni el mismo P. Bustamente es probable que haya llegado � saberla nunca. Llamado habr� la atencion y causado extra�eza � los modernos aparicionistas, f�ciles de asombrar aun cuando los ba�e el sol. Si hubieran visto desapasionadamente la informacion; si al exponerla p�blicamente hubieran cuidado de no desvirtuarla, se habrian admirado viendo que aquel Br. Puebla tan remiso era el mismo que habia formado el interrogatorio, present�ndosenos, as� como testigo consultor. Y lo hago aparecer con su aspecto mas inocente, pues si admitiera yo, como aparicionistas, que la informacion era causa en forma, resultaria el Br. Puebla algo as� como testigo fiscal. Si alguna vez la Sagrada Congregacion de Ritos se aboca con el conocimiento de la informacion tantas veces citada podr� revisar las diversas formas de letra de las denuncias y compararlas con las firmas de los testigos, para que examine y pese con el aquilatado criterio que la distingue si hay tambien testigos delatores fuera de Masseguer, que ya sabemos lo fu�. (Vease la nota puesta en la p�g. 109). Ser� un nuevo dato para juzgar de la irregularidad con que se llev� adelante un asunto tan grave de suyo.

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�No queda se�alada ya en la p�g. 6 de la informacion (nota) una falsedad tan patente como la de considerar probada en todas sus partes la cuesti�n 10� del interrogatorio cuando solo la primera parte lo estaba y no en los t�rminos que la pregunta refiere? Vease lo que digo en el p�rrafo que sigue sobre la pena de azotes que pidi� el P. Bustamante. El Prelado que tan atropelladamente trataba de sincerarse en el dia mismo que habia predicado el P. Bustamante, como lo hemos visto en la refutaci�n al P. Ant�coli (p�g. 130); ese Pastor que, acudiendo � la ermita de Guadalupe, hacia que se dijese � los indios lo mismo que el provincial acababa de predicar sobre el culto material de las im�genes, queriendo aparecer tan celoso como �l en la extirpacion de la idolatria; ese mismo Prelado, repito, se condujo de un modo tan irregular que, cuando sea examinada su conducta con la imparcialidad que entonces no se podia pedir � los contempor�neos, quedar� sincerado el P. Bustamante de los cargos que la pasion, mala consejera siempre, ha lanzado contra �l.

Otros varios cargos que formula el Sr. Gonzalez paso por alto, � por ser de menos importancia, � por quedar refutados ya con lo que antes he dicho. Algunos no dejan de ser peregrinos. Adulaba el predicador, dice el Sr. Can�nigo (p�g. 329), al Virrey y � la Audiencia: si pedir � alguien que cumpla con sus deberes es adularlo, paso por el cargo. Profiri�, agrega, errores teol�gicos: se��lelos y veremos si tiene razon. Manifest� sa�a contra los que hablasen de los milagros de Nuestra Se�ora de Guadalupe: no hay tal; manifest� celo; pidi� que se hiciera informaci�n sobre los milagros y, no hall�ndose ciertos, pidi� tambi�n pena de cien azotes, como lo declara el testigo Gomez de Leon (p�g. 43 de la Informacion), entendi�ndose que la pena ser�a solo contra el primer inventor,

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porque as� lo dicen expresamente cuatro de los testigos (Mesa, Juan de Salazar, Puebla y Masseguer): Francisco de Salazar es el �nico que habla de la pena reagravada de doscientos azotes contra los que siguiesen hablando de los milagros; Cisneros declara ambiguamente y Contreras nada oy�. V�yase viendo como los aparicionistas emiten juicios arrim�ndose al interrogatorio sin consultar las declaraciones testimoniales; es decir, haciendo de fiscales y no de jueces.

Peregrino es tambien el juicio que el Sr. Gonzalez emite (p�g. 332 de su obra) sobre la pregunta 6� del interrogatorio, en que se pidi� � los testigos que declararan acerca de lo que el P. Bustamante habia dicho con relaci�n al fundamento de la devocion nueva. El Sr. Can�nigo dice sustancialmente que de los t�rminos de la pregunta se infiere que el fundamento de la devocion era portentoso. Precisamente en esta cuesti�n queda consumada la derrota de los aparicionistas, encarg�ndose de resolver la objecion el testigo mas parcial en favor del Sr. Montufar, ese mismo Francisco de Salazar tantas veces citado, quien dice, contestando � la pregunta, que el �nico fundamento es el t�tulo de la Madre de Dios; es decir, no fundamento natural. Ya he tratado el punto en una nota (p�g. 119) y � ella me refiero para mayores detalles. Por supuesto que los aparicionistas se han callado como muertos* acerca del asunto.

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* No es mia la expresion sino del P. Ant�coli en su op�sculo (p�g. 350). Nadie extra�e que repita yo las palabras de los aparicionistas, porque en literatura, los proclamo maestros. Ellos me han ense�ado � RETORCER ARGUMENTOS, y no ser� yo quien niegue su ciencia y sus virtudes.

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Bueno fuera que al extractar la informacion no hubieran omitido lo que les era contrario, porque hoy no podemos juzgar si lo hicieron por ignorancia � por mala f�.

Las objeciones aparicionistas mucha semejanza tienen con las tretas que los antiguos mexicanos pusieron en pr�ctica para detener la marcha del afortunado Cort�s: consisten en sembrar la senda de obst�culos que, en �ltimo resultado, no estorban el progreso del caminante porque en todos esos obst�culos no hay m�s que materia inerte. Pero alguna vez no es tan inocente la tarea; por ejemplo, cuando se lanzan dicterios contra el adversario; cuando se le levantan testimonios; cuando por medio de tal � cual pregunta introducida con habilidad en una pol�mica se mancilla la reputaci�n del contrario. El integ�rrimo P. Bustamente no se ha librado de ataques de tal g�nero. Pretendiendo el Sr. Gonzalez hallar los m�viles de la conducta del provincial donde no debiera buscarlos, trae � colacion la enemiga de los encomenderos con el Prelado diocesano (que en aquella �poca no s� que existiera) para lanzar contra dicho provincial este cargo temerario � injusto � todas luces (p�g. 329): �Estar�a Bustamante vendido por los hist�ricos, treinta dineros? Lo invito formalmente � que pruebe el dicho. Bien s� que una carta del Sr. Montufar fechada el 15 de Mayo de 1556 y publicada en el tomo IV de los "Documentos de Indias" presenta tremendas causaciones contra los frailes, y entre otras (pag. 513) la de que se oponian � los diezmos y no � los tributos "porque toca � S. M."

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Pero el Prelado entra en contradicci�n consigo mismo en su carta cuando dice (p�g. 508) que los frailes voceaban que "con mala conciencia va la mar cuajada de oro y plata para S. M;" y cuando agrega: "yo les concedo (� los frailes) que si S. M. y encomenderos llevan tributos demasiados� que S. M. ser� obligado � baxarles y remitirles (� los indios) los dichos tributos." Los frailes clamaban contra el exceso de tributos, y su provincial, que era el que llevaba la voz, �habia de estar vendido � los que percib�an esos tributos! �Aqu� si que hay contradicci�n y jerigonza!

Pondr� otro cargo del Sr. Gonzalez contra el P. Bustamante y dar� t�rmino � la cuestion. "Bustamante (dice en la p�g. 330) habla de las ofrendas hechas al templo de Nuestra Se�ora y dice que no se sabe en que se gastaban. �Ser�a la envidia � el interes de los funestos treinta dineros lo que desataba su lengua?" Bien sabe el Sr. Can�nigo que la informacion sincera al provincial del cargo, porque donde quiera se repite all� que pedia se dieran las limosnas � pobres vergonzantes � � los hospitales de la ciudad, sobre todo al de las Bubas (que despu�s fu� del Amor de Dios) al que se habia quitado la renta: no pedia, de consiguiente, para s�, sino para pobres y hospitales; con la circunstancia de solicitar que se prefiriese el hospital de las Bubas, fundado por el primer Obispo de M�xico y que estaba bajo la dependencia del prelado diocesano; as� es que los fondos de las limosnas no salian de las manos del Arzobispo. Estas dos �ltimas detracciones contra el provincial de los franciscos, presentadas bajo forma de preguntas y en tono de duda, son dignas de reprobaci�n,

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porque formular acusaciones gratuitas y conjeturales que las gentes sencillas convierten en cargos reales no es proceder en conciencia.

Habiendo contestado al Sr. Can�nigo todas sus objeciones, queda terminada mi tarea. He presentado pruebas de que los aparicionistas han mancillado reputaciones bien sentadas con la �nica mira de que triunfen sus desatinadas teor�as.

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Falso testimonio levantado al Sr. Benedicto XIV

por los modernos aparicionistas.

� P�G. 63 �

Algunos aparicionistas han inventado que el Sr. Benedicto XIV., al ver la im�gen guadalupana que en el a�o de 1752 � en el siguiente le present� el P. Juan Francisco Lopez, religioso de la Compa��a de Jesus, prorrumpi� en las palabras del salmo 147: "Non fecit taliter omni nationi;" y aun no falta entre ellos uno, el P. Esteban Ant�coli, de la misma Compa��a, que asienta en la p�g. 304 de su citado libro "La Virgen del Tepeyac " que dicho Pont�fice fu� el primero que las aplic� � nuestra im�gen mexicana.

El editor espa�ol, en la nota � la p�g. 63, sin conceder en manera alguna que el Pont�fice las hubiese pronunciado en la ocasion referida, prueba que no fu� el primero que las aplic� � la santa imagen.

Para refutar todavia m�s � esos aparicionistas, apelamos ahora � dos oradores � quienes, sin duda, ellos respetar�n y no podr�n tacharlos; contempor�neos ambos del P. Lopez, el uno disc�pulo suyo, el Dr. y Mtro. D. Cayetano Antonio de Torres, y el otro alumno de su mismo instituto, el P. Sancho Reinoso.

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El Dr. Torres, en el sermon que predic� en la iglesia metropolitana el dia 11 de Noviembre de 1756 con motivo de celebrarse la confirmacion del Patronato de Ntra. Sra. de Guadalupe, y que aprobado por el Dean Moreno y Castro y dedicado al Arzobispo Rubio y Salinas se imprimi� aqu� en 1757, dijo lo siguiente, que se encuentra en la p�g. 70: �Parece que nos quiso afianzar la dignacion de su Beatitud, que no habia sido vanidad (83), no habia sido capricho, ni orgullosa soberbia de los Mexicanos haver explicado su grande dicha � imponderable felicidad con aquel sagrado Ep�graphe: Non fecit taliter omni nationi. S�, as� es, nos dice en el Oficio y Misa de Nra. Sant�ssima Madre: as� es, que ninguna otra Naci�n ha logrado tanto bien."

En la misma p�g. 70 hay esta nota, puesta por dicho Dr. Torres � las palabras que acaban de ser citadas "(83) El P. Florencia devot�ssimo amartelado de nuestra Sant�ssima Madre de Guadalupe hall�ndose en Roma de Procurador de su Provincia de M�xico,* abri� Medalla y L�mina de la Se�ora, poni�ndole este Mote: Non fecit taliter omni nationi, que despues se ha hecho comun en todas sus Sagradas Im�genes: y lo que entonces se atribuy� � arrogancia y vanidad, es lo que ahora le aplica la Santa Iglesia escogiendo estas mismas palabras para la Antiphona Ad Benedictus en su Oficio, y para el Communio en su Missa."

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* El P. Florencia fu� electo Procurador de su Provincia en 5 de Noviembre de 1668.

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El P. Reinoso, en el sermon que predic� en S. Luis de la Paz con igual motivo que el Dr. Torres, y se imprimi� aqu� en 1759, dijo esto, que consta en las p�gs. 19 y 20: "El dicho or�culo de David, que apreciamos en cualidad de real rescripto, en que nos privilegia Dios casi sobre el cielo, lo grav� en las medallas � inscribi� en los retratos de nuestra Imagen el insigne Jesuita digno de inmortal gloria, el P. Francisco de Florencia, � cuya pluma debemos las memorias de los Guadalupanos blasones. Ley�, pues, Roma el admirable ep�graphe, este corri� por Espa�a, Italia, Francia y toda la Christiandad sin tropiezo; y aunque lo licencioso, al parecer, de la aplicacion, y lo inaudito de aquel favor excit� no s� que santa envidia, algunos juicios, y no pocas voces, pero ninguno la levant� tanto que la pusiesse en algun tribunal en forma de querella � denuncia; antes bien christianamente d�ciles rindieron su juicio � los de Dios, que ass� lo decret�, y ya corri� el sagrado ep�graphe con t�cita aprobaci�n de los Cath�licos Doctores, Prelados, Obispos y Cardenales, y subi� el dicho privilegio hasta el mismo solio de Christo en Roma, quien callando en la boca de su Vicario, aprob� el rescripto: ass� corri� por mas de 200 a�os este singular�ssimo privilegio: Non fecit taliter omni nationi."

Como podria decir esto en la C�tedra de la Verdad el P. Reinoso si hubiera sido el Sr. Benedicto XIV quien por primera vez aplic� las palabras del salmo 147 � Nra. Sra. de Guadalupe? El P. Reinoso conoci�, indudablemente, al P. Lopez y de su boca habria o�do que cuando present� al Pont�fice la imagen guadalupana, este, muy enternecido, segun cuentan, prorrumpi� en dichas palabras; por tanto, lo habria referido en su sermon.

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Mas, como acaba de verse, no lo refiri�, lo cual viene � confirmar que no hubo tal aplicacion pontificia. Y aun suponiendo que vuelto de Roma el P. L�pez no le viese el P. Reinoso y por lo mismo no oyese de su boca la an�cdota, no se habria divulgado esta entre los jesuitas de la Provincia de Nueva Espa�a lo bastante para que llegando � conocimiento de dicho padre la refiriese en S. Luis de la Paz en tan oportuna ocasion? No la refiri�: de consiguiente, no debe atribuirse al Pont�fice lo que solo corresponde al P. Florencia. Este, en el cap. XXIII, n�m. 260 de su "Estrella de el Norte de M�xico," impresa aqu� en 1688 (cincuenta y dos a�os antes de que ocupara la C�tedra de S. Pedro el Cardenal Lambertini), aunque por modestia no dice ser �l quien mand� gravar medallas y ponerles por inscripci�n las palabras tantas veces repetidas del salmo 147, como se ha visto que lo dijo en su sermon el P. Reinoso, escribe sin embargo lo siguiente: "Alguno desear�, � curioso � devoto, saberla causa de esta excesiva demostracion por aquesta Imagen de su Madre Sant�ssima: de que parece acomodado Mote aquel Non fecit taliter omni Nationi, que imprimi� � los pies della un devoto;� " En seguida, vali�ndose de conjeturas, asigna dos causas � la excesiva demostracion para con la santa imagen, y en el n�m. 262 se expresa as�: "En Roma se han abierto moldes, se han fundido medallas, de tantos g�neros, de las ordinarias y de las de torcho, grandes y peque�as, en tanto n�mero que causan admiracion."

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Ya que hemos citado el sermon del Dr. Torres, recomendamos � nuestros lectores fijen su atencion en la protesta que hace el orador en la nota que, con el n�m. 47, puso � las palabras siguientes de su sermon (pag. 21): "Ya hizo la Santa Iglesia en la Im�gen de Guadalupe lo que no acostumbra hacer (47) con otras innumerables Milagros�simas Im�genes de la misma Se�ora." La nota es esta: "(47) No es dudable que el Indulto de Missa y Oficio proprios concedido � nuestra Imagen de Guadalupe sea un favor muy singular y muy dif�cil de conseguir de la Silla Apost�lica. Rar�ssimas son las Im�genes que lo han obtenido hasta la presente. Por el contrario son innumerables por las que se ha entablado esta misma pretension en la Curia Romana sin que hasta hoy logren el consuelo los interesados de llegar al fin de sus desseos. A esto alude lo que digo en este per�odo y en cualesquiera otras semejantes expressiones que puedan ocurrir en todo el Sermon: protestando, como debo, que en ninguna de ellas es mi �nimo dar � entender que se haya aprobado el Milagro de Guadalupe por la Sede Apost�lica, antes aseguro lo contrario quando se ofrece hablar de ello en t�rminos precisos en este mismo Sermon."

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El Virrey D. Martin Enriquez.

� P�G. 72 �

El autor de "La Virgen del Tepeyac," � sea el P. Esteban Ant�coli, Societ. Jesu, arrastrado por su furor aparicionista, no teme lastimar las reputaciones de los que no piensan como �l en esta cuesti�n � que por lo que han dejado escrito le son contrarios. Habi�ndose visto ya cuan mal trata en su expresada obra al respetable P. Bustamante, vamos ahora � ocuparnos del Virrey D. Martin Enriquez, � quien califica de ligero, ignorante, vil, y al cual desprecia porque en su citada carta de 23 de Septiembre de 1575 se hallan cuatro verdad es que no se pueden negar.

En la p�g. 335 dice el P. Ant�coli que en este asunto el Virrey "escrib�a sin conocimiento de causa." En otra nota, p�g. 115, queda probado, con autoridades de mayor peso, que no se le puede acusar de ligero, y � ella remitimos al lector.

En la 337, con marcada burla, le llama: "Su Excelencia el Virrey," y repite lo que habia escrito ya en la p�g. 101, � saber: que se opuso � la fundaci�n de la parroquia y de un monasterio.

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En la 338 escribe: "En esto Enriquez muestra su crasa ignorancia."

Unas cuantas l�neas adelante, marcando m�s su desprecio � este Virrey, le llama: "ese Enriquez."

En la p�g. 339 termina su injust�sima indignaci�n diciendo: "la cl�usula con que acaba su disparatado Informe muestra la bajeza de su alma y su modo villano de juzgar de los Ministros de Dios y del Arzobispo."

Vease ahora como han calificado al Virrey Enriquez respetables historiadores; comencemos por los hermanos del P. Ant�coli, es decir, por los religiosos de la Compa��a de Jesus, no sin advertir antes que copiamos de sus escritos no solamente aquellos pasajes que destruyen las aserciones del mismo padre respecto del Virrey y los calificativos que se ha permitido darle, sino tambi�n alg�n otro que nos servir� �nicamente para, de paso, poner de manifiesta su ingratitud con aquel gobernante.

1� El P. Juan Eusebio Nieremberg, en su Vida de S. Francisco de Borja, que se ha impreso varias veces en Espa�a, refiriendo en el cap. XI del libro tercero la venida de la Compa�ia � M�xico y el mucho bien que hacia aqu�, escribi� estas palabras: "el Virrey de la Nueva Espa�a, que � la saz�n era don Martin Enriquez, gran Governador, y varon prudentissimo, y don Pedro Moya de Contreras, Arzobispo de M�xico,� llamaban al P. Pedro Sanchez, � boca llena, reparador de la Nueva Espa�a, y dezian que p�blicamente por decreto de todo el Reino se le havia de poner una estatua de bronce en la plaza de M�xico."

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2� El P. Andr�s Perez de Rivas, en su "Cor�nica y Historia Religiosa de la Provincia de la Compa�ia de Jesus de M�xico en Nueva Espa�a�" obra que aun est� in�dita, tratando en el cap. V del lib. I de la s�plica que el Virrey y Ciudad de M�xico hicieron � Felipe I I para que mandase que la Compa�ia pasase aqu� y fundase, dice as�: "Governava en esta sazon la Nueva Espa�a como Virrey el muy noble se�alado Don Martin Enrriquez, que fu� el que di� asiento y forma al govierno de este Reyno, el qual ass� por haver conocido y tratado en Espa�a � los de la Compa��a� escribi� tambi�n al Rey suplic�ndole sobre el mismo intento. "

En el cap. 9� del mismo libro 1�, refiriendo la llegada de los jesuitas al puerto de la Veracruz, dice: "El hospedage que les tuvo prevenido [el P. Antonio Sede�o] fu� muy conforme al que solian tener nuestros primeros Padres en los lugares donde no avia casa � Colegio de la Compa�ia, y lo fu� un hospital que se acavaba de fundar por orden del Virrey D. Martin Enriquez, que en aquel tiempo governaba este Reyno, el qual con el insigne celo que tenia del bien p�blico mand� hazer esta obra�"

En el cap. 12, tratando de la llegada de los jesuitas � M�xico, escribe as�: "Quando supo el Virrey Don Martin Enriques, (el nombrado en todas las Indias por su excelente y se�alado govierno) de la llegada con tanto silencio, y del hospedaje humilde que havian escogido los Padres, dijo que bien parecian hijos de su santo Padre y fundador Ignacio. Y no ser� raz�n que yo deje de decir aqu�, que fu� dicha de la Compa�ia haver llegado � este Reyno quando la governaba un Principe de tan eminente govierno que la grande prudencia del Rey Felipe segundo, quiso que sus ordenanzas se tubiesen por inviolables,

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y as� se lo mand� despues al santo Conde de Monterrey, quando lo envi� � governar esta nueva Monarquia. Trataron luego los Padres de ir � presentarse � su Se�oria (uso del t�rmino y cortes�a que en aquel tiempo se daba a los Virreyes, que despues se mud� en Excelencia), llegando pues los Religiosos � Palacio, y habi�ndole dicho al Virrey que el P. Pedro Sanchez venia por Provincial, � quien su Se�oria havia conocido en Valladolid por Persona de tantas partes y autoridad, aunque por el nombre le parec�a ser �l, dudava que aquella Provincia se hubiese privado de sugeto tan importante. Pero vi�ndole de lejos y reconoci�ndolo dijo � los presentes ser el mismo, y lo sali� � recivir y abrazar con singular afecto y muestras de mucha benebolencia, significando mucha alegr�a de que la Compa��a hubiese (venido) � este nuebo mundo, y que pudiese gozar de su doctrina la Ciudad de M�xico y su Reyno, ofreci� su favor y ayuda para todo lo que fuese � prop�sito de su acrecentamiento y buen asiento"

En el cap. 16, hablando de los sugetos que habian querido tomar � su cargo la fundacion de la primera casa de los jesuitas en M�xico, dice: "El primero fu� el mismo Se�or Virrey Dn. Martin Enrriquez, que estaba determinado de encargarse de ella, y tubo ya sitio elegido, aventajado y muy cercano � la Universidad para el Colegio de M�xico." Algunas lineas adelante, da fin al p�rrafo con estas palabras: "La voluntad del Virrey tubo su empleo en ayudar con limosnas � los de la Compa�ia, y favorecerla en quanto havia menester mientras govern� la Nueva Espa�a, y despues pasando � governar el Per� fund� en Lima el insigne seminario de San Martin, que est� � cargo de la Compa��a"

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En el cap. 21, hablando del mal estado en que se encontraba aqu� � la venida de los jesuitas la educacion de la juventud, dice: "Este era el estado en que hall� la Compa��a � la muy noble juventud de M�xico quando lleg� � la Nueva Espa�a. Y el intento principal que havia tenido el Exmo. Virrey Don Martin Enriquez que la governaba y juntamente la misma ciudad para suplicar � la Magestad de Felipe segundo mandase que la Compa��a viniese � este Reyno fu� para que abriese escuelas de letras y virtud donde la juventud fuese doctrinada, y as� deseaban por estremo ver puesto en execucion este intento."

Refiriendo en el mismo p�rrafo la apertura del Colegio, dice as�: "Diose principio con una elegante oracion que hizo uno de los nuestros, � que quiso el mismo Virrey hallarse presente, con la Real Audiencia, todas las sagradas Religiones, y la ciudad con su Regimiento. Costumbre que qued� entablada, y se observa hasta el tiempo presente, porque quando cada a�o se renuevan en la Compa��a los estudios por San Lucas, en p�blico y con general concurso de Virrey, Real Audiencia, Doctores de la Universidad y Religiosos se recita una elegante oracion, en que se le representa y exorta � la juventud, que tambi�n est� presente, con quanta diligencia se debe aplicar al nobil�ssimo y provechoso exercicio de la sabiduria, virtud y letras. Accion � que di� principio y entabl� el que fu� insigne Governcidor de este Reyno y despues del Per�, Don Martin Enriquez. Y hizo tanta estimacion este Pr�ncipe de esta crianza de la juventud que quando pas� � governar aquel Reyno fund� en �l un seminario de colegiales con t�tulo de San Martin, que est� � cargo de la Compa��a�"

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En el cap. 22, dando � conocer el autor los adelantos de la juventud bajo la direcci�n de los jesuitas, dice: �Y era tal el gusto de la Rep�blica en ver ya tan aprovechados sus hijos en letras que quando havia algunos exercicios de ellas, concurria lo mas florido de ella a honrrarlos,� y lo que m�s es y digno de referir aqu�, que el mismo Virrey Don Martin Enrriquez, gustavade saber quando havia algunos de estos exercicios, y aunque no muy solemnes, los honrrava con su presencia, trayendo consigo algunos Se�ores de la Audiencia Real.�

En el cap. 23, refiriendo el autor la fundacion de otros Colegios en esta ciudad, dice: "Y para que esta obra tubiese mas firmes fundamentos y apoyo, quiso (el P. Pedro Sanchez) dar parte y consultarla con el Virrey Don Martin Enrriquez, que como muy prudente Governador y zeloso del bien del p�blico se la alab� mucho."

En el cap. 24, hablando del buen logro que tuvieron los trabajos de los jesuitas con el establecimiento de dichos colegios, dice as�: "T�bolo tal la fundaci�n de es-tos seminarios en M�xico que el mismo Virrey Don Martin Enrriquez agradeci� al Padre Provincial Pedro Sanchez este beneficio que le havia hecho � toda la Rep�blica con las palabras mismas que aqu� pondr�: "Padre Provincial, en grande cuidado me tenia puesto ( antes que la Compa��a viniese � esta tierra) el deceo de reparar los da�os de la falta de buena crianza de la juventud, que conocidamente veia se iba perdiendo sin remedio, y no havia podido con extraordinarios medios conseguir mi deseo.

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Pero Dios, como Padre y se�or universal, lo ha hecho mejor y con mas suavidad, tray�ndonos � esta tierra los Padres de su santa Compa��a, con cuya ayuda la ciudad se ha reformado y la juventud se ha mejorado, que yasiempre meprometer� y esperar� qualesquiera ventajas de buenos sucesos, y en especial � V. P."

En el c�p. 1� del lib. 2�, hablando de una fiesta que entre otras, hacian los jesuitas � la Sma. Virgen, dice: "�� esta fiesta acud�a de ordinario el Exmo. Virrey Don Martin Enrriquez, con singulares muestras de alegr�a de ver logrados los deseos que havia tenido de que la Compa��a viniese de Espa�a � este Reyno, y que abriese escuelas para la ense�anza de la juventud Mexicana�"

Antes de dejar al P. Perez de Rivas contestaremos con palabras del mismo � lo que asienta el P. Ant�coli en la p�g. 352 de su expresada obra. Dice as� este �lt�mo: "Repito y afirmo que si el predicador (el P. Bustamante) sabia lo que decia, si estaba en su acuerdo, incurri� en la excomunion mayor por haber p�blicamente apelado � un tribunal laical en materia religiosa y eclesi�stica, de la cual jure divino los Obispos, y solamente los Obispos, son los jueces leg�timos." Pues bien, el P. Perez de Rivas, refiriendo en el cap. 25 del lib. tercero de su Cor�nica los obst�culos que por parte del Ilmo. Sr. Alburquerque tuvo la Compa��a para establecerse en Oaxaca, dice: "Viendo pues el P. Diego Lopez que las cosas estaban en tan mal estado, como tan amigo de la paz y concordia, juzg� por �ltimo remedio dexar el puesto, aunque con harto sentimiento de la ciudad, y venir � dar parte al Virrey Don Martin Enrriques,

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que � la sazon governaba, Juez verdaderamente just�simo, y � quien por razon del patronato Real tocaba esta causa, y � la Audiencia y al Metropolitano Arzobispo de M�xico. La ciudad de Oaxaca despach� juntamente sobre el negocio un regidor� para que en su nombre con todas veras solicitase con el Virrey y la Real Audiencia el buen despacho de nuestra causa. Y conociendo su Exa. claramente que la Compa��a padecia sin justicia puso luego conveniente remedio mandando � sus Juezes que como personas que representaban la de su Magestad, Patron en lo eclesi�stico de estos Reynos, nos pusiesen en posecion de ntras. casas y solares, y que en ello por ninguna via se nos estorbasen ntros. ministerios. La Audiencia Real y Metropolitano declararon no aver podido ni poder el Se�or Obispo proceder contra los de la Compa��a con penas y censuras, ni averles comprendido en manera alguna, por no aver sido ni ser de Juez competente, ni leg�timo superior en aquella causa." �Incurriria el P. Lopez en la excomunion mayor por haber apelado al Virrey? Si, segun el P. Ant�coli; pero evidentemente que no segun el P. Perez de Rivas, porque el Virrey tenia el caracter de Vice Patrono, que olvida el autor de "La Virgen del Tepeyac " cuando se trata del P. Bustamante.

3� El P. Francisco de Florencia, en el cap. III, � II, no. 55 de su Historia de Ntra. Sra. de los Remedios de M�xico, impresa en esta ciudad en 1685, dice que queriendo los Regidores hacer una nueva iglesia � la im�gen, "dieron parte � D. Martin Enriquez, Virrey de M�xico, para que diesse licencia para obra tan santa y con su authoridad y �nimo piadoso la fomentasse.

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Di� la licencia, y no solo la di�, sino que � su costa cubri� la Iglesia, di� Indios, y lo dem�s necessario para su f�brica, y mientras dur� la obra la visit� personalmente muchas veces, para dar calor � los oficiales y art�fices."

El mismo P. Florencia, en el cap. 1� del lib. 3� de su "Historia de la Provincia de la Compa��a de Jes�s de Nueva Espa�a" (M�xico, 1694), refiriendo, aun mas circunstanciadamente que el P. Perez de Rivas, el buen recibimiento que hizo el Virrey Enriquez � los jesuitas, dice que "los aguardaba con deseo de verlos y conocerlos, porq. era grande estimador de nuestra Compa��a; tanto que una de las felicidades grandes que debieron y reconocieron � Dios en su entrada en la Nueva Espa�a los nuestros fu� ser Virrey della este Cavallero tan ilustre en sangre, en Christiandad y prudencia, y uno de los mejores Governadores que ha tenido la Nueva Espa�a�"

Algunas l�neas adelante, dice: "Era D. Martin Enriques de suyo hombre que miraba mucho por la authoridad de su persona y alto linage, y mas por la dignidad de su Officio."

4� El P. Francisco Javier Alegre, en el tom. I, lib. I. de su "Historia de la Compa��a de Jesus en Nueva Espa�a," se expresa como los anteriores acerca del Virrey Enriquez, y a�ade que tenia parentesco con San Francisco de Borja.

5� El P. Andr�s Cavo, escribiendo en sus "Tres siglos de M�xico" la venida de los jesuitas en el a�o de 1572, dice: "El Virey Enriquez que siempre los favoreci�, dej� � su eleccion el sitio para fundar colegio." Al referir algunos de Ios sucesos acaecidos en el a�o de 1575, dice:

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"Entretanto, que esto pasaba, Enriquez administraba el reino con prudencia." Mencionando despues su salida de la Nueva Espa�a en 1580, dice que "el Rey Felipe II, satisfecho de su prudencia y moderacion, lo promovi� al virreinato del Per��"

Hasta aqu� los escritores jesuitas. Vease ahora lo que hemos encontrado en los extra�os � la Compa��a de Jesus.

6� Juan Suarez de Peralta, en el libro que con el t�tulo de "Noticias hist�ricas de la Nueva Espa�a" se public� en Madrid en 1878, casi � los trecientos a�os de haber sido escrito, y que se ha citado ya en las p�gs. 46 y 92, al hablar en el cap. XXXXI de la llegada del Virrey Enriquez � M�xico y del recibimiento que se le hizo, dice: "Este caballero era hermano del marqu�s de Alca�izes y de la marquesa de Poza; fu� muy buen governador, y tuvo muncha opinion de cristian�simo: gobern� munchos a�os, procurando el servicio de su magestad con munchas veras, y el aumento de la real hazienda; hazia munchas limosnas de secreto, era amigo que se castigasen los delitos, era muy grave, y llegado que lleg� fue tomando las cosas de la tierra:�" En el cap. XXXXIII dice: "Abia gobernado munchos a�os don Martin Enrriquez, y muy bien, teniendo la tierra en paz y quietud, siendo amado de todos, aunque no era largo en hazer mercedes, y esto fu� porque los poderes que tenia no le daban mano para ello� Era Don Martin muy grave, y criminal en el castigar los delictos, y dur�bale un enojo muncho: amigo de aumentar las rentas reales, y muy buen republicano;

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procuraba los espitales tuviesen muy buen recado y buenas casas, especialmente el espital de los yndios de San Juan; hazia limosnas de secreto. El era muy buen caballero, amigo de que todos los negocios se comunicasen con �l; era ya tenido por padre: gobern� mas de doze a�os, y despues fu� proveydo por virrey del Pir�,�"

7� El P. Fr. Juan de Torquemada, en �l cap. XXI del lib. quinto de su "Monarquia Indiana," dice que el Virrey Enriquez tenia mucha prudencia. En el cap. XXIV se expresa as�: "Fue Hombre muy prudente, y de gran severidad, y como tenia natural gravedad y estimacion, executola; y as� levant� muy de punto el Oficio de Virrey, aviendo sido hasta su tiempo algo mas llano y conversable �" En el mismo cap. dice: "Govern� Don Martin Enriquez catorce A�os con mucha prudencia, y con mucha paz de todo el Reino,�" En estos encomios fu� tanto mas imparcial Torquemada cuanto que acababa de referir un caso en que el Virrey habia tratado con rigor al Comisario general de la Orden Ser�fica.

8� El P. Fr. Juan de Grijalva, escribiendo en el cap. XXIII de la Edad III de su ya citada "Cr�nica de la Orden de N. P. S. Augustin en las provincias de la nueva espa�a," la vida del P. Fr. Diego de Vertavillo, dice as�: "Fu� confessor del se�or D. Martin Henriquez, que entr� en �sta nueva Espa�a por Visorrey el a�o de 1568. de cuya persona dize nuestro Padre Maestro Veracruz de esta manera. "D. Martin Henriquez varon digno de memoria, prudentissimo, grandemente amigo de todo lo bueno. Singular zelador de la honra de Dios, muydevoto de las Religiones; �nico amparo y protector de los Indios, y q. nunca se cansava en oyr sus miserias, y acudir � los defender."

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Estas son palabras bien cortas para los grandes merecimientos deste excelente Principe y gran Governador; pero, de grande autoridad por averlas escrito testigo ocular, y de tan grande autoridad y tan sin sospecha de lisonja, que solo lo escrivia para el secreto de su escritorio. En la variedad de los tiempos se a estimado tanto su govierno y su prudencia, que me parece que basta para aprobaci�n de la persona del Padre Fr. Diego de Vertavillo el averle escogido para su confessor tan gran cabeza como la de su Excellencia, y que teni�ndole tantos a�os � su lado, y corriendo por su mano el despacho de tantos negocios siempre fu� con gran satisfaccion suya, y el dia que muri�, hall�ndose en su entierro, dixo que le faltava grande ayuda para su govierno, y gran consuelo y quietud para su conciencia."

9� El Ilmo. D. Fr. Jos� Joaquin Granados y Galvez, en sus "Tardes Americanas," impresas en esta ciudad en 1778, despues de decir en la Tarde d�cima que el Virrey Enriquez lleg� � M�xico en 1568, prosigue: "Luego di� � conocer este heroico Pr�ncipe en la bondad de su corazon, la prudencia con que habia de manejarse en su gobierno." Pocas l�neas adelante, a�ade: se dex� respetar por Juez y amar por Padre. Di� prueba de estas dos brillantes qualidades en el contagio que padecieron los habitadores de este nuevo Mundo por el a�o de setenta y seis, debiendo � sus christianas resoluciones, ardiente zelo y caridad el remedio�"

10� Un moderno escritor liberal, D. Manuel Rivera Cambas, en el tomo I de su obra intitulada: "Los Gobernantes de M�xico," impresa aqu� en 1872 y 1873, ocup�ndose del Virrey Enriquez, dice as�:

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"Fue uno de los gobernantes ben�ficos � inteligentes que dieron prestigio en nuestro pais � la dominaci�n espa�ola."

11� Otro escritor liberal, el Lic. D. Vicente Riva Palacio, en el cap. XXXVII de su segundo tomo de la nov�sima obra "M�xico � trav�s de los siglos," se ex-expresa as�: "Apropiado gobernante para las circunstancias en que M�xico se encontraba, habia nombrado el monarca espa�ol. Prudente, ilustrado, pr�ctico en el despacho de los negocios, don Martin Enriquez por su car�cter bondadoso se hizo estimar muy en breve�"

Con estos elogios est�n en contradicci�n los denuestos prodigados por el P. Ant�coli � dicho Virrey, �Qui�n, pues, merecer� ser cre�do, ese ingrato Padre � los historiadores citados? Responda el imparcial lector.

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Noticias del indio Marcos y de otros pintores

del siglo XVI.

� P�G. 36 �

Las noticias que acerca de los pintores del siglo XVI se conservan en los libros antiguos son tan escasas, que si algo digo en este lugar sobre uno que adquiri� verdadera celebridad por el importante asunto en que su nombre figur�, los lectores no me lo tendr�n � mal. La circunstancia de ser indio despierta m�s la curiosidad y aviva el deseo de saber algo de �l y de la escuela de donde sali�; de las obras que hizo y de los acontecimientos en que su nombre se halla mezclado. Marcos ha sido para los aparicionistas verdadera pesadilla desde que se descubri� el documento que hoy vamos analizando. En su despecho negaban, � las calladas, que fuera ese pintor un personaje hist�rico; pero m�s adelante, convencidos por la evidencia, confiesan su personalidad, citada por el autor m�s ver�dico que haya escrito acerca de la conquista durante el siglo XVI. Efectivamente, lo que en elegantes frases ha dicho el Sr. Can�nigo Gonzalez, autor de "Santa Mar�a de Guadalupe" (p�g. 330), acerca de otro sujeto, mutatis mutandis tambi�n se puede decir de Marcos:

�168�

"La existencia de �ste y su intervenci�n en los principios del culto de Ntra. Se�ora de Guadalupe est� tan bien probada como la de cualquier personaje hist�rico."

�Qui�n fu� Marcos? �D�nde aprendi�? �Qu� obras ejecut�? son preguntas que diariamente dirigen los curiosos � los que entienden saber algo m�s que ellos en asunto tan delicado. Bien poco se les puede contestar; pero por peque�o que sea el caudal con que se enriquezca la historia de la pintura en M�xico no debe desecharse si con �l aumentamos las escasas noticias que acerca del asunto nos han quedado.

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Marcos perteneci� � la raza ind�gena, mas no era tarasco, como alguien ha dicho, sino mexicano y de la parcialidad de S. Juan. Floreci� � mediados del siglo XVI y viene citado por primera vez en la informacion que vamos examinando, del cual documento resulta que ya por los a�os 1555 y 56 ejecutaba obras que se aceptaban generalmente como buenas.

El indio Juan Bautista, mencionado en la p�g. 117, habla tambi�n de Marcos en diversos lugares de los "Anales" que ha dejado escritos: le llama expresamente MARCOS CIPAC, y es el que mas noticias nos proporciona de nuestro pintor. Entre los de su gremio era hombre preeminente y respetado. El analista indio dice que las obras en que trabajaba, ya solo, ya con ayuda de sus colegas, eran admiradas y encomiadas por los frailes y puestas, por lo menos, al nivel de las que hacian los pintores espa�oles.

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Trabajaba Marcos unas veces, juntamente con sus compa�eros, en el taller de pintura de que hablar� despues, y otras veces fuera del taller; prueba de que no le faltaria clientela.

Los datos del analista corresponden � los a�os 1564 y 65; de manera que Marcos aun vivia nueve a�os despues de la Informacion. Los anales de Bautista se extienden seguidamente durante seis a�os, desde 1564 hasta 1569 inclusive, * y en todo ese tiempo aunque se habla de la muerte de otros pintores nada se dice de Marcos, por lo cual entiendo que en la �ltima fecha estaba vivo todavia.

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* Aunque cita el analista fechas anteriores � 1564 y posteriores � 1569, se conoce que las primeras fueron tra�das � colaci�n evocando pasados recuerdos, ya propios, ya extra�os: en cuanto � las segundas, parecen a�adidas. El principal intento del autor se desempe�� dentro de los seis a�os que antes mencion�.

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�Se puede decir con toda seguridad que no habia muerto en el a�o 1568, pues Bernal Diaz, que por ese mismo tiempo escribia su "Historia verdadera de la Conquista," lo pone como vivo al dar la noticia que se extract� en la p�g. 36, agregando en el lugar citado que era entallador al mismo tiempo que pintor; lo que no es extra�o, porque en aquellos tiempos la divisi�n del trabajo no se habia llevado � los l�mites modernos y era muy frecuente que los pintores cultivaran al mismo tiempo la escultura, la arquitectura, etc.

Sospecho que Marcos no fuera extra�o tampoco al oficio del dorador pues entonces se acostumbraba el dorado en combinacion con la pintura, de lo cual tenemos ejemplos en nuestra im�gen de Guadalupe, en la de Tecaxique y en otras.

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Y ya que los dos oficios se ejecutaran por diversas manos, es evidente que trabajaban de un modo colectivo en retablos y figuras de pincel los pintores, escultores y doradores, formando congregaci�n entre los indios para los asuntos del orden civil, como luego lo dir�.

Bernal Diaz expresa que nuestro pintor se llamaba MARCOS DE AQUINO:* con este nombre le conocer�an los espa�oles y con el de MARCOS CIPAC los indios; que no era raro en la �poca el uso de los apellidos dobles y aun la combinaci�n de dos con la separaci�n de un alias; los indios, precisamente, eran muy dados al uso de dos apellidos, uno espa�ol y otro mexicano, como se ve � cada paso en los anales de Bautista.

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* En otra parte de su obra (cap. 208 209, segun las ediciones) le llama Andr�s de Aquino y con este nombre le cita D. Bernardo Couto en su "Di�logo" por la circunstancia, sin duda, de venir all� mas especificadas las habilidades de los indios. Si hubiera conocido el Sr. Couto la Informaci�n de 1556 y los anales de Juan Bautista habria preferido la primera lecci�n de Bernal Diaz, en la cual se le llama Marcos y que se robustece con el testimonio de dos contempor�neos. Pero suponiendo que el pintor citado se llamase Andr�s, queda siempre la personalidad de Marcos testificada por la informaci�n y por el indio Juan Bautista.

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Las alabanzas que se hacian de Marcos por espa�oles � indios son indicio de que AQUINO y CIPAC eran la misma persona, como no se admita que habia dos sujetos del mismo nombre con diverso apellido y gozando de igual fama;

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aunque contra esta conjetura hay el testimonio t�cito de Juan Bautista, quien, � pesar de que menciona repetidas veces los nombres de muchos pintores indios que florecian en su tiempo, solo cita con el de Marcos al que gozaba entre los naturales de gran reputaci�n.

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Para decir donde aprendi� Marcos necesitaria saber la fecha de su nacimiento, dato que me falta todav�a. Porque si nuestro pintor tenia edad suficiente al tiempo de la conquista para que le alcanzara la ense�anza gent�lica, har�a su primer aprendizaje con los pintores id�latras. Dice muy bien D. Jos� Fernando Ramirez en sus adiciones � la "Biblioteca" de Beristain (in�ditas) hablando de la pintura mexicana: "No hay duda que su germen, aunque imperfecto y tosco, estaba ya sembrado y en fruto al tiempo de la conquista, y que �sta solamente le trajo la correcci�n y la mejor�a de medios para ejecutarla." As� es la verdad, pues los pintores gentiles reproduc�an con naturalidad y perfecci�n los animales y vegetales, estando tambien muy adelantados en la pintura decorativa, y si eran deformes las figuras humanas que hacian consistia esto en que, por una parte, su pintura era simb�lica y reproduc�a tipos monstruosos, y por la otra en que, sirviendo tambien como escritura, ejecut�base con rapidez y descuido. Ejemplos m�ltiples tenemos en muchas esculturas y relieves que hasta nosotros han llegado de que, cuando quer�an, sacaban con perfecci�n los rostros humanos y daban al cuerpo sus proporciones exactas; de manera que con poco esfuerzo y estimulados h�bilmente por Fr. Pedro de Gante,

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fundador del taller de pintura para los indios mexicanos, reprodujeron con tal af�n los piadosos modelos espa�oles, italianos y flamencos traidos de ultramar, que los templos de toda la colonia, segun dice Torquemada, tuvieron im�genes y retablos hechos por los indios.

El taller se fund� como dependencia del monasterio franciscano y bien lo confirma Juan Bautista cuando en sus anales llama "pintores de S. Francisco" � los indios que all� trabajaban: en otra parte de su obra da � entender que el taller dependia de la capilla, que as� llamaban � la de S. Jos� de los naturales, y confirma la especie Torquemada cuando dice que alcanz� � ver todav�a en salas adyacentes � la capilla "los vasos de los colores de los pintores, aunque (agrega) ya no ha quedado rastro de nada de esto." El taller, de consiguiente, no pasar�a de los principios del siglo XVII; siendo verosimil que se abriera en el tercer decenio del siglo XVI, � raiz de la conquista, pues aunque D. Jos� Fernando Ramirez en la obra citada conjetura que tuvo principio en el a�o 1540, el santo Zum�rraga en su carta del 12 de Junio de 1531 al Cap�tulo general de Tolosa (apud. Mendieta, p�g. 638), hablando de las casas de ense�anza anexas � los templos, dice que los ni�os indios eran "muy ingeniosos, especialmente en el arte de pintura." Alg�n tiempo llevarian de cultivarla con los espa�oles para que se revelaran sus aptitudes.

Sobre la organizaci�n del expresado taller casi nada se puede decir. No creo que fuera el venerable Gante, propiamente, maestro de los indios como todos lo aseguran, porque ser�a preciso concederle copia de conocimientos en todas las artes que un solo sujeto no es posible que posea:

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tendr�a nociones generales en todos los oficios y especiales en algunos, y �stas le bastaron para ser fundador de diversos talleres y mentor de los indios en el de pintura. Como coadjutor suyo en la �ltima tarea quiere poner D. Jos� Fernando Ramirez al P. Fr. Diego Valad�s, quien declara en su "Rhetorica Christiana" (p. 4. c. 23) haber sido compa�ero �ntimo del venerable lego y aun su amanuense. Descansa la conjetura del Sr. Ramirez en esta circunstancia y en la verdadera pasi�n que revela el autor por el dibujo en toda la obra; mas no parecen suficientes los fundamentos para dar por cierta la especie. Volviendo al aprendizaje de los indios dir� que, si desarrollaron en la pintura las facultades imitativas propias de su raza, sin maestro que los dirigiera, � si llegaron � tener maestros espa�oles y � recibir de ellos lecciones, es asunto que todav�a queda por averiguar. Creo que debo limitarme, con los datos que hoy tenemos, � se�alar sus progresos sin entrar en aquella disquisici�n. Entre los indios, varios descollaron y sirvieron sin duda de maestros en la corporaci�n de los pintores: uno de ellos fu� MARCOS.

Los gastos del taller eran por cuenta de la parcialidad de S. Juan, seg�n se desprende de una noticia que est� en el c�dice de Juan Bautista y por la cual aparece que los colores eran comprados por los regidores de lo que entonces se llamaba Rep�blica de los indios. As� es que los franciscanos daban la localidad, servian de mentores � maestros, proporcionaban tal vez los modelos; pero los gastos sal�an de la comunidad de los indios. Es de suponerse que para casos particulares se hayan hecho los gastos � expensas del cliente.

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Las pinturas de Marcos, dir� respondiendo � la tercera cuesti�n, han tenido el favor singular de sus contempor�neos, y en nuestros tiempos todav�a se entusiasman muchos al ensalzar alguna de ellas. De dos trabajos del pintor mexicano dar� noticia m�s particularmente: uno ha llegado hasta nuestros dias, excita la devocion de los fieles en la Insigne Colegiata y es la imagen de la V�rgen de Guadalupe de M�xico, Nuestra Patrona: del otro no se conserva m�s que la memoria, pertenecia tambien al g�nero religioso y se destin� probablemente � la capilla de S. Jos� de Naturales, como paso � decirlo. Aquel es mas antiguo, puesto que ya por los a�os de 1555 y 56 recib�a culto p�blico: el segundo se hizo en el a�o 1564 y d� raz�n de �l Juan Bautista en su c�dice tantas veces mencionado.

Este segundo trabajo parece que comenz� por el mes de Mayo, en cuya fecha se compraron los colores "para que se hiciera la im�gen de la gran tabla," dice Bautista; y se estren� con toda probabilidad por el mes de Diciembre, pues en la Navidad de ese mismo a�o qued� terminado y expuesto el gran retablo dorado que describe con minuciosidad el analista. Constaba este retablo de seis im�genes distribuidas en dos series: la superior tenia en medio � N. S. Jesucristo crucificado y la inferior al patrono de la capilla, que era Sr. S. Jos�; � los lados se pusieron cuatro santos de la Orden Ser�fica: arriba S. Buenaventura y S. Luis Obispo; abajo S. Francisco y S. Antonio de Padua. La distribuci�n del retablo en seis partes viene bien indicada por medio de la figura que puede verse en el C�dice Aubin consultando el a�o respectivo.

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Formaba parte tambien del retablo la representaci�n de la Sagrada Cena, que probablemente, se coloc� en la parte baja y debe haber sido apaisada, en la forma por exigirlo as� el asiinto. El trabajo s� encomend� � Marcos en los principios y se comenz� por �l, exclusivamente, � cuando menos bajo su inmediata direcci�n: en principio de Julio, para darle calor, se le asociaron otros tres pintores ind�genas, que fueron PEDRO CHACHALACA, FRANCISCO XINMAMAL y PEDRO DE S. NICOLAS. El Provincial de los franciscos, que entonces era Fr. Luis Rodriguez,* debia llegar pronto, y los frailes querian que la obra tomase cuerpo � fin de que su prelado pudiera verla para mediados de Agosto, y formar juicio de ella.

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* El c�dice de Juan Bautista dice que por fines de Agosto de 1564 celebraron cap�tulo los franciscanos en Xochimilco. Como fe sabe que el P. Olarte entr� � ser provincial ese mismo a�o, supongo que en aquella fecha ocurrir�a su nombramiento, y que en Julio estar�a ejerciendo el cargo todav�a su antecesor Fr. Luis Rodriguez, como arriba digo.

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Marcos, � quien hacian esta recomendaci�n, excusaba la tardanza con los tributos y cargas personales que agobiaban � los pintores: propon�ase sin duda que los buenos religiosos aliviaran sus penas. El intento no se logr� por completo; los trabajos caminaron lentamente y los frailes, que deseaban verlos terminados para a fiesta del Ser�fico Padre, no tuvieron ese gusto, porque los principales pintores, y Marcos entre ellos, abandonaron las tareas acosados por las exigencias del Visitador Valderrama, � quien llaman los historiadores, con justo motivo, el molestador de los indios.

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Alg�n tiempo despues ya se habian reanudado los trabajos y por principios de Diciembre MARCOS habia vuelto al taller ayud�ndole el mismo XINMAMAL de que antes habl� y otros dos pintores que se llamaban MARTIN MIXCOHUATL y PEDRO COCOL.

Un padre que visit� el taller por aquellos dias encomia los trabajos con expresiones lisonjeras, aunque en esa linea se le aventaj� Fr. Miguel Navarro, quien, por mediados de Agosto, examin� los mismos trabajos haciendo de los artistas mexicanos cumplido elogio con estas significativas palabras que m�s directamente tocan � Marcos como principal art�fice: �Maravilloso es lo que hac�is! De verdad, aventaj�is en mucho � los espa�oles! Singular coincidencia! Prorrumpi� Fr. Miguel, al examinar una obra de Marcos, en expresiones muy parecidas � las que doscientos a�os m�s tarde habia de usar D. Miguel Cabrera despues de reconocer una pintura del mismo art�fice: si el fraile francisco dijo que aquella era obra maravillosa, no le cedi� la palma el pintor oaxaque�o cuando impuso � la otra el t�tulo de maravilla americana.

El P. Navarro, segun lo pintan los cronistas de su Orden, era hombre de gusto y de empresa, y casi no hubo convento franciscano en el cual su diligencia no se ejercitase con obras materiales � de ornato. Elogios prodigados por �l han de aparecer � la vista de los inteligentes como menos hiperb�licos que los de Bernal Diaz, el rudo conquistador, con igual motivo. Porque decir, como el soldado de la conquista, que los pintores mexicanos trabajaban con tanto primor � m�s que Apeles, Miguel Angel y Berruguete es un absurdo;

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mientras que las palabras del P. Navarro, por m�s hiperb�licas que parezcan tienen explicaci�n: en primer lugar infundian aliento � los pintores ind�genas; en segundo lugar encerraban la comparaci�n dentro de l�mites m�s estrechos, porque los espa�oles � que alude Fr. Miguel eran sin duda los que ac� pintaban. Por el cap. XXXIV del primer Concilio Mexicano Provincial nos revela el segundo Arzobispo de M�xico que los peninsulares no estar�an muy adelantados en el arte de pintura, cuando ordena "que ningun Espa�ol, ni Indio pinte Im�genes, ni Retablos en ninguna Iglesia de nuestro Arzobispado, y Provincia, ni venda Imagen, sin que primero el tal Pintor sea examinado, y se le d� licencia por Nos � por nuestros Provisores;" etc. Aunque la causa para tomar esta determinaci�n fu� "que los Indios sin saber bien pintar, ni entender lo que hacen, pintan im�genes indiferentemente todos los que quieren," bien se conoce que se trat� principalmente de refrenar � los espa�oles con medios prudentes y suaves sin hacerles recriminaciones directas; pues de otro modo, se entender�a que habia querido castig�rseles por las faltas que los indios comet�an, lo que nunca pudo entrar en la mente de los Padres del Concilio. Efectivamente, los excelentes pintores que en el �ltimo tercio del siglo XVI habian de traernos los adelantos de la escuela europea, no llegaban � la colonia todav�a; as� es que Marcos y otros indios tan aventajados como �l pod�an competir muy bien con muchos de los pintores espa�oles que entonces teniamos, y aunsuperarlos.

Confieso que, para juzgar del m�rito art�stico del indio Marcos por la �nica pintura suya que hasta nosotros ha llegado, carezco de competencia.

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Bien averiguado que la im�gen de Nuestra Se�ora de Guadalupe fu� realmente pintada por �l, tanto, porque la noticia, emitida coram populo, por nadie fu� desmentida, cuanto por tener motivos suficientes el P. Bustamante, como provincial franciscano y protector nato del obrador de los indios, para saber � ciencia cierta quien habia sido el art�fice; bien averiguado esto, repito, � los inteligentes en el arte de pintura toca decir si Marcos fu� mediano artista � hombre de genio; si los encomios de Bernal Diaz y del P. Navarro deben verse como reales, � como hiperb�licos. Honor�fico ser�a para nuestro pa�s que, declarada maestra la obra, la gloria de haberla formado recayera sobre un indio de condici�n humilde. Hablen pues los inteligentes, y emitan su parecer despreocupadamente: la historia de la pintura en M�xico les deber� nueva ilustraci�n, y la patria el timbre de gloria, tal vez, de uno de sus hijos m�s ignorados.

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He ofrecido hablar de otros pintores del siglo XVI, y para cumplirlo tratar�, primero de los indios.

Considerable debi� ser el n�mero de los que al arte de pintura se dedicaron entre los naturales, puesto que los franciscanos, atendiendo � la salvaci�n de las almas tanto como � la cultura material � intelectual, fundaron en casas contiguas � sus monasterios, desde los primeros tiempos de la conversi�n, escuelas en que la pintura figuraba como ramo de ense�anza. Debi� ser esto con anterioridad al a�o 1531, cuando en Junio del mismo ya encomiaba el Ilmo. Zum�rraga los adelantos en el arte de pintura de los indios que en aquellas casas estaban educ�ndose.

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Tambi�n el Ilmo. Garc�s, enumerando las habilidades de los ne�fitos en la c�lebre carta que dirigi� al Pont�fice Paulo III, pone la pintura entre las materias que cultivaban; y es de suponerse que m�s especialmente se refiriese � los naturales de su obispado: la carta debe haberse escrito antes del a�o 1537 puesto que el Santo Padre, movido por ella, declar� el 2 de Junio de ese a�o que los indios estaban en aptitud de recibir los sacramentos.

La ense�anza de la pintura en los conventos franciscanos determin� entre los indios una especie de propaganda en toda la estensi�n de la Nueva Espa�a: di�ronse � pintar no solo en M�xico, sino tambi�n en Tlatelolco, en Tetzcoco, en Tlaxcala y en otras partes; y la imitaci�n de los buenos modelos les har�a perfeccionarse lo bastante para que los espa�oles, hiperb�licamente, los considerasen grandes pintores. De todos modos, antes de mediar el siglo, pintaban buenas im�genes segun el P. Motolinia (Trat. III, cap. XIII), quien se hace lenguas encomiando sus habilidades, en la obra que escribi� por los a�os 1536 � 41. No s�lo se dedicaron al g�nero religioso sino que algunas veces lo combinaron con el hist�rico, y llegaron hasta � ejecutar obras en el �ltimo g�nero exclusivamente. Voy con este motivo � enumerar algunas de las que, en ambos g�neros, han llegado � mi noticia; advirtiendo que no me ser� posible se�alar siempre los nombres de los art�fices, ni determinar las fechas en que desempe�aron sus tareas.

En la obra citada (Trat. I, cap. XV) refiere Motolinia c�mo festejaron los tlaxcaltecas la Anunciaci�n y la Resurrecci�n por el a�o 1539, y con este motivo dice:

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"Para la Pascua tenian acabada la capilla del patio, la cual sali� una solemn�sima pieza; ll�manla Betlem. Por parte de fuera la pintaron luego al fresco en cuatro dias, porque as� las aguas nunca la despintaran: en un octavo de ella pintaron las obras de la creacion del mundo de los primeros tres dias, y en otro octavo las obras de los otros tres dias; en otros dos octavos, en el uno la vara de Jes�, con la generaci�n de la Madre de Dios, la cual est� en lo alto puesta muy hermosa; en el otro est� nuestro Padre San Francisco; en otra parte est� la Iglesia, Su Santidad el Papa, cardenales, obispos, &c.; y � la otra banda el Emperador, reyes y caballeros. Los Espa�oles que han visto la capilla dicen que es de las graciosas piezas que de su manera hay en Espa�a. Lleva sus arcos bien labrados; dos coros, uno para los cantores, otro para los ministriles; h�zose todo esto en seis meses, y as� la capilla como todas las iglesias tenian muy adornadas y compuestas."

Esta pintura en que los cuadros religiosos vienen interpolados con los hist�ricos, es una buena muestra del adelanto � que los tlaxcaltecas habian llegado en el arte por el a�o que se cita. De que los tetzcocanos se daban tambi�n � las obras de pincel en aquellos tiempos, y hacian pinturas hist�ricas, tenemos prueba patente en la "D�cima tercia relaci�n" de Ixtlilxochitl, (edic. mex., p�g. 38). All� se habla de un episodio que estaba representado en la puerta principal del convento de Santiago Tlatelolco: conmemoraba la liberaci�n de Cort�s por Ixtlilxochitl, pr�ncipe acolh�a, durante el asedio de M�xico y con motivo de la derrota de los espa�oles por Cuauht�moc. Cort�s, rodeado y afianzado ya de los enemigos, estaba pintado dentro del agua, y el pr�cer tetzcocano d�ndole las manos para sacarle de all�.

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La versi�n del suceso es enteramente acolh�a, y el art�fice debe haber pertenecido � la misma naci�n. Ignoro el a�o en que se hizo.

De otras pinturas de los indios, tambi�n hist�ricas, queda recuerdo en la rar�sima obra del siglo XVI intitulada "T�mulo Imperial," que se debe � la galana pluma del Maestro Francisco Cervantes de Salazar. Reimpresa por el Sr. Garc�a Icazbalceta en su "Bibliograf�a Mexicana," all� puede verse todo lo relativo al asunto entre las p�gs. 98 y 121. Para el adorno del t�mulo destinado � las exequias de Carlos V, que se celebraron en la capital de la colonia por fines de Noviembre de 1559, "diose orden que en toda la comarca de M�xico se pintasen gran cantidad de escudos imperiales y reales, y otras muchas historias y figuras,� las cuales fueron muchas y en extremo muy avisadas, pintadas muy bien al natural de lo que representaban," dice el autor. Es verosimil que casi todo se hiciera de mano de los indios y en varias poblaciones. Los lienzos hist�ricos m�s notables que all� figuraron fueron los siguientes: 1� El que representaba al Emperador teniendo delante � Hernan Cort�s con la espada desnuda, rodeado de muchos indios: 2� Otro en que estaba la ciudad antigua de M�xico sobre la laguna, con los �dolos de sus templos quemados y quebrados, mientras por otro lado los ne�fitos adoraban la cruz: 3� Un lienzo que figuraba al Emperador sentado, y de rodillas ante �l Moctezuma y Atahualpa, se�ores del Nuevo Mundo: 4� Otro cuadro que representaba � Fernando el Cat�lico hincado ante el Papa Alejandro VI y recibiendo de �l un mundo nuevo:

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5� Otro en que se figuraba la caida de M�xico y captura de Cuauht�moc por los espa�oles: 6� El episodio de la destrucci�n de los nav�os de Cort�s por �l mismo formaba el asunto de otro lienzo: 7� En otro, Cort�s, derriba al �dolo Huitzilopochtli de lo alto de su templo: 8� El Emperador triunfante del elector de Sajonia y del landgrave de Hesse, tendidos � sus plantas, estaba figurado en el �ltimo lienzo.

En todas las pinturas hist�ricas de que vengo hablando, los acontecimientos relacionados con nuestro pa�s corresponden a la �poca de la conquista; pero los indios eran muy dados � reproducir tambien sus antiguallas, y de esto puedo presentar algunos ejemplos. Cuando en la porter�a del convento de Cuauhtinchan pintaron su calendario gent�lico satisficieron esa inclinaci�n que los buenos religiosos, fundadamente, veian siempre con desconfianza, por lo cual dice Mendieta (p�gs. 98 y 99) que "no fue acertado dej�rselo pintar." Pero si en los monasterios hallaban oposici�n alguna vez, les quedaban las casas de comunidad de los pueblos para exhibir las pinturas de ese g�nero. D�cenos Juan Baustista en su precioso c�dice que ostentaba el T�cpan de M�xico un lienzo semejante en el cual figuraban todos los se�ores que gobernaron � los Mexicanos, desde Tezacatl y Acacitl, que fueron de los fundadores de la ciudad: estaban los se�ores colocados de uno en uno y tenian el tenochtli como emblema, aunque figuraban en el cuadro y en primer t�rmino las armas del Emperador Carlos V. Estrenose, con asistencia de mucha gente principal, el domingo 14 de Abril del a�o 1566, en cuya fecha cay� la Pascua de Resurrecci�n, por lo cual el acto tendr�a mucha mayor solemnidad.

�183� (hoja truncada a la mitad en el libro original)

Los art�fices que la pintaron fueron PEDRO QUAUHTLI, MIGUEL TOXOCHICUIC, LUIS XOCHITOTOTL y MIGUEL YOHUALAHUACH, de quienes no hallo en el c�dice precitado ninguna otra noticia que trascribir.

El C�dice de Juan Bautista lleno est� de noticias relativas � los pintores mexicanos: extractar� algunas que se enlazan con mi asunto, y de preferencia las que se refieren � obras del g�nero religioso ejecutadas por aquellos art�fices. La primera de que se nos da cuenta por orden de fechas fu� de pincel: qued� concluida en el a�o 1560 para las v�speras de la fiesta de S. Sebastian y fu� una im�gen chica de este santo, que se hizo en el obrador de los indios por los pintores de S. Francisco: no se dice quienes la hicieron. Debe haberse colocado en la capilla � ermita que existi� en el barrio del mismo nombre.

Por Marzo de 17� (La hoja est� rota en este punto, y no se puede leer sino hasta lo siguiente (en el reverso):)

�184� (hoja truncada a la mitad en el libro original)

�entonces que en solemnidades como esta, en funciones y actos p�blicos, artistas de verdadero m�rito pintasen lienzos � modo de cortinas representando asuntos alusivos al acto y aun simples alegorias. Era costumbre tambien, segun parece, que en dia tan solemne como es el jueves de la semana mayor, se estrenase cada a�o alguna obra de arte ejecutada por los indios, pues vemos que dos a�os despues, el de 1569, para la misma celebraci�n, que coincidi� entonces con el dia 7 de Abril, se dispuso devotamente la porteria del convento de S. Francisco, pintando en ella los indios, de claroscuro � de rasgos, el linaje espiritual del Ser�fico Padre; es decir el grupo de santos, beatos y venerables de la Orden.

Habianse dado los indios por aquel tiempo � las pinturas� aleg�ricas en grandes cuadros, como se colige de� igna Bautista, pues el s�bado de� la c�rcel de los� conta- (La hoja est� rota en este punto, y no se puede leer sino hasta lo siguiente (en la siguiente hoja):)

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�de ma�z, seg�n Bautista, y llamo la atenci�n h�cia la materia de que estaba formado el simulacro del santo, por haberse creido generalmente hasta el dia que solo en Michoacan se hacian im�genes con esta sustancia. Bien es que el Se�or de Sta. Teresa, imagen de Cristo crucificado que se venera en M�xico, est� compuesto con igual materia, como en la "Historia" de su renovaci�n consta por dictamen pericial del sabio qu�mico mexicano D. Leopoldo Rio de la Loza (edic. de 1845, p�g. 174); pero de la imagen susodicha no se sabe la exacta procedencia, mientras que la del Evangelista s� consta que en M�xico se hizo.

Aunque el Dr. D. Alonso Alberto de Velasco, en la "Historia" de la renovaci�n ya citada (p�gs. 5 y 6) dice que la imagen es de papelon y engrudo y que la trajo de Espa�a Alonso de Villaseca, advertir� que la alma es de ca�a en fragmentos y en polvo; que en el papel de la armadura se hall� un fragmento de penca de maguey, y esta planta es propia de nuestra regi�n; as� es que debe dudarse de la procedencia, y hay vehementes indicios de que se haya hecho la imagen en M�xico, por ser tan an�logo el procedimiento de fabricaci�n con el que en Michoacan tenian adoptado, como paso � exponer. Ese procedimiento se conserva en la "Chr�nica de la Provincia de S. Pedro y S. Pablo," del P. La Rea (lib. I, cap. 9) quien dice que los tarascos "tambi�n son los que dieron al cuerpo de Christo Se�or nuestro la mas viva representaci�n, que han visto los mortales. Y sino (agrega), d�ganlo las hechuras de los CERDAS,* cuyo primor en alas de la fama lleg� primero � gozar la estimaci�n en toda Europa, que los encarecimientos desta humilde Historia.

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* De un Luis DE LA CERDA, escultor, habla Fr. Francisco de Torres en el op�sculo que dedic� al Sto. Cristo de Amacueca (p�g. 9): dice que durante la cuarta d�cada del siglo XVI era vecino de P�tzcuaro, y que con sus manos form� varias im�genes de Cristo crucificado todas milagrosas, citando cuatro en M�xico y las de Amacueca, Zacualco y el pueblo de la Magdalena. Mota Padilla, en su "Historia de la Nueva Galicia," cap. 75, dice que este art�fice en "mestizo, hijo de Matias de la Cerda, el m�s famoso escultor que � estos reinos pas� de la Europa, cuando se pobl� la Am�rica, y fu� el primer maestro de donde se ha derivado de padres � hijos el oficio, que hoy es comun en los indios de la sierra de Michoacan, cuyas im�genes se comercian por todo el reino, especialmente Santos Cristos."

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Y aunque el exemplar de la efigie lo tuvieron los Tarascos (claro est�) de los Ministros Evang�licos, el hazerla de una pasta tan ligera, y tan capaz para darle el punto, ellos son los inventores. Porque cogen la ca�a del ma�z, y le sacan el corazon, que es � modo de corazon de ca�aeja, pero m�s delicado, y moli�ndolo se haze una pasta, con un g�nero de engrudo, que ellos llaman tatzingueni, tan excellente, que se hazen della las famosas hechuras de Christos de Mechoacan: que fuera de ser tan proprios, y con tan lindos primores, son tan ligeros, que siendo de dos varas, al respecto pesan, lo que pesaran siendo de pluma: y ass� han sido, y son las hechuras m�s estimadas que se conocen."

De la misma sustancia formaron otras muchas im�genes en Michoacan, y para el hospital de P�tzcuaro mand� hacer una de la Asunci�n, devot�sima,

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el Ilmo. Quiroga, seg�n su bi�grafo el Lic. Moreno (p�g. 63): la llamaron despues Nuestra Se�ora de la Salud, conserv�ndola con gran veneraci�n. Export�banse las esculturas ind�jenas y se llevaban � Espa�a donde las estimaban bastante, segun hemos visto ya en La Rea y se confirma tambi�n con la siguiente lecci�n de Torquemada, que extracto literalmente porque en ella se nos da noticia de otro escultor ind�jena cuya memoria debe conservarse con aprecio. El autor de la "Monarqu�a Indiana" (tomo III, p�g. 209) dice as� refiri�ndose � las habilidades de los indios: "De bulto ai muy buenos Escultores, y tengo en este Pueblo de Santiago Indio, Natural de �l, que se llama MIGUEL MAURICIO, que entre otros buenos que ai, es aventajad�simo, y son sus Obras mucho m�s estimadas, que las de algunos Escultores Espa�oles, y juntamente con ser tan buen Oficial, no es notado de vicio ninguno. De Hueso ai algunos, que labran figuras tan menudas, y curiosas, que por cosa muy de ver las llevan � Espa�a: como llevan tambi�n los Crucifixos huecos de Ca�a, que siendo de la corpulencia de un Hombre muy grande, pesan tan poco que los puede llevar un Ni�o, y tan perfectos, proporcionados, y devotos, que hechos (como dicen) de Cera, no pueden ser m�s acabados."

Para cerrar el cuadro es conveniente que algo se diga de la organizaci�n en gremio de los art�fices ind�jenas que trabajaban como pintores y doradores. Varias reuniones de los mismos vienen registradas por Juan Bautista en su c�dice.

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En una, que tuvo lugar el domingo 3 de Septiembre de 1564, se congregaron en S. Sebastian los maestros en el arte de pintura con los maestros doradores bajo la presidencia del venerable franciscano Fr. Melchor de Benavente para tratar del tributo que les exigia el Visitador Valderrama. Aconsejoles Fr. Melchor que pagasen la capitaci�n de cuatro reales que se les pedia, y, poni�ndoles delante los sufrimientos de la vida terrenal, prodigoles palabras de consuelo, como decirles que en la celestial nadie pondria tributos ni exigiria trabajos. Los maestros ind�jenas por boca de Pedro Chachalaca manifestaron que, � causa de tales tribulaciones, juzgaban dif�cil que las im�genes en que trabajaban pudieran terminarse. No quedar�an muy conformes con el sacrificio que de sus cortos intereses acababan de hacer algunos meses antes, cuando el mi�rcoles 28 de Febrero de 1565 celebraban nueva junta, ya sin los doradores, los maestros de pintura de los cuatro barrios en que M�xico se hallaba dividido, y entre s� platicaban sobre la conveniencia de que los de su gremio quedasen exentos de servicio personal y del tributo de pastura "para que la profesi�n del pintor no se acabase," decian ellos con justa raz�n. El analista no nos informa si tales deseos quedaron cumplidos para lo porvenir, aunque lo probable ha de haber sido que las pretensiones de los pintores se hayan desechado; y esto, tarde � temprano habr� originado la decadencia del noble arte que los naturales cultivaban.

FIN

EX LIBRIS

HEMETHERII VALVERDE TELLEZ

Episcopi Leonensis[2]



[1] Las dos p�ginas faltantes en el libro electr�nico (pero presentes en el original), fueron completadas con el siguiente texto electr�nico: http://fdocc.ucoz.com/6/fidel_de_jesus_chauvet.htm , tambi�n disponible con extensi�n pdf: http://fdocc.ucoz.com/6/fidel_de_jesus_chauvet.pdf

[2] Para regresar al tema principal: http://fdocc.ucoz.com/6/chema_arreola.htm