NOTA DE ELOGIO PARA LA
CARTA ACERCA DEL ORIGEN DE LA IMAGEN
DE
NUESTRA SEÑORA
DE GUADALUPE, DE MÉXICO,
ESCRITA POR D. JOAQUÍN GARCÍA ICAZBALCETA[1]
AL ILUSTRÍSIMO SEÑOR ARZOBISPO
D. PELAGIO ANTONIO DE LABASTIDA Y DÁVALOS.[2]
Defiriendo al ruego y encargo del Prelado mexicano, tuya licencia
Solicitó el Lic. D. José Antonio González el año 1883, para publicar una
Apología de las Apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, de México, procedió
nuestro académico honorario, mal de su grado, á investigar los fundamentos
históricos de la
tradición por la que existía de tiempos atrás la creencia de haber
anunciado la Reina de los Cielos que favorecería especialmente á los de su
raza, apareciéndose al indio Juan Diego, recién convertido al Cristianismo, y dejádole en prenda su imagen, milagrosamente pintada en la
tilma, especie de capa, manta ó abrigo de tejido grosero que vestía el devoto.
El Sr. Icazbalceta conocía la disertación de
D. Juan. Bautista Muñoz, poniendo en duda la verdad del suceso[3]
y muchos documentos que, no pudo ver el diligente colector y Cronista de Indias
fortificaban su estimación conforme; pero él, historiador concienzudo también,
no se sentía inclinado á escribir una línea tocante al asunto, que es de
aquellos calificados de “Bellezas de la Historia” por los que suelen adornarla
á su gusto con invenciones ó novelas de sabor poético; dolíale
la tarea de la moderna critica, que desmenuza y destruye despiadadamente las
consejas vulgares, por más que reconociera la razón y conveniencia de
desarraigar las que la ficción plantó en los terrenos de la candidez la
ignorancia, y voluntariamente no bogara contra la corriente, que ha hecho de la
imagen celestial de la Virgen de Guadalupe la más popular, la más devota, la
más genuina de las que se veneran en México; pero una vez instado por la
autoridad pastoral, examinó la cuestión, bajo el punto de vista histórico, con
la calma, con la precisión, con la claridad que revelan todos sus trabajos, formulando lo que pudiera calificarse
de «alegato de bien probado» contra la supuesta tradición, que niega.
Terminándolo dijo:
«Católico soy, aunque no bueno, Ilmo. Sr., y devoto, en cuanto puedo, de
la Santísima Virgen; á nadie querría quitar esta devoción: la imagen de
Guadalupe será siempre la más antigua, devota y respetable de México. Si,
contra mi intención, por pura ignorancia, se me hubiese escapado alguna palabra
ó frase mal sonante, desde ahora la doy por no escrita. Por supuesto que no
niego la posibilidad y realidad de los milagros: el que estableció las leyes
bien puede suspenderlas ó derogarlas; pero la Omnipotencia divina no es una
cantidad matemática susceptible de aumento ó disminución, y nada le añade ni
quita un milagro más ó menos. De todo corazón quisiera yo que uno tan
honorífico para nuestra patria fuera cierto; pero no lo encuentro así, y si
estamos obligados á creer y pregonar los milagros verdaderos, también nos está
prohibido divulgar y sostener los falsos. Cuando no se admita que el de la
Aparición de Nuestra Señora de Guadalupe (como se cuenta) es de estos últimos,
á lo menos no podrá negarse que está sujeto á gravísimas objeciones. Si éstas
no se destruyen (lo cual hasta ahora no se ha hecho), las apologías producirán
efecto contrario. En mi juventud creí, como todos los mexicanos, en la verdad
del milagro; no recuerdo de dónde me vinieron las dudas, y para quitármelas
acudí á las apologías: éstas convirtieron mis dudas en certeza de la falsedad
del hecho. Y no he sido el único. Por eso juzgo que es cosa muy delicada seguir defendiendo la historia. Si he escrito aquí
acerca de ella ha sido por obedecer el precepto repetido de V. S. I. Le ruego,
por lo mismo, con todo el encarecimiento que puedo, que este escrito, hijo de
la obediencia, no se presente á otros ojos ni pase á otras manos. Así me lo ha prometido V.
S. l.»
Y así lo cumplió en vida del autor el respetable
Prelado; ahora como
obra póstuma, viene á enriquecer las del docto historiador, y sí son ella
pierde la poeta, gana la verdad, á que siempre dió
culto.
Madrid,
25 de Septiembre de 1896.
CESÁREO FERNÁNDEZ DURO.[4]
[1] Tomado del: Boletín de la Real
Academia de la Historia. Cesáreo Fernández Duro. Tomo XXIX, Madrid, Fortanet, Julio –
Septiembre, Cuadernos I – III, 1896, pp. 417 – 419. [Disponible en el internet
en: https://ia902608.us.archive.org/0/items/boletnrealacad29realuoft/boletnrealacad29realuoft.pdf
, o la carta impresa sola en: http://fdocc.ucoz.com/6/cesareo_fernandez_duro_BRAH_29_Madrid_1896_417-419.pdf
(Ésta incluye la portada así como todas las hojas de importancia adicional
escritas por el Sr. Fdez. Duro para establecer su seriedad como historiador.
Pero, en el Cervantes Virtual se encontró el PDF abreviado incluyendo tan sólo
las tres hojas de importancia: http://fdocc.ucoz.com/6/cesareo_fernandez_duro_BRAH_29_Madrid_1896_417-19.pdf
, archivo que aparentemente ya no se pudo descargar del sitio original: http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmc0k2q5
)]
[2] Impresa en Méjico. Año 1896. En 4o,
42 páginas.
[3] Memoria sobre las apariciones y el
culto de Nuestra Señora de Guadalupe, de Méjico, leida
en la Real Academia de la Historia el 18 de Abril de 1794 por D. Juan Bautista
Muñoz, publicada en las Memorias de la misma Academia, tomo v, páginas 205-225.
Madrid 1817.
[4] Para regresar al tema principal: http://fdocc.ucoz.com/6/chema_arreola.htm