140
Regresar al Índice de los
Apéndices de “La Biblia Compañera” de Büllinger
"EL EVANGELIO DEL REINO" Y OTROS
"EVANGELIOS".
Acerca del
significado de la palabra traducida como "Evangelio" no queda duda
alguna; mientras que el origen y significado exacto de la palabra en inglés (o
en cualquier otro idioma) no tienen la menor importancia.
La palabra griega
evangelion significa
buenas noticias, buenas nuevas; y
estas buenas nuevas que pudieran referirse a varios y diferentes asuntos, han
de ser diferenciadas. Ver Fil. 1: 10, nota. Se tiene, primero:-
I - "EL
EVANGELIO ETERNO" (o BUENAS NOTICIAS).
Éste fue proclamado
desde el principio, v.gr.,
después de la Caída, y fue proclamado a hombres como hombres, por Dios, el
Creador, a Sus creaturas. Su mensaje era que el Creador era el único que sería respetado
y adorado, y los hombres no deberían de tener ningunos otros dioses aparte de Él.
Él es el Único santo y justo, y Él era, y es, y será el único y final Juez de los
hombres. Dios proclamó esto desde el principio, y entre sus heraldos estaban Enoc, "el séptimo desde Adán", quién proclamó Su venida
para este juicio de los impíos (Judas 14, 15); y Noé,
un heraldo de justicia y del juicio venidero (Heb.
11: 7 y 2 Pe. 2: 5).
Cuando el
"supremo llamamiento" haya sido dado (Fil.
3: 14), y cuando los "transgresores hayan llegado al extremo"
(Dn. 8: 23), y
antes de que el Reino sea establecido en gloria, este Evangelio (o buenas noticias)
será proclamado de nuevo (Ap. 14: 6). Éste
es "eterno", y los hombres, como tales, serán llamados para "Temer
a Dios, y darle gloria a Él; porque la hora de Su juicio se aproxima: y adoren a
Él que hizo cielo, y tierra", etc. (Ap. 14: 7).
Este es el Evangelio
proclamado por el Creador a Sus creaturas pecadoras después de la Caída; y será
proclamado de nuevo al final. Por lo tanto su nombre "eterno". Luego
sigue: -
II. EL EVANGELIO
(o BUENAS NOTICIAS) DEL REINO.
A Abraham y a
su simiente le fueron declaradas las buenas noticias, y la promesa dada de que
Dios haría de él una nación en la que todas las familias de la tierra serían bendecidas
(Gén. 12: 1-3). Estas
buenas noticias fueron gradualmente expandidas y desarrolladas.
En Gén. 15: 4 el
heredero fue anunciado, y este heredero habría de ser el Mesías (Gál. 3: 16).
En Gén. 15: 8-21 la
herencia fue asegurada por una promesa incondicional (no por un pacto entre dos
interesados, uno de los cuales podría romperlo, Gál,
3: 18-20). Esa herencia era (y está aún por cumplirse) "la
Tierra Santa", "Tu tierra, oh Emanuel" (Is.
8: 8), Emanuel mismo siendo el Gobernador (Is. 9: 6, 7), y
"el celo de Jehovah de los ejércitos" su seguridad.
En 2 Sam. 7 el trono le fue asegurado a David y a su descendencia
por otra promesa incondicional, y a su debido tiempo el Mesías vino a los suyos
(Jn. 1: 11).
Estas "buenas
noticias" fueron primeramente anunciadas por ángeles enviados
especialmente del cielo; y los términos exactos de la proclamación se han
registrado. El ángel de Jehovah habló de la gloria de Jehovah, y dijo:- "He
aquí, yo traigo buenas noticias del gran júbilo, que será para todas las gentes.
Porque a ti te ha nacido hoy, en la ciudad de David, un SALVADOR, que es CRISTO, El SEÑOR."
Así, las buenas noticias se referían a una
Persona, Quien "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt. 1: 21): el
Salvador a quien Dios había ungido (el Mesías), designado, entregado, y
enviado. [En este punto ver y notar el objeto y tema del ministerio de Cristo
como se expone en el Apéndice 119].
En la
proclamación de este Reino el Señor enseñó en parábolas; porque había "misterios"
(v.gr., secretos) que tenían que ver con el
rechazo, y consiguiente postergación y suspensión del Reino, el cual no podía
ser dado a conocer abiertamente, sino solamente en privado ("en la
casa", Mt. 13: 36).
Había sido
previsto, y por tanto predicho, que Su Pueblo no le recibiría, y lo rechazaría
(Is. 53, etc.) y lo mataría. Esto no afectaría el cumplimiento
de todas las glorias prometidas relacionadas con el Reino. Ver Lc. 24: 26:
"¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en
su gloria?". Compare Hch. 3: 18; 17: 3.
Ciertamente,
Cristo había sido condenado a muerte; pero Dios le había jurado a David, que del
fruto de sus lomos, conforme a la carne, Él levantaría al Cristo para que se
sentara en Su Trono (Hch. 2: 30). Esto ahora estaba consumado: por lo tanto la proclamación
del Reino y del Rey (ya que no puede existir el uno sin el otro) fue formalmente
hecha por Pedro en Hechos 3: 18-26.
Esta
proclamación la hizo Pedro y los Doce en la capital de la Tierra (conforme con Mt. 22: 1-7), y por Pablo a través de las sinagogas de la Dispersión,
hasta que todo llegó a su crisis en Roma (la capital de la Dispersión). Pablo y
aquellos que escucharon al Señor, "confirmaron lo que al principio comenzó
a ser anunciada por el Señor". Ellos no fueron más allá de ello mediante
el alterar sus términos; y Dios dio "testimonio mediante señales y
prodigios, y diversos milagros, y dones espirituales" (Heb.
2: 1-4).
En Hechos 28
esto fue llevado a una conclusión debido al formal rechazo por parte de
"los principales de los judíos" (Hch. 28: 17-20), y de éstos, no pocos, sino "muchos" (v. 23); y,
después de una discusión, que duro todo el día, la proclamación finalmente fue
rechazada; y, conforme a la profecía de la ceguera de Israel (Is. 6: 9, 10) que
había sido citada por tercera y última vez, la dispensación de la proclamación
de "el Evangelio (o buenas noticias) del Reino" cesó, y ahora se
encuentra, por lo tanto, suspendido, porque "AHORA, AÚN NO vemos que todas
las cosas sean puestas debajo de él" (Heb. 2: 8).
Todos estos "misterios"
(o secretos) referentes al posponer y
suspender del Reino fueron hablados "en parábolas", "porque (el
Señor dijo), a vosotros os es dado (a los discípulos) el conocer los misterios
del reino de los cielos; mas a ellos (el Pueblo) no les ha sido dado" (Mt. 13: 11);
explicando luego su acción mediante el citar (por primera vez) la profecía de
la ceguera de Israel (Is. 6: 9, 10).1
________________
1. La
segunda vez se encuentra en Jn. 12: 37-41.
No había nada en la profecía del Antiguo Testamento que dijera
lo que el Señor revelaba en éstas Parábolas del Reino: cómo sería rechazado, y hasta
donde llegaría el Pueblo en el rechazo del Rey; qué pasaría como consecuencia;
cómo un segundo ofrecimiento sería proclamado, y cómo este también sería
rechazado; y qué nueva revelación seria hecha en consecuencia.
Todo esto estaba
se escondido en las parábolas habladas por el Señor, pero revelado a los
discípulos, y escrito para nuestro aprendizaje (Mt.
13: 16, 36, 51, 52. Lc. 24: 26, 27, 44-46. Hch. 1: 3, 6, 7). Cualquier interpretación que procede de otras líneas solamente
puede terminar en una ceguera igual a la que cayó sobre la nación judía. Esta interpretación de ninguna manera anulará,
o disminuirá, el valor de semejante aplicación
que podemos hacer para nosotros, entre tanto que tal aplicación no ignore la
revelación específica hecha posteriormente en las Epístolas de Prisión en cumplimiento
de la promesa del Señor en Jn. 16: 12-15.
Las siguientes
parábolas dan la proclamación del Evangelio del Reino, desde varios puntos de
vista:-
1. LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR (Mt.
13: 3-32).
Ésta, la
primera parábola, cubre todo el terreno.
La
"semilla" era "la palabra (concerniente) al Reino". Cuando fue
repetida posteriormente (Lc. 8: 5-15), la esfera es extendida y ensanchada, y es menos local
y exclusiva. Esto es mediante su aplicación.
La Primera Siembra se hizo "junto
a" el borde del camino. Esta debió de haber sido la proclamación de Juan el
Bautista (Mt. 3. Mr. 1: 1-1. Lc. 3: 1-18. Jn. 1: 6-36). Esta se hacía "junto al borde del camino", y
la oposición del malvado es mostrada en las aves de mal agüero (como en el caso
del árbol de mostaza, vv. 31, 32). Por lo tanto la semilla fue "devorada" y la
palabra “no fue entendida" (vv. 4, 19).
La Segunda Siembra fue por Cristo Mismo
(Mt. 4: 17), los Doce
(Mt. 10: 7), y
los Setenta (Lc. 10: 1-20). Esta siembra se hizo sobre el suelo pedregoso, y fue
recibida "con gozo" (Mt. 13: 20; ver Mr. 6: 20, y 12: 37. Lc. 4: 22). Ésta resultó infructuosa (Mr. 4: 16, 17).
La Tercera Siembra fue por Pedro y los Doce,
y "por aquellos que lo habían escuchado" (al hijo, Heb. 2: 3)
durante la Dispensación de los Hechos. Se llevó a cabo "entre espinos".
Pedro proclamó el Reino (Hch. 3: 18-26), y repitió el llamamiento a un arrepentimiento
nacional, que era la condición permanente para la bendición nacional. Pero la semilla
fue ahogada. Los "miles de judíos" que inicialmente "recibieron
la palabra", continuaron "todos con gran celo por la ley" (Hch. 21: 20. Gál. 3: 1-5, 10-13; 4: 9; 5: 1-4). Esta
siembra llegó a una crisis en Hch. 28, cuando el Reino
fue rechazado, y desde entonces está suspendido. Ver Apéndices 112, 113, y 114.
La Cuarta Siembra es en el futuro. Será
la proclamación final de "el Evangelio del Reino", precediendo inmediatamente
y durante la Tribulación (Mt. 24: 14). Ceguera ha "prevalecido en Israel", pero es
solamente "en parte" (Rom. 11: 25). El "hasta cuando" de Is.
6: 11 finalmente se verá. Esta siembra solamente será de corta
duración, como lo fueron las otras tres, y numerada por "días" (Dn. 12: 13. Mt. 24: 22. Lc. 17: 26).
Habrá una manifestación especial de la presencia y del poder del Señor (Mt. 28: 20), al
final (sunteleia)
de esta era; y cuando esta siembra termine, el final (telos) vendrá (Mt. 24: 13, 14), referente
a la cual los discípulos habían preguntado en el versículo 3.
2. LA PARABOLA DE LA FIESTA DE MATRIMONIO. (Mt. 22: 1-14).
Los criados
enviados primero eran Juan el Bautista, los Doce, y lo Setenta, y éstos fueron
enviados a aquellos que habían sido previamente convidados. Pero "éstos no
quisieron venir".
Los "otros
siervos" que fueron enviados a continuación eran Pedro, los Doce, y "aquellos
que le oyeron" (Heb. 2: 3, 4) durante la dispensación de Hechos, como se anticipaba
en el versículo 4.
Ellos
proclamaron que "todas las cosas estaban listas". Ahora nada hacía
falta. Los "sufrimientos" habían sido consumados y la gloria estaba
lista para ser revelada (Lc. 24: 26, 46. Hch. 3: 18. 1 Pe. 1:5). Por lo tanto,
"Arrepentíos", etc. (Hch. 2: 38, 39; 3: 19).
Pero en vez de
se arrepentirse "tomaron a sus siervos, los afrentaron, y los
mataron" (Mt. 22: 5, 6). A unos los pusieron en la
cárcel (Hch. 4: 3; 5: 18; 8: 3; 9: 1, 13, 21); y apedrearon (Hch. 7: 59); a otros "mataron a espada" (Hch. 12: 2). Esto
muestra que esa dispensación no pudo haber terminado con el apedreamiento de Esteban
en Hechos 7, porque Santiago fue asesinado después de eso; y otras
persecuciones continuaron hasta el final (Hch. 28: 17).
"Pero el
Rey se enfureció; y envió sus ejércitos, y destruyó a aquellos homicidas, y
quemó su ciudad" (Mt. 22: 7). El Templo fue quemado, y la nación se dispersó.
Los últimos
criados enviados irán "por las avenidas" del mundo. Aquí tenemos, de
nuevo, una referencia a la aún futura proclamación del "Evangelio del Reino".
Ahora, esta
fiesta matrimonial se ha pospuesto; y todas las invitaciones a esta están
suspendidas. Su futuro cumplimiento aún está por suceder. Esto se refiere en Mt. 24: 14, y se
demuestra en el Ap. 19: 6-9, en donde
tenemos la misma palabra en versículo 9 que en Mt. 22: 2.
3. "LA GRAN CENA" (Lc.
14: 15-24).
Esto se habló
en inmediata conexión con la bendición de comer pan en el Reino de Dios.
De nuevo tenemos
los Cuatro Ministerios, como en las parábolas anteriores.
La cena fue organizada
por "cierto hombre", y muchos fueron convidados. Esta invitación era
el ministerio de Juan el Bautista. Se presenta como una simple declaración de
un hecho pasado y consumado. Este fue el Primer Ministerio (v. 16).
La Segunda invitación fue enviada a
aquellos que ya habían sido convidados por Juan. Fue enviada por "Su Siervo",
quien no era otro que el Señor Jesús mismo. Su Ministerio se expresa en una oración:
"Ven; porque todas las cosas ya están preparadas" (v. 17). Fue
enviado "a la hora de la cena", conforme a la costumbre oriental.
Pero todos ellos a una comenzaron a poner excusas (vv. 18-20).
La Tercera Invitación fue enviada, no a aquellos
que ya habían sido convidados, sino a otra clase totalmente diferente. Fue
enviada por "El Señor de la Casa", quien tiene el perfecto derecho y autoridad
de invitar a quién él desee. El envió "pronto": v.gr., muy pronto después del regreso
del segundo criado; y "en las calles y las plazas de la ciudad". Éste
era el ministerio de Pedro, de los Doce, y de Pablo.
La Cuarta Invitación es aún futura, como se
muestra en las otras parábolas. Será enviada por "El Señor" (v. 23), por él
quien tiene todo poder en cielo y tierra (Mt. 28: 18-20). Éste será un ministerio de compulsión, efectuado en los
"caminos y vallados" de todo el mundo; y será eficaz como la última en
los casos precedentes. Todas, por turno, reciben la llamada, pero es la última desde
la que "escuchan y comprenden" (Mt. 13: 23); que "escuchan y reciben" (Mr. 4: 20); la que "escucha y guarda" (Lc. 8: 15); y
quien "produce fruto". Para esto, sabiduría especial y entendimiento
son necesarios, como se predijo en Dn. 11: 33; 12: 3, 10.
Así, la
presente dispensación (desde la destrucción de Jerusalén y la dispersión de
Israel, que sucedió poco después de Hechos 28), no tiene nada que ver con el Reino,
y la proclamación de las buenas noticias conectadas con él han sido pospuestas y
suspendidas. Mientras tanto, y durante esta dispensación, tenemos:-
III. "EL EVANGELIO (o BUENAS NUEVAS) DE DIOS".
Este es el
Evangelio al que Pablo el apóstol fue separado (Rom.
1: 1), y es suplementario a "el Evangelio del Reino",
del que era otro aspecto.
"El
Evangelio del Reino" fue primeramente proclamado por Juan el Bautista y por
el Señor. Pero ambos fueron rechazados y condenados a muerte.
Sin embargo, el
Señor, fue resucitado de entre los muertos, y el Evangelio de Dios tiene que
ver con un Mesías resucitado. Caracteriza el ministerio de los Hechos en vez de
aquel de los Evangelios; especialmente la participación de Pablo en él.
El Evangelio de
un Mesías resucitado, re-proclamando que vendría de nuevo y restauraría todas
las cosas, era el peso de la proclamación apostólica durante la dispensación de
los Hechos. Ver Hch. 2: 23-36; 3: 12-18; 4: 2, 10-12.
"Con grande poder daban los Apóstoles testimonio
de la resurrección del Señor Jesús, y abundante
gracia era sobre todos ellos" (Hch. 4: 33). También 5: 29-32; 10: 34-43; 13: 23-39.
Esta también era
la carga de la proclamación de Pablo, como podemos ver de Hch.
17: 1-3, 7. Él proclamó a "Jesús, y la resurrección" (vv. 18, 31, 32). Es cierto, fue la proclamación del Reino, y, en su más
amplio aspecto "El Reino de Dios" (14: 22; 19: 8); por
que fue Él Quien había levantado a Cristo de entre los muertos, y la
proclamación estaba siendo enviada por Dios mismo. Eran sus especiales buenas nuevas.
Eran de Su propio oficio y voluntad. Y era todo de gracia. Si "los Suyos"
aún ahora hubieran recibido al Mesías, Él hubiera enviado “a Jesucristo” (Hch. 3: 20).
A pesar de
todos sus pecados, y de su crimen atroz al asesinar a Su hijo amado, Él ocultaría
todos sus pecados y cumpliría todas Sus promesas. Ciertamente, éste era en
verdad:-
IV. "EL EVANGELIO (o BUENAS NUEVAS) DE LA GRACIA DE
DIOS".
Es por esto, en
el orden canónico de los libros del Nuevo Testamento, el invalidar de Dios es
visto en el hecho de que el primer escrito que nos viene después del doble rechazo de su Hijo (en los Evangelios y en
los Hechos) es la palabra y las buenas noticias de Su gracia en Rom. 1: 1. A pesar
de que tanto que consideremos a la imperdonable naturaleza del crimen de
Israel, las primeras palabras escritas que nuestros ojos encuentran son estas:-
"Pablo,
siervo de Jesucristo, llamado a ser Apóstol (o, un Apóstol por llamamiento Divino),
apartado para el Evangelio (o buenas nuevas) de Dios, que Él había prometido
antes por sus profetas en las Santas Escrituras, acerca de Su hijo, nuestro
Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado
[siendo] hijo de Dios con poder, según el [su] Espíritu de Santidad [cuerpo
espiritual, 1 Cor. 15: 45], por la resurrección de entre los muertos, Jesucristo
nuestro Señor, por quien recibimos la gracia, sí, la gracia apostólica, para la
obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre (o para su gloria);
entre las cuales estáis también vosotros, [los] llamados de Jesucristo" (Rom. 1: 1-6).
Aquí tenemos la
suma y la sustancia de las buenas nuevas de la gracia de Dios.
No era nuevo. Había
sido prometido desde antes y escrito por Sus profetas. Los sufrimientos, la
muerte y resurrección y gloria, todo había sido predicho. Pero ahora "Dios
ha cumplido así lo que antes había anunciado por boca de todos Sus profetas,
que Su Cristo había de padecer. ASÍ QUE, arrepentíos, y convertíos, para que
vuestros pecados os sean borrados, de forma que [por gracia] vengan de la
presencia (o cara) del Señor, y [que] Él envíe a Jesucristo, que os fue antes
anunciado; (o, de acuerdo con todos los textos críticos, "fue previamente ordenado")
para ustedes, el mismo Jesucristo" (Hch. 3: 18-20).
Así, "el
Evangelio de Dios" estaba basado en las profecías del Antiguo Testamento,
y era el desarrollo lógico de ellas.
Es en esto que se
distingue de aquello que no había sido revelado por los profetas en los versículos
finales de Romanos. Esa Epístola comienza con lo que ya había sido escrito en
las Escrituras; y termina con lo que nunca había sido escrito hasta
"ahora", cuando el SECRETO que había sido mantenido en silencio desde
los tiempos eternos, o durante [los] tiempos de [las] edades entonces había sido
hecho plenamente manifiesto (Rom. 16: 25, 26. Ef. 3: 1-12. Col.
1: 26-28). (Ver Apéndice 192).
El tiempo había
llegado para que este secreto fuera revelado, y fuera entregado a los escritos proféticos.
Esta revelación está contenida en las tres Epístolas escritas por Pablo desde
su prisión en Roma, a los Efesios, Filipenses, y Colosenses.
Por lo tanto,
"el Evangelio del Reino" era la proclamación por y concerniente al
Mesías hecha por Juan el Bautista y por el Mesías mismo, y es el tema de los
cuatro Evangelios.
"El Evangelio
de Dios" es la proclamación referente al mismo Mesías, hecha por los Doce,
por el apóstol Pablo, y por "aquellos que oyeron" al Señor, durante
la dispensación de los Hechos de los Apóstoles, y es el tema de su testimonio y
de sus escritos y de las primeras Epístolas de Pablo. Viendo que eran buenas nuevas
enviadas después de la resurrección de Cristo, es todo por pura gracia y favor,
y por lo tanto es "el Evangelio de la Gracia de Dios".
V. EL EVANGELIO (o BUENAS NOTICIAS) DE LA GLORIA DE
CRISTO (2 Cor. 4: 4).
Esto se relaciona
con la exaltación de Cristo como Cabeza por sobre todas cosas de su Iglesia, la
que es su cuerpo, que se desarrolla y revela más plenamente en las Epístolas de
la Prisión (Ef. 1: 21-23. Fil. 2: 9-11. Col. 1: 14-19). No solamente
implica la gloria actual del Mesías, sino que también incluye la derrota final
de Satanás, el aplastar su cabeza, y la subyugación de todos los seres
espirituales, sean ellos poderes, principados, autoridades, dominios, o tronos,
etc.
Por lo tanto, es
el gran propósito de Satanás ahora, en el tiempo presente, el cegar los ojos de
los incrédulos, para que no sepan de su próxima derrota, como se predijo en Gén. 3: 15, y se ve
que será cumplido en Ap. 20 (ver 2 Cor. 4: 4).
Sabiendo su objetivo,
y "no ignorando sus estratagemas", también sabemos lo que ha de ser
nuestro propio objeto: viz. (videlicet),
el dar a conocer éstas buenas nuevas que él trata de esconder; y proclamando "el
Evangelio de la gloria de Cristo".
Sitio hospedado por Ucoz, "¡porque tú
puedes!" (c, fdocc):