74
Regresar al Índice de los
Apéndices de “La Biblia Compañera” de Büllinger
EL LIBRO DE PROVERBIOS: INTRODUCCIÓN Y ANÁLISIS.1
LA ESTRUCTURA DE PROVERBIOS EN SU TOTALIDAD
_______________________
(Introversión y Alternancia)
INTRODUCCIÓN. 1:1-6-.
A │ 1:-6 –
9:18. “LAS PALABRAS DE LOS SABIOS”. PARA SALOMÓN. PARA UN PRÍNCIPE Y
UN REY. EN
SEGUNDA PERSONA (“HIJO MÍO”, “TUS”, “A TI”, “TU”,
“TUYO”).
LA “MADRE”.
B │ C │ 10:1
– 19:19. PROVERBIOS DE SALOMÓN. PARA TODOS. EN TERCERA
PERSONA (“EL”, “A EL”, “SUYO”, “ELLOS”, “DE ELLOS”).
D
│ 19:20 – 24:34. PROVERBIOS PARA SALOMÓN. PARA UN PRÍNCIPE Y UN REY.
EN SEGUNDA PERSONA (“HIJO MÍO”, “TU”, “TUYO”).
B │ C
│ 25:1 – 26:28. PROVERBIOS DE SALOMÓN. PARA TODOS. “COPIADOS POR
LOS HOMBRES DE EZEQUÍAS”. EN TERCERA PERSONA (“EL”,
“SUYO”, “DE EL”).
D │ 27:1 – 29:27. PROVERBIOS
PARA SALOMÓN. PARA UN PRÍNCIPE Y UN REY.
EN SEGUNDA PERSONA (“HIJO MÍO”, “TU”,
“TUYO”).
A │ 30:1 – 31:31. “LAS
PALABRAS DE AGUR” Y “LAS PALABRAS DE LEMUEL”. PARA
SALOMÓN. PARA UN PRÍNCIPE Y UN REY. EN SEGUNDA PERSONA
(“HIJO MÍO”, “A TI”). LA “MADRE”.
El libro de Proverbios generalmente
se describe como perteneciendo a una rama de la literatura hebrea que tiene por
tema a la Sabiduría, o, como nosotros diríamos, Filosofía (Divina). Esta
perspectiva posee cierta verdad en ella; pero no expresa toda la verdad, como
se verá de un análisis del libro, y de un cuidadoso examen de las partes que lo
componen. El libro no afirma que exista un solo autor; se trata abiertamente de
una colección (integrada bajo a guía divina), e
incluye el trabajo de otros además del de Salomón el Rey. Por lo tanto, aunque
en algunas secciones puede haber sabiduría de un orden general, en otras uno
pudiera encontrar advertencias y consejos que eran dirigidos a un individuo en
particular, y no para "hombres de todas las clases y condiciones"; lo
que, por lo tanto, hace que este libro no sea Sabiduría en lo abstracto en el
sentido implicado por la mayoría de los expositores de este libro.
La certeza de que éste es el caso crecerá en
aquellos que desglosan el material que compone este libro, notando los diversos
motivos de los escritores, y las notables características de sus proverbios, o
dichos.
En su superficie uno
puede distinguir cuatro divisiones — Los Proverbios de Salomón, Las Palabras de
los Sabios, Las Palabras de Agur, y Las Palabras de Lemuel. Y conforme estos
diversos escritos pueden fácilmente distinguirse, no hay razón por la que
nosotros debamos de concluir de manera simplista que todas sus secciones
corresponden al orden de la "Sabiduría".
Tomado como un todo, el
material responde con justicia a la descripción de " Proverbios "
(capítulo 1, versículo 1), o dichos solemnes, generalmente
completado en el dístico, o versículo de dos líneas; pero, ya que su autoría es
compleja, así también pudiera haber una diversidad de motivos y propósitos en
los escritos.
Lo que sostenemos aquí es
que, mientras los Proverbios de Salomón pudieran consistir de enseñanza para
todos, propios y extraños — tratando los temas de la prudencia, la discreción,
y la conducta en la vida — las secciones que contienen "Las Palabras de
los Sabios" fueron concebidos como instrucciones para un príncipe, y están
por lo tanto diseñados para enseñar lecciones básicas en política y el arte de
gobernar, incluso para mostrarle a un joven regidor la forma en que podría
"limpiar su camino", como el representante de Jehovah sobre el trono
de Israel. Estas partes del libro han hasta ahora sido tratadas como si
estuvieran diseñadas para enfatizar ciertos mandatos del Decálogo: Aunque, en
realidad, ellos requieren una más estrecha atención, ya que tratan acerca de
los peligros y tentaciones que inevitablemente se le presentarían y acosaran a
un Rey sobre el trono de Israel.
Por lo tanto, en una
palabra, encontramos en los primeros 29 capítulos de el
libro varias series de Proverbios que estaban dirigidos PARA Salomón, y también nos encontramos con
varias series que habían sido escritas POR Salomón.2 Entre las dos clases
existe una amplia diferencia. De esos que eran PARA el Rey, siendo, de hecho,
"Palabras de los Sabios" (hombres, o maestros), dadas para la
instrucción de el hombre joven, se podría decir que, teniendo una relación con
los principios que eran fundamentales en la Divinamente ordenada constitución
de Israel, ellos se distinguen de la clase de Proverbios que, enunciados por
Salomón mismo, eran más o menos generalmente enfocados en la vida y
comportamiento del Israelita individual de aquel tiempo.
El siguiente es un análisis del
libro desde el punto de vista previamente propuesto:—
A.
INTRODUCCIÓN GENERAL — TÍTULO
(capítulo 1. Versículos 1-6).
Equivocaciones
de parte de los Masoritas o sus antecesores en la
edición del texto, llevaron a la inclusión en el título de la línea que, como
encabezado, abre la Sección I. " Las Palabras de los Sabios y sus dichos
oscuros", o enunciados solemnes.
1.
"Palabras de los Sabios" (hombres, o maestros) — dirigidas por un padre a un hijo, o más
bien por un maestro a un alumno, los términos distintivos siendo los mismos (versículo 6-). Las cosas que se dicen son quince en número, y todas
ellas son introducidas con la fórmula "hijo mío" (1:7 — 7:27). El
tema general de esta sección se resume en las palabras "El temor (profundo
respeto) al SEÑOR es el inicio del
conocimiento; pero los necios desprecian a la sabiduría e instrucción" (versículo 7). Al "hijo" se le dice directamente,
"tu" y "a ti", con "lo tuyo" siendo también
usado; y una y otra vez se le advierte, en los términos más solemnes, en contra
de "la mujer extraña," es decir, la mujer foránea o de otro linaje
—habiendo tales mujeres en ocasiones extraviado a cualquier Israelita que
entraba en relación con ellas. Recordemos las seducciones de las hijas de Moab; y los casos de Sansón y Acab.
En otras secciones, a " hijo mío" se le advierte en contra de
"pecadores" y "los malvados", —esto es, los paganos que no
conocían al Dios verdadero, pero que sí
en cambio eran enemigos de la justicia, amantes de la guerra, y dados a la
opresión. A él se le aconseja, en particular, a no "estrechar las
manos" con los tales — es decir, a no entrar en alianza o pacto con
ninguno de ellos.
2.
Dos temas son dirigidos
al lector, en el primero de los cuales (capítulo 8, E5) la Sabiduría
afirma en base a la devoción de uno a quien se le urge estimarla a ella como
mayor que el oro o que la plata, y se le recuerda que solamente mediante la
Sabiduría pueden los reyes reinar y los príncipes decretar justicia; mientras
que la posterior (capítulo 9), la Sabiduría y la Locura son contrastadas, el
respeto a Jehovah (o la piedad, como la conocemos había sido estimada en
Israel) es magnificado, y una advertencia es pronunciada en contra de la necia
mujer, ya introducida como "la mujer extraña", con quien ningún
Israelita debería de tener asociación alguna — y ciertamente ningún Rey en
Israel debiera de haber buscado su compañía. En esta sección como se dirige al
lector, es algunas veces a "ustedes", "ellos", "aquellos"
(es decir, en plural); y en otros momentos es a "a ti",
"tú" (es decir, en singular). Hasta ahora, después de el
título del libro, aún no nos encontramos con la mención de Salomón; y ninguna
de sus obras. Por lo tanto, hasta ahora, hemos tenido Proverbios que se le enseñaron a Salomón.
3.
Una colección de
Proverbios escritos por Salomón, siendo descritos de tal forma en el versículo
de apertura (C 10:1). Si el contenido de las secciones 1 y 2 (A 1:-6—9:18, pág.
864 de The Companion Bible, pero que aquí está más arriba), ya descritos,
hubieran sido de Salomón, entonces no hubiera habido necesidad en este lugar de
la línea introductoria que dijera: "Los Proverbios de Salomón". El
modo de expresarse es bastante diferente de aquel de la sección 1, con su segunda persona del pronombre; los proverbios aquí no se dirigen a
"hijo mío", sino que ellos mencionan "él" y "a
él", usando generalmente la tercera
persona del pronombre.
Aparentemente, esto así continua hasta el capítulo 19:26, o alrededor de este.
Éstos eran para hombres en general para su aprendizaje, y no para un príncipe
o individuo distinguido (como antes que decía: "hijo mío").
4.
Otra sección de
información dirigida a "hijo mío" comienza con 19:20 (D, ver
arriba) o alrededor de ese versículo; y continúa hasta el final del capítulo 24.
Aquí tenemos lecciones adicionales acerca de los caminos del rey — como
aquellas de las secciones tempranas del libro, pero bastante diferentes de
aquello que se ve en "Los Proverbios de Salomón" (ver 19:27,
"hijo mío"; y "el rey" 20:2, 8, 26, 28; 21:1; 22:11). Éstas
son "Palabras de los Sabios" (hombres, o maestros): esto se afirma en
dos ocasiones (22:17; 24:23 Versión Revisada inglesa); y las ocurrencias de la
fórmula "hijo mío" son seis en número (19:27; 23:15, 19, 26; 24:13,
21). Los consejos, como aquellos de las secciones 1 y 2, son tales que
eminentemente serían adecuados para un príncipe en Israel: "hijo mío"
se instruye a considerar el “temor” (respeto profundo) al SEÑOR como más deseable que las riquezas (22:1, 4). Aparentemente
las palabras son dirigidas a uno que se sienta entre los gobernantes (23:1);
uno cuyo deber es, al presente, el de tenerles respeto, tanto al Rey como a
Dios (24:21); pero uno que está aprendiendo los deberes de la administración
judicial (20:8, 26, 28; 21:3; 22:11). No hay nada trivial en hacer advertencias
tales como "no tener favoritismos" al juzgar: tal consejo es para un
regidor (24:23, 24). En esta sección de nuevo la mujer extraña es denunciada
(22:14; 23:27, 33); y las riquezas se muestra que tienen un valor nulo en
comparación con la sabiduría y la justicia (20:15; 21:6; 23:4). En la porción
temprana de esta división los pronombres se encuentran principalmente en la
tercera persona, "é" y "a él"; y posteriormente en la
segunda persona, "tu", "tuyo", y "a tí". Los consejos son manifiestamente tales como los
que el Rey Salomón debería de haber tomado muy en serio.
5.
Una segunda colección de
Proverbios de Salomón—capítulos 25 y 26 (ver el versículo de apertura del
capítulo 25, C, más arriba). El libro habiendo sido integrado en su
forma actual en el reinado del Rey Ezequías, esta sección fue "copiada y
anexada al texto principal" por los Escribas de ese tiempo. Ellos habrían
encontrado en la Biblioteca Real en Jerusalén muchos escritos para el bien de
la Nación, y entre ellos algunas de las mejores declaraciones de Salomón, así
como de su padre David, quien era igualmente un gran patrocinador de buena
literatura. Las cosas dichas acerca de los reyes son lo que bien podría ser
esperado de uno que era el mismo el ocupante de un trono (25:2-7).
6.
Sin una introducción
especial, el capítulo 27 (D) inicia otra serie de "Palabras de los
Sabios". La indicación se encuentra en la substancia de los proverbios,
que están tan obviamente diseñados como instrucción para un príncipe, y también
en la presencia de la fórmula "hijo mío" (27:11). La aplicabilidad
general de estas palabras a el caso de un regidor en Israel es obvia (ver 28:2,
6-8, 16; 29:4, 12, 14, 26).
7.
Las palabras de Agur, el
hijo de Jaché (capítulo 30, A, ver
arriba).
8.
Las palabras del Rey
Lemuel, la profecía que le enseñó su madre (31:1-9), conducente al poema acerca
de:
9.
La mujer virtuosa
(31:10-31).
Para poder tener un entendimiento adecuado de las "Palabras de
los Sabios", es necesario tener en cuenta los siguientes hechos:— (1) La palabra "padre" se usa
para un maestro—2Kings 2:12; 6:21; 13:14 (comparar Jueces 17:10; 18:19); y así se convirtió en la designación
común de los Rabinos Judeanos.
(2)
La palabra "hijo" se usa para un alumno — 1 Sam.
3:6, 16; 1 Re.
20:35; 2 Re.
2:3, 5, 7, 15, y en otros lugares; porque los profetas de Israel, en algunos
casos, condujeron escuelas para hombres jóvenes, y recibieron de ellos la
obediencia que era dada a padres, en cuyo lugar ellos estaban. En esta
conexión, note las palabras de remordimiento, sugeridas como usada por "mi
hijo" en caso de desobediencia: Yo "no he obedecido la voz de MIS MAESTROS, ni inclinado mi oído a AQUELLOS QUE ME
INSTRUÍAN" (cap. 5:13).
Y, de nuevo (3): Las expresiones "pecadores",
"malvados", "tontos", e "hipócritas" eran
aplicadas en Israel a los paganos, y a aquellos que seguían sus caminos (Is. 13:11; 14:5; comparar con Sal.
9:5; 26:5; Prov. 3:33; 28:4, 28; 29:2). Aunque, como se sugiere, detalladas con
asuntos de la política, las "Palabras de los Sabios" se encuentran en
el lenguaje de la escuela; y el príncipe a quien los hombres sabios mismos se
dirigen lleva a considerar a las Naciones circundantes y a sus caminos desde el
punto de vista de aquellos que encuentran el principio y el fin de la sabiduría
en "el temor al SEÑOR".
(4) La
"mujer extraña ", ya sea que así se traduzca la palabra hebrea zarah o nokriah, no era una Israelita en error, sino una mujer
FORÁNEA, con la que, si hubiera interacción, inevitablemente conduciría a
apartarse del Señor. Ambas palabras hebreas se encuentran en 5:20; y en el
capítulo 6 (22 y subsiguientes)
el tema es expandido, y se asocia con adulterio, con la finalidad de que la
pureza personal pudiera ser adecuadamente enfatizada. Y ya que la Divina
intención era que Israel estuviera separada de las Naciones de la tierra (Dt. 7:6, y referencias; compare con Ez.
20:32 y subsiguientes), se
desprende de esto que el asociarse con "mujeres extrañas" implicaba
desprecio al propósito del pacto de Dios en referencia a la familia electa de
Abraham. Existían, además, otras consecuencias; si el transgresor era del
linaje real, tales actos traerían confusión, y pondrían en peligro la dinastía
de David, el Rey elegido por Jehovah; mientras que todos los que transgredían
de esta forma en Israel eran también vulnerables a ser arrastrados a la
idolatría (Éx. 34:16).
Debido a una
interpretación errónea del v. 2:17, algunos han afirmado que la "mujer
extraña" era una adúltera de la casa de Israel, y por tanto estaban
excluidos de ver el aspecto que hasta ahora ha sido presentado. Un cuidadoso
examen de este pasaje, sin embargo, no encuentra en la palabra
"dios", como aquí se emplea, referencia alguna a Jehovah, sino más
bien al “dios” Nacional, o dioses, de la "mujer extraña". En este
versículo el maestro enfatizaría la audacia de la aduladora: "ella
abandona la guía de su juventud, y se
olvida del pacto de su dios". Esto es, abandonando a su propio pueblo en Filistia, Edom, Moab, o Egipto, ella ha asumido la parte de una aventurera,
llegando a una comunidad acerca de la que ella no sabe nada acerca de su Dios.
Era bastante
normal, por un lado, el hablar de las Naciones como la gente de su dios (Nm. 21:29; comparar 2
Re. 11:17; Sal. 47:9); e
igualmente, por otro lado, de dioses como los dioses de pueblos distintivos.
(Jue. 11:24; Jer. 43:12; 48:7; comparar con Jos. 7:13; Jue. 5:3, 5; Is. 8:19;
40:1). Por tal error, su uso indicado era santificado como si se relacionara
con los fieles en muchos pasajes de Santa Escritura: ver los divergentes
destinos de Orpha y de Rut (Rut 1:15, 16), y compare
las palabras llenas de gracia de Jehovah: "Yo Seré El Dios de USTEDES, y
ustedes serán MI Pueblo" (Lev. 26:12; comparar con Éx. 6:7;
Jer. 7:23; 11:4; 24:7; 30:22; Ez.
11:20; 14:11; 36:28; 37:27; Zac. 13:9).
Algunos han
encontrado otro terreno para contender de que la "mujer extraña"
simplemente significa una Israelita de perversa reputación en los vv. 7:19,
20—"el buen hombre no está en casa, se ha ido a un largo viaje", etc.
Esto, sin embargo, no es ninguna prueba en contra de la posición tomada en el
análisis que aquí se presenta. De hecho, se podría asumir que, en los días de
Salomón (y desde aquel entonces) mujeres corruptoras de hombres, foráneas o no
foráneas, incluían a algunas que tenían la protección de esposos, u hombres que
sostenían semejante tipo de relación.
Así, nos
encontramos con que las "Palabras de los Sabios" han sido
pronunciadas por maestros a Salomón el príncipe, profesores cuyo deseo era el
instruirlo en los caminos del Dios de su padre: De hecho, ambos padres se
mencionan (1:8; 6:20). Y conforme a esto, estas secciones del libro tratan con
las políticas domésticas de Israel. Después del versículo de apertura no hay
mención de la Nación en términos específicos; pero el temor del Señor, el
servicio de entrega a Jehovah, es inculcado como siendo fundamental. Las
"Palabras" o "Dichos", como el título del libro lo indica
su tema central es la "discreción" y la "sabiduría", ya que
se muestra que estas se relacionan con "el temor del Señor". Además,
las "Palabras" mismas se distribuyen en clases que habían sido
claramente anticipadas en el Pentateuco como temas adecuados para la consideración
de los regidores en Israel. Este hecho tiene una importante repercusión en
relación con la edad del libro, y también sobre la edad de otras porciones del
Antiguo Testamento.
Por ejemplo:
En el Dt. 17:14-20 se estipula que, si al
establecerse en la Tierra de Canaán, la gente deseara insistentemente el tener
un Rey, entonces en tal asunto ellos debían de tener en cuenta a la elección
Divina, la cual sería, no el imponer tal responsabilidad sobre un extranjero,
sino sobre "uno de entre tus hermanos". Las estipulaciones prosiguen
de la siguiente forma: (1) El no multiplicará caballos, a la manera de los
Egipcios; (2) El no multiplicará esposas, las que habrían de "apartar su
corazón" de Dios; (3) El no multiplicará grandemente para sí mismo plata y
oro; (4) El hará una copia de la Ley, y leerá de ella diariamente, para que
pueda aprender a temer al Señor; (5) Todo esto se hará con la finalidad de que
él pueda prolongar sus días en su reino, y nunca carezca de sucesores sobre el
trono. Además, en Dt. 7:2-5 (comparar Éx. 34:12 y
subsiguientes, y Jos. 23:12, 13) donde se establece
que los Israelitas deben de destruir a los Canaanitas
y a sus símbolos de adoración; no deben de hacer pacto con ellos, y deben
guardarse en contra del tomarse en matrimonio con ellos; esta última
prohibición en ser nombrada es substanciada mediante la advertencia de que esto
conducirá a la apostasía en contra de Jehovah: "Ellos apartarán a tus
hijos para que no me sigan, y para que sirvan a otros dioses."
Para el
lector reflexivo del libro de Proverbios queda claro que las sanciones y
prohibiciones de estos pasajes del Pentateuco forman la trama y urdimbre de la
enseñanza de los hombres sabios ante cuyo cuidado el hijo de David había sido
entregado. Los Proverbios de Salomón, los así llamados estrictamente, según se
encuentra en las secciones 3 y 5 del libro, son bastante diferentes de las
"Palabras de los Sabios", que se entregan en las secciones 1, 2, 4 y
6, y que son dirigidas al "hijo mío". El príncipe era, en estos
últimos, diligentemente fortificado en contra de las prácticas que acarrearían
la apostasía religiosa, y eventualmente en un desastre dinástico. Por lo tanto,
en estas divisiones del libro, nos encontramos con instrucción que responde con
precisión a las estipulaciones dadas en el Pentateuco, de la siguiente
manera:—(1) Los caballos de guerra son tratados como si fueran innecesarios, ya
que la "victoria es del Señor" (21:31). (2) El tomar mujeres paganas
es condenado con una energía incesante (2:16 y subsiguientes;
6:24 y subsiguientes; 7:5
y subsiguientes). (3) Oro y plata, y
riquezas, son declarados como siendo inferiores al temor del Señor; de hecho,
para estar a expensas de la sabiduría, y por lo tanto para que no sean deseos
que aparten de ella (3:16; 8:18, 19; 22:1-4; 23:4, 5; 27:24; 28:6-8). (4) La
majestad de la Ley es afirmada, y el guardarla es una marca de sabiduría;
mientras que el hombre que se aparta de escuchar (y prestar atención) a la Ley
no puede ofrecer una adoración aceptable a Dios (6:20-23; 28:4-9; 29:18). (5)
La obediencia es elogiada, y exhibida como trayendo prolongación de vida (3:2,
16; 4:10; 9:11; comparar con 10:27).
Todos estos puntos están en acuerdo con las
estipulaciones de Dt. 17, como las hemos indicado a
la luz del Dt. 7. Además, y ya que el Regidor no ha
de entrar en pacto con las Naciones, así también nos encontramos con las
denuncias por tener alianzas con "pecadores" y
"desconocidos", que claramente se distinguen como algo separado de
las mujeres (1:10-15), "ven con nosotros... tengamos una sola bolsa"
(6:1; comparar con 20:26); y también aconseja en contra de seguir los caminos
de las Naciones en relación con la guerra (1:10-18; 3:30, 31; 4:14-17). Las
lecciones eran de la más extrema solemnidad; pero, como sabemos, no fueron, en
su totalidad, tomadas en serio por el joven príncipe.
Cuando, llegado el momento, Salomón fue
llamado a hacer la elección de su vida, él correctamente oró por sabiduría en
vez de riqueza; y, como sabemos, le fue dado "un corazón sabio y
entendido", y además, sumado a ella, aquello que él no había solicitado,
"tanto riquezas como honor" (1 Re. 3:9-13).
Por lo tanto, en sus propios Proverbios, Salomón habló alabando a la sabiduría
(13:1; 14:1), y le entregó un lugar secundario a las riquezas (11:28; 13:7, 8;
14:24; 15:6, 16; 16:16; 18:11). Esa enseñanza, sin embargo, aunque era su
momento más grande, él no la recibió al punto de retenerla firmemente. Y
conforme a esto, buscamos en sus propios Proverbios en vano por advertencia
alguna en contra de la "mujer extraña". Claramente esta lección no
fue retenida por él. Por lo tanto, en el registro de su vida (1 Re. 11) leemos:—
El Rey
Salomón amó a muchas mujeres extranjeras (el plural de la palabra nokriah), junto con la hija de Faraón, mujeres de
los Moabitas, Amonitas, Edomitas, Sidonios, y Heteos; de las Naciones respecto
a las cuales el Señor había dicho a los hijos de Israel, Ustedes no andarán con
ellos (y principalmente, “ellas”), ni entrarán ellas a vosotros: Porque
ciertamente éstas apartarán tu corazón hacia sus dioses: Salomón se aferró a
ellas en amor (1 Re.
11:1, 2).
Las palabras "respecto a las cuales el Señor había
hablado a los hijos de Israel" nos regresan al Éx.
34:16, y Dt. 7:3, 4. Aquello que se temía sucedió.
Además leemos:—
Sucedió,
cuando Salomón era viejo, que sus mujeres inclinaron su corazón hacia otros
dioses: y su corazón no fue perfecto con el Señor su Dios, como lo había sido
el corazón de David su padre. Porque Salomón fue tras Astaroth
la diosa de los Sidonios, y tras Milcom la
abominación de los Amonitas. Y Salomón hizo lo malo ante los ojos del Señor, y
no fue con todo su corazón hacia el Señor, como lo hizo David su padre.
Entonces Salomón construyó un lugar alto para Quemosh,
la abominación de Moab, en las colinas que están
delante de Jerusalén, y para Moloch, la abominación de los hijos de Amón. E
igualmente hizo para todas sus mujeres forasteras, quienes quemaban incienso y
sacrificaban a sus dioses (1 Re.
11:4-8).
En desprecio adicional de la voluntad del Señor para
su Reino, Salomón introdujo caballos de Egipto (1 Re.
10:26-29; comparar el v. 9:19). El resultado fue terrible. El Reino quedó
dividido, en ejecución del propósito declarado en 1 Re. 11:11-13, y diez
tribus fueron tomadas de Rehoboam, el hijo de
Salomón, de quien leemos las significativas (y repetidas) palabras: "El
nombre de su madre era Naama LA AMONITA"
(1 Re. 14:21, 31). Y primeramente este mal vino a
partir de la locura del Rey por entremezclarse en intimidad con mujeres
forasteras, en desafío a las instrucciones de los maestros cuyas palabras
habían llegado a nosotros en las "Palabras de los Sabios". Tal
conducta fue una violación del pacto Divino. La seria perspectiva que fue
tomada a partir de todos estos tan serios eventos por los piadosos Israelitas pudieran
ser percibidas de las palabras y obras de Esdras el Escriba, en el tiempo del
Regreso (Esd. 9, 10 y subsiguientes; comparar con Neh. 13:23 y subsiguientes. Ver también en Josefo, Antigüedades VIII. vii. 5).
Habiendo así explorado detalladamente a los
Proverbios, y en vista de que, aunque algunos fueron escritos POR Salomón, otros fueron escritos PARA él, nuestra sugerencia es que la instrucción que le
fue dada al joven príncipe muestra un íntimo conocimiento de la política de
Israel, como había sido ordenada Divinamente, y establecida en el Libro del
Deuteronomio. Es decir, en el siglo décimo A.C., las precauciones y
advertencias dadas en el Dt. 7 y 17 fueron expandidas
en detalle por aquellos a los que se les había encomendado la educación de
Salomón quien sería el sucesor del Rey David en el trono de Israel.
Y a pesar de todo esto, sin embargo, una teoría ha sido sugerida, y
es sostenida por muchos, ¡de que el Libro del Deuteronomio no existía en los
tiempos de Salomón! Y en efecto, ha sido atrevidamente declarado que el Dt. Fue escrito en el reino de Manasés, en algún momento
cercano al año 650 A.C. Y, naturalmente, los estudiosos que no han sido
capaces de distinguir alusiones al libro en los Profetas tempranos, no han
tenido el cuidado de buscar por cualquier reflejo de su enseñanza en el Libro
de Proverbios, que, tan fácilmente, ha sido colocado en su totalidad en la
clase de la Literatura Sabia. Ahora, sin embargo, con su debido lugar y
significancia dada a las "Palabras de los Sabios", podemos ver que en
realidad el Quinto Libro del Pentateuco es necesario que ya exista en la
historia de Israel por más de trescientos años antes del tiempo de su presunto
"descubrimiento" en los días de Manasés, y aún mucho antes de su
sugerida fabricación en los días de Josías.
Porque si acaso eso fuera así, entonces los hechos delante de
nosotros proporcionan otra razón para una profunda desconfianza en relación a
un sistema de criticismo que exhibe la tendencia de apresurar conclusiones,
mientras que los hechos esenciales no son reunidos, mucho menos entendidos con
minuciosidad.
Así nos encontramos con que un estudio del Libro de Proverbios, con
la debida atención a las divisiones (la mayoría de ellas expresamente indicadas
en el texto), no solamente derrama luz sobre un gran capítulo en la historia de
Israel, sino que también tiene una relación importante sobre cuestiones
críticas, con las que, hasta ahora, no se ha pensado que tenga conexión íntima alguna.
____________________________
¹ Contribución del Dr. J. W. Thirtle.
2 Ver la estructura
que aparece más arriba, la cual corresponde con este análisis.
Sitio hospedado por Ucoz, "¡porque tú
puedes!" (c, fdocc):