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“LOS SUFRIMIENTOS Y LA GLORIA”

 

 

  Se nos dice, en 1 Pe. 1:10-12, que los profetas del pasado buscaron: "Qué, o en qué tiempo el espíritu de Cristo que estaba en ellos les daba a entender, cuando testificaba de antemano acerca de los sufrimientos de Cristo, y la gloria que después de ellos vendría. A quienes les fue revelado, que no para ellos, sino que para nosotros ellos servían las cosas, que ahora se reportan para ustedes… con espíritu santo enviado del cielo".

 

  Ellos escribieron acerca de los sufrimientos, y ellos escribieron de la gloria que vendría después de ellos; pero no había nada que les dijera acerca de los tiempos o de las sazones. Si es que la gloria iba a seguir inmediatamente a los sufrimientos, o si es que iba a haber un intervalo, y si ese intervalo iba a ser corto o largo, ninguna pista les fue dada. Por lo tanto, ellos investigaron: "Cuál era el tiempo en el que esto iba a suceder".

 

  Este "tiempo" se refiere a las "insondables riquezas de Cristo". Las cuales en ese entonces no podían ser descubiertas. Aún los ángeles desean mirar estas cosas (1 Pe. 1:12).

 

  Pero "ahora," ¡ya todo ha sido revelado! ¡Esto ha sido servido para nosotros, en las Escrituras de verdad, sobre la tierra!; y Dios está dando a conocer, mediante la Iglesia (es decir, mediante nosotros como grupo), algo de Su sabiduría multiforme a los principados y potestades celestes (Ef. 3:9, 10).

 

  Los ángeles y profetas vieron los "sufrimientos" como las cimas de una cadena montañosa distante — mientras que más allá de ella otra cadena montañosa se podía ver a través de una distante neblina de gloria. Pero lo que se encontraba entre ambos extremos no podía ni ser visto ni conocido. ¡Pero ahora todo esto ya nos ha sido revelado! Los sufrimientos ya han pasado, y ahora nos encontramos en el valle entre estas dos cadenas montañosas. La segunda cadena montañosa, la gloria se encuentra aún más lejana. El secreto "Escondido en Dios" ha sido dado a conocer; y nosotros podemos entender, un poco, la respuesta a la pregunta de Cristo hecha a los dos discípulos: "¿Acaso no era necesario que Cristo sufriera estas cosas, y que luego entrara en su gloria?" (Lc. 24:26).

 

  Ambas se encuentran inseparablemente ligadas, especialmente en la primera epístola de Pedro. Ver 1 Pe. 1:11; 3:18; 4:13; 5:1.

 

  En el Antiguo Testamento, ambas cosas se mencionan frecuentemente juntas: pero, nos damos cuenta de que, mientras que la gloria se menciona frecuentemente y se expande por sí misma, sin referencia alguna a los sufrimientos, nosotros nunca nos encontramos hablar de los sufrimientos mencionados sin la gloria siendo referida inmediatamente después. A veces, el cambio es bastante repentino. En el Salmo 22, note el cambio del versículo 21 hasta el final del versículo 22. En el Salmo 102, note el cambio del versículo 11 hasta el final de los versículos 12. En Is. 53 note el cambio a la mitad del versículo 10. (Ver Apéndice 72).

 

  Parece que cuando los sufrimientos se mencionan, nunca se nos deja pensando que todo va a terminar allí. La gloria pudiera ser mencionada por sí sola, debido a que no va a haber un final de ella. Pero para los sufrimientos va a haber un final, y ese final va a ser revelado en gloria.

 

  Es por esto que, cuando el señor hace la primera mención de sus sufrimientos, en Mt. 16:21, él en seguida procedió a hablar del tiempo cuando él "vendría en la gloria de su Padre" (verso 27), y luego añadió que algunos de los que se encontraban allí la verían. Y entonces, después de seis días, tres de ellos vieron el poder de la venida de nuestro señor Jesucristo, y fueron testigos presenciales de su majestad, cuando ellos estaban con él en el santo monte (2 Pe. 1:16-18. Compare con Jn. 1:14).

 

  Habiendo escuchado de los sufrimientos, los discípulos no fueron dejados a concluir que todo iba a terminar allí: por lo tanto, a ellos se les dio de una vez por todas, la más maravillosa exhibición de la gloria que habría de venir.

 

  Es por esto que la escena de la Transfiguración (según E. W. Büllinger) sucede en la tercera parte del ministerio del señor, que tenía que ver con sus sufrimientos. Ver las notas acerca de las Escrituras antes referidas, y compare el Apéndice 72.

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